domingo, 26 de mayo de 2013

Capitulo 15

Capitulo 15

Sacamos los vasos de plástico rojo y todos trajeron el alcohol que tenían. Peter encontró algo de ron especiado en alguna parte y me hizo un ron con Coca Cola. El alcohol fluyó y todos contaron historias y rieron.
 
—¡Jueves sediento! —gritó alguien y luego uno detrás de otro, y todos fuimos obligados a beber. Esperé que nadie llamara a ningún Asistente de la Residencia para que venga a chequear las identificaciones.
 
Estaríamos definitivamente jodidos.
 
En un momento Peter sacó su guitarra y comenzó a tocar.
 
—¡Free Bird! —gritó alguien. Peter rodó los ojos y la tocó, y todos cantamos. Entonces alguien gritó otra canción, luego otra. Convertimos nuestra noche de pizza en un improvisado canto a coro. Me uní y atrapé a Peter mirándome. Él tocaba, pero no cantaba. Terminamos con una interpretación conmovedora de Billie Jean.
 
Todos se arrastraron de vuelta hacia sus habitaciones luego de deshacerse de sus platos y vasos y servilletas. Todos accedimos hacerlo de vuelta el siguiente jueves, y todo el mundo comenzó a votar por noche de tacos. Estaba bien con eso, siempre y cuando pudiera hacer el mío en un recipiente aparte.

Dev y Sean querían que Peter fuera a jugar videojuegos, pero se negó. Rocio dijo que tenía que ir a la biblioteca, y yo decidí ir con ella.
 
Tenía un artículo que escribir para la clase de Historia Medieval que iba a requerir mucha concentración. Me había acostumbrado a escaparme a la biblioteca frecuentemente. Tratar de hacer la tarea con Peter alrededor era muy molesto.
 
Comenzó a lloviznar cuando salimos, así que para cuando llegamos allí, estábamos ambas empapadas e irritadas. Por suerte nuestros bolsos eran a prueba de agua, así que nuestros libros y mi portátil no se habían dañado.
 
Rocio se puso a trabajar de inmediato, sacando uno de sus libros de anatomía—el tipo con imágenes gráficas de asquerosas enfermedades. Diug. Abrí mí portátil e intenté resistirme a la urgencia de apretar el ícono de internet. Abrí un documento en blanco de Word y saqué la investigación que había hecho el otro día. Ugh, esto iba a ser horrible.
 
Dos horas más tarde, tenía diez páginas, dolor de muñecas y ardor en los ojos. Rocio había conseguido leer veinticinco páginas, lo cual era mucho considerando que la impresión era absolutamente microscópica y tuvo que tomar muchas notas. Ambas nos estiramos y parpadeamos varias veces para asegurarnos de que los ojos todavía nos funcionaban.
 
—Estoy vencida. ¿Estás lista? —dijo Rocio, volviendo a poner su libro en su bolso mientras yo recogía mi portátil.—Me pregunto qué habrá tramado Peter mientras estuvimos fuera.
—¿Quién sabe? Realmente me pregunto qué hace cuando no estamos alrededor.
—Probablemente se masturba. Realmente no puede hacerlo cuando estás durmiendo en la misma habitación que él.
—Oh, Dios, ni siquiera quiero pensar en eso.
—Sabes que lo hace —dijo Rocio, empujando la puerta de la biblioteca para abrirla. Estaba completamente oscuro, las lámparas de seguridad completamente iluminadas.
—En serio, en serio no quiero saberlo. —Sí, sabía que los chicos tenían que hacer eso, pero no significaba que quisiera pensar en eso, especialmente en Peter haciendo eso.
—Oh, madura —dijo Rocio, empujando mi hombro. Cambié detema y hablamos de eso por la horrible colina y hasta las escaleras.

Todavía intentaba sacarme de la cabeza la imagen de Peter masturbándose cuando entramos al departamento.
 
—¿Qué es eso? —dijo Rocio, olfateando el aire. Olía como si alguien hubiera prendido un millón de velas con esencia de chocolate.
—Sorpresa —dijo Peter, apuntando a un pastel de aspecto absolutamente precioso, con glaseado de mantequilla de maní y chocolate cayendo por los costados.
—¿Tú hiciste eso? —Parecía profesional, como si hubiera salido y la hubiera comprado.
—Lo hice. —Si no hubiera visto las demostraciones de sus habilidades culinarias antes, pensaría que estaba siendo totalmente ridículo.
—¿Por qué?
—Sólo porque sí —dijo, encogiéndose de hombros. Su rostro lucía serio, y podía darme cuenta que algo estaba en su mente.
—No confío en ti —dije, contemplando el pastel.
Rió entre dientes. 
—No deberías.
—¿Podemos comerla ahora? —dijo Rocio, dando golpecitos con el pie.
 
Peter le entregó un cortador de pastel que jamás había visto.
 
—Adelante.
 
Rocio lo agarró y lo deslizó por el hermoso pastel. Deberíamos haberle sacado una foto de antemano. No estaba segura de con qué frecuencia íbamos a ver cosas como esta.
 
Ella sacó un pedazo con sus manos y luego pareció darse cuenta de que no tenía un plato. Peter le entregó uno de la pila que tenía esperando. Había pensado en todo.
 
—Quería hacer esto, pero no quería que las masas se lo devoraran. Nada siniestro, lo juro —dijo, levantando las manos.
 
Aun así no confiaba en él, pero me corté un pedazo de todos modos. Tenía tres capas, con un una gruesa capa de glaseado en el medio. Sabía antes de probar un bocado que sería el cielo. 

Lo era.
 
—No voy a dormir contigo a cambio de este pastel —dije.
—No necesito usar un pastel para conseguir que duermas conmigo —dijo, entregándole a Rocio un tenedor para que dejara de usar sus dedos.
—¿Podemos dejar la charla sexy? Estoy comiendo aquí —dijo Rocio, con la boca llena.
 
Crucé mis ojos hacia ella, terminando mi pedazo de pastel y me lamí los dedos. Peter se robó un poco de glaseado de su torta y lo untó en mi mejilla.
 
—¡Oye!
—Eso es todo —dijo Rocio, agarrando su plato y yendo a la sala de estar—, cuando el merengue empieza a volar, me salgo del camino. Si quieren tener sexo en la mesada, ¿pueden limpiar luego? Oh, por favor no se revuelquen sobre el pastel. Me gustaría agarrar otro pedazo.
 
Realmente, realmente quería responderle, pero en lugar de eso me limpié el glaseado de mi cara y metí mi dedo en mi boca.
 
—Provocadora —dijo él.
—Necesitas de uno para ser una. ¿Qué tipo de chico le hace un increíble pastel a una chica sin esperar algo a cambio?
—¡Un chico que no existe! —gritó Rocio desde el sofá, su boca todavía llena de pastel. Esperaba que no se atragantara.
—Yo —dijo él.
—Como sea. Todavía me debes por el incidente del E-Reader.
—Disfrutaste de eso tanto como yo.
—Como sea.
—Como dije, Missy, no necesitaría del pastel para meterte en la cama. —Me miró de una manera que me hacía poner roja. Ugh. Desvié la mirada tan rápido como pude y agarré el cortador de pastel.
—Te apuñalaré con esto, no creas que no lo haré.
—Violencia amenazante, interesante. Sabes que lo haces cuando estás incómoda. —Su voz bajó hasta que sólo yo pude oírla. Rocio lamía su plato para tomar hasta la última migaja del pastel.
—Muérdeme.
—También dices eso cuando estás incómoda. ¿Por qué, Missy? ¿Estás tan frustrada sexualmente? —Eso no era de su maldita incumbencia.
—Jamás te acuestas en la cama, pensando en mí cerca, durmiendo desnudo justo al otro lado de la habitación y mis manos y...
 
Me di la vuelta y lo golpeé con el codo en el estómago. Su estremecimiento fue satisfactorio.
 
—Nop —dije, girando el cortador de pastel en mi mano y agarrando el mango otra vez. Había hecho malabares por casi un mes cuando tenía cinco y mis muñecas todavía eran buenas lanzando y atrapando cosas como esas.
—Mentirosa.
 
Lo ignoré y me fui a sentar con Rocio. La necesitaba como mediadora. Candela entró unos minutos después, así que tenía por lo menos dos personas. No es que eso hiciera que Peter tuviera un filtro. Estaba bastante segura de que había nacido sin uno. Bueno, yo no tenía un filtro de ira. Cuando esas dos cosas se combinaban, era una incógnita.

11 comentarios :