martes, 14 de mayo de 2013

Capitulo 13

Capitulo 13

Entrar en la sombría casa de campo se sentía como caminar dentro de una prisión. Lali trabajaba mucho para evitar confrontaciones con la Tía Tina. La mujer tenía un sentido retorcido de lo correcto e incorrecto. Lali no podía entender de donde venía ese pensamiento. Gracias a Dios por Peter y su nuevo teléfono. Le envío mensajes de textos durante todo el día y en el autobús devuelta a casa; hizo este horrible día tolerable. Su humor le dio coraje para enfrentar a la Tía Tina. Lali echó una ojeada a la asquerosa sala de estar, vacía excepto por el

desorden de latas de cerveza y viejas copias de Enquirer de la tía. Tan tranquila como era posible anduvo en la cocina, luego se asustó.

La tía Tina cerró la nevera y abrió una cerveza cuando descubrió a Lali. Su pelo gris rizado sobresalió alrededor de su arrugada cara.

—Bueno, bueno, bueno. La pequeña criminal muestra su cara.

Lali fijó su mirada en el suelo esperando prevenir una lucha, entonces, se escabulló a la escalera. La mejor solución era desaparecer en su cuarto.

—¿Adónde crees que vas? Regresa aquí. Tu director cree que tenemos que tener una conversación. —Ella se cruzó de brazos a través de su camisa hippie descolorida.

Lali bajó su mochila escolar al suelo y volvió a la entrada de la cocina.

—Entonces ¿qué tienes que decir en tu defensa? —preguntó la tía Tina con la voz de bruja mala.

Lali reconoció la pregunta tramposa cuando la oyó. No importaba lo que dijera, no cambiaría la temperatura del agua caliente en la que estaba.

—Habla, no juegues a tu juego tímido conmigo, te conozco mejor que eso. —La tía Tina se apoyó contra el mostrador, que estaba desordenado con patatas fritas encogidas de varios días, filas de platos con kétchup seco y pilas de correo basura, folletos y facturas sin pagar.
—Lo siento.

¿Qué más podría decir? Si tuviera el dinero, no hubiera necesitado robar. Sus padres le habrían dado una concesión, o al menos dejarla conseguir un trabajo y ganar su propio dinero.

—¿Lo siento? ¿Realmente crees que puedes salir de esto con un simple lo siento? ¡Jáh! —ella escupió—. Aquel director arrogante se atrevió a sacarme de mi trabajo para predicar sobre el valor de la integridad y la disciplina. Parece que él cree que no he sido lo bastante firme contigo. —Ella miró resentidamente a Lali.

Lali estaba de pie en silencio, esperando que la tormenta la golpeara con toda la fuerza.

—Entonces, ¿qué es lo que vamos hacer sobre esto? —La tía Tina tomó un sorbo de su cerveza; el olor quedó impregnado en el aire—. Tu robo muestra una necesidad de atención. ¿Qué era tan importante que necesitabas diecisiete dólares?

Su tía la observó como un gato a punto de echarse encima de un diminuto ratón. Lali no podía decirle nada sobre el CD de los Lanzani, ella se lo llevaría o lo arruinaría. De todas maneras, el CD le pertenecía a ella, sin importar como lo consiguió. ¿Qué podía decir? Su mente se lanzó por algo, cualquier cosa para explicarlo.

—Compré un perfume —soltó—. En la droguería. —Con suerte esto la apaciguaría.
Los ojos de la tía Tina se estrecharon.
—¿Perfume, para qué?
—Sólo quería oler bien. Siempre huelo como humo.

Oops.

—¿Es así? —El labio de la tía Tina se rizó en repugnancia—. ¿Estás diciendo que apesta aquí?

Lali observó a su tía mirar detenidamente alrededor de la cocina como si lo viera por primera vez. Pilas de ropa sucia apestando en la esquina, bolsas desbordadas por latas de cerveza derramadas en el suelo y la mesa de la cocina bajo el peso de más chatarra y desorden.

—Bien, no podemos tener a su alteza real descontenta. Te diré qué. Ya que estás tan disgustada por el modo que hueles, este es el momento perfecto para que limpies este lugar. —Una sonrisa cruel apareció en su cara.
—Pero tengo tarea. —Se necesitarían horas, tal vez días para limpiar este desastre. Además ella quería regresar con Peter.
—Puedes comenzar con la cocina hoy y tendremos que trabajar tu recorrido por cada día. Vas a oler fresca y limpia como limón cuando este hecho.
—Pero... —Lali interrumpió.
—Um, um, um. —Su tía la señaló con un dedo manchado de tabaco. Su voz mostraba inocencia, pero la oscuridad amenazaba bajo la superficie—. No estás en una posición para discutir. No quiero nunca oír la voz de tu director otra vez. Tienes mucho trabajo para hacer aquí. —Ella se inclinó su cerveza y la vertió en el suelo de la cocina—. Esto es un verdadero lío. —La Tía Tina se mofó cuando ella salió de la cocina dejando al resto de su cerveza gotear en todas partes de la casa donde iba.

♫ ♪♫

Unas horas más tarde, Lali planeaba los cincuenta modos de cómo torturaría a su tía. Una manera era torcer el cuello de la mala mujer, pero nunca podría ponerse tan cerca de ella. Veneno para ratas en su cerveza sería agradable, o tal vez la golpearía en la cabeza con una botella de Bourbon.

A pesar de su cólera, Lali se zambulló en su castigo con fervor, comenzando con la montaña de platos sucios y utensilios. Esto tomó siglos, ya que la comida seca se cementó a la superficie de cada artículo. Mientras los platos se remojaban, ella tiró las bolsas medio vacías de donuts añejos, bolsas de comida rápida y docenas de otros artículos de comida restantes. Ella limpió la mesa manchada y devolvió los artículos de cocina a su lugar. Lali miró el montón de ropa sucia. ¿Qué hizo su tía? ¿Desnudarse en la cocina? Ella los llevó al lavadero, luego arrastró gran cantidad de basura al quemador detrás de la casa.

El cuarto comenzó a parecerse a una cocina normal, excepto que la mesa todavía se desbordaba por Dios sabe qué. Le sorprendió a Lali el orgullo que sintió limpiando la pocilga de cerdo. Ella arrastró el recipiente de basura a la mesa y tomó un asiento. Lali comenzó a clasificar las pilas. Tiró periódicos y correo basura, descubrió más platos sucios y tazas de café así como una rebanada de pan con un hongo en crecimiento para alguien lo bastante valiente como para tocarlo. Ella tiró el pan en la bolsa de basura con un periódico.

Apiló cuentas y correo sin abrir en un montón creciente, entonces agarró otro sobre vacío. Cuando lo lanzó en la basura, algo atrapó su atención. Ella hizo una pausa, y observó la letra familiar en el sobre. Su corazón corrió cuando lo alcanzó y lo recuperó.

Lali Esposito.

Su nombre estaba impreso en el sobre con la ordenada caligrafía de su padre. Él la escribió. La respiración de Lali aguantada en su garganta. Él no la había olvidado. Miró dentro, pero el sobre estaba vacío. Ella exploró la mesa sucia en busca de la carta, entonces volvió al sobre. El sello postal decía 16 de mayo, Atlanta, Georgia.

¿Atlanta? ¿Por qué estaba él en Atlanta? Los pensamientos corrieron por su mente. ¿Tenía un nuevo trabajo allí? ¿Vivía allí? ¿Iba a venir a buscarla pronto?

Lali puso el preciado sobre a un lado y se volvió a la montaña de basura en la mesa frente a ella. Ella revisó, tirando cosas raras al suelo, alborotando el nuevo desastre que ella había creado. ¿Dónde estaba la carta? Su urgencia creció mientras sus dedos tocaban cosa tras cosa.

Escondida bajo un plato de pizza fosilizado, Lali descubrió otro sobre. Éste contenía una carta. Su corazón se elevó cuando ella sacó la única hoja y leyó:
Querida Lali 

Espero que esta carta te encuentre feliz en Rockville, disfrutando los días despreocupados de escuela secundaria. Siento no estar allí para ti, pero la pérdida de tu madre y Luz me ha enviado a un doloroso lugar del que no sé cómo escaparme. 

Los meses pasados he conducido los caminos vecinales del sur, tratando de encontrarme y entender todo lo que ha pasado. Un día teníamos todo esto y el siguiente no estaba. Nadie alguna vez me enseñó cómo sobrevivir a tal pérdida. Una parte de mí desea verte otra vez, pero la otra parte sabe que cada vez que te mire, veré a tu madre mirando. Esto rompe mi corazón. Por favor perdona a tu viejo su debilidad. 

Aquí hay unos dólares, sal con tus amigos y ve una película o compra algo agradable. Dios sabe que mereces lo mejor. 

Papá
Lágrimas rodaron por sus mejillas. Recorrió la firma con su dedo. Tocar la tinta era lo más cercano que podría estar de él. ¿Ya no la quería? Lali recogió el sobre y le dio vuelta. El sello postal descolorido decía Tatum, Nuevo México, 29 de junio. ¿Dónde estaba esto? Nunca se había dirigido a tal lugar. Él la había
abandonado con la Tía Tina. ¿Cómo podía hacerle esto cuando más lo necesitaba?

Borró las lágrimas con su manga. El llanto no iba ayudarla en nada. Volvió al lío restante en la mesa en busca de más correspondencia, pero no descubrió nada.

Su corazón se sintió vacío y sólo cuando se sentó con dos sobres y una carta triste. La soledad la rodeó.

El teléfono vibró en su bolsillo trasero forzando sus pensamientos al presente. Peter. Una pequeña sonrisa encendió su cara. Alcanzó el teléfono y leyó el texto.
  
El concierto terminó, ¿puedes hablar?
 
Ella respondió, sus dedos todavía hurgaban sobre los botones de su nuevo juguete.
  
No, pronto. Te llamaré.
 
Devolvió el teléfono a la seguridad de su bolsillo. Antes de hablar con Peter, había algo que tenía que hacer.

Lali entró en la sala de estar, munición en mano. Las cosas estaban a punto de cambiar. Su tía tenía algunas preguntas que contestar y Lali rechazaba seguir siendo intimidada. La tía Tina roncaba ligeramente en su silla. Ninguna gran sorpresa allí. QVC zumbaba en el fondo. ¿Cómo se despertaba a un monstruo durmiente?

Lali apagó la TV y prendió una luz, iluminando el áspero cuarto. Su tía murmuró.

—¿Qué? ¿Quién está allí?
Lali esperó, paciente. La tía Tina se quitó el sueño y se sentó derecha, sus ojos estrechas hendijas de sospecha.
—¿Cuál es tu problema ahora? ¿Tienes la cocina limpia?
—¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Decirte qué?
—¿Sobre esto? —Sostuvo la carta, bastante lejos para que su tía pudiera verlo, pero no tomarlo. La mujer nunca tocaría la carta de Lali otra vez.

El reconocimiento cruzó a través del rostro de su tía, su postura se tensó una fracción de segundo, y luego pasó.

—Ah eso. —Agitó su mano a la carta, entonces alcanzó una cajetilla de cigarros.
—Esta carta me pertenece. ¿Por qué no me la diste?
—Supongo que lo olvidé. —Ella colocó un cigarrillo en su boca y lo encendió.
—¿Dónde está la otra carta? ¿Y dónde está el dinero que envió? —Lali la fulminó con la mirada, complaciente de luchar contra esto hasta el final. La tía Tina la mantenía lejos de su papá.

—Primero que todo, esta es mi casa, no tuya. Todo en ella pertenece a mí y yo hago lo que quiero con ello. —Tomó una larga calada del cigarrillo—. En segundo lugar, tu padre me debe mucho más que el ínfimo dinero que él añade a sus cartas. Cincuenta dólares una vez al mes no hacen que comience a pagarte por tus almuerzos sin mencionar todas las otras que necesitas. —Hizo volar el humo en el aire entre ellas.
—¡Una vez al mes! ¿Él ha escrito cada mes? —Lali no podría creerlo. Le había echado de menos y aquí él había estado escribiendo con regularidad—. ¿Dónde están las cartas? Me pertenecen. Las quiero. ¡Ahora! —Caminó más cerca, sus manos en sus caderas en un intento de parecer amenazadora.

—Se han ido. Quemadas atrás —contestó imperturbable—. Deberías agradecérmelo también. Todo lo que él hizo era decir tonterías de cuan triste es. Confía en mí, no necesitas sus divagaciones. Cuando llegaste aquí, eras un ratoncito tímido con miedo de tu propia sombra. ¡Mírate ahora! No sólo te defiendes, hurtas en tiendas. —Ella tiró la ceniza de su cigarrillo en un desbordado cenicero—. Te está saliendo el coraje. Es lo suficiente para hacer a tu tía orgullosa, pero no puedo aplaudirte. Esto no va a pasar.
—No robé en una tienda —declaró ella, con dientes apretados.
—Sí, lo que sea. Robaste dinero en efectivo, eso es todo lo que importa.
—Y si yo tuviera el dinero que mi papá envió, nunca tendría que haberme rebajado a ese nivel. —Su cólera tan intensa, sabía como a píldora amarga.
 —Nunca digas nunca. Te sorprendería como eso puede venir a cazarte —la tía Tina dijo.
—No sabes nada sobre mí, no finjas hacerlo. La próxima vez que mi padre escriba, espero conseguir la carta. Sin abrir. —Su furia rabió dentro. Dios odiaba a esta mujer.
—Deberías aprender a cerrar tu boca, o lo haré por ti. Ah, y yo no esperaría algo pronto. Él no ha escrito en unos meses. Probablemente siguió adelante y se olvidó de ti. Sólo somos tu y yo ahora, dos guisantes en una vaina. —Unpequeño insecto avanzó lentamente a través del brazo de su silla. Ella agarró un periódico cercano y lo aplastó.

Lali quiso extender la mano y abofetearla, pero sabía que nunca podría. Con la carencia de una buena salida giró en sus talones y salió fuertemente por las escaleras. Ella necesitaba intimidad, lejos de esta horrible mujer que parecía disfrutar de su dolor. Además Peter esperaba su llamada. Hablar con él la distraería al instante de sus problemas y la traición de su tía. Ella cerró de golpe su puerta para dar efecto.

+5

1 comentario :

  1. o por dios pobre de lali enterarse de todo eso y no poder hacer nada saber que no tenia necesidada de agarrar ese dinero por que tenia mas

    ResponderEliminar