domingo, 12 de mayo de 2013

Capitulo 8

Capitulo 8

—Eso es hermoso, Peter. ¿Algo nuevo? —Claudia Lanzani se relajó en el asiento frente a su hijo para disfrutar de la suave melodía, mientras el autobús rodaba hacia Nuevo México. Los otros chicos jugaban a videojuegos en la parte de atrás.

—Sí, no puedo dejar de pensar en ello. —Sostuvo la guitarra de forma natural, como si fuera una extensión de su cuerpo. Sus dedos talentosos manipulaban las cuerdas y creaban una bella melodía que flotaba en el autobús.

—Eso siempre es una buena señal. —Su hijo se estaba convirtiendo en un joven increíble. ¿Por qué el tiempo pasaba tan rápido? Parecía que hace un momento había llorado por su primera guitarra.

Peter poseía un talento innato para escribir canciones. Cuando se inspiraba, la magia fluía y los éxitos estaban asegurados, pero si trataba de forzarlas, las canciones fracasaban.

—Te fuiste por mucho tiempo cuando nos detuvimos en Rockville —dijo.
—Sí, un gran día para dar un paseo. —Tocaba, trabajando en un acorde. La música mantenía su concentración—. ¿Sabías que hay impresionantes formaciones rocosas allí? Hay un sendero que va camino de regreso. La temperatura está como unos veinte grados más fría y hay helechos y musgos que crecen en todas partes. —Él dejó de tocar—. Es realmente genial.
—¿Es tu fuente de inspiración para esta nueva canción? —Ella sospechaba eso y mucho más.
—Sí, supongo. —Volvió a tocar, con una mirada soñadora en su cara.
—¿Tu nueva amiga te lo mostró?

Levantó su cabeza. Claudia quería reírse de lo transparente que era.

—¿Cómo lo sabes?
Sus cejas se levantaron e inclinó la cabeza ante la sugerencia.
—Agus. —Peter frunció el ceño—. No puede evitarlo. Sólo se estaba divirtiendo. Así que háblame de esta chica. ¿Cómo se llama?
—Lali.
—¿Y?
—¿Y qué? —Sonrió, no dispuesto a ofrecer algo más.

¿Por qué los chicos siempre son tan evasivos? Obtener información de ellos, era como pedirle peras al olmo.

—Hábleme de ella. Cuando mi hijo desaparece durante dos horas con una chica, me pongo a hacer preguntas.
—Mamá, voy a tener dentro de poco dieciocho años y entonces no querrás preguntar más —bromeó.
—Eso es lo que tú piensas. Las madres tienen asombrosos poderes de persuasión.
—No hay mucho que decir. Vive en Rockville.
—¿Dos horas y eso es todo lo que tienes? ¿Me quieres decir cómo llenaste el resto del tiempo?

Peter sonrió.

—No te gustaría saberlo.
—Jovencito, no te crié para que trataras a las chicas de esa manera. —Sin embargo, ella confiaba en él. Peter no era el tipo de chico que actúa o se precipita hacia algo sin pensarlo bien.
—Aquí va algo jugoso para ti. Ella nunca ha oído hablar de Lanzani.

Ella lo miró, dudosa. Todo el mundo sabía de Lanzani; a menos que viviera debajo de una roca.

—No voy a mentir, no lo creía posible tampoco, pero no tenía ni idea. Es realmente muy agradable. Cuando le hablé de la banda, pensó que tocábamos en bodas y bailes escolares.
—Ya veo por qué te gusta —dijo Claudia. Peter se sentía atraído por las cosas que estaban resguardadas y simples, lo que explicaba cómo podía escribir esas potentes letras. Venían desde el corazón.
—Es bonita. —No ofreció nada más y comenzó a tocar de nuevo.

Se preocupaba porque los chicos crecieran en un negocio donde las chicas constantemente los adoraban. No era un ambiente propicio para encontrar el tipo correcto de chicas o hacer amigos de verdad. Las citas eran otro reto. A menos que los chicos encontraran a alguien dentro de la industria, lo que no parecía probable, no sabía cómo iban a conocer a alguien especial. Tenían que estar con los jóvenes de su misma edad en un mismo campo de juego.

—Sabes, el sábado vamos a volver a esa zona. —Ella lo observó y esperó su reacción.
—¿En serio? ¿Crees que podemos parar? Me encantaría ver esa zona un poco más.
—Apuesto a que te encantaría —dijo.
—¿Qué? —Fingió inocencia.
Claudia casi se rió ante su indiferencia.
—Sólo estaba concordando contigo. —Trató de controlar la sonrisa en su rostro—. Pero sí, creo que podemos detenernos.

Su teléfono móvil sonó. Se puso de pie para ir a atenderlo.

—Por cierto, ¿cuál es el nombre de tu nueva canción?
—Besos de ángel.

Escondió una sonrisa y dejó a Peter con su música.

♫ ♪♫

Lali llamó a la puerta abierta de la Señorita Bauer, desesperada por conseguir su ayuda.

—Hola, Lali, no te he visto desde hace un tiempo. ¿Cómo estás? —Un medio sándwich, un envase de yogur y una manzana estaban asentados en la mesa cerca de su teclado.
—Bien, gracias. —Lali echó un vistazo a la pequeña oficina, a medida que trataba de armarse de valor para preguntar.

La Señorita Bauer sonrió con complicidad.

—¿Hay algo en particular en lo que te pueda ayudar?
—En realidad sí. —Miró a la computadora de la Señorita Bauer y retorció el colgante que siempre llevaba—. Necesito utilizar una computadora.
—¿Por qué no utilizas el laboratorio de informática después de la escuela?
—No puedo hacerlo antes ni después de la escuela, viajo en el autobús. Y hay una clase en el laboratorio de informática durante el almuerzo. —Lali ofreció su mejor aspecto patético, con mirada suplicante.

La Señorita Bauer parecía considerar su decisión.

—¿Supongo que esto es muy importante para ti?
Lali asintió con la cabeza y contuvo el aliento. Tenía que volver al Internet y echar un vistazo a algunos de los sitios de Peter Lanzani.
—Bueno, supongo que en realidad podría ir a la sala de estar y comer el almuerzo para variar, en lugar de hacer un lío en mi oficina. —Ella miró de reojo a Lali—. ¿Ahora mismo sería un buen momento?

Lali asintió con la cabeza otra vez, trayendo una sonrisa al rostro de la Señorita Bauer.

—¿Sabes qué? Voy a hacer un trato. Vende billetes para el autobús de aficionados del partido de fútbol del viernes mañana durante el almuerzo y me iré ahora mismo.
—Hecho —dijo abruptamente. A pesar de que odiaba la idea de sentarse sola, en una mesa en las áreas comunes durante todo el almuerzo, estaría de acuerdo con cualquier cosa para conseguir el ordenador de la Señorita Bauer.
—Está bien, déjame cerrar la sesión. No podemos dejar que los grandes secretos internos de la escuela se fuguen —bromeó, mientras sus dedos hacían clic en el teclado para guardar y cerrar archivos.

Los dedos de Lali tamborileaban a medida que anticipaba su tiempo en el ordenador a solas con Peter. La Señorita Bauer sonrió mientras arreglaba el área alrededor de su teclado y recogía sus productos para el almuerzo.

—Debería ser capaz de darte unos buenos treinta minutos. ¿Te servirán?
—Gracias, no puedo decirle lo mucho que esto significa para mí.

Lali quería abrazarla, pero deseaba que se diera prisa.

—No hay problema, diviértete. —Se movió alrededor de Lali a su paso a la puerta y luego se volvió—. Por cierto, nada de sitios porno.
—De acuerdo, si insiste —dijo Lali con una sonrisa.
Una vez que la Señorita Bauer se fue, Lali le dio un codazo a la puerta parcialmente cerrada para desanimar a cualquiera a entrar. Se acomodó en la silla de la consejera, disfrutando de la comodidad. Esta vez no lo dudó. Trajo a colación el motor de búsqueda, escribió el nombre de Peter y pulsó enter. ¡Bingo! La visión de su rostro en la pantalla la llenó de tanta alegría, que casi no podía contenerse.

—Sí, sí, sí —chilló y golpeó el suelo con los pies.

Inmediatamente se sumergió en el mundo de Peter y el grupo llamado Lanzani, pasó de un sitio a otro, absorbiendo cada palabra y cada foto. Los Lanzani eran geniales. Habían actuado en todas partes, incluyendo los eventos deportivos más importantes, programas de entrevistas y entregas de premios. Peter debía pensar que ella vivía debajo de una roca, lo cual era en cierto modo verdad.

El tiempo voló tan rápido que no podía creer lo pronto que la Señorita Bauer volvió. El rostro de Lali debe haber mostrado su decepción, mientras sostenía el ratón a punto de hacer clic en un sitio con una nueva publicación de Lanzani.

—Creo que volví demasiado pronto.
—¿Realmente ha pasado media hora? —Se sentía desesperada por oír su voz de nuevo.
—Han sido cuarenta minutos. ¿No has oído la campana?
—Oh, Dios mío, no. —Levantó la cabeza para ver el reloj de pared, confirmando la tardanza—. Creo que es mejor que me ponga en marcha. —Odiaba hacerlo, pero hizo clic para cerrar las ventanas, de modo que la Señorita Bauer no volvería a ver lo que había estado mirando: el sitio oficial de Lanzani, con un montón de imágenes, descargas de música, conciertos, blogs y presentaciones programadas. Podría pasar un día ahí y nunca cansarse. ¿Cómo podía no haberse tomado el tiempo para escuchar su música?

—¿Has encontrado lo que buscabas?
Lali sonrió, mientras se levantaba y recogía sus libros.
—Sí, gracias, lo hice. Fue genial. —Sentía una mezcla de euforia dispersándose acerca de los detalles de la vida de Peter y pesar por tener que renunciar a ello.
—Encantada de ayudar. Hazme saber si lo necesitas de nuevo.
—Sin duda lo haré, gracias.
—¿Lali?
—¿Sí? —Se dio la vuelta.
—¿No crees que sería útil que yo te diera un pase por llegar tarde?
—Oh, sí. —Lali tomó la hoja de papel rosa y salió de la oficina hacia su próxima clase. Todas las fotos de Peter y sus hermanos llenaban su cabeza. Él sonreía brillantemente en cada foto. Algunas tomadas en el escenario, algunas de las sesiones de fotos, otras saludando a los fanáticos.

Aquellas eran interesantes. Muchas chicas rodeaban a los tres hermanos con enormes sonrisas, pero apuesta a que nunca pasaron un tiempo a solas con Peter sólo pasando el rato.

Tenía que encontrar la manera de conseguir más de él. Necesitaba su CD, y ahora, pero no tenía dinero. Esto podría necesitar un poco de creatividad.

+5

5 comentarios :