martes, 21 de mayo de 2013

Capitulo 5

Capitulo 5

Cuando volví de la ducha, Peter estaba en la cama, sin camiseta y sólo en bóxers, sentado con la espalda contra la pared, la guitarra en su regazo. Era una escena por la que la mayoría de las chicas se habría desmayado. Entre las habilidades para el baile y la guitarra, podría acumular muchos puntos en atractivo. Rasgó algunas cuerdas antes de darse cuenta que estaba en la habitación. Por una fracción de segundo, vi una mirada soñadora en su rostro. Rápidamente la escondió detrás de una sonrisa.

—Estás toda mojada.

No pasé por encima el doble sentido. Tiré mi ropa arruinada en el cesto y me torcí el cabello en la toalla para escurrir un poco de agua de él.

—No es el tipo de ropa de noche que me imaginaba, pero servirá.

Bajó la mirada hacia mi enorme camiseta y pantalones cortos. Había pensado dos veces en ponerme una camiseta sin mangas y pantalones de hombre, lo cual normalmente habría hecho, dada la temperatura. Me había dejado puesto el sujetador para que mis pezones no se marcaran a través del material tan fino de jersey.

—¿Eres uno de esos idiotas con una guitarra, o realmente puedes tocar? —Traté de mantener mis ojos en la guitarra y no en su pecho desnudo. Había otro tatuaje en su pectoral izquierdo. Un trébol de cuatro hojas.
—Sólo toco si eres un cliente que paga. Aunque aceptaría un trato en lugar de dinero.

¿Por qué siquiera pregunté? He estado tratando de romper el hielo,pero él no parecía querer hacerlo. Me fui  a mi armario y encontré una moneda de 25 centavos que le arrojé.

—Ya está. Ahora toca, chico músico. —Me senté en mi cama y lo enfrenté.
—¿Qué quieres?

Pensé en eso. Quería escoger una canción que de ninguna manera conocería. Solté algo de rock pesado o folk. Parecía ser uno de esos chicos a los que les gustaba Bob Dylan.

—C'est la Mort de The Civil Wars.
Me dirigió una mirada como si eso no fuese lo que esperaba.
—¿Qué? ¿No la conoces? ¿No está lo suficientemente a la moda para ti?

Alejó la mirada y la bajó hacia la guitarra. Rasgó algunas notas. Esperé.

Entonces la canción surgió de sus dedos, lentos e inquietantes. Me senté contra mis almohadas, perdiéndome en la música. Odiaba admitirlo; tocaba muy bien. No había recibido algunas lecciones la semana anterior. Había estado tocando por años. Terminó la canción con una reverencia y levantó la mirada hacia mí. Allí estaba de vuelta su mirada soñadora, y tardó más en sacarla.

—El canto se cobra aparte —dijo.
—Puedes bailar, puedes tocar la guitarra, Jesús, Peter ¿qué no puedes hacer?
—Soy muy bueno en varias cosas. Si quieres venir aquí, puedo mostrarte unas cuántas más —dijo, dejando la guitarra en el estuche. Mi garganta se secó de repente, y tuve que tragar. Sus comentarios habían sido diferentes cuando estábamos completamente vestidos y con un grupo de gente. En esta oscura y silenciosa habitación tomaban un significado más pesado, o al menos lo hacían para mí. Estaba haciendo demasiado de esto.

Me senté. Había algo acerca de estar acostada que me hacía sentir más vulnerable.

—No lamento haberte golpeado —dije por ninguna razón en particular. Mi mano todavía estaba hinchada y dolorida, y esperaba que su rostro le doliera por un largo tiempo.

—Sé que no lo haces. No lamento que lo hayas hecho, tampoco. La mayoría de las chicas me aburren. Tú, Lali, no me aburres.
—Gracias a Dios, puedo morir como una mujer feliz.
—No voy a hacer un movimiento contigo, si eso es lo que estás pensando. —Lo había estado haciendo pero no quería que él supiera eso—. Jamás me meto con las chicas que me gustan.
—Eso no tiene nada de sentido. —Espera, ¿yo le gustaba?
—Por supuesto que lo tiene. Todas las relaciones terminan eventualmente, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no terminarlas antes de que comiencen y ahorrarte el problema?
—Ese es un pensamiento bastante jodido, Peter. ¿Qué te hicieron tus padres? —En mi experiencia, los chicos como Peter generalmente tenían problemas de demasiado arraigamiento a mamá. Por eso no podían tener jamás relaciones estrechas con las mujeres.

—¿No te gustaría saber?

Me levanté y puse mi teléfono en el cargador, más que nada para poder dejar de hacer contacto visual con él. Normalmente, mi rutina nocturna implicaba ponerme los aparatos de dientes, untarme la cara con crema hidratante y ponerme un antifaz sobre los ojos, pero de ninguna manera en el infierno iba a dejar que Peter viera nada de eso.

Era demasiado íntimo, demasiado personal. Tal vez mañana la residencia estaría abierta para encontrarle otro lugar. Simplemente les diría que me sentía incómoda viviendo con Peter. Quería creer que tendría las pelotas para decirle que se fuera. Habría sido mucho más fácil si pudiéramos habernos hecho cargo de esto horas atrás. También si él no hubiera tocado esa estúpida canción. ¿Y yo por qué había elegido esa? Debería haber elegido algo estúpido como I Am the Walrus.

Apagó su lámpara, y nos quedamos sumidos en una oscuridad casi total. La única luz venía de la pequeña lámpara de mi armario que todavía no había apagado.

—Sólo para que lo sepas, hablo en sueños. —Se movió en su cama y tiró algo al suelo. Sólo podía ser una cosa—. Además, duermo desnudo.

Hice un sonido de disgusto. Definitivamente iba a dormir con mi sujetador puesto, a pesar de que tendría marcas incómodas por la mañana. Me subí a la cama y tiré del edredón hacia arriba. Yo era la que se sentía desnuda. Juré que podía sentir sus sábanas frotarse contra su piel. Maldita sea, debería haberme conseguido unos tapones para los oídos.


No iba a dormir en absoluto.

Yo también hablaba en sueños pero no iba a decirle eso.

—Bueno, buenas noches. Siéntete libre de soñar conmigo desnudo y grita todo lo que quieras. Dormiré a través de eso.

Deseé tener una almohada, o tal vez algo más pesado, para arrojárselo. En lugar de eso me metí en la cama, agarrando mis aparatos en silencio y poniéndomelos, escondiendo el estuche debajo de las mantas. Quería fingir que no me importaba una mierda lo que pensaba de mí, pero honestamente, lo hacía.

Se sentía grosero no desearle buenas noches, así que lo hice. Recibí un murmullo como respuesta. Me acosté de espaldas y miré el techo. Incluso con el cubrecolchón de espuma viscoelástica la cama del dormitorio era tan cómoda como un saco de heno.

Peter respiraba tranquilamente, pero su perturbación en la habitación era inconfundible. No sabía por qué, pero los chicos respiraban diferente que las chicas. Más profundo, de alguna manera. Oía cada vez que cambiaba de posición o se movía o se retorcía, siquiera. Supe el momento exacto en que estuvo dormido cuando su respiración se volvió lenta y dejó de moverse tanto. Intenté cerrar los ojos, pero no funcionó.

Agarré mi reproductor de mp3 y lo puse en aleatorio. Tenía montones de canciones rápidas allí, así que tuve que seguir salteando cosas. Generalmente, el alcohol me daba más sueño, pero la gaseosa había sido una mala idea. Era demasiado tarde para tomar mi medicación para dormir, así que estaba atrapada. Sólo tenía dos clases al día siguiente, y no comenzaban hasta las once. Esperaba que Candela y Rocio no hicieran demasiado ruido por la mañana. Esperaba que Peter no hiciera demasiado ruido por la mañana.

Apreté repetir cuando llegó C'est la Mort y finalmente me desvanecí.

***

—¡Lali, Lali!

Una mano agarró mi hombro, sacudiéndolo.


—¿Qué demonios? —dije, agitándome contra el agarre, intentando que me soltara—. ¡No me toques! —Batí los brazos en el aire e hice contacto con algo cálido y carnoso. Un torso.
—¡Jesucristo, detente!

Finalmente abrí los ojos y evalué la situación. Estaba en la cama, y había un chico sin camiseta sosteniendo mi brazo. Me congelé y me soltó.

—¿Qué estás haciendo? —le espeté, pero me salió arrastrando las palabras por los aparatos. Escupí en mi mano.
—Estabas gritando en sueños y enloqueciendo. Me despertó. — Mierda. Generalmente cuando tomaba la medicación para dormir, no tenía terror nocturno, pero no había podido tomarlas anoche. Genial, simplemente genial.
—Lo siento. Vuelve a la cama. Estoy bien.
—¿Necesitas, uh, algo?

Se paró allí, como si no supiera qué decir. Mis ojos bajaron a su pecho y vi que tenía una toalla alrededor de su cintura. Al menos eso cubría todo lo que necesitaba cubrir.

—No, estoy bien. Buenas noches. —Me di la vuelta, esperando que eso fuera el final de todo. Suspiró y lo escuché arrastrarse de vuelta a la cama.
—Buenas noches —dijo, y se dio la vuelta también.

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