domingo, 26 de mayo de 2013

Capitulo 13

Capitulo 13

—¿Y bien? —le dije.
 
Julieta agarró el control remoto y encendió el televisor.
 
—Es uno de esos tipos. Pero hay algo en él que me gusta. Pero no pondría la mano en el fuego. Si fuera unos años más joven, hubiera ido totalmente por él.
—¿En serio?
—Diablos, sí. ¿Qué chica no quiere un chico que no se avergüenza de decir que la desea? Todo el mundo quiere ser deseado. —Me senté a su lado y puso su brazo alrededor de mí—. Sólo ten cuidado. Un chico así puede ser lo mejor que te puede pasar, o lo peor.
—¿Qué te hace pensar que será Peter?
—Eso depende de ti. Lo tienes totalmente a tus pies. A pesar de lo que dice, si le dijeras que saltara desde un puente, él lo haría.
—Sí, claro. —Puse mi cabeza en su hombro y puse mis pies en el sofá.
 —Sólo espera, La. —Julieta no perdió el tiempo y llamó a las cosas como las veía. Pero no podía creer aquello acerca de Peter. Para él, yo sólo era otra conquista. Otro juguete brillante que está fuera de su alcance. Aunque no supiera que era virgen, estaba segura de que lo sospechaba. Tipos como ese tenían un radar para vírgenes. —Sólo tienes que terminarlo antes de que te golpee, La.
 
—¿Golpear que? —Peter llegó alrededor de la esquina, vistiendo una camiseta de Radiohead y pantalones de entrenamiento negros. A pesar de eso me hizo mirarlo. Era realmente guapo. ¿Cómo si no hubiera visto eso? Realmente tenía una fabulosa mandíbula. Se había afeitado, pero prefería el aspecto no-afeitado en él.
 
—¿No te gustaría saber? —dijo Julieta, sonriéndole.
—Creo que sí —dijo, tomando la silla de mierda porque Julieta y yo nos apoderamos del sofá.
—Dios, hace calor aquí —dijo, abanicándose.
—¿Quieres un poco de agua? —le pregunté.
—Voy a conseguirla —dijo Peter antes de que pudiera levantarme.
—Con hielo —llamó Julieta mientras Peter se dirigía a la cocina.
 
¿Qué rayos?
 
—Te lo dije —susurró en mi oído.
—Estás loca.
—No, estoy bien —dijo, mientras Peter regresaba con un vaso condensado, con hielo.
—Gracias, chico de la toalla. Ahora tráeme un pedazo de pastel de queso. —La empujé con mi hombro—. Entonces, ¿cuál es tu historia? ¿Ganaste la lotería de asignación de habitación?
—Eso parece. Se supone que viviría con mi primo, pero fracasó. Contacté a la residencia y me enviaron un correo electrónico y me presenté. Tu hermana abrió la puerta y eso fue todo.
—También escuché que te dio un puñetazo en la cara. —Se frotó su mandíbula, que ahora estaba libre de moretón.
—Y me dio una patada en las pelotas, sí. —Peter miró hacia abajo y sonrió, como si se tratara de un recuerdo.
—¿Qué hiciste para merecer eso?

Estuve tranquila a través del interrogatorio de Julieta. Quería ver a Peter tropezarse bajo su escrutinio.
 
—Pude o no haberle ofrecido una propuesta —dijo.
—Lo escuché y eso es lo más ridículo que he escuchado, que mi hermana estaría de acuerdo con algo así. Y tú —dijo señalando a Peter—, eres un cabrón, así de simple.
—Soy consciente de ese hecho —dijo tranquilamente—. Pensé que le daría una salida.
—Sí, pero sólo cuando tú decides. Es un movimiento idiota y lo sabes. ¿Cómo te atreves a aprovecharte de mi dulce hermanita?
—Julieta —le dije—. Creo que puedo cuidar de mí misma. —Esto había sido una mala idea. Pensé que ella se había calmado acerca de la apuesta, pero aparentemente no.
—No, tú no harás nada. Soy tu hermana y puedo estar enojada si alguien se está aprovechando de ti.
—No se está aprovechando de mí. —Peter se recostó y observó, pero me di cuenta que estaba adsorbiéndolo todo dentro—. Tal vez, pero no soy consciente y sabe que si hace algo que no me gusta, voy a golpearlo de nuevo. No soy una damisela en apuros. No soy un bebé y no puedes luchar mis batallas por mí. —Dejé de hablar avergonzada porque Peter había visto eso.
—Ella puede cuidar de sí misma —dijo él.
—No te atrevas a decirme acerca de mi hermana. La has conocido por cinco segundos. Es probable que ni siquiera sepas su nombre.
—Elizabeth —dijo. ¿Cómo lo sabía? No podía recordar habérselo dicho alguna vez—. Estaba incluido en tu Maincard. La dejaste sobre la mesa un día.
—Oh —dije. Fue una forma mucho menos espeluznante de lo que pensé que sería.
—Pruébame que puedo confiar en ti con ella. No me iré hasta que lo hagas. —Julieta tiró más cerca de mí y ladeó su cuerpo, por lo que estaba delante de mí. Oh. Por favor.

Ahora se va a convertir en un concurso de tonterías. 

Peter se levantó.
 
—Golpéame —dijo mirándome.
—¿Qué? —le dije.
—Adelante, golpéame. Sé que quieres hacerlo. Siempre quieres golpearme, así que sácalo de tu sistema. Ha pasado una semana desde la última vez.
—No voy a golpearte. —Teniendo en cuenta otras circunstancias, me encantaría, pero no quería hacerlo sólo porque me lo pedía.
—Vamos. Missy. Adelante —dijo, poniendo las manos atrás y mirando al techo.
 
Eché un vistazo a Julieta, que estudiaba a Peter.
 
—Bueno, ¿qué estas esperando? Dale uno bueno.
—No voy a golpearlo sólo por el placer de hacerlo. Ambos están locos.
—¿Por qué no? —dijo Julieta. Peter comenzó a silbar la melodía Jeopardy. Eso era todo, ambos estaban psicóticos.
—Sí, voy al baño. No se maten el uno al otro hasta que regrese.
 
Me levanté y volé por delante de ellos, sin respirar hasta que cerré con llave la puerta del baño. Todavía estaba llena de vapor por la ducha de Peter. No podía escapar de él. Estaba en todas partes. En mi cabeza, en mi cuarto, en mi cara. Me senté en el fregadero después de limpiarlo con una toalla. Tenía que reconocérselo a Peter, al menos no era un cerdo. De hecho, era uno de los chicos más limpios que jamás había conocido. No dejaba su ropa en el suelo o pelo en el lavabo cuando se afeitaba. Se duchaba con regularidad y cocinaba. Entonces, ¿cuál era el problema? Puse mi cabeza en mis rodillas y dejé escapar un sonido de frustración. Esperé a que alguien llamara a la puerta y una voz para preguntarme si estaba bien, pero no llegó. Tomé una respiración profunda y confié en que Peter y Julieta no se estrangulaban entre sí en la sala de estar.
 
Me asomé por la puerta y risas llegaron a mis odios. ¿Qué rayos?
 
—De ninguna manera, ella no hizo eso.
—Lo juro, lo hizo —dijo Peter.
 
Llegué a la esquina y vi que él estaba sentado de nuevo y Julieta de vuelta en el sofá.
 
No había sangre y a ninguno le faltaba una extremidad, lo que me sorprendió.
 
—Oigan, chicos... —dije vacilante.
—Hablábamos sobre esa noche en el Blue Lagoon —dijo Peter—. Estaba diciéndole a tu hermana de tus habilidades de baile.
—Eres una desvergonzada —dijo Julieta—. No pensé que lo tuvieras en ti.
—¿Por qué no? Fui a muchos bailes.
—Hay una diferencia entre bailar en el baile de promoción de la escuela secundaria y bailar en un club y lo sabes.
—¿La hay? Porque vi muchas chicas en el baile de promoción que deberían haberse unido a un poste.
 
Ambos se rieron de mí.
 
—¿Ha sido siempre así? —dijo Peter.
—No siempre. Cambió mucho después del divorcio de nuestros padres.
 
Miré a Julieta. Peter no tenía por qué saber de papá.
 
—¿Así que tu padre no está en la foto? Genial, muchas gracias Julieta.
—Se podría decir eso —dijo Julieta.
 
Me costó encontrar la manera de cambiar de tema.
 
—¿Por qué no te doy un recorrido por el campus? —solté. Fue lo primero que me vino a la mente.
—Eso sería divertido. Realmente nunca lo he visto entero. ¿Quieres venir? —Julieta dirigió la última parte a Peter—. ¿A menos que tengas otro lugar donde estar?
—No en este momento —dijo—. ¿Estás bien conmigo siguiéndote, Missy? —Sus ojos se burlaban de mí, sabiendo que mi plan había sido para alejarlo de Julieta.
—Está bien —le dije sonriendo alegremente. Chúpate esa, Peter.
—Déjenme encontrar mis zapatos —dijo Peter.
 
Cuando se fue, miré a Julieta.
 
—Oh, La. Lo tienes tan mal, pero él también. —Negó con la cabeza—. Voy a darle una semana antes de que se tatúe tu nombre en el otro lado de su pecho.
—Pensé que no te gustaba, ¿qué pasó con estar molesta acerca de la apuesta?
Julieta se encogió de hombros. 
—Estaba exagerando. Movimiento típico de hermana mayor. Explicó porque lo hizo y tiene sentido en una manera un poco retorcida. No es un mal tipo. No es más que un imbécil. Pero es uno bueno.
—Eso no tiene sentido.
—Los hombres rara vez lo tienen.

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