viernes, 31 de mayo de 2013

Capitulo 33

Capitulo 33

—Estoy excitado —susurró Peter en mi oído durante sexualidad humana.
—Bueno, estamos hablando sobre ETS, pero lo que sea que te encienda —siseé. No importaba si hablábamos a un volumen normal. Gran parte de la clase lo hacía, así que había un constante murmullo de conversación que la profesora no se molestaba en callar.
—Sobre nuestra cita. Sé exactamente lo que deberías usar.
—¿Estás seguro de que no eres gay? Estás muy familiarizado con mi armario.
—No, sólo estoy muy familiarizado contigo. Digo, dormimos en la misma habitación.

Era verdad. Conocía prácticamente toda su ropa, incluyendo sus bóxers, los cuales veía demasiado o no lo suficiente, dependiendo del día.

—Te ves realmente hermosa hoy. Lo haces todos los días, pero no lo digo lo suficiente.
—Guau, realmente estás besando mi trasero —dije mientras Marjorie indicó a los asistentes que pasaran las cestas con condones. Podías hacer esas cosas en la universidad. Sólo esperaba que no nos diera una demostración con una banana.
—Envuélvanlo antes de utilizarlo, pásenlos —dijo Carissa, una de las asistentes, mientras me pasaba una canasta.
—¿Crees que puedas recordarlo? —pregunté a Peter.
—Tendrás que hacerme recordar —dijo enviando escalofríos por mi columna.
—Te daré una lección de banana más tarde —susurré cuando Marjorie pedía silencio para hablar sobre la clamidia. Encantador.
—Estoy esperándolo —dijo con un guiño.

Caminamos al apartamento, Peter estaba extrañamente silencioso.
 
—¿Un centavo por tus pensamientos? —pregunté.
—Sólo pensaba que mi madre te hubiera amado.
—¿Cómo era?
—Hermosa. Tengo esta foto en blanco y negro de ella que te tengo que mostrar. Gastaba casi todo su tiempo haciendo caridad, pero también tenía un titulo en arquitectura. Siempre decía que la gente pensaba que era una esposa trofeo hasta que abría la boca y los ponía en su lugar. Directa como un látigo, decía papá. Tenía una respuesta para todo. No creo que hubiera perdido una discusión en su vida.
—¿Cómo se veía? —Imaginé el cabello negro y la sonrisa de Peter.
—Saqué mis ojos verdes de ella. Y alguna gente dice que mi sonrisa. Me parezco más a mi papá. Tengo una foto de él también, por si la quieres ver.

Lo hacía. Quería ver de dónde venía, ya que no podía conocerlos. Si no iba a dejar que lo que su padre hizo definiera como se sentía sobre sí mismo, yo tampoco iba a hacerlo.

—¿De verdad no estás enojado con él?
—Lo estuve por un tiempo. Pensé y hablé mucho con mi tía e hice terapia y eso. Solía romper cosas y prenderlas fuego. Estuve en detención algunas cuantas veces.
—Me lo imagino —dije pretendiendo estar en shock.
—Fui un punk por un tiempo.
—Déjame adivinar —dije dándome vuelta y caminando hacia atrás para poder mirarlo—, eras un skater con un mohicano, puedes o no haber tenido una oreja perforada. Tus pantalones probablemente se caían un montón.

Me miró. 

—No era un skater, sólo era un chico que andaba en patineta frecuentemente.
—Es lo mismo. ¿Tengo razón en lo demás?
—Todavía tengo la cicatriz del aro.

Se detuvo y agachó la cabeza para que pudiera ver el minúsculo agujero en su oreja. Volteé la cabeza y me di cuenta de que tan cerca estaban nuestros labios y cuanto querían los míos unirse a los suyos. No. Labios malos.

Giré y volví a caminar.

—¿Puedo hacer lo mismo?
—Adelante. —Nunca lo haría bien.
—Veamos. Apuesto a que usabas medias de red negras, mucho delineador, te gustaba la poesía muy profunda y estudiabas francés.
—Lejos —dije, tosiendo. Ni siquiera estaba cerca.
—Lo sé. Sólo bromeaba. Apuesto a que hacías un poco de todo. Arte, quizás un deporte como tenis, y leías un montón y creo que la sociedad nacional de honor. Oh, y apuesto que bailabas. Te mueves como si hubieras bailado. ¿Como lo hice?

Mierda. Lo hizo perfecto.

—Acosador —dije caminando más rápido. No había forma de que pudiera haberlo hecho sin una buena investigación.
—Espera. Juro que no te acose. Te lo dije, soy observador. Piensa en mí como Sherlock Holmes, sólo que sin las malas habilidades sociales y el uso de cocaína.
—¿Holmes consumía cocaína?
—¿Si no como hacía para quedarse despierto toda la noche resolviendo crímenes?
—Cierto. —En un paso se puso a mi lado—. ¿Entonces no me acosaste?
—Puede que haya visto algunos de tus viejos estados de Facebook.—Me había olvidado de eso. Malditas redes sociales. Ya nadie era anónimo.

—Practiqué danza por algunos años, pero era muy caro así que tuve que parar. También me echaron.
—¿Te echaron de danza?
—Sí. Como que le dije a una chica que le arrancaría la garganta.
Empezó a reír, tirando la cabeza hacia atrás. 
—¿Por qué?

Suspiré. 

—Porque dijo que mi papá había estado engañando a mi mamá desde antes del divorcio, y mi mamá tenía algo de su lado también.
—¿Cuántos años tenías?
—Catorce. Sólo estaba repitiendo algo que su madre había dicho, pero suficientemente mayor para saber lo que decía.
—Dios, las chicas son perras.
—Dímelo a mí.
—Como sea, traté de arrancarle su mocosa cola de caballo platinada de la cabeza y eso fue todo. Me pidieron que me fuera y nunca volviera. Fue el fin de mi carrera como bailarina.
—Es una lástima. Todavía tienes los movimientos. —Me detuve y me sacudí un poco—. Siempre podrías tomar clases.
—Quizás lo haga.
—Deberías. Si te gustaba.
—Lo hacía
—Bueno, ahí tienes.

Rocio estudiaba en el sofá mientras Gaston estaba esparcido en la mesa del comedor con lo que parecía una adivinanza matemática. Gaston era locamente inteligente y estudiaba ingeniería mecánica y química. Rocio siempre bromeaba con que él conseguiría un elegante trabajo como un magnate petrolero y ella sería su enfermera trofeo. Todo lo que ella quería era trabajar en la unidad de cuidados intensivos neonatales, cuidando a los bebes.

—Oye, ¿se arreglaron? —dijo Rocio, sus ojos no dejaron el libro.
—Algo así —dije.
—Bien.
—Hola —dijo Gaston, saludando sin dejar de mirar la calculadora. Dos guisantes en una vaina.
—Vamos a salir esta noche y luego vamos a lo de Gaston, así que no estaremos para la cena.
—Entendido. Tampoco vamos a estar.
—Oh, ¿De verdad?
—Voy a llevar a Lali a una cita. —Peter sonrió como si se hubiera ganado la lotería.
—Bien. Le debes un millón de cenas. Espero que estés llevándola a un lugar lindo.
—Lo estoy.
—Ooh, dime, dime —dijo ella.
—¡De ninguna manera! Si yo no puedo saber, entonces tú tampoco —dije.

Pero Peter se inclinó y susurró en su oído.

—Muy lindo. Tienes buen gusto, amigo.
—Gracias. Ahora, si no les importa. Ambos tenemos tarea que hacer antes de dicha cita.
—Diviértanse —dijo Rocio, sus ojos volviendo al libro.

Peter hizo un bocadillo mientras yo reunía mi tarea. De alguna forma éramos capaces de funcionar y estudiar juntos sin distraernos. Al menos, la mayor parte del tiempo. Cada tanto, lo encontraba mirándome, o robaría un momento para mirarlo. Amaba mirarlo concentrarse. Su rostro era tan calmo y hermoso. No podía negar el poder de su sonrisa, pero amaba verlo estudiar.

Me instalé en la cama, apoyando las almohadas para prepararme para leer un montón de historia medieval, y luego tenía que revisar algunas notas sobre el subjuntivo en francés. Amordácenme. Iba a empezar con francés ya que era lo peor. No me malinterpreten, amaba el país, pero conjugar verbos no era una actividad de mi elección. 

Peter volvió con mis s’mores que no necesitaban fuego, que estaban hechos con Nutella, fluff y galletitas Graham. También tenía dos vacos de té helado. 

—Aquí tiene, señorita Esposito. Feliz estudio.
—Gracias, señor Lanzani. Igualmente. 

Nos retiramos a nuestras camas y nos pusimos a trabajar. Nuestros escritorios estaban tan apretados a nuestras camas que no podías sentarte cómodamente. Estudiar en la cama era mucho más preferible. 

El único sonido era el giro de una hoja, el raspado de una lapicera y nuestras respiraciones. Cada tanto, sentía la mirada de Peter en mí y me encontraría con esos ojos verdes intensos. Siempre era la primera en dejar de mirar.

Terminé con francés y empecé a leer sobre la vestimenta medieval. Era fascinante, pero no tan interesante como mirar a Peter estudiar su aburrido libro de economía. Yum.

—Estás mirando —dijo.
—No por mucho tiempo. Estoy admirando tu sexy cerebro.
—Adelante. No me importa, te lo hago lo suficiente.
—Sí, soy consciente —dije, rodando los ojos.
—Si no te gusta, pararé. Sólo di la palabra y pararé.
—No tienes que parar.
—Está bien —dijo.

Trabajamos un poco más, hasta que mis ojos estaban exhaustos. La falta de sueño de anoche no ayudaba a meter información en mi cerebro.

—Estoy lista —dije, cerrando mi libro.
—Yo también. Me gusta la economía, pero me gustas más tú.
—Eso espero.
—Puedes bañarte primero. Sé que tu cabello tarda más en secarse.
—Es cierto. —El suyo se secaba en cinco segundos. 

Agarré algunas ropas y me metí en la ducha, cantandoTaylor Swift tan alto como quería, sabiendo que Peter podía escucharme por la puerta.

Me afeité cuidadosamente, porque si íbamos a un lugar elegante, me iba a hacer usar un vestido. Limpié el espejo empañado y me miré desnuda, volteando de lado a lado. Yo. Nada especial, pero nada horrorosa tampoco. A Peter no parecía preocuparle, pero tampoco me había visto completa.

Lo más cercano a desnuda que había estado era una remera tubo y unos pantaloncillos cortos. Él nunca había visto mi estomago, y estaba casi segura que no sabía sobre el aro en mi ombligo. Me las había arreglado para mantener eso en secreto.

Me puse una bata y volví a nuestra habitación, secando mi cabello con una toalla.

—Cruel, esa bata es cruel —dijo, levantando la mirada del libro que había comprado con Euge en el último viaje al centro comercial.
—¿Por qué?
—Porque cubre todo.
—Exacto. Es lo que se supone que haga.

Sacudió la cabeza y agarró sus cosas para la ducha. Nunca se lo dije, pero a veces cuando no estaba, abría su gel de baño y lo olía, lo que era raro. Él nunca haría algo tan horripilante.
 
Mientras esperaba que volviera, retorcí mi pelo hacia arriba para que se secara mejor y se ondulara. Había visto un peinado torcido en internet que quería intentar. Peter volvió para encontrarme atascando clips en mi pelo.

—¿Qué haces? —Sólo tenía una toalla. Por supuesto. Se paró detrás de mí y alcanzó mi pelo.
—¿Qué estás haciendo? —Me alejé de sus entrometidas manos—. Me tomo diez minutos que quedara así.
—Déjalo suelto. Así luce mejor.
—Lo usaré como yo quiera.
—Está bien —dijo, dándose vuelta, pero se detuvo y dejó suelto un pequeño mechón de pelo para que enmarcara mi rostro—. Ahí. Perfecto.
 
Estudié el efecto en el espejo y suspiré. El resultado era hermoso, pero no era yo. Parecía como si me hubiera disfrazado de abogada para Halloween. Nunca iba a poder encontrar todos los clips.

—Está bien, tú ganas. Dame una mano. —Peter y yo pasamos los siguientes diez minutos revolviendo por mi cabello buscando todos los clips. Nuestras manos seguían encontrándose.
—¿Haces algún tratamiento especial para tu cabello?
—No ¿Por qué?

Sacó sus manos y dio un paso atrás. Todavía éramos cuidadosos alrededor del otro luego del estallido.

—Porque tienes un pelo increíble.
—Buenos genes, supongo. —Hacía un tratamiento con mayonesa cada tanto, pero sólo cuando sabía que él no iba a estar. No me importaba si me veía acomodando mi sostén, pero los tratamientos de belleza eran personales.
—Ahí. Creo que ese es el último —dije. Mi cabello cayó sobre mis hombros, lo esponjé y decidí que estaba bien.
—Eso es lo que me gusta ver. Natural. Voy a des-desnudarme, así que quizás quieras darte vuelta. A menos que quieras darme una mano…
—No, estoy bien. Voy a, um ¿cepillarme los dientes? —Sonó como una pregunta.
—Diviértete.
 
Terminé lavándome los dientes y volví cuando estaba segura de que Peter estaba vestido.

—Guau —dije. Usaba una camisa negra con caquis e incluso zapatos de vestir. ¿De dónde habían salido? Nunca los había visto.
—También tengo mis secretos, señorita Esposito.
—Se ve muy bien, señor Lanzani.
—El tuyo está esperando en tu cama.

Había elegido un vestido de coctel negro que compré en una venta por un antojo porque Euge me había dicho que todas las chicas necesitaban un pequeño vestido negro.

—Pensé que se vería bien en ti. No tienes que usarlo si no quieres.
—No, no. Me gusta. Sólo que nunca tuve un lugar para usarlo.
—Ahora lo tienes.
—Voy a prepararme —dije, y se fue.

Cerré la puerta antes de deslizarme en el vestido. Era seductor y se sentía corto en mis rodillas, pero era alto en la parte delantera. Me recordaba a Audrey Hepburn. Encontré un collar de cuentas negras y unos aros que le pedí prestados a Julieta y nunca devolví. Para cuando Peter llegó, me estaba poniendo rímel.

—No te pinches el ojo.
—Creo que puedo manejarlo.
—Está bien, está bien. —Me observó por un momento y salió, probablemente para darme un poco más de privacidad. Buen chico. Ya estaba lista cuando golpeó la puerta.
—¿Está lista, señorita Esposito?
—Sí lo estoy señor Lanzani. Ya puede escoltarme.

Abrió la puerta, y aunque ya me había visto, sus ojos igual saltaron.

—Hermosa.
—Gracias.
—¿De acuerdo? —Sostuvo su brazo. Lo tomé y nos fuimos.
—¿Dónde está Candela? —pregunté.
—Tenía que trabajar.
—Oh. No dijo adiós.

Peter se encogió de hombros. Huh.

Hizo todo lo que suponía que haría, abrir la puerta, y acompañarme, y esas cosas. La feminista en mí se resistió a la idea de que no podía abrir una puerta, pero era lindo no tener que hacer esas cosas por una noche. Dejar que Peter sacara mi silla por una noche no iba a retrasar el movimiento de la liberación de la mujer. O eso esperaba.

—Estás a cargo, Missy. Veo esa mirada en tu rostro.
—¿Qué mirada?
—No es un pecado dejarme abrir la puerta por ti. Sé que eres perfectamente capaz de hacerlo.
—¿Quién dijo que lo fuera?
—Está bien, entonces.

El restaurante, La casa pública de Broadway, era un edificio de ladrillos ubicado en el bajo Bangor, a unos minutos de la universidad. De alguna forma Peter encontró un sitio para estacionar su Pontiac Sunfire justo al lado del restaurante.

—Tengo suerte —dijo mientras abría la puerta por mí.

30 comentarios :

  1. +++++++++++++++++++++++++++++++++

    ResponderEliminar
  2. ++++++++++++++++++++++

    ResponderEliminar
  3. ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

    ResponderEliminar
  4. ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

    ResponderEliminar
  5. ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

    ResponderEliminar