domingo, 12 de mayo de 2013

Capitulo 9

Capitulo 9

Peter esperó detrás del escenario con sus hermanos. Su mente vagó hasta su tarde con Lali. Le encantó el tiempo que pasaron juntos en Parfr ey’s Glen y esperaba que ella estuviese allí el sábado. No sabía por qué se sentía de esa forma; tal vez porque a ella no le importaba quién era él. Pero, tampoco sabía quién era él. La idea lo hizo sonreír. También podía ser que Lali era su amiga y de nadie más. No tenía nada que ver con la banda, el CD o el tour.

—Hola, tierra a Peter. —Tacho interrumpió sus pensamientos —. ¿Quieres tener tu cabeza aquí en el juego?
—¿Qué? —Peter frunció el ceño.
—Quizá querrías tu auricular.
Peter sacó su equipo de audio y lo encontró ausente.
—Aw, hombre. Ya vuelvo. —Se precipitó fuera del escenario para conseguirlo y tropezó a medio camino con un técnico de sonido, en pánico, que rápidamente lo conectó.
—¡Estás mal, hombre! —gritó Tacho — . ¡Muy mal!

Una vez de vuelta en el sitio y preparado, Peter esperó por su presentación. La multitud en la arena se puso salvaje. La combinación de energía aumentó a niveles épicos. Tacho esperaba a la izquierda del escenario, guitarra en mano.

Agus lo reflejaba a la derecha del escenario con Peter anclado en el centro. Su sangre se precipitaba en espera mientras su momento se aproximaba. Dios, él amaba esto.

La música aumentaba enormemente, los reflectores recorrieron la arena y la niebla flotó sobre el escenario. El trío de hermanos asintió el uno al otro, en sincronía; listos para rockear. Tacho fue el primero, un reflector lo iluminó; golpeó el cordón de apertura en su bajo y la multitud animaba. Momentos después apareció Agus, con su guitarra en mano. Su joven sonrisa envió al público a un frenesí, mientras se unía a Tacho dentro del poder musical. Finalmente Peter entró en las luces y la multitud enloqueció.

Peter amaba esta parte de la noche. Después de una larga tarde de ensayos, pruebas de sonido y calentamientos finales, era el momento de la recompensa. Esto era el nirvana(momento de liberación espiritual.). Le dio su reconocida bienvenida al público asintiendo en varias direcciones, cada vez provocando más aplausos. Se acercó al pie de su micrófono y lo sostuvo en anticipación. Su cuerpo palpitaba al ritmo mientras esperaba por su entrada. Echó un vistazo a lo largo de la vasta multitud, lleno de confianza y poder.
 
El público se estremecía con la música. Ansiosos y entusiasmados, se convirtieron en macilla en sus manos. El momento había llegado. Las guitarras tocaron sus notas, la batería y los platillos se estrellaron, y las luces explotaron en colores. En ese mismo instante, Peter se lanzó al micrófono, tocando sus notas principales, su cuerpo tenso con la fuerza y energía. Su voz pura se elevó por encima de los instrumentos; sus letras golpearon la pared trasera. Era dueño del escenario. Todos los ojos estaban sobre él. La noche era joven y él estaba listo para rockear.

Canción tras canción los tres se movían con una sincronía que sólo era posible entre hermanos de sangre. Trabajaban bajo la señal de cada uno, se movían hacia las luces y a los solos en un solo movimiento. Por momentos entregaban sus armonías cuidadosamente creadas, cantando juntos en un solo micrófono, sus cabezas a pulgadas de distancia. Intercambiaban una comunicación silenciosa. Cuando estaban en el escenario, mostraban una completa y absoluta armonía de movimientos, pensamientos y talento. Vibraban con energía.

Mientras Tacho y Agus impresionaban con sus expertos estilos de guitarra, Peter elevaba las cosas con ardientes movimientos en el escenario y vocales. Entretenía al público con su gran energía. Saltó a los lados del escenario, presentando trucos con el micrófono, giros y deslizamientos. Su presentación en el escenario cautivó a la multitud.

El sudor brillaba sobre su cuerpo. Su mata de pelo goteaba con sudor. Lo batía de un lado a otro mientras rodeaba cada nota. Dejó cada gota de energía en el escenario, no dejó nada atrás y la audiencia lo sabía.

Peter miró a los miles de aficionados y observó mientras las luces iluminaban las diferentes áreas del público, revelando la enorme masa de humanidad que los tres hermanos Lanzani, mantenían en un hechizo. La experiencia de compartir la música personal que él creaba, nunca fallaba intoxicándolo.

♫ ♪♫

Lali se escabulló bajo su silla plegable y enterró su cabeza en una copia de “The Great Gatsby”. Que historia tan tonta. ¿Por qué era considerado un clásico? Al menos el libro la ayudaba a parecer un poco menos obvia mientras vendía boletos entre el ruido desenfrenado de las áreas comunes.

Fiel a su palabra, la Srta. Bauer esperaba que vendiera los boletos del autobús para el partido de fútbol esa noche. Alguna animadora debía estar atascada en esa mesa, no ella. El fútbol apestaba. Cerca de allí, las mujeres del almuerzo servían pizza con sabor a cartón y una aguada sopa de pavo. Para los jefes de la gramola, les esperaba lechuga.

Había vendido una docena de entradas, pero la mayoría de los estudiantes la ignoraban. Lali se volvió invisible para ellos unos meses atrás. Claro, no ayudaba a la situación tratando alguna vez encajar.

Cuando comenzó la escuela en Rockville, su corazón se llenó con dolor y recuerdos de la familia que había perdido. Su retraída personalidad por error convencía a los chicos de que ella era emo, pero incluso los chicos emo la encontraban misteriosamente retraída. El único problema de Lali era que sufría dolor. Pero todo cambió el día en que Peter entró a su vida. Ahora todo en lo que se podía concentrar era en él y lo increíble que era que realmente quisiera verla de nuevo.

Desde que comprobó a Peter en internet, no pensaba en nada más. Cuando hablaron en Parfrey’s Glen, pensó que él exageró la popularidad de su banda. En realidad, la había subestimado.

No podía imaginar por qué quería verla de nuevo el sábado, pero no iba a cuestionar su cordura. Apenas podía esperar a poner los ojos en él de nuevo y asegurarse de que no había soñado todo. Las horas transcurrían con tanta lentitud, que quería gritar. Si sólo pudiera encontrar la manera de conseguir su CD, entonces podría escuchar su voz y pretender que estaba cerca. Necesitaba una conexión con él, alguna forma de estar un poco más cerca. Pero no tenía dinero y no había forma de fuera a una tienda fuera de las horas escolares para comprarlo.

La tía Tina insistía en que ella gastaba todo su tiempo estudiando o en el Parfrey’s Glen, por el aire fresco. Estaba paranoica, pensando que Lali podría hacer algo remotamente normal como conseguir un trabajo, tener amigos, o que Dios lo prohíba, tener una cita; Lali sospechaba que su tenía otros motivos, pero nunca le había molestado hasta ahora. Estaba acostumbrada a ello. Lali nunca cuestionó su autoridad, siempre la dejó tenerla. Ni siquiera le importó no tener una licencia para conducir. No valía la pena la molestia.

Un grupo de chicas de primer año se acercaron y compraron boletos. No hicieron ningún comentario sarcástico. Probablemente no conocían su “historial”.

—Gracias —dijeron con sus animadas y pequeñas voces.
—Sip —murmuró Lali mientras se alejaban.

Lali tomó los arrugados billetes y los alisó. Debido al aburrimiento los acomodó en la misma dirección. A medida que pasaba los billetes, se dio cuenta de que tenía suficiente dinero para comprar el CD de Peter. Su corazón se detuvo sólo por un momento mientras contemplaba la idea.

Robar está mal.

Puso los billetes en la caja de metal y la cerró. No lo haría. Encontraría otra forma.

Su determinación flaqueó. El dinero resolvería sus problemas tan rápido. Nadie echaría de menos unos cuantos dólares. En el gran esquema de las cosas diecisiete dólares no son nada.

Lali nunca en su vida había tomado nada de nadie, pero esto era diferente. Su tía sólo le daba dinero suficiente para el almuerzo, nada más. Si Lali necesitaba ropa, su tía la llevaba a una tienda de ropa de segunda mano para conseguir un par de artículos. Humillaba a Lali comprando la ropa desechada de otras personas, pero ella no podía conseguir un trabajo y no tenía acceso al dinero. Ahora que pensaba sobre eso, se dio cuenta de lo mucho que la tía Tinacontrolaba su vida y no le gustaba el sabor de ello.

La única forma de conseguir el CD de Peter era ser creativa. Tomando este dinero calificado. Miró la abarrotada área común. Nadie parecía notarla a ella o a la tentadora caja de dinero. Mordió su labio y golpeó su pie contra la pata de la mesa. Después de un minuto, se acercó y abrió la tapa. Tomó un par de billetes de cinco dólares y un puñado de billetes de uno.

Sacó su mano, dobló los billetes un par de veces y los deslizó en su bolsillo trasero. Mantuvo su cabeza baja. Si no miraba a nadie, ellos no mirarían hacia ella. Se sentó meciendo su pie de atrás hacia adelante contando los últimos minutos hasta que sonara la campana. Al final sonó y su sesión de vender boletos terminó.

Lali tomó sus libros, la caja de dinero y caminó a la oficina principal. Era inconsciente de los ojos que la seguían.

La vieja secretaria parecía un fósil. Tomó la caja de Lali.

—Gracias, cariño.

Lali asintió y se fue, su cabeza baja con vergüenza. El dinero robado quemaba en su bolsillo como una brasa.

Sin dudarlo, fue directo a su casillero, metió sus libros dentro y tomó su abrigo. Tragó su culpa. No dejaría que su regla permanente se pusiera en medio.

Mientras los otros estudiantes se dispersaban a su siguiente clase, caminó hacia las puertas de la escuela.

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