Capitulo 18

Capitulo 18

Lali miró alternativamente de su tía a Peter, con los ojos como platos.

―Con un amigo.

―Pensaste que no sabría que te escapaste, ¿verdad? Me mentiste, como sabía qué harías. Primera vez que bajo la guardia y te vas a fornicar con un chico.

El shock no alcanzaba a describir lo que Peter sentía. Esta mujer era una verdadera lunática.

Lali miró a Peter, horrorizada.

―Debo irme.

―¿Estás segura? ―Le tomó una mano y la apretó con fuerza. Ella asintió. Con una mirada de pena, se alejó.
―Te llamaré ―susurró él, mientras Lali se apresuraba a salir del Jeep.
―¿Qué dijo? ―demandó su tía.
Lali cerró la puerta y se volvió a mirarlo.
―Lo lamento ―murmuró.

Su tía se quedó detrás de ella, gritándole cosas muy originales, mientras Peter miraba. Él sabía que Lali quería que la escena terminara.

Tía Tina hizo una pausa de gritar lo suficiente para mirar hacia atrás y ver que él no había dejado la entrada. Ella se volvió hacia él.

―¿Qué mierda estás esperando? ¡Vete de mi propiedad! .

Peter puso el Jeep en marcha, salió y se fue por donde había llegado. Le tomó todo su autocontrol el no volverse a buscarla. Maldición. ¿Cómo podía dejar ahí a Lali? Tenía que encontrar una forma de sacarla de ahí y pronto.

Una vez fuera de la vista, apagó las luces y estacionó el auto para poder ver la casa a cierta distancia. Unos minutos más tarde vio una luz de la planta alta encenderse.

Siguió vigilando la casa y la puerta de entrada, para asegurarse de que la tía de Lali no notara el Jeep y volviera con un arma a dispararle.

Presionó rellamada en su teléfono. Un momento después, la voz dulce de Lali llenó sus oídos. 

―Oh, Dios, Peter, lo lamento tanto. 

―¿Estás bien? ―A él sólo le preocupaba su seguridad.
―Sí, no te preocupes ―susurró Lali.
Pero él estaba preocupado.
―¿Estás segura de que es seguro? ¿Quieres que vuelva a por ti? Odio que tengas que quedarte con ella.
―No creo que fuera lo mejor. Pensemos en otra cosa o podríamos terminar con la policía detrás de nosotros.
―Lali, ella asusta. ―Él quería decir que era una psicópata que no debería ser vista en público, y mucho menos estar a cargo de menores, pero no quería molestar a Lali. Ella no pudo elegir cuando su papá la dejó con esa mujer.
―Lo sé. Normalmente está muy tranquila y medio dormida. Debe haber estado bebiendo. Sólo así se vuelve mezquina.

―Dios Lali, no puedes quedarte ahí. No confío en ella. ―Se pasó una mano por el cabello, frustrado.
―Estaré bien. ¿Dónde estás?.
―Estoy a unos cincuenta metros calle abajo. Puedo ver la luz de tu ventana.
―Te pediría que encendieras los faroles, pero la señorita paranoia podría hacer algo.
―¿Puedes quedarte al teléfono un rato? ―Era lo segundo mejor que podía hacer, después de estar con ella.
―Toda la noche si quieres, pero mejor aléjate. Cumpleañero o no, podrías meterte en problemas.

♫ ♪♫

Un par de días después de haber descubierto a Lali con un chico, el sonido de unas ruedas en la grava volvieron a alertar a Tina. ¿Quién diablos podría ser?

No había más visitas programadas hasta más tarde. Malditos intrusos. Se sacudió las manos sucias en la ropa y miró por una rendija en la puerta. La consejera escolar de Lali salió de su coche y se aproximaba a la casa.

―Maldición. ¿Qué quería esa perra entrometida?

Tina abrió la puerta y miró su trabajo sin terminar repartido en unas mesas. El resto tendría que esperar hasta que se deshiciera de la mujer. Empujó la pesada puerta para cerrarla y la aseguró con un candado.

Avanzó por el césped crecido hacia el frente de la casa.

El rocío de la mañana se metía dentro de sus botas. Mientras aparecía a la vuelta de la esquina, la mujer de la escuela, con una expresión remilgada, golpeaba la puerta.

―¿Qué quiere? ―ladró Tina.

La mujer saltó, casi perdiendo su cartera en el proceso.

―Oh, no la había visto. ―Recuperándose, estiró una mano solemne―. Hola, soy Cielo Bauer, nos conocimos el año pasado cuando…

―Sé quién es. ¿Qué quiere? ―Tina miró despectivamente a la mujer bien vestida, con elegantes zapatos.
―Quisiera hablarle de Lali.
―¿Qué hizo ahora? No creo que se haya atrevido a volver a robar.

Parecía horrorizada.

―No, nada parecido a eso. Realmente es más bien una oportunidad.

Tina inmediatamente perdió el interés y se volvió para despedirla.
―Estaba trabajando. Llámeme más tarde.
Cielo le siguió el paso.
―He estado llamando la última semana y nunca devolvió la llamada, ni respondió a mis mensajes.
―Como le dije, tengo mucho trabajo y no tengo tiempo para chismear sobre la niña.
―Esto sólo tomará unos minutos. Es muy importante para Lali.

Mientras llegaban a la esquina de la casa, Cielo caminaba cuidadosamente por la tierra. Tinaquería volver al granero, pero no podía con esa mujer siguiéndola.

―¿Usted trabaja ahí? ―preguntó Cielo señalando el granero―. ¿Qué es lo que hace?.

A Tina no le importaba lo que pensara la mujer. Apretó los dientes. Esta mujer preguntaba demasiado. Necesitaba deshacerse de ella rápido, antes de que los compradores aparecieran.

―Hago jabón. ―Tina la miró.

Cielo parecía sorprendida.

―¡Qué increíble! Lali jamás mencionó su profesión. ¿Dónde los vende? Me encantaría comprar algunos.

Tina gruñó en respuesta, luego se volvió hacia el frente de la casa, con la molesta mujer de la escuela tras los talones. Fue a la puerta de entrada, sacó las llaves de su abrigo y abrió la puerta. Con la mujer adentro, estaría demasiado distraída para preguntar por el granero.

Entró y habló abruptamente:

―Vayamos al grano, ¿qué quiere?.

―Oh ―respondió la mujer, apretando su bolso―. Lali no interactúa mucho con otros estudiantes.
Tina la miró enojada.
―Está en la escuela todo el día, ¿Cómo llama a eso?.
―En realidad, Lali se guarda mucho para si misma y está haciendo un curso muy pesado con todos los honores y las clases avanzadas.

Tina vio cómo la mujer miraba alrededor del vestíbulo y la cocina, y a la sala de estar. Chismosa.

Lali había limpiado recientemente, pero había pilas de basura, platos sucios y basura en las mesas y mostradores. La mirada de la consejera captó todo.

―Vaya al grano ―Tina reclamó la atención de Cielo.

―El baile de bienvenida es la semana que viene y Lali tiene que ir. ―Se enderezó y asumió un aire autoritario.
―Vino hasta aquí e interrumpió mi trabajo, ¿sólo para que la niña pueda ir a un baile? ―La mujer tenía agallas. En el último año, Tina había mantenido a Lali bajo su pulgar fácilmente. Lo último que necesitaba era que Lali empezara a tener amigos. Que un chico la hubiera traído la otra noche ya había sido suficiente. Los de afuera preguntaban cosas y mientras más aislada estuviera Lali, más fácil era mantener el negocio de Tina a flote.

―Sí, es parte de la vida de secundaria. Cada estudiante debería disfrutar este ritual.

―Nunca fui a un baile escolar y eso no me lastimó.

Nadie la había invitado nunca.

Como Lali, Tina siempre había tenido la cabeza en un libro y se sacaba las mejores notas. Su hermana menor, Gimena, la madre de Lali, iba a todas partes. Gimena siempre se movió con una horda de amigos y tenía más de un par de chicos tras ella. Siendo sólo un año mayor, ella debería haber tenido la diversión, pero la señorita popularidad se robaba la atención. Mientras Gimena era una belleza natural, Tina se sentía extraña y como un patito feo. Nunca estuvo a la altura de su hermana menor.

Incluso cuando se fue a Berkley con una beca completa, Gimena se llevó los aplausos por ser la protagonista del musical de la escuela. Sus padres le pagaron la universidad, mientras Tina se ganaba la suya con trabajo duro y dedicación.

¡Cómo había odiado a su hermana por todo lo genial que le había caído del cielo! Eso fue hasta que Gimena murió en el accidente. Debería haberse sentido triste. En su lugar, estaba feliz de no tener que oír nunca más lo perfecto que había sido el mundo de su hermana. Pero ahora Tina estaba atorada criando a Lali, otra bofetada en la cara.

―Pero Lali ha pasado tiempos traumáticos. Literalmente perdió a su familia. Necesita tantas experiencias normales de adolescentes como pueda. No tiene un trabajo, no tiene una licencia de conducir. Todas esas cosas son importantes para el desarrollo de una persona joven.

―Conducir cuesta caro y ella ya es un gran gasto. ¿Ahora quiere que le dé dinero para que se compre un vestido elegante? ―Tina se cruzó de brazos, era hora de cerrarle el pico a la mujer.

Cielo Bauer fue a la cocina, pateando paquetes de comida rápida vacíos. Abrió el simple refrigerador, revelando comida echada a perder en platos, junto a unas botellas de condimentos abandonados.

―No se preocupe por el vestido, yo me encargaré de eso. ―Cerró la puerta del refrigerador.

―No puede venir aquí y decirme qué hacer. Soy su tutora legal. Sé cómo son las chicas de su edad. Déjela libre una vez y ya no hay vuelta atrás. Terminará preñada, justo como su madre.

Su hermana en realidad se había embarazado recién a los veintidós, cuando estuvo comprometida, pero la idiota del colegio no tenía porque saber eso.

―Yo estaré de chaperona en el baile, por lo que estará conmigo todo el tiempo. La recogeré esa tarde y la traeré a casa después del baile. Usted no deberá hacer nada.

Perra testaruda.

 

Las dos mujeres estaban de pie, Tina con su traje de trabajo sucio y la señorita Bauer con su impecable blusa y falda. Ambas se negaban a desviar la vista.

―¿Le ha hecho una visita el trabajador social últimamente? ―Los ojos de Cielo brillaban por el desafío.

La sangre de Tina hirvió. Estas perras de la escuela pensaban que podían meterse donde quisieran, todo en nombre del bienestar infantil. Hizo una mueca.

―Bien, llévela, pero no le daré un centavo.

Con una mueca en su rostro perfecto, Cielo abrió la puerta.
―Gracias, Lali estará en buenas manos.
Tina la siguió.
―Otra cosa. Jamás vuelva a pisar mi propiedad. ―Le cerró la puerta en la cara.

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