viernes, 10 de mayo de 2013

Capitulo 5

Capitulo 5

Unos cuantos días después, Lali estaba sentada en un gigante conjunto de rocas que sobresalía de un arroyo en movimiento. La tibia brisa de Septiembre soplaba gentilmente entre los árboles, y barría una hoja al agua que había debajo. Sus ojos siguieron su progreso. Mientras continuaba flotando, recordó los eventos de la semana anterior. La Sra. Bauer había tratado de alegrarla luego de que Lali no pudiera demostrar su historia sobre Peter. Todo parecía irreal. Si no lo hubiera experimentado ella misma, no podría creerlo. La gente famosa no aparecía simplemente de la nada, especialmente no en Rockville.

Pero Peter había aparecido. Y sí, pasó tiempo con él.

Era hermoso, y perfecto, y ella no podía recordar la última vez que se había sentido tan feliz. La mejor parte era que él no sabía de su vida ni que vivía con la loca Tía Tina. Peter no sabía que la angustia de su papá era tan fuerte que había traído a Lali a Winsconsin y la había dejado a vivir en la casa de su cuñada antes de hundirse en las profundidades de la depresión.

El sonido del viento corriendo entre los árboles se incrementó. Sonaba como el rugido de la autopista cercana. Lali estaba recostada en la gran piedra, su espalda cálida por la roca calentada por el sol. Miró al movimiento de las ramas de los árboles sobre su cabeza, mientras se inclinaban y mecían con el viento. Las hojas eran un collage de verde, amarillo y naranja. El otoño estaba cerca y creando una hermosa escena. Deseó haber tenido una cámara para capturarlo, o el talento para pintarlo. La brisa susurró en su mejilla, el sol entibió su piel.

Sus pensamientos volvieron a Peter y a lo maravillosa que sería su vida si él estuviera en ella.

Una sombra se movió sobre ella y bloqueó el sol. Se apoyó sobre sus codos para descubrir la intrusión. La gente rara vez venía a esta parte de la reserva.

—¿Estás escapándote de alguna clase? —Peter estaba parado frente a ella, una ancha sonrisa en su rostro y el familiar cabello cayendo sobre sus ojos.
—Oh, Dios mío. —Lali saltó de su lugar—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Nunca pensó que lo volvería a ver. Lo había deseado, sí, pero ni en sus más locos sueños había creído posible que pasara. Lo miró fijamente, su boca abierta. ¿Era real? Quizás sí se había vuelto loca después de todo.

Su camiseta lo abrazaba, abrigaba su pecho y hombros, revelando sus fuertes brazos. Sus jeans colgaban bajos, sus pulgares enganchados en la parte superior de sus bolsillos. Ella miró a su apuesto rostro. Sus ojos brillaban con picardía, mientras la brisa desordenaba su cabello.

—A mi mamá realmente le gusta este lugar, y ahora, a mí también. —Él sonrío, y un maravilloso hoyuelo apareció—. Nos dirigimos a Minneapolis para hacer unas grabaciones.
—Supongo que es mi día de suerte —balbuceó.
—Supongo que sí. —Con una diabólica sonrisa, levantó una ceja. Gimnastas imaginarios dieron vueltas en el estómago de ella. Pensó que Peter iba a ser un recuerdo distante, como tantos otros que había empujado lejos por seguridad. Ahora estaba aquí parado, en carne y hueso. No podría ser más real.

—¿Cuánto tiempo tienes? —Se sacudió sus manos polvorientas en la parte trasera de sus jeans y luego las deslizó a los bolsillos traseros. Se quedó de pie, a unos cuantos metros, esperando que él se quedara para siempre. No estaba segura de qué hacer. 
—Tanto como queramos —respondió Peter.
La cara de Lali resplandeció.
—Bueno, una hora, como mucho —se corrigió, otra linda sonrisa en la esquina de su boca.
—Entonces mejor no perder el tiempo. —Se miraron el uno al otro, una pausa momentánea y un instante de incomodidad. Lali se negaba a dejar que esta oportunidad fallara. Rompió el silencio—. ¿Has visto las formaciones de rocas detrás del valle? 
—No, pero me encantaría hacerlo. 
Su sonrisa tocó el corazón de ella. 
—Es por este camino. —Indicó con su cabeza hacia el sendero, y luchó contra las ganas de chillar de alegría.

Siguieron el sendero a través del rocoso barranco, las paredes progresivamente más verdes con rico musgo. Alrededor de diez hilos de agua goteaban por los lados, fluyendo hacia el arroyo, junto al que caminaban. Peter se movía junto a ella en toda su gloriosa belleza. Trataba de no mirarlo demasiado seguido.

—Nunca respondiste mi pregunta —dijo Peter, pasando sobre una afilada roca.
—¿Qué pregunta? —Lali miró hacia arriba.
—¿Estás saltándote alguna clase? Es una tarde de miércoles y, de donde yo vengo, vamos a la escuela los miércoles.
—No, es el día del profesor en servicio. Tenemos una tarde de miércoles libre al mes, así los profesores pueden reunirse a hablar sobre lo horrible que es la juventud de estos días. —Eso es casi todo lo que hacían, también, mucha charla y poca acción.
—Debes estar primera en su lista. —Él sonrió, y extendió su mano para ayudarla a pasar sobre las rocas grandes.
—No tienes idea. —Puso su mano sobre la de él, delatándose con su calor en el frío barranco.

La grava crujía bajo sus pies, mientras caminaban por el encorvado camino. Ocasionalmente, golpeaba su hombro juguetonamente con el de ella, como si quisiera asegurarse de que seguía allí. Algo acerca de él encajaba. No hacía demasiadas preguntas, ni juzgaba las cosas que le decía. Había pasado mucho tiempo desde que alguien la había aceptado.

—Dime de nuevo, ¿por qué tu familia viene aquí? —Quería que le dijera que era para que pudiera verla, y que luego prometiera que estarían aquí todos los días.
—Les gusta este lugar. Está cerca de la interestatal, y pasamos por aquí muy de seguido cuando viajamos entre Chicago y Minneapolis. Mi mamá trata siempre de hacernos sentir normales y mantenernos con los pies en la tierra. —Peter saltó fácilmente de una piedra a otra, probablemente las había trepado toda su vida.
—Pero eres normal.
—¿Estás bromeando? Estamos lejos de eso. —Le dirigió una mirada de incredulidad.
—Pero, están juntos. Tienes una mamá y un papá y una gran familia que pasa mucho tiempo junta. —A ella le parecían la familia más mágica y perfecta, casi tan buena como lo había sido la suya una vez.
—Pasamos demasiado tiempo juntos. —Pasó sus dedos por su largo flequillo corriéndolo del medio—. No puedo decirte cuántas veces desearía poder dejar a mi familia. Nunca tengo ni un poco de privacidad.
—Eso es algo de lo que tengo un montón. —Miró hacia el arroyo que se extendía entre las antiguas rocas. Sus días estaban llenos de soledad. Incluso en la escuela, los otros se mantenían alejados. Sabían que su pasado era trágico y eso la hacía sentirse diferente. No encajaba en sus vidas perfectas de cercas blancas, así que la trataban como a una paria. Sin embargo, no le importaba. Era mejor estar sola que tener que explicar su pasado. Pero algunas veces, deseaba a alguien especial que se preocupara por ella.

Podría ser lindo tener una amigo que evitara que pasara demasiado tiempo sola, o que la arrastrara a un juego de Frisbee o incluso a alguien con quien hablar sobre nada de nada.

La voz de Peter la trajo de vuelta de su silencioso lamento.

—Me gustaría intercambiar a mi hermano menor Agus por más privacidad cualquier día.

Sus ojos se encontraron, dándole a ella otro pequeño sobresalto. Pensó en su pequeña hermana. Lali cambiaría cualquier cosa por un día más con ella.

—No debería quejarme —continuó él—, pero de vez en cuando, sería lindo no tener cada minuto de mi vida planificado.
—¿Qué quieres decir? —Saltó de una gran roca a la siguiente.
La miró cuidadosamente.
—No lo entiendes, ¿verdad?
—Por supuesto que lo entiendo. —Su columna se enderezó erguida. Odiaba ser rebajada, especialmente por Peter. No era como el resto del mundo, al menos no ante sus ojos. Dejó su lado y avanzó. Saltó de roca a roca y cruzó la corriente al otro lado.

—No te pongas como si me creyera mejor que los demás, pero, ¿realmente entiendes lo que yo hago?
—Sí, cantas con tus hermanos. Viajas en tu autobús y haces actuaciones. No soy una completa estúpida. —¿Por qué tuvo que mostrar su lado cretino? Todo había sido perfecto.
—No dije que fueras estúpida, pero, hay mucho más que eso. —Peter trepó fácilmente sobre las rocas para alcanzar su lado. Sostuvo su brazo para que aminorara su marcha. El arroyo corría ruidosamente, el crudo olor al musgo y helecho los rodeaban.
—De acuerdo, por ejemplo, recién llegamos de New York, donde estuvimos en el Rock Hits Live.

Ella lo miró en blanco, sus brazos cruzados. Se negaba a admitir su ignorancia.

—¿No sabes lo que es? —Sacudió su cabeza, incrédulo—. Es un show de música en vivo con entrevistas. ¿Nunca ves televisión? —preguntó, con desconfianza.
Lali soltó un suspiro de irritación.
—No. No he puesto mis ojos en una televisión en más de un año. —Aparte del equipo antiguo de la tía Marge, que estaba permanentemente sintonizado en el canal de Telecompras.

No sabía porque había admitido aún ese pequeño detalle. Odiaba cuando la gente rebajaba su poco convencional estilo de vida, especialmente dado que ella no tenía control sobre ello. Lo odiaba aún más si venía de Peter. Se negaba a creer que fuera como los otros.

—¿En serio? —respondió.
Ella podía ver la pregunta sin hacer en sus ojos.
—De acuerdo, escucha —dijo él, determinado a hacerla entender—. Acabamos de lanzar nuestro tercer CD.
—Sí, bueno, cualquiera puede hacer un CD. Tenemos una clase de medios donde algunos los hacen para algo de crédito extra. —Adelante, una enorme roca dominaba el final del camino; el arroyo se dividía a ambos lados. Lali trepó por las rocas cercanas, alcanzó la cima y se sentó. Peter la siguió.
—Tienes razón, armar un CD no es tan complicado. Pero nosotros tenemos un enorme contrato de grabación. Pasamos un mes en el estudio grabando nuestra última música. Estamos haciendo publicidad masiva para nuestro nuevo CD.

Mientras más hablaba, más notaba un lado serio en él. Esa era su vida, y su pasión. El pulso de Lali se aceleró mientras escuchaba. Parecía aún más imposible que estuviera allí hablando con ella.

—Cada día está lleno de ensayos, entrevistas, y apariciones.
—¿En serio? Eso sí suena como mucho.
Qué ajeno era a su pequeña y lastimosa vida en Rockville. Él no tenía idea de lo simple que era su propia vida.
—Así que entre todo el trabajo y los viajes, no queda mucho tiempo para pensar, menos para relajarse.

La concentración de Peter se movió de Lali por un momento al notar su alrededor. Estaban en la cima de una roca gigante en el corazón del claro. Cada centímetro de las rocas estaba cubierto de suave musgo, y helechos brotaban de sus lados.

El húmedo olor de la vegetación exuberante del valle llenaba el aire. Una suave brisa flotaba alrededor de ellos. Era el lugar mágico de Lali.

—Esto es impresionante. —El miedo coloreaba su voz.
 —Sí, lo es. Me alegra que te guste. —Se recostó hacia atrás sobre sus manos e inhaló una profunda respiración del regalo de la naturaleza—. Así que, ¿cuándo terminas? ¿Cuándo vuelves a casa? —Pasó sus manos sobre la fresca y agrietada roca, asustada de oír la verdad.

Él sacudió su cabello fuera de su cara.

—Tenemos un par de días para ir a casa por aquí y por allí, pero estamos contratados definitivamente durante las siguientes diez semanas. Luego, si todo sale como está planeado, probablemente vayamos a Europa durante un par de meses.

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