lunes, 27 de mayo de 2013

Capitulo 17

Capitulo 17

—¿Así que se presentó en tu trabajo? La, eso es raro. ¿Estás segura de que no te está asechando? —dijo Julieta.
 
Me encontraba en mi habitación, mis deberes extendidos sobre mi cama. Peter había salido con Pablo a por una pizza, así que aproveché la oportunidad de que Peter no estaba, para llamar a Julieta y discutir a fondo los recientes acontecimientos.
 
—Dice que no lo está haciendo, pero no puedo entender como sigue apareciendo por todas partes. Es muy raro. Rocio dice que es el universo que nos está diciendo que debemos estar juntos.
Julieta resopló. 
—Sí, Rocio diría eso. ¿No es la misma chica que intentó que salieras con ese chico, como se llamaba? —Robbie.
 
La experiencia más incomoda que he tenido. Rocio me tendió una emboscada una noche el año pasado y me dijo “eres guapa” y por tanto debería conocer a alguien. Le dije un malditamente no, pero no aceptó un no por respuesta.
 
Por lo tanto, me puse un poco de rímel y una camiseta que hacía que mis tetas parecieran decentes. Me arrastró a comer pizza con ella, Gaston y Robbie. Resultó que Robbie era el único amigo soltero de Gaston y yo era la única amiga soltera de Rocio, por lo tanto éramos perfectos el uno para el otro. No hace falta decir que Robbie resultó ser un gran asqueroso y no era ningún secreto porque estaba soltero.
 
—Eso es todo. Sigo sin entender porque pensaba que a ti te gustaría saber cómo realizar correctamente una mamada. Quiero decir, no es ciencia de cohetes.
—Sólo trataba de difundir sus conocimientos al mundo e iluminarnos a nosotras las vírgenes en el camino de la educación del BJ. —Debido a que nosotras debíamos ser educados, de acuerdo con Robbie. Había pasado por tantas chicas que él había tenido detalles gráficos mientras que yo moría un poco por dentro y Rocio trató de cambiar de tema.
 
—Estoy teniendo nauseas —dijo.
—Literalmente.
—Mamadas a un lado, puedes decir que lo odias todo lo que quieras, pero estoy bastante segura de que no te va a creer, incluso si lo haces. Porque definitivamente no lo haces. Pienso que sólo hay una persona a la que realmente odias en este mundo y su nombre no es Peter. —No, su nombre no era Peter—. No creo posible que odies a más de una persona a la vez.
—¿Se puede amar a más de una persona al mismo tiempo? —le dije.
—Creo que se puede amar a varias personas, pero de diferente manera.
—Así que, ¿por qué no puedo odiar a más de una persona al mismo tiempo, pero de manera diferente?
—Porque no.
Suspiré.
 —Esa no es una razón.
—Soy tu hermana mayor. Es cierto todo lo que te digo La. —Había usado esa frase cuando éramos mas jóvenes y nunca había funcionado, y ahora tampoco. Yo no era el tipo de persona que decía “porque yo lo digo”.
—Lo que sea. No me voy a dar por vencida.
—No espero que lo hagas. Aun así, no creo que sea una pelea que vayas a ganar. No vas a deshacerte de ese chico.
—Tal vez pueda pretender que lo amo. —Ese era mi último recurso.
—La, lo fingido y la realidad no se encuentran muy lejos. Sólo ten cuidado. —Oí el alboroto en la sala de estar, lo que significaba que los muchachos regresaron.
—Me tengo que ir, él está de vuelta.
—¡Escúpelo, no te lo tragues! —gritó Julieta mientras terminaba la llamada. Contuve la risa cuando Peter asomó su cabeza por la puerta.
 
—¿Tienes hambre?
—Tal vez.
—Oh, vamos Missy. No estés enojada conmigo. Tú fuiste la que fingió que iba a seducirme y luego me golpeaste con tu bolso. Por cierto, ¿llevas ladrillos ahí? Creo que tengo un moretón. ¿Quieres besarlo y hacer que me sienta mejor? —Comenzó a levantarse su camiseta, revelando unos pocos centímetros de vientre plano. Esto era justo lo que necesitaba.
—¿Por qué no vas a caerte de una escalera?
—No puedo. He hecho la prueba de seguridad y ahora puedo usar correctamente una escalera sin tener ningún incidente.
—Maldita sea. —Cruzó sus brazos y me dio una mirada de satisfacción. ¿Por qué su cara era así de… perfecta?—. Por qué no te comportas como un caballero y me traes un trozo de pizza. Estoy un poco ocupada —le dije, señalando las montañas de apuntes y libros de texto.
—Dije que era un príncipe, nunca he dicho que era uno encantador —dijo mientras salía por la puerta. Regresó un momento después con dos platos de pizza, dos refrescos y un rollo de papel bajo el brazo.
 
—Pensé que podríamos celebrar nuestro primer día de trabajo. Si no tiras esta bebida en mí. Eso se considera una agresión en el estado de Maine, para tu información.
—¿Cómo sabes eso?
—Oh, los grandes conocimientos de cosas que tengo, podrían llenar muchos volúmenes, chica Missy —dijo y me entregó un plato, una taza y puso una servilleta de papel en mi regazo. Debería tirarle la copa. Agredir a Peter sería bastante satisfactorio.
—Me imagino —le dije, rodando los ojos. Se rió y se sentó en el suelo.
—Vamos, picnic en el suelo. —Palmeó un lugar a su lado que se hallaba libre de ropa. No había tenido la oportunidad de lavar mi ropa en un tiempo, y algunas de mis ropas no habían llegado a la cesta todavía. A Peter no parecía importarle, a pesar de que él para ser un hombre, era un maniático obsesivo del orden.
 
—¿Eres bipolar? —le pregunté. Me miró por un segundo y luego echó su cabeza hacia atrás y se rió
—. No, en serio.
—Lo dice la chica que ha estado en más de un terapeuta.
—¿Y qué? No fue mi elección. —No quería hablar de mí. Me bajé de la cama y aparté del medio una sudadera para poder sentarme lo suficientemente lejos de él.
 —¿Tus padres te hacían ir? —dijo, tomando un bocado.
Cogí mi pedazo de pizza y lo estudié. Él había conseguidos todas mis verduras favoritas en la pizza, y comía un pedazo de esa pizza, también.
—Más o menos. Es complicado. —No quería hablar de mi oscuro y retorcido pasado.
—Tuve que ir también —dijo, limpiándose la boca y haciendo bolas en su mano con las servilletas de papel.
—¿Por qué?
—Es una larga historia. Es complicado. —Su mano se dirigió a su tatuaje con el número siete y lo frotó tres veces antes de que tomara su pizza de nuevo.
—Huh —le dije.
—¿Qué?
—Bueno, nunca pensé que tendríamos algo como eso en común. Supongo que los dos estamos un poco jodidos. —Yo estaba mucho mas jodida, pero no iba a decirlo.
—¿Una chica como tú? De ninguna manera.
 
Me eché a reír.
 
—Oh, Peter. No tienes ni idea. —No le había mostrado ni una fracción de la locura en mi cabeza. La verdad, yo probablemente no había visto ninguna fracción de la suya también.
—Bueno, podríamos jodernos juntos.
—No, gracias. —Mastiqué mi pizza y me deslicé lejos de él. Peter siempre estaba tan cerca por comodidad.
—¿Has hablado últimamente con tu hermana?
—¿Por qué estás preguntando por mis asuntos personales?
—Porque soy un caballero. Y tu compañero de cuarto.
—Vete a la mierda.
—Desviándote, ya veo. Pareces que haces mucho eso. Apuesto a que es debido a que a tu hermana le gusto. Admítelo. Nunca he estado con hermanas antes, pero por ti haría una excepción.
 
Busqué detrás de mí cualquier cosa que pudiera lanzarle. Resultó ser un tacón bajo. Por primera vez en mi vida, me hubiera gustado haberme puesto tacones de agua. Los que están realmente afilados.

Se agachó por mi lanzamiento del zapato.
 
—Los zapatos no se tienen en cuenta en la categoría de agresión, ¿no? —le pregunté.
—No estoy seguro, voy a tener que revisar mis libros de derecho.
—No tienes libros de derecho.
Asintió y tomó su pizza, totalmente indiferente.
—Mi tío tiene. Una habitación llena de ellos. Los leí cuando era un niño.
—Libros de derecho. Tú —le dije, señalando al tipo sonriente frente a mí—. ¿Leías libros de derechos? ¿Te castigaban mucho cuando eras un niño?
—¿Por qué quieres castigarme Missy? —Sus ojos brillaron y sonrió maliciosamente.
 
Cerré los ojos y sacudí la cabeza para librarme de la imagen mental de hacer precisamente eso. No sería tan divertido para él como lo sería para mí, en mi versión.
 
—No, simplemente me gustaba leerlos. No sé. Hay algo reconfortante en la ley. La mayor parte de lo que está escrito y las reglas que hay que seguir. Es igual para todo el mundo.
—Sí, la ley es importante. —Nos dirigíamos hacia un territorio incomodo, pero no quería que Peter lo supiera—. Está en funcionamiento todo el tiempo.
—¿Cómo lo sabes? —Su tono juguetón se había ido, y su rostro lucía serio otra vez. Mierda.
—Veo un montón de series de crímenes —le dije, rodando mis ojos y metiéndome la pizza en la boca, así no tendría que hablar.
—Uh Huh —dijo Peter, pero abandonó el tema.
 
Los dos levantemos la vista cuando alguien llamó a la puerta. Pablo lentamente asomó la cabeza, como si estuviera esperando a sorprendernos en una situación comprometida.
 
—Oigan, chicos —dijo, fijándose en nuestro picnic en el suelo. Parecía aliviado de que ninguno de los dos estuviera desnudo—. ¿Sólo quería saber si venías este fin de semana a casa?
—Sí, tengo que quedar con Joe, así que estaré allí para la cena.
 
Los ojos de Pablo fueron de mí a Peter y de vuelta a mí.

—Guay, le diré a papá. Hasta luego amigo.
Peter le dio las buenas noches, y Pablo cerró la puerta con suavidad. 
—¿Quién es Joe?
Se levantó y arrojó su pizza a plato y tomó un poco de soda. 
—Un amigo de la familia.
—¿Tienes que quedar con él? No suena agradable. —Bueno hola, secreto de Peter que no quería que yo supiera. Gusto en conocerlo. Apuró el resto de la lata. 
—Voy a ir a la ducha. ¿Te importaría unirte a mí? —Su sonrisa coqueta regresó, pero esta no llego a sus ojos. Lo pillé.
—Hmm, eso suena muy parecido a desviarte, Peter. —Colgó la toalla sobre su hombro mientras caminaba hacia él. Incliné mi rostro hacia arriba y sonreí.
 
—¿Ahora quien tiene un secreto?
—Ya sabes, para ser una chica que dice que me odia, estás haciendo un muy buen trabajo para meterte en mis pantalones. Podemos arreglar eso, aquí mismo, ahora mismo.
—¿Qué pasa con la apuesta?
—Missy, si te acuestas conmigo, diría que la apuesta ha finalizado. Cualquier cosa que digas, lo haré.
—Así que si me acuesto contigo y te digo que te vayas a la mierda, ¿lo harías?
—Palabra de Scout —dijo, levantando sus dedos.
—Mierda. —Lo atraje directamente. Además, no me acostaría con él. Sin embargo, si tuviera una oportunidad de librarme de él, la tomaría. Tal vez más oportunidades vendrían a mí.
 
Puso su mano derecha en mi cara.
 
—¿Estás de acuerdo?
—De acuerdo —le digo.
—Missy porque si quieres deshacerte de mí, no eliges la forma más divertida de hacerlo.
—Oh Peter, no voy a dormir contigo. En tus sueños —le dije, rozando mi mano en la parte delantera de sus pantalones vaqueros, justo al lado del área más importante. Hizo un pequeño ruido, como un gemido y se fue, dando un portazo.
 
¿Quién se encontraba en el asiento del conductor ahora?

10 comentarios :