domingo, 19 de mayo de 2013

Capitulo 32

Capitulo 32

La siguiente mañana Lali despertaba lentamente. Ella había dormido desde la tarde hasta el día siguiente. Se sentó recta en la cama y notó su reflejo atontado en el espejo astillado del tocador.

Su cabello era un desastre. Castaño, con las puntas abiertas; ella no podía recordar la última vez que lo había recortado. Las hebras enredadas le caían hasta la cintura. Círculos oscuros sombreados debajo de sus ojos. Ella realmente necesitaba un rímel. La adrenalina se había estado agitando en su cuerpo durante tanto tiempo, por su temor a ser capturada, que había dejado ir su aspecto.

Ella necesitaba reorganizarse y descifrar qué hacer después. Su dinero sólo pagaría otra noche o dos y luego estaría fuera, nuevamente sola. Como en Chicago, esperando durante la noche al próximo autobús al sur, ella dormiría en las calles y pasaría la mayor parte de la noche aterrorizada, congelada y destrozada.

Apartó los pensamientos. Una fiesta de autocompasión no solucionaría nada. Se levantó, se metió dentro de sus sucios vaqueros y se puso una camiseta de manga larga. Sus calcetines todavía estaban húmedos, así que ella las colocó sobre la rejilla de calefacción y se puso sus zapatillas sin calcetines. Introdujo su dinero en el fondo del bolsillo delantero de sus vaqueros. Los ahorros de su vida. Eran escasos, pero lo suficientes para sobrevivir durante unos pocos días más. Después de deslizar la llave de la habitación en su bolsillo trasero, agarró su abrigo y se preparó para el aire frío de diciembre.

La puerta chirriante de la oficina anunció su llegada. El zumbido familiar de un show infantil se filtraba desde la habitación de al lado. La extenuada voz de la recepcionista sonaba mientras ella aparecía de pronto alrededor de la puerta para ver quién la había interrumpido. Sostuvo el teléfono en su oído.

—Solo un minuto —dijo ella, y desapareció detrás de la pared.


Lali examinó los folletos turísticos que se mostraban en un estante, mientras esperaba a que la conversación terminara.

—No, no sé cuándo podré llevarte de nuevo a los niños. Estoy tratando de mantener este lugar a flote por mí misma y el asma de Jimmy Jr. está reavivando nuevamente. Jimmy, no estoy culpándote. Estoy haciéndolo lo mejor que puedo, es todo. Tengo que irme, tengo un cliente.

Lali escuchó el ruido metálico del teléfono de nuevo en su base y fingió leer un folleto acerca de las cuevas subterráneas.

—Hombres —dijo la mujer, al volver a la esquina —. Ciertamente no se puede vivir con ellos y es casi imposible vivir sin ellos. —Ella retiró su cabello decolorado de su enrojecido rostro.
—¿Te vas del hotel?
—Uh, no. ¿Tengo todavía la habitación? —Lali no se dio cuenta de que tendría que retirarse tan pronto.
—No, la salida es a las once, pero te puedo dar hasta las doce, si lo necesitas, ya que no voy a ponerme a limpiar tu habitación por el momento.
—En realidad, estaba pensando en una noche más.
—Lo que más te convenga. ¿Algo más? —Ella tamborileó sus dedos sobre el encerado mostrador.
—Sí, me preguntaba si usted tiene una tijera que me pueda prestar.
—Vamos a ver. Debe haber una por aquí.
Ella revolvió en los cajones y unos papeles.
—¿Para qué la necesitas?

La cara de Lali se calentó, quería mentir, pero no podía pensar lo suficientemente rápido.

—Para mi cabello.
La mujer examinó de cerca a Lali.
—Ya veo. Necesitas un nuevo look.

Lali asintió con la cabeza.

—Bueno, ¿quién soy yo para interferir? Es cosa tuya. Aquí tienes. Ella le entregó un par de tijeras. —Asegúrate de devolverlas.
—Lo haré, lo prometo. —Lali las tomó y rápidamente se dirigió a su habitación.

Menos de treinta minutos más tarde, Lali devolvió las tijeras. La mujer se encontraba detrás del mostrador, sumando números en una pequeña calculadora de escritorio. Ella levantó la vista cuando entró Lali.

—Bueno, vamos a ver tu obra.

Lali se dio la vuelta, revelando sus mechones recortados. Ella intentó que su cabello quedara por debajo de sus hombros, pero el largo estaba torcido y cada vez que ella trataba de arreglarlo, el otro lado estaba desigual.

—Oh cariño, este es el peor corte que alguna vez he visto.

El corazón de Lali cayó. Ella sabía que no estaba genial, pero no se dio cuenta que estaba tan mal.

—Date la vuelta, ven aquí y lo arreglaré si quieres. —Lali vaciló, no segura de si ella debería dejarse —. Vamos, no te trataré mal. Tengo bastante práctica con las tijeras. Les corto el cabello a mis muchachos, ahorras un montón de dinero. Le corté el cabello a Jimmy también, hasta que fue arrestado y enviado a prisión. Ese hombre es un tonto como no vi otro igual antes.
—Bien, si está segura.
—Claro que sí. Yo estaba matriculada para la escuela de cosmetología, cuando quedé embarazada de Jimmy Jr. destrozando mis sueños hasta que vi al pequeño mocoso. La cosa más linda que jamás he visto. Por cierto, soy DarLynn.
—Soy Jill. —Ofreció su mano junto con el nombre falso. Pasaría mucho tiempo antes que le confiara a alguien la verdad.
—Un gusto conocerte Jill. —DarLynn sacudió su mano —. Quítate el abrigo y siéntate justo aquí. —Ella tiró un pequeño taburete de cocina al centro de su estrecha cocina.

Lali se quitó el abrigo, lo puso en un sofá cubierto con una colcha vieja y luego se sentó en el taburete. DarLynn cogió un peine y trabajó en el recortado cabello de Lali.

—Simplemente no puedes cortar tu propio cabello. El flequillo, sí, pero el resto, olvídalo. Nunca funciona. —Empezó a cortar un lado, hablando mientras lo hacía. Lali se relajó con el tacto de las manos de la joven mujer y su constante charla.—No demasiadas chicas jóvenes vienen a quedarse en Twilight, al menos no sin un hombre colgando de ellas.

Lali se preocupó que esto fuera a ocurrir. Ella no podía hablar de sí misma, o sería enviada de vuelta.

—Me recuerdas a mí misma a tu edad. Problemas en todos lados por los que pasaba. Esos fueron tiempos malos. Por lo menos hasta que conocí a Jimmy. Mi Dios, él era un pedazo de hombre bien parecido. No me malinterpretes, él sigue siendo malditamente guapo, solo que la vida le está pasando. ¿Tienes novio?
—No. Ya no. —Lali fingió que no le importaba.
—Ya veo. Bueno, cariño, estás mejor sin él. Si era demasiado estúpido para ver lo maravillosa que eres, era el equivocado. —Ella cortaba y peinaba, y de repente se detuvo.—¿Él no te pegó o lo hizo? —DarLynn apareció frente a Lali, su cara grabada con preocupación.
—Oh, no, nada de eso. Él rompió conmigo. En realidad, hizo que su hermano lo hiciera. —DarLynn lucía indignada.
—Eso es terrible. —Ella reanudó el recorte —. Te digo, tuve un chico que rompió conmigo. Salió de un restaurante mientras yo estaba en el baño de señoras. ¿Te imaginas? Dejándome con la cuenta, también. Cariño, te lo digo, los hombres son unos cerdos. Sin darle más vueltas.

Ella no podía imaginar a Peter dejándola abandonada en una cita, pero nuevamente, él tampoco se molestó en romper con ella por sí mismo.

—¿Él te dejó por otra chica? Eso es lo que muchos hacen.
—Creo que no, pero él toca en una banda, así que supongo que podría haber otra persona.

No se le había ocurrido lo de otra chica hasta ahora. Esto hizo que su estómago doliera. No sabía si por la falta de alimentos o pensar acerca de Peter, ella no lo podría decir.

—Un músico. Oh cariño, ama a un rockero y tendrás tu corazón roto siempre. Todas esas admiradoras suspirando mientras ellos están en el escenario tocando, esperando el final de la función para poner sus garras en él. Tú estás definitivamente mejor sin él.

Lali no podía creer cuán cerca DarLynn llegó a dar en el blanco.

DarLynn examinó su obra, como si ella fuera una preciada estilista.

—No está mal si lo digo yo. Te da un nuevo aspecto fresco. Aquel muchacho que te dejó, no te reconocería ahora. Ni cualquier otra persona que pudiera estar buscándote. Ella se situó delante de Lali y sostuvo sus ojos en una cómplice pregunta —: ¿Cariño, quieres que llame a alguien por ti?
Los segundos pasaban.
—No, estoy bien.

No había nadie ahí afuera a quien llamar. Ni una sola persona, excepto tal vez la policía. Diablos, en realidad a ellos tampoco les importaba.

El teléfono sonó ruidosamente, interrumpiendo los pensamientos de Lali.

—Espera sólo un segundo, mientras atiendo.

Mientras DarLynn hablaba por teléfono, Lali tomó una escoba y barrió el cabello del suelo de la cocina y lo tiró a la basura. Colocó el taburete de nuevo bajo la encimera de la cocina y entonces se asomó a la habitación de al lado y descubrió al niño, Damien, pegado a un programa de televisión de “hablando con verduras”. ¡Qué sencilla era su vida!

DarLynn colgó.

—Ya sabes, si no es una cosa es otra. Esta fue de la escuela. Jimmy Jr. tuvo otro ataque de asma. Tengo que empacar este equipo y llevarlo al doctor. Nuevamente. —Ella suspiró, levantó al bebé dormido de la mecedora y lo sentó en el suelo para ponerle su abrigo —. Cuando el pequeño Jimmy nació, le dije a su padre que no fumara alrededor de él, pero ese hombre nunca me escuchó ni un solo día en su vida.

—¿Puedo ayudar?
—No, ya lo tengo, pero podrías agarrar el abrigo de Damien allá y ponérselo.

Lali alcanzó el abrigo, tamaño miniatura.

—No, mamá no quiero ir. —Damien se escabulló de Lali y se zambulló en el sofá.
—Me puedo quedar con los niños. Si usted quiere —ofreció Lali.
—¿En serio? ¿Estás segura? — dudó DarLynn —. ¿Me hace una mala madre dejarlos con una desconocida? Acarrear este grupo de sarnosos requiere toda mi energía, además cuando regrese tengo que limpiar las habitaciones.
—Está bien. No tengo a donde ir, aparte de buscar un empleo. Realmente no me importa. Tú cortaste mi cabello, así que esto me ayudará a pagarte.
—Bueno, está bien, hay un biberón en el refrigerador y a Damien le gustan los macarrones con queso. Tengo un montón de comida, así que sírvete tú misma. Debes tener mucha hambre, así que no seas tímida. —Ella le dio el bebé dormido a Lali.

—Llevaré mi teléfono móvil, así te llamaré si me demoro mucho tiempo. El número está pegado en el refrigerador si necesitas algo. Ella se puso su abrigo, agarró un bolso de gran tamaño y lo lanzó sobre su hombro.
—No se preocupe, me encargaré de todo. —Lali miró abajo, hacia el inocente rostro del bebé. Él estaba caliente, olía a leche y a suavizante de ropa.
—Sean buenos chicos, mamá estará de regreso pronto. —Ella los besó a ambos y salió corriendo por la puerta principal en una vieja y oxidada camioneta.

Lali se sentó en el sofá, acunando de cerca al bebé, con Damien al otro lado. Sostener al inocente niño llenó un vacío. Por primera vez sintió un propósito, un significado en este mundo. Podría ser una cosa pequeña, pero ayudar a DarLynn era la cosa más importante que había hecho en mucho tiempo.

Dos horas más tarde, Lali había dado de comer a los niños, ella misma se había alimentado hasta saciarse, y había ordenado la pequeña sala de estar. DarLynn regresó con un chico de cabello muy claro de unos cinco o seis años de edad y una bolsa de prescripción.

—Veo que el lugar sigue en pie. No puedo agradecértelo lo suficiente. —Miró a su alrededor hacia los mostradores limpios y la habitación organizada —. ¡Oh, Dios mío, lavaste los platos! No necesitabas hacer eso, pero cariño, he estado tratando de hacerlo desde ayer por la mañana, las horas del día nunca son suficientes. Gracias. Espero que hayas comido un bocado.
—Sí, lo hice, gracias. —Lali sonrió.
—Eres un salvavidas, ¿cómo puedo agradecértelo?
—No es necesario agradecerme nada, cortaste mi cabello y créeme, comí mucho.
—Bueno, es un placer para mí, pero ¿qué hay de tu habitación por mi cuenta esta noche?

Lali quiso rechazarla y decirle que ella podía pagar por sí misma, pero una habitación gratis le ahorraría casi cincuenta dólares.

—¿Está segura?
—Absolutamente, las chicas tenemos que permanecer juntas. —Ella le dio un guiño cómplice.

Lali se calentó ante su generosidad.

—Gracias.
—No sé cuánto tiempo estás pensando quedarte por aquí, pero Penny necesita una camarera abajo en el Fork in the Road. Es un café, nada sofisticado, sólo para un montón de agricultores y transportistas que llegan, pero son buenas personas.
—Gracias, creo que lo haré.

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