Capitulo 36

Capitulo 36

¿De qué estaba hablando ella ahora?

—¿Estaría yendo hacia Red Rocks de casualidad?
—Así es, ahora ¿cómo sabes eso si ella no tiene un teléfono?
—Sólo adiviné.
—Bueno, tengo un secreto acerca de ella que apuesto que nunca adivinarías — se inclinó hacia delante otra vez. Peter se enfocó en el cuadro de terciopelo de gatitos en la pared, en lugar de fijarse en su escote llamativo, pero necesitaba escuchar lo que tenía que decir.
—Su nombre realmente no es Jill —susurró, luego hizo una pausa para hacer un efecto.
—¿De ninguna manera? —dijo Peter, igualando su tono tranquilo.
—Es Lali. Se ha estado escondiendo, pero ahora con la cosa de la lotería, tiene que usar su verdadero nombre otra vez.

Él se defendió con una sonrisa.


—Nunca hubiera adivinado eso.
Necesitaba prevenirla de que empezara otra vez a hablar. A este ritmo Roger vendría a buscarlo.
—Bueno, debería irme.  —Caminó hacia la puerta.
—¿Quieres ver su habitación?
Peter lentamente se volvió hacia ella, una enorme sonrisa en su rostro.
—Me gustaría mucho hacer eso. —Él vería donde había vivido, ver sus cosas y oler su presencia.

Ella tomó una llave y lo llevó afuera.

—Por cierto, Beatrice es mi nombre, pero mis amigos me llaman Bea. —Se puso demasiado cerca para la comodidad de Peter.

Sostuvo su aliento para evitar inhalar su odioso perfume. Le dio una mirada de dolor a Roger y le hizo señas con la mano. El gran hombre vaciló, pero se unió a ellos.

—Bea, me gustaría que conociera a un buen amigo mío. Este es Roger.
—Qué gran placer, dos apuestos hombres en un día. Tú debes ser su hermano mayor. —Le tendió su mano para que Roger la besara. Casi se ahogó, pero sacudió la mano de grandes uñas pintadas.
—Bea nos va a mostrar la habitación de Jill. Jill no está aquí en este momento. Está en camino hacia Colorado —dijo Peter a Roger.
—Fue a cambiar un boleto de lotería —intervino Bea.
Roger le dirigió una mirada confusa a Peter.
—Eso es correcto —sonrió Peter.

Ellos siguieron a Bea más allá de un puñado de habitaciones y se detuvieron en la habitación seis, donde insertó la llave. Bea se volvió hacia ellos.


—¿No me van a delatar? —Sus ojos se enfocaron en Roger —. No quiero meterme en problemas con DarLynn. Ella nunca me dejaría estar es este lugar otra vez y me encanta conocer a gente nueva.
—Ni una palabra —prometió Roger —. Será nuestro pequeño secreto. —Colocó una mano en el marco de la puerta y se acercó un poco a Bea.

El pulso se le aceleró mientras empujaba la puerta y entraba en la habitación de Lali. Así que aquí es donde ella había estado. Caminó a través de la pequeña habitación. Pasó los dedos sobre la colcha. Sobre la cómoda había un montón de libros. Los libros escolares. Cálculo, historia mundial, psicología. El orgullo llenaba su corazón. Lali siguió en la escuela. Sabía que ella era inteligente, pero vivir en este motel de mala muerte, ser mesera y todavía ir a la escuela lo había sorprendido.

Roger bloqueó la puerta, mientras Bea llevaba a cabo sus mejores movimientos. También en la cómoda había una sudadera. La tomó y la familiar esencia lo golpeó. Acercó la sudadera y se preguntó si la extrañaría. Abrió el primer cajón y encontró su ropa interior, junto con algunos sobres que parecían ser documentos legales. No se sentía cómodo al tocarlos, así que cerró el cajón y se sentó en la cama.

Su aliento se quedó atrapado en su garganta.

Una foto enmarcada en la mesilla de noche frente a la cama. Reconoció a una joven y despreocupada Lali, sus brazos extendidos sobre una chica más joven que sólo podía ser su hermana menor, Luz. Sus padres a cada lado de ellas. Eran una familia hermosa. El peso de todo por lo que había pasado Lali lo había golpeado con toda su fuerza.

Dios, él deseaba que ella estuviera aquí en este momento, pero ellos estarían juntos otra vez.

De mala gana puso la foto otra vez en su lugar. Abrió el primer cajón y encontró lapiceros, marcadores y lápices en la parte superior de un tablero de dibujo. Abrió la tapa y encontró un dibujo a lápiz de un niño pequeño. Pasó las páginas para descubrir docenas de dibujos de todo, desde la vida silvestre, el motel Twilight y niños pequeños.


Pero lo que hizo detenerlo fueron los dibujos de él mismo. Había sólo un par y estaban al frente de la almohadilla. ¿Ella había seguido adelante? ¿Ya no pensaba en él? Pensar en eso era estúpido. Ella estaba yendo a Red Rocks y los dibujos no revelaban sus sentimientos. Los devolvió a su lugar.

Peter cerró el cajón y vio a Bea pegada contra Roger.

—Así que luego fui a Nashville a cantar para este gran productor de música. Él dijo que le gustaba mi estilo, dijo que tenía un brío real, lo que sea que signifique. —Bea se agitó sus pestañas como un pavorreal.

Él no tenía corazón para ver sufrir a Roger por más tiempo. Un asalto de Bea tenía que ser peor que la gira de Roger en una tormenta del desierto.

—Roger —Peter interrumpió —. Me acabo de dar cuenta que vamos a perder nuestro vuelo si no salimos ahora. —Eficientemente los hizo apartarse —. Bea, ha sido un placer y no puedo agradecerte lo suficiente por toda tu ayuda.

Él se dirigió al coche y encendió el motor. Roger, literalmente saltó sobre el capó, se deslizó y se estrelló contra puerta. Bea revoloteaba detrás de Roger, sus palabras todavía volando. Peter retrocedió, aceleró y pretendió no notarlo.

Roger miró a Peter.

—Me debes una grande por eso.

Peter aulló de la risa y tocó la bocina mientras cruzaba fuera de la ciudad, un paso más cerca de Lali.

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