Capitulo 33

Capitulo 33

Seis meses después.

—Buenos días Jerrold. —Lali sirvió café para el tipo más antiguo de caballero que se había convertido en su confidente más cercano, incluso más cercano que DarLynn.

—Buen día, Jill. —Jerrold conocía su verdadera identidad, no como el resto del pueblo. Él mantuvo su conocimiento en privado, en virtud del privilegio de cliente de un abogado. La llamaba por el nombre impreso en la tarjeta de identificación de plástico clavada en su uniforme de mesera.

Poco después que ella comenzara en el Fork in the Road, Jerrold se convirtió en uno de sus clientes habituales. Cinco mañanas a la semana venía a por café, huevos batidos, pan tostado y medio pomelo. De inmediato se cayeron bien. Jerrold se retiró dos años atrás. Su esposa todavía trabajaba en el turno de la mañana en el hospital local. Se levantó temprano para trabajar durante los pasados cuarenta y cinco años, venía para desayunar cada día. Siempre se sentaba en la sección de Lali.

—¿Cogió algún pescado ayer? —Lali sabía que Jerrold luchaba con la jubilación. Él trataba arduamente de mantener sus días completos con la pesca, y divagando en torno a su taller, pero su corazón permanecía con su práctica de la abogacía. Pasó su carrera trabajando como abogado para los Servicios Familiares.

Cuando ella se enteró de su formación jurídica, Lali temió que pudiera ver a través de su fachada y la enviaría de regreso a Wisconsin. En su lugar, se convirtió en su ángel de la misericordia, guiándola a través del desorden de sobrevivir como una adolescente fuera de control.

—Sí, capturé un par, pero los devolví. —Tamborileó sus dedos en el mostrador como si estuviera impaciente—. Pasé toda la tarde leyendo. —Su cabeza se inclinó hacia un lado y una sonrisa iluminó su rostro.

Lali puso la cafetera en el calentador detrás de ella, luego se giró hacia Jerrold.

—¿Algo bueno? Todo lo que llego a leer son libros de texto.

—Oh, es muy bueno. Es algo que llegó por correo de Wisconsin ayer. —Dio unas palmaditas en su bolsillo, donde un sobre blanco sobresalía. Sonrió.

—¿Es esa mi carta? —Tenía su completa atención—. No se atreva a burlarse de mí. ¿Hizo mi pase de apelación? —Extendió la mano para arrebatarle el sobre, pero Jerrold bloqueó su movimiento—. No tengo miedo de saltar sobre el mostrador y quitársela. —Ella retorció la toalla que colgaba de su delantal, impaciente.

Jerrold tomó un sorbo lento de café. Sus ojos se precipitaban sobre todo en el local, excepto en Lali. Ella dio una palmada sobre el mostrador frente a él.

—Escuche aquí, hombre viejo. Acaba con eso. ¿Soy libre? No puedes retener información de mí. Soy tu cliente. —Los nervios revoloteaban a través de su estómago. Su futuro dependía de ese sobre—. ¡Suéltalo!

En lo que parecía a cámara lenta, quitó el sobre de su bolsillo, metódicamente sacó los papeles, luego se palpó los bolsillos.

—¿Dónde puse mis anteojos de leer? —Su estancamiento la atormentaba.

—Están sobre su cabeza. —Lali señaló en palabras cortas, impacientes.

—Ah sí, entonces ahí están. —Se quitó los anteojos de su cabeza, se los puso y comenzó a escanear el documento línea por línea—. Hmm. Mmmm. Sí, se ve bien.

—Oh por amor de Dios, llega al punto. —Lali quería estrangular al hombre—. Dame los malditos papeles. —Se los arrebató de sus manos y leyó. Sus manos temblaban mientras escaneaba las páginas buscando las palabras mágicas que le darían la libertad.

Luego las vio.

Mariana Elizabeth Esposito está al corriente de su emancipación e independencia concedida por el Estado de Wisconsin.

Todo había terminado. Ya no era una fugitiva, ni estaba bajo la tutela del estado. Jerrold había guiado el proceso de presentar los documentos de emancipación de un menor. Ahora ella podría tomar sus propias decisiones, y ya no necesitaba de un padre o tutor para decidir su futuro. No más Tía Tina, no más miedo de hogares grupales o cualquier otra cosa.

Mejor que eso, podía empezar la universidad en otoño. Durante los últimos seis meses Lali había trabajado en las sombras para conseguir su Diploma de Educación, haciendo los exámenes y aplicando para las escuelas de diseño gráfico. Había sido aceptada en la escuela de Boston. Por primera vez en mucho tiempo, ella sentía su mundo ponerse en su lugar.

Miró a Jerrold.

—¿Ya está hecho?

—Sí. —Él asintió—. Está hecho.

—¡Woo hoo! —Arrojó las páginas al aire.

Penny, dueña de Fork in the Road, se asomó por la esquina.

—Jill, ¿acerca de qué es todo ese ruido?

Lali corrió a su lado y abrazó a la mujer regordeta y aplastó un beso en su mejilla.

—Penny, acabo de recibir la mejor noticia de mi vida.

—¿Ganaste la lotería alemana? —preguntó Penny.

—Mejor que eso. Soy libre.

Los ojos de Penny se movieron hacia Jerrold, asintió con la cabeza a algunas palabras no dichas y las dos personas mayores sonrieron. Aparentemente Jerrold no había mantenido su situación completamente confidencial después de todo.

♫ ♪♫

Después de que su turno terminara, Lali volvió al motel con una caja de pasteles bajo el brazo. Casi flotaba bajando la calle, pensando en su nueva independencia recién descubierta. Ahora era libre para empezar la universidad en otoño. No podía esperar para estar allí. Era el sueño de su vida. Entre todo el dinero que había ahorrado desde el aterrizaje en Pebble Creek y el paquete de ayuda financiera para el que Jerrold dijo que estaba cualificada, no había más obstáculos puestos en su camino. Podía hacer lo que quisiera. Infierno, incluso podría obtener su licencia de conducir.

Entró a la oficina y gritó a los muchachos. Sus dulces cabecitas aparecieron alrededor del mostrador.

—Miren lo que tengo. —Abrió la caja para revelar cinco deliciosos pastelillos.

—¿Son todos para nosotros? —Sus adorables rostros calentaron su corazón.

—Claro que lo son. Uno para cada uno. —Sonrió a sus amiguitos.

—¿Para mamá también? —preguntó Jimmy Jr.

—Absolutamente, ¿tú quieres elegir uno para ella? —Sostuvo la caja hasta que él, cuidadosamente, seleccionó un pastel rosado con una flor arriba.

—Buena elección. —Lali le revolvió el pelo.

—Hey mamá, mira lo que nos compró Jill. —Damien corrió alrededor del mostrador de la entrada de la vivienda donde DarLynn recogía la colada.

Después de una mirada a Lali, DarLynn se mordió el labio. Llevaba una extraña expresión en su rostro.

—¿Algo va mal? —Lali puso la caja de pastelillos en la mesa.

DarLynn examinó a Lali como si nunca la hubiera visto antes.

—Jill, ¿dónde viviste antes de venir aquí?

—¿Porqué preguntas? —evadió la pregunta, a pesar que ya no necesitaba ocultar su pasado, gracias a Jerrold. Lali no podía imaginar por qué, después de todos esos meses, DarLynn preguntaba sobre su pasado. DarLynn había aceptado a Lali por su valor nominal y habían sido grandes amigas.

—Tú sabes cómo me gusta ver todos los programas de entretenimiento.

DarLynn sacó una pequeña sudadera de la cesta de la ropa y trató de enderezarla.

—Bueno, hoy hubo una entrevista especial con ese grupo de rock, Lanzani.

Lali, se detuvo en seco. Había tratado de no pensar demasiado en Peter. Era difícil, porque muchas veces había encontrado a Lanzani en las revistas a las que DarLynn estaba suscripta. Peter era su amor secreto: nunca lo olvidaría. Cada vez que estaba asustada o sola, se permitía detenerse en cada momento que compartieron y disfrutaron en su mágico tiempo. A veces se dejaba llevar y soñaba que aún estaban juntos planificando su futuro.

Pero esos pensamientos no la ayudarían a seguir con su vida. Peter estaba mejor en lo más recóndito de su mente.

—Oh. —Dejó los pasteles en la mesa. Quería oír lo que tenía DarLynn para decir, pero también quería mantener sus recuerdos de Peter en privado. Lali enfrentó a su amiga, cuyos ojos la escrutaban.

—Sí, fue muy interesante. Sacaron un nuevo álbum. Están haciendo una gira de conciertos, pero es diferente a todo lo que han hecho antes. —La voz de

DarLynn sonaba tensa, como si algo más ocupara su mente.

—Eso es lindo, ¿qué están haciendo? —Lali trató que no le importara.

Aprender mucho de la vida de Peter sólo le haría sufrir por él de nuevo. Se esforzó en alejar todas las pérdidas en su vida y seguir adelante.

—Están buscando a una chica. —DarLynn torció la minúscula camiseta.

Una punzada de dolor golpeó a Lali en corazón.

—Oh, ¿para qué? ¿Su próximo video?

Miró por la ventana y odió la idea de alguna chica extraña en un video con Peter.

—No, en realidad se trata de una chica con la que uno de los hermanos solía salir.

La cabeza de Lali daba vueltas. Los ojos de DarLynn centellearon. La boca de Lali se secó. No sabía qué decir, así que volvió su atención a los árboles de afuera.

—De hecho, mostraron un par de fotos de ella. —DarLynn se acercó un poco más.

Lali giró la mirada hacia la televisión apagada. Su corazón se sentía pesado, mientras contraatacaba las emociones. Parte de su preocupación era por el descubrimiento, pero de nuevo, ¿porqué querría Peter encontrarla? Ella era insignificante en el mundo de una banda de rock. Esto debe ser una promoción para vender más CDs. Dolía la esperanza incluso.

—Lo había grabado y sólo recién tuve la oportunidad de verlo.

DarLynn agarró el control y encendió la televisión.

Un par de clic más y DarLynn encontró el programa.

Peter aparecía congelado en la pantalla, donde DarLynn había pausado el programa. Pulsó avanzar y la voz de Peter llenó la habitación. La visión de él tiró de su corazón. Todavía llevaba el colgante que ella le dio.

Había olvidado lo guapo que era. Explicó que él y sus hermanos dedicaban esta gira a encontrar a una chica de quien se había enamorado y había perdido.

Se acercó a la televisión, sin darse cuenta de nada a su alrededor. Se arrodilló delante de la pantalla y miró a Peter explicando sus inútiles esfuerzos para encontrar a esta chica. Una foto de Lali y Peter sentados en la roca gigante de Parfrey’s Glen brilló en la pantalla. Contuvo la respiración. Allí estaban sentados, jóvenes e inocentes con anhelo en sus ojos. Recordó claramente ese momento. Tuvo lugar cuando Peter casi la besa, pero Agus los interrumpió. Sonrió ante el recuerdo, se estiró y tocó la pantalla con los dedos.

DarLynn pausó la imagen de Lali y Peter, sus expresiones de ensueño enfocadas en el otro. Lali recordaba cada esencia de Peter; la forma en que su cabello pesaba sobre la frente, la profundidad del color de sus ojos, y la inclinación de su boca. Perdida en sus pensamientos, pasaron unos momentos antes de que las palabras de DarLynn la trajeran de vuelta a la realidad.

—Él dice que el nombre de la chica es Lali. —La bondad brillaba en los ojos de DarLynn—. Esa chica en la foto eres tú.

El velo de secreto se levantó. Lali asintió hacia DarLynn mientras lágrimas brotaban de sus ojos.

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