sábado, 18 de mayo de 2013

Capitulo 24

Capitulo 24

Pasos se escuchaban por las escaleras y su parálisis se convirtió en acción. Lali saltó de la cama, buscando en la habitación un escondite seguro. El armario apenas tenía nada y no la ocultaría, el mobiliario era escaso, nada donde esconderse detrás. Con un pánico insoportable corrió a la cama y comenzó a arrastrase debajo de ella, golpeando con su barbilla el suelo y raspando su hombro contra un antiguo bastidor.

La puerta de su habitación se abrió y dos hombres enormes entraron como una tromba. Sus linternas brillantes la atraparon en su intento de fuga.

Su corazón casi estalló cuando entró debajo de la cama. Estarían en ella en un instante. Unas manos ásperas la arrastraron hacia fuera, causando que su camisón se deslizara hacia arriba, dejando ver sus piernas desnudas y su ropa interior.

—¡No! —gritó con la parte alta de sus pulmones esperando alertar a alguien, alguien que ayudara. Clavó sus uñas en la alfombra desgastada, echando a patadas a sus atacantes. Un terror puro la consumió.

Lali luchó contra sus ataques sanguinarios con una fuerza que ella nunca pensó que poseía. Una bota pesada chocó contra su espalda, dejándola sin aliento y la inmovilizó. Su corazón latía con fuerza con rápidas pulsaciones. Las lágrimas cayeron como rayos sobre su cara vencida. Mientras luchaba por respirar, los hombres la dieron la vuelta y la cegaron con sus linternas brillantes.

—¡Jesús, Smith, es una chica! —dijo uno de los atacantes.
—Igual, ¿eso hace diferencia? —respondió el otro.
—Atrás, déjala respirar —dijo la primera voz.

Un conjunto de manos se alejó, pero el otro las mantuvo cerradas como un puño de hierro. Las luces dejaron su cara y se movieron expertamente por toda la habitación.

—Esta habitación está limpia, sólo la chica —dijo una voz molesta.

En la habitación iluminada por la luna vio la sombra de dos hombres mirarse entre sí y compartir un pensamiento tácito. Se la llevaron por sus pies, antes de que ella pudiera reaccionar, un frío metal se cerró suavemente alrededor de sus muñecas. Sus brazos fueron empujados hacia la cabecera de su cama donde la sujetaron con el otro extremo, alrededor de la barra de hierro forjado. Atónita miró su muñeca y regresó su mirada a los hombres. ¿Qué demonios?

—Para evitar que salgas corriendo—respondió el hombre negro a su pregunta no formulada.

Al mismo tiempo los dos gigantes se dieron la vuelta y dejaron su habitación. Unas grandes letras blancas estaban impresas en la parte posterior de sus abrigos.

SWAT.

El alivio y el temor se apoderaron de ella, mientras luchaba por tomar una respiración profunda. No estaban aquí para atacarla, estaban aquí por la marihuana. Movió su brazo y encontró que estaba muy bien asegurada a la cama. ¿Sospechaban de ella? Con su suerte, la Tía Tina trataría de poner las drogas sobre ella. Los chicos de la escuela tendrían un día de campo con esto.

La Señorita Bauer debió haberlo informado. Qué estupidez de Lali decírselo. Espera un momento. ¿Por qué querría proteger a su Tía Tina? Era una persona horrible que merecía lo que le pasara. Lali no escuchaba sus gritos, pero podía imaginarla ponerse como un energúmeno. Una leve sonrisa iluminó su cara.

Cuando el pulso de Lali se desaceleró a un ritmo saludable se dio cuenta de que más hombres estaban fuera al acecho de forma encubierta, comprobando todas las dependencias como si estuvieran en un episodio de CSI. La luz de la luna iluminaba el patio revelando como utilizaban sus señales de manos cuando salían corriendo de un lugar a otro. Conforme los minutos pasaban, su urgencia se desaceleró y las luces comenzaron a aparecer en el granero.

¡Bingo!

Sin poder hacer mucho más, Lali observaba desde su ventana mientras el equipo de SWAT tomó fotos y comenzó a mover el contenido del granero. ¿Se habrían olvidado de ella? Parecía que habían pasado horas. Miró afuera a través de los campos, al mismo tiempo su santuario, y luego, después de encontrarse con Peter, su refugio. ¿Pararía por allí alguna otra vez? No, probablemente no. Se sentó en el borde de la cama, la cabeza baja. ¿Por qué la vida tiene que doler tanto?

Unos minutos más tarde, una mujer la sorprendió cuando entró a la habitación. Lali no la había visto en las escaleras.

—Hola, soy la Agente Decker. Voy a llevarte a la planta baja para hacerte algunas preguntas. ¿Entiendes?
Estaba de pie tan formidable como un roble gigante.
—Sí, señora —respondió Lali.
—Levántate, por favor. Voy a mover este cilindro de la cama a tu otra muñeca.
—Por favor, no haga eso, no hice nada malo. Soy sincera —le imploró Lali, pero obedeció sus instrucciones.
—Es la política. Hasta que hayas sido liberada de sospecha, necesitamos tomar precauciones.

♫ ♪♫

Lali estaba sentada en la parte trasera de un coche patrulla. Nunca se había preguntado cómo sería ser arrestada, pero ahora la experiencia siempre estaría arraigada en su psique. Absorbió la vista de los potentes equipos enfrente del coche. Parecían más útiles para volar un avión en la pista que para perseguir a traficantes de drogas de la pequeña ciudad.

La Agente Decker bajó el volumen de la radio de policía, pero siguió sonando en el fondo. Pequeñas luces rojas y amarillas se mostraban en la consola. Un fuerte olor impregnó el vehículo, una combinación de cuero, plástico y olores desconocidos que ella prefería no adivinar. Se hundió en el asiento, miserable.

♫ ♪♫

—Gracias por tu paciencia, Lali. Sé que ha sido una noche larga.

El comportamiento de la Agente Decker cambió ahora que las autoridades sabían que ella no tenía nada que ver con la venta de marihuana de la Tía Tina.

—¿Estás segura de que no hay nadie a quien podamos llamar por ti? ¿Un amigo o un vecino?
—No. No, nadie.

Su único amigo era Peter y él se había desconectado de su vida. ¿Qué le diría si pudiera llegar hasta él? “Hola no quieres estar conmigo más, pero ¿puedes salvarme del accidente en el tren de la vida?”

—¿Nadie del colegio? —La Agente Decker estaba buscando a alguien, alguien a quien llamar, pero el hecho era que no existía nadie. Tan sólo su padre y ellos sabían que la había abandonado.
—Hay una persona —empezó Lali. Los ojos de la Agente Decker se iluminaron, su block abierto y el bolígrafo listo—. Mi consejera de la escuela, la Señorita Bauer, pero está fuera de la ciudad durante el fin de semana de Acción de Gracias.
—Ya veo.

La agente pareció decepcionada cuando cerró el block. ¿Por qué le importaría a ella que Lali no tuviera amigos?

—¿Puedo volver adentro ahora? —A pesar de toda la adrenalina anterior, Lali se sentía como un perro cansado. Quería desmoronarse dentro de la cama y empujar este episodio espantoso detrás de ella.
—Me temo que eso no es posible. Esta es una escena del crimen y será investigada durante los próximos días, tal vez más.
—¿A dónde iré? —Lali se sentó y miró a través de la reja divisoria que protege a los agentes de los sospechosos peligrosos atrapados en el asiento trasero.
—Eso es lo que he estado tratando de establecer. Eres demasiado mayor para los hogares de acogida. —La agente parecía decepcionada.
—¡Hogar de acogida! ¿De qué está hablando? Casi tengo diecisiete. Puedo cuidar de mí misma. Todo lo que necesito es un lugar en el que estar hasta que consiga regresar a la casa.
No había forma de que estuvieran poniéndola en algún hogar de acogida. La única cosa de la que ella había oído hablar sobre casas de acogida eran historias sobre gente extraña que cogía a los niños por el dinero del estado y a menudo abusaban de los chicos.

—¡Cálmate! —interrumpió la agente—. Como ya he dicho eres demasiado mayor. Las casas de acogida están planeadas para chicos más pequeños, no para adolescentes.
—¿Cómo por cuánto tiempo estará mi tía fuera? Estaré bien hasta que esté puesta bajo fianza o lo que sea que necesite hacer.

Lali no sabía cómo iba a conseguir el dinero para pagar la fianza y apenas podía creer que ahora presionaba para quedarse con su tía. Qué extraño giro del destino. Ahora su Tía Tina la necesitaba. ¿Cuánto tiempo debe dejarla sentada y encerrada antes de ayudarla a salir?

—Me temo que tu tía estará atada al sistema legal por bastante tiempo. Además de cultivar marihuana con intención de repartirla, lo cual es un delito menor, probablemente será acusada por abandono infantil y contribuir a la delincuencia de un menor.
—¿Abandono infantil? ¿Delincuencia de un menor? Vamos, estoy bien.

Una sensación de temor la estranguló. Las cosas no estaban tan mal aquí. ¿No veían cómo de limpio estaba su dormitorio?

—Mira dónde estás sentada ahora mismo. Un adulto responsable no te pondría en esta situación.

La Agente Decker la atravesó con una mirada. Lali se desplomó en el asiento, temporalmente sin palabras con que discutir. La agente se giró hacia adelante, cogió su radio y dio contacto en el botó lateral.

—La Agente Decker número 4319 del Equipo del Condado de la Carretera. Necesito servicios de acogida del condado de Dell para la colocación en el sistema de una joven de dieciséis años. 

La radio crujió.

—La colocación local no es posible hasta después del fin de semana de vacaciones. Buscarás un lugar de transferencia en un grupo de hogar en el Condado de Milwaukee.

Lali se disparó hacia adelante, agarrando el divisor de metal que la mantenía lejos de la horrible radio.

—¿Qué significa grupo de hogar? —agarró el metal grueso y agitó la mano para llamar la atención de la agente —. No puedes enviarme a un grupo de hogar. Por favor, no puedo ir allí.

Su pavor se convirtió en pánico a gran escala. Las cosas malas sucedían en todas partes.

—Oficina Central, haz que el Servicio Social contacte conmigo en una línea privada.

La agente miró a Lali mientras hablaba, luego regresó la pieza de radio a la consola.

—Por favor, escuche. Mi padre necesita saber que estoy aquí. Si no estoy aquí, no sabrá cómo encontrarme.

Hizo vibrar la división, esperando arrastrase al otro lado y chilló para hacer entrar en razón a la mujer obstinada.

—Lo siento, pero no hay otra forma. Tú misma dijiste que no hay nadie más para intervenir. Ni familia, ni vecinos, ni amigos. Estarás bien —dijo en un tono que le decía a Lali que no creía sus propias palabras—. No te muevas, estaré de vuelta después de terminar con tus acuerdos de transferencia. —Abrió la puerta del coche patrulla.

—¡Espere! ¡No se vaya! —Necesitaba convencer a la agente de que le permitiera quedarse en la granja. No podía dejar que la enviaran lejos.

La Agente Decker le ofreció una sonrisa forzada pero salió del coche, cerrando la puerta con firmeza. Lali golpeó la división de metal como una loca criminal. Se imaginaba que iba a vivir con su tía hasta la graduación o hasta que su padre regresara. Era más allá de horrible. Ahora su vida estaba girando en un desastre total. ¿Cómo podía su padre sacarla de esto?

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