martes, 14 de mayo de 2013

Capitulo 12

Capitulo 12

Lali se sentó en el centro de su cama, vestida con su sudadera y ropa interior. Los pantalones vaqueros empapados que llevaba antes yacían en una pila en el suelo junto a sus zapatos fangosos y calcetines goteantes. Ella extendió el nuevo regalo en la cama como si fueran las joyas de la corona.

Desafortunadamente no sabía cómo utilizar el brillante teléfono nuevo. Todos los niños en la escuela poseían teléfonos. Estaba a punto de conseguir uno el año pasado, pero entonces sucedió el accidente de auto. La caja contenía algunos cables y un pequeño folleto de instrucciones. Cogió el dispositivo de alta tecnología y pasó sus manos sobre él, cuando un familiar tono Lanzani se reprodujo.

Dejó caer el teléfono, luego le dio la vuelta y trató de encontrar la manera de responder. Buscó a tientas a través de los botones de la pantalla hasta que oyó la risa provienen de la pequeña unidad.

Lo recogió y lo llevó a su oído.

—¿Hola?
—¿Puedes oírme? —La mágica voz de Peter sonaba cerca.
—Sí, espera, estoy tratando de descifrar esto. —Lali, giró el teléfono alrededor y encontró el extremo correcto con su oreja—. Bueno, ¿me oyes ahora?
—Tu voz es música para mis oídos —respondió Peter.
Lali se sentía caliente y con hormigueos hasta en los fríos pies.
—No puedo creer que me dieras un teléfono.
—Bueno, tenía que hacer algo. No podía dejar la gira y esconderme en los bosques todos los días esperándote. Mi padre se habría puesto furioso. Pensé que esto sería una buena cosa.
—Funciona para mí. Aunque hubiera odiado que decepcionaras a todos tus fans.
—¿Qué haces?
—Sentada en mi cama mirando todo esto que viene con el teléfono. Acabo de llegar hace unos minutos.
—Justo a tiempo. Vas a tener que aprender a ponerlo en vibrador cuando estás en la escuela.
—He decidido dejar la escuela para poder hablarte todo el día. —Deseaba poder hacerlo.
—No, no lo harás. Necesitas estudiar, ser lista y graduarte. Nunca vas a llegar a la universidad si no terminas la escuela secundaria.

Ella no podía dejar de sonreír. Esto fue casi como tenerlo allí con ella.

—No temas. Estoy sólo a unos cuantos créditos de la graduación de todos modos.
—¿Eres de último año?
—No, soy de primer año, pero tengo suficientes créditos para graduarme al final del semestre.
—¿Cómo lo lograste? Acabo de terminar la primavera pasada y juraba que me mataría. Odiaba las tareas. Me impedía escribir canciones.
—Me paso mucho tiempo estudiando. He tenido un montón de tiempo en mis manos, por lo que simplemente cargué con clases extra y tomé cursos de verano.

El estudio había sido su salvador y única cordura. Perdiéndose a sí misma en los libros hizo al resto del mundo desaparecer. No notas a los niños desdeñándote, cuando estás profundamente en Biología Avanzada o Cálculo, y no te preocupas por tu padre desaparecido tampoco.

—¿Así que eres un cerebrito?
—Tal vez —respondió ella con una sonrisa. Llevaba un 4,0, incluso por el trauma de perder a su familia. Ella se aferró a sus estudios—. ¿Te molesta eso? —A algunos chicos no les gustan las chicas inteligentes.
—Claro que no, tal vez algunos de tus conocimientos se me peguen.
—Entonces, ¿dónde estás? ¿Qué estás haciendo?
—Nos dirigimos al sur, Texas, y estoy sentado en mi litera hablando con esta chica tan genial que conozco.

Lali se abrazó.

—Texas está lejos. ¿Cuánto falta para llegar?
Creo que está cerca de dieciséis horas de Dallas, así que tengo un montón de tiempo para hablar.
—Puedo manejar eso, pero vas a tener que decirme cómo conectar este teléfono o vamos a agotar la batería en la primera cita.

Ella habló con él hasta altas horas de la noche acerca de cualquier cosa. Se sentía como si se conocieran desde siempre. Él le dio los conceptos básicos sobre cómo funciona su teléfono, usar el Internet, y los mensajes de texto. Ella lo interrumpió tres veces en el proceso.

Hablaron toda la noche. La familia de Peter interrumpió de vez en cuando a lo largo de su maratón de conversación. En algún lugar alrededor de las 2:30 de la mañana, su energía comenzó a disminuir, así que acordaron colgar y volver a empezar al día siguiente. Tratarían de enviarse mensajes de texto durante todo el día, ya que tenía escuela.

Lali se quedó dormida con el teléfono acurrucado contra ella, un símbolo del alma gemela que había encontrado.

♫ ♪♫

—Lali, te llaman en la oficina. —La Sra. Dorsett, su profesora de Matemática y Química, sostuvo una hoja de papel rosa.

Lali cerró el libro y cogió sus papeles. Al pasar junto a la Sra. Dorsett, tomó la nota. Nunca había sido llamada a la oficina antes y no podía imaginar qué pasó hoy. Mientras caminaba por los pasillos vacíos su mente buscó una razón. Entonces la golpeó.

Papá.

Dijo que volvería por ella. Finalmente podría escapar de Rockville. Corrió el resto de la distancia. Esperando hasta para que él oyera sobre Peter. Lali irrumpió a través de las puertas de la oficina buscando por el rostro amoroso de su padre. Él había sido su roca y fuerza antes de que el accidente lo rompiera. La secretaria de pelo gris levantó la vista de su trabajo.

—Vuelvo enseguida contigo, cariño.

El corazón de Lali latía con anticipación. Dio la vuelta a la esquina y se asomó en la oficina de la señorita Bauer. Ningún papá disfrutando de una agradable visita con el consejero, mientras esperaba por ella. La señorita Bauer levantó la vista de la llamada, forzando una sonrisa.

Lali regresó a la oficina principal, decepcionada.

—El Director Harried la verá ahora —dijo la secretaria.

¿Estaba su padre con el director? Algo no se sentía bien. Ella se trasladó más allá del mostrador y bajó el corto pasillo hasta la puerta abierta de la oficina del director. Hizo una pausa, sin saber si debía tocar o entrar directamente.

—Ah, señorita Esposito, por favor entre y tome asiento. Cierre la puerta detrás de usted.

A medida que Lali obedeció, temor presionó dentro. Cerró la pesada puerta con un sólido clic y se sentó en una silla gastada frente al escritorio del director, con las manos en su regazo.

El Director Harried cerró la carpeta que tenía delante y se quitó las gafas de su nariz puntiaguda, los ojos saltones le recordaban a un ratón. Los niños le llamaban Rata.

—Parece que tenemos un problema. —Él se inclinó hacia atrás en su silla, y entrecerró los ojos, retrasando la noticia.
Lali agarró sus manos. Su boca se secó mientras las palabras la eludían.
—El viernes pasado usted vendió los boletos de autobús para el partido de fútbol. ¿Es eso correcto? —Sus ojos perforaron los suyos.

Oh, mierda. Él lo sabía.

El calor de la culpa subió por su cuello.

—Sí, señor. —Ella tragó.
—Una de las mujeres que trabajan en la fila del almuerzo te vio tomar el dinero de la caja y guardarlo. ¿Es correcto? —Él habló lento y tranquilo.

Más que nada quería mentir. Nunca antes en su vida había tomado algo y ahora fue capturada. El pánico golpeó. Niégalo, miente. No lo admitas. Ella podía sentir las palabras en la punta de su lengua. No era una mala persona, sólo necesitaba el dinero.

—Antes de responder, quiero que sepa que esa caja se quedó corta por diecisiete dólares. —Golpeó su dedo contra su sien, la había acorralado.
—Sí, señor. —Ella cruzó sus brazos, abrazándose fuerte.
—¿Qué quiere decir eso? — El Director Rata preguntó.
—Sí, señor. Tomé el dinero. —La cabeza de Lali estaba gacha. Ella nunca quiso que alguien se enterara. No es de extrañar que siempre siguiera las reglas. Romperlas y ser atrapada apestaba.

—¿Le gustaría explicarse? —Él cruzó los brazos, su voz tensa.
—No, señor —murmuró.
—¿Perdone? —Al parecer, él no estaba acostumbrado a oír un no.
—No, señor, no me gustaría explicarlo. —Si ella confesaba acerca de su CD, él la ridiculizaría y probablemente se lo quitaría.
—Ya veo. —Él se frotó el puente de la nariz—. Bueno, señorita, tenemos cero tolerancia por robar en esta escuela. Permítame explicar esto para que entienda la completa consecuencia de sus acciones. Usted tendrá una detención en la escuela, devolverá el dinero y su tutor será notificado.  
—Por favor, no la llame —Lali interrumpió en total estado de pánico. Llamar a la tía Tina era la peor cosa que él podía hacer—. Lo siento mucho, yo no tenía intención de hacerlo. Haré toda la detención que desee, pero por favor no la llame.

—Tenemos estrictas políticas en esta escuela y tal vez esto ayudará a evitar que usted robe otra vez, y ya la he llamado. Puede esperar ser disciplinada en casa también.

¿Por qué la vida siempre tiene que ser tan complicada? ¿Nada podía ir a su manera? ¿Cómo podía ir a casa y enfrentar a su tía? Su vientre comenzó a doler.

—La señorita Bauer se encargará de supervisar su detención y puede devolver el dinero a la Sra. Keller en la recepción.
—No lo tengo ya. Lo gasté.
Él se recostó en su silla, miró su archivo y suspiró pesadamente, claramente molesto.
—Supongo que eso podría explicar su ausencia injustificada la tarde del viernes.

Ella asintió con la cabeza.

—Bueno, nos aseguraremos de encontrar la manera de que trabaje el dinero. Que esto sea un fuerte mensaje para no repetir su crimen. Si esto sucede de nuevo, podrá ser suspendida. Puede irse.

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