sábado, 25 de mayo de 2013

Capitulo 9

Capitulo 9

Fui la primera en despertar la mañana siguiente. De alguna manera nuestra cortina oscura había quedado a un lado y una grieta de luz del sol se asomaba bajo mis párpados. Los abrí y luego gemí. Sol estúpido. Me di la vuelta y miré el reloj. No eran ni siquiera las siete aún. ¿Por qué me desperté? Luego escuché una voz.

Peter hablaba dormido, justo como dijo que haría.

—No, no lo creo —dijo. Era difícil entender lo que decía porque me daba la espalda y murmuraba. Dándome cuenta de que probablemente no iba a volver a dormir, me di la vuelta para poder verlo.—No. Detente. Bájala. —Su voz estaba calmada, pero sus palabras no. Parecía que tenía una pesadilla. Supongo que yo no era la única.—Por favor no. —Su voz tenía un rastro de lágrimas en ella. Me pregunté si debía despertarlo. Tiró algo en su sueño, tirando sus mantas alrededor. No tuve tiempo de cerrar mis ojos, pero por suerte su manta cubría lugares estratégicos. También estaba muy oscuro aún. Aún así mostraba suficiente. Estaba dándome la espalda, y vi otro tatuaje en el medio de su espalda. —¡Detente! —dijo más fuerte.

Me levanté de la cama y tropecé. Tal vez debería tocarlo y volver a mi cama lo suficientemente rápido así él no lo notaría. Empujé su hombro, pero se movió tan rápido que tropecé y casi caí encima de él. Una mano arremetió contra mí, y tuve que agacharme para evitarla.

—¡Peter! ¡Despierta! —Era un déjà vu. Yo esperaba que esto no se convirtiera en un patrón.

Una mano fuerte y cálida me agarró del hombro, y sus ojos se abrieron. Respiró con dificultad, como si no supiera dónde estaba. Su agarre se relajó.

—Oye, está bien. Parecías enojado.
Miró su mano en mi hombro como si no perteneciera a él. Me soltó y se alejó de mí.
—Vuelve a la cama —dijo.
—¿Estás bien?
—Vuelve. A. La. Cama. —Sus dientes estaban apretados, y parecía que estaba enojado porque lo había despertado. Mi culpa.
—Lo siento —dije antes de alejarme y subir a mi cama.

Él respiraba con dificultad y se dio la vuelta. No volví a dormir y me di cuenta de que él tampoco. Una media hora más tarde lo escuché levantarse y ponerse su bóxer y una camiseta. Pretendí estar dormida.

Un poco más tarde escuché voces bajas en la cocina. Decidiendo que ya era tiempo, me levanté y fui a buscar algo para desayunar.

Peter estaba encorvado sobre un plato con huevos y una tostada cuando salí de nuestra habitación. Rochi estaba en el sofá con la televisión encendida y una taza con cereal. Escuché el sonido de la ducha e hice la deducción de que era Cande.

—Buenos días —dije a quien quisiera responder.

Peter soltó un pequeño gruñido y Rochi hizo un sonido similar. Sólo era el segundo día de clases, pero todos seguían en tiempo de verano.

Tomé una taza con cereal y fui a sentarme junto a Rochi. Estaba sintiendo malas vibras viniendo de Peter  Ese chico y yo íbamos a tener que tener una charla, tarde o temprano. Tenía el presentimiento de que él iba a evitarlo tanto como le fuera posible. Tendré que ser la que presione. Una a una, mis compañeras de cuarto se fueron a sus clases matutinas hasta que sólo éramos Peter y yo. Sorpresa, sorpresa.

—Necesitamos hablar —le dije—, y no puedes hacer esa cosa en la que te cierras o no respondes o haces algún tipo de insinuación para distraerme del tema. Si vamos a vivir juntos, tenemos que ser capaces de hablar uno con el otro. ¿Lo entiendes?

Puso su plato en el fregadero y se dio la vuelta, apoyando su espalda contra él. Sus ojos me dijeron que estaba en una batalla.

—No me hagas golpearte de nuevo, porque juro por Dios, que lo haré. —Eso provocó una sonrisa. Su rostro aún tenía una ligera sombra donde le había golpeado—. Tampoco tengo ningún reparo sobre golpear tus partes masculinas de nuevo.
—No lo dudo ni por un segundo Missy.
—He hablado en residencia sobre ti. Tengo una reunión el viernes con el jefe de residencia.
—¿Aún tratando de librarte de mí?
—Es sólo que no veo cómo esto puede funcionar. Tú eres… tú. —No se me ocurrió algo mejor que decir.
—Sí, lo soy. —Parecía entenderlo—. Pero no veo cómo eso es una razón para sacarme de aquí. Si viniera a casa borracho o tuviera sexo con chicas extrañas o te hiciera sentir incómoda, esa sería una razón.
—Tú sí me haces sentir incómoda.
—Pero no de esa forma. Te hago sentir incómoda porque sacudo lo que piensas sobre la gente. Te pongo nerviosa. Me quieres, pero no sabes por qué y no puedes combatirlo.

Resoplé por un segundo, sorprendida.

—Eres tan… —Mi manos temblaban de ira. Realmente, realmente quería golpearlo de nuevo.
—He dado en el clavo, ya veo. Significa que tengo razón.
—Eres el imbécil más engreído e idiota que he conocido, y no puedo esperar para deshacerme de ti.

Se rió por primera vez. En alguien más, habría sido demasiado sexy. En él, sólo me puso más enfurecida.

—Jódete, Peter. Jódete.
—Tú quieres, ese es parte de tu problema.

Antes de que pudiera reaccionar, cruzó la habitación y se quedó de pie justo en frente de mí.

—Dime que no me quieres. Mírame a los ojos y dime que si te beso ahora mismo, no me devolverías el beso. Dímelo.
—No te quiero —dije, apretando mis dientes en cada palabra. Respirar se volvió difícil. Estaba muy cerca. No podía ver nada más allá de él. Mis ojos se hallaban al nivel de su pecho, donde la tinta de sus tatuajes se veía a través del delgado algodón. Su olor me rodeaba, y capté el olo de un poco de sudor. Mi boca se secó, y mantuve mis ojos en su pecho porque sabía que no podía levantar la mirada.

Hace dos días, no había sabido de la existencia de Peter Lanzani. Hoy, no podía verlo a los ojos por miedo a perderme a mí misma. No, tenía que cerrar esto.

Cerré mis ojos y me aparté.

—No te quiero —dije, mirándolo a los ojos y sin parpadear—. Ahora aléjate de mí. —No se movió, así que yo me fui.

Una cosa era segura: necesito a Peter fuera de mi vida.

Yo lo quería. Quería que me besara y tocara mi rostro y pusiera sus dedos en mi cabello. Quería que me levantara y me sostuviera y estuviera conmigo.

Estaba enloqueciendo. Absolutamente enloqueciendo. Tenía que salir de este lugar. Él se aprovechó demasiado. Hizo que mi cerebro hiciera cosas divertidas y no pensara con claridad.

Tenía que escapar.

Me vestí tan rápido como pude y tiré mis libros del día en mi bolso. Corrí al baño, esperando no toparme conPeter. Podía escuchar su guitarra en la sala de estar. No lo miré cuando corrí fuera de la puerta. Tan pronto como estuve en el pasillo, fui capaz de respirar.

¿Qué había en él? ¿Eran sus tatuajes? ¿La forma en la que me llamaba Missy? ¿La forma en la que era tan abierto sobre su sexualidad? Tal vez era una combinación.

Era una combinación a la que no me podía negar, pero tenía que hacerlo.

Nunca me iba a enamorar. Nunca iba a estar con alguien como él. La gente sólo te lastima cuando los amas de esa manera. Tomaban lo que querían y te utilizaban. Mi mamá aún extrañaba a papá, a pesar de haber pasado tantos años. Ella aún miraba las fotografías de su boda y sonreía, pensando en los momentos cuando eran felices. Pero no había durado. Nada como eso duraba.

Chicos como Peter quemaban todo lo que tocaban. Chicos como esos eran peligrosos. Sabía eso sin ninguna duda. Si lo dejaba, Peter me arrastraría hacia abajo. Yo no dejaría que eso pase.

Pasé el resto del día buscando a Peter en cada esquina. Apagué de tener un puesto de vigilancia en la Unión. Seguí pensando que lo veía, pero resultaba ser sólo alguien parecido. Había muchos chicos que se veían parecidos a él, pero no lo suficiente.

Hice todo lo que pude por evitar volver al apartamento y terminar haciendo todas mis tareas antes del final del día. Tenía mi última clase del día con Euge y ofrecí ir a cenar con ella así podría evitar comer con los “caníbales”, como llamaba a los amigos de su novio. No era completamente para evitar a Peter, porque realmente quería pasar un tiempo con Euge.

—¿Has resuelto el problema con tu compañero de cuarto?
—Ya desearía —dije, mordiendo mi cangrejo de chocolate. Peter era el tipo de persona que hacía que yo necesitara terapia de chocolate—. Realmente es complicado.
—Normalmente las cosas con el sexo opuesto lo son.
—¿Cómo está todo funcionando para ti?
Levantó un hombro.
—Nico es mi alma gemela. Lo sé. Suena cursi, pero sé que no estamos completos el uno sin el otro. Así que me aguanto a sus repugnantes amigos y sus maratones interminables de Family Guy porque lo amo. Algún día nos mudaremos sólo los dos, y seré capaz de tener un baño limpio. Algún día…

Terminamos de comer, y caminé con Euge hasta su auto.

—¿Noche de chicas este fin de semana? Creo que los chicos van a ir a una fiesta, así que la casa estará libre. Haré margaritas —dijo con voz cantarina—. Vamos, ¿por favor? También voy a invitar a Haley y Robin. — Ellas eran otras dos chicas de nuestra carrera con las que hemos formado un pequeño grupo. Serían el perfecto antídoto a demasiado Peter.
—Claro, está hecho. Sólo envíame un mensaje cuando sería un buen momento. ¿Quieres que traiga algo?
—Cada película femenina que tengas.
—Hecho —le dije.

Gritó y me dio un abrazo antes de subirse a su auto.

Aún estaba iluminado afuera, así que no tuve que preocuparme por caminar sola. Le dije adiós y de mala gana caminé hacia el apartamento. Mantuve mis dedos cruzados durante todo el camino para que Peter semi teléfono así no miraría sus mensajes, si me enviaba alguno. Me aseguré hubiera ido, o al menos por que una de las chicas estuviera allí como un amortiguador.

Respiré hondo antes de abrir la puerta.

—Hola, ¿dónde has estado? —dijo Rochi, mirando por encima de sus libros apilados de enfermería. La televisión estaba a todo volumen; no sabía cómo podía concentrarse.
—Fui a cenar con Euge. ¿Dónde están todos?
—Peter fue a algún lugar, y la Srta. Candela está en una cita con Pablo, si puedes creerlo.
—No puede ser —dije, uniéndomele en el sofá—. Creí haber visto algo ahí, pero no sabía que él se movería tan rápido. —La universidad era una extraña situación. Las cosas siempre parecían ocurrir a toda velocidad.
—Yo tampoco, pero fue muy lindo. Creo que realmente le gusta.
—Se me hace muy difícil imaginarlos juntos, pero si la hace feliz, entonces eso es lo que importa.
—Bueno, ni siquiera ha llegado a casa aún, así que podemos reservarnos nuestra opinión hasta entonces.
—Si es que vuelve a casa —dije, levantando las cejas.
—Ya sabes que no es ese tipo de chica.
Lo sabía, pero nunca subestimo a nadie cuando se trataba de eso.
—Estoy aburrida. No creo que pueda leer más. ¿Quieres hacer algo? —Cerró su libro.
—¿Cómo qué?
—No lo sé. ¿Centro comercial?

Yo no era mucho de ir de compras, pero si lográbamos ir a la librería, me apuntaba. También, nos sacaría del apartamento en caso de que Peter vuelva de lo sea que estaba haciendo. Sólo tuve una pequeña tentación de escribirle, pero rápidamente la aplasté. Me iba a mantener alejada de él hasta que pudiera deshacerme de él.

—Suena bien, sólo déjame traer un poco de efectivo. —Corrí a mi habitación para tomar algo de dinero de la jarra que guardaba en mi escritorio. Tenía que dejar mi tarjeta de débito en casa cuando iba a la librería si no gastaría mi cuenta. Estaba a punto de salir cuando vi algo en mi almohada. Curiosa, lo tomé.

Este soy yo dándote tu espacio. ¿Ves? Podemos vivir juntos sin vivir juntos. Aún sigues sin darme una respuesta sobre la apuesta. Todo lo que tienes que hacer es probarle una u otra manera y me iré. La pelota está en tu patio, Missy.

Arrugué la nota en mi puño. Él sabía lo que yo trataba de hacer, y eso me enfureció. No me gustaba que supiera lo que yo pensaba, ya que yo casi nunca sabía lo que pasaba por su cabeza. Metí la nota en mi escritorio y lo cerré de golpe.

—Entonces, ¿qué pasa contigo y Peter? Se que tienes esta extraña cosa de te-odio-pero-estoy-demasiado-atraída-hacia-ti, pero ¿te gustaría bajarle el tono?
—¿De qué estás hablando?
—Oh, por favor. Ustedes se follan con los ojos cada segundo que pueden. Es asqueroso, en serio.

Me subí al asiento del pasajero del Mazda de Rochi.

—No hacemos eso. —Lo hacíamos totalmente, pero era culpa de Peter—. Yo no lo quería de todas formas. Él definitivamente lo hace.
—Así es la atracción. Esa incontrolable urgencia de saltar sobre los huesos de alguien, incluso en compañía mixta. Ustedes chicos no han… — Ella no necesitaba terminar.
—¡Oh, Dios, no! Tampoco soy ese tipo de chica.

Nunca le he dicho a Cabde o a Rochi que era virgen. La única persona que sabía sobre eso era Euge, y eso era porque éramos muy cercanas, y sabía que podía confiar en ella con algo como eso. Le había confiado un secreto aún más grande.

—Nunca digas nunca, muñeca. ¿Te he contado alguna vez cómo nos conocimos Gaston y yo? —Sabía que se habían conocido hace sólo un año, pero que se habían puesto serios, rápido.—Yo estaba ebria en una fiesta, y este chico trataba de llevarme a casa, no recuerdo esto realmente, pero Gaston lo empujó lejos de mí y me preguntó dónde vivía. De alguna manera logré decirle, y me ayudó a subir en un taxi y me ayudó a llegar a mi cuarto. Cande estaba fuera por el fin de semana, así que yo estaba sola. Se quedó conmigo toda la noche y me cuidó. Vomité hasta mis entrañas, y me sostuvo el cabello y todo. Tú pensarías que no querría verme después de eso, pero terminó quedándose todo el día. Cuando estuve sobria me di cuenta de que él era demasiado especial. Y pienso que puedes imaginar el resto. Así que, nunca tengas el sexo temprano en una relación. Quiero decir, no funcionó para nosotros, pero fue genial mientras duró.

Su voz se llenó de nostalgia. Sabía que lo extrañaba, pero se negaba a contestar sus llamadas o contestar sus mensajes. Ni siquiera sabía por qué habían terminado, pero insinuó que fue algo que él había hecho. Le pregunté si la había engañado, pero dijo que no era eso. Cande y yo nos habíamos partido el cerebro, pero no lo averiguamos. Habíamos estado tentadas de preguntarle a Gaston, pero no queríamos hacerlo a las espaldas de Rochi.

Nunca he tenido un novio. He tenido demasiados episodios de ira públicos para que los chicos con los que había crecido incluso consideraran querer salir conmigo. En octavo grado cuando otras chicas estaban teniendo sus primeros novios y siendo besadas, yo tenía la boca llena de barras de metal y una mala actitud. Cuando crecí y otras chicas estaban poniéndose serias y enganchándose y así sucesivamente, yo pasaba el tiempo leyendo y mirando ferozmente a cualquier chico que se me acercaba. Pronto mi reputación como la reina de hielo llegó a ser lo suficientemente conocida para que los chicos me dejaran en paz, que era como yo quería.

Nunca había estado cerca de alguien que me retara y que peleara conmigo hasta que conocí a Peter  Me asustaba de cierta manera, y nunca había estado asustada de un chico antes. Por eso tenía que deshacerme de él.

Tal vez podía aceptar su apuesta. No he sido capaz de hacerle ver que lo odiaba, porque no lo hago. Lo odiaba a veces, pero mis otros sentimientos por él se filtraban, nublando el odio en una sustancia oscura que no podía definir.

¿La otra parte de la apuesta? ¿El hacerle creer que lo amaba? Tampoco podía hacer eso. Había apagado esa parte de mí cuando tenía doce años, y no había forma de encenderla ahora después de tantos años. Peter miraría a través de mí si trataba de fingir.

Estaba entre la espada y la pared. Iba a tener que esperar y ver lo que el viernes traería.

10 comentarios :