sábado, 11 de mayo de 2013

Capitulo 6

Capitulo 6

Este increíble chico vivía su vida de forma mucho más grande que en los sueños más locos de ella. Tal vez debería haber pensado sobre viajar y hacer planes gigantes, pero la vida había enviado un fuerte gancho izquierdo y la había derribado. Así que ahora había dejado de intentar levantarse de nuevo. Ella no era nadie. Un nadie, una cáscara de lo que había sido. Envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas y las apretó fuertemente.
 
—Así que, ¿porqué tienes esa mirada? —La confusión encendió los ojos de Peter.
—Nada, simplemente no sabía que fueras tan importante. —Sus labios se apretaron en una tensa línea—. Debo verme mortalmente aburrida para ti.
 
Ella no quería encontrar su mirada. ¿Porqué estaría pasando tiempo con ella?
 
—No te dije todo eso para alardear, pero me imaginé que deberías saber que no somos otro grupo cualquiera cantando los domingos. No es que haya algo de malo con eso. Simplemente no es lo que nosotros hacemos. —Se inclinó adelante, la miró a los ojos y se negó a apartar la mirada—. Y no eres aburrida, todo lo contrario. Es sólo que siempre estamos en viaje, un ensayo, grabar, entrevista tras otro día completo, todos los días. Nunca nos detenemos. Mi papá y Garret están siempre pensando y planeando el próximo paso de nuestra carrera. —Peter rodó una pequeña piedra entre su dedo pulgar e índice despreocupAgusente.
—¿No te gusta? —Buscó sus ojos.
—Sí, ¡lo amo! ¿Estás bromeando? —Tiró la piedra al agua debajo—. Estoy viviendo mi más gran fantasía. Cada día me despierto asombrado de que todo esto esté pasando. Pero se vuelve agotador, y ansío tener tiempo para estar solo y tener privacidad. —Miró en los ojos de ella—. Pero momentos como este, donde estoy haciendo lo que quiero, como sentarme contigo, —golpeó su hombro con el de ella de nuevo—, son los mejores.
 
Lali lo golpeó de nuevo.
 
—Ves, no cada minuto de tu día está planeado. —Tomó su mano y le dio un cálido apretón. Ella lo recompensó con una tímida sonrisa—. Así que, ¿cuál es tu parte favorita de la banda? —Adoraba oírlo hablar, y quería saber más de su vida, antes de que desapareciera de nuevo.
—La mejor parte es actuar. Podría cantar en el escenario toda la noche. Hay una conexión tan grande con la música y la audiencia. Es totalmente eufórico.
 
Se sentaron sobre la roca gigante, absorbidos por el místico y frío encanto del claro. Peter se acercó y sostuvo su mano. Se relajaron, contentos el uno en la compañía del otro. Peter movió su pulgar sobre los dedos de ella. De repente, se pausó y giró su mano.
 
—¿Qué es esto? —preguntó, inocentemente.
—Nada. —Alejó su mano, avergonzada.
—No, dámela. —Él se estiró y atrajo de nuevo su mano a las suyas y examinó los violentos bultos—. ¿Qué son todas esas marcas?
 
Su cara se enrojeció ante su pregunta.
 
—No es nada —intentó sonar despreocupada, pero el miedo se infiltró.
—No es nada, parecen cortes. —Sostuvo fuertemente su mano mientras la examinada—. No te haces cortes, ¿no? —La miró directamente a sus ojos.
—¡No! Ahora suéltame. —Trató de retirar su mano, pero él no la soltaba. La felicidad de Lali decayó, la alegría del día desaparecida. Demasiado seguido los chicos de la escuela pegaban carteles que decían “masoquista” en su espalda, lo suficientemente fuerte para que se diera cuenta.
—Bueno, ¿qué sucedió?

Entendió por qué preguntaba. Podría preguntar lo mismo. La expresión de Peter era de honesta preocupación, nada más.
 
—Son cicatrices. De un accidente de coche. —Se mordió el labio, sin querer revelar otra palabra.
—Oh, Dios, eso es terrible. —Continúo estudiando sus dedos y palma permanentemente marcados—. Debe haber sido un accidente realmente malo.
—Sí, lo fue —susurró, mientras la imagen del coche destruido y el brillo de las luces de la ambulancia aparecía en su mente.
 
La miró a través de la mata de pelo que cubría sus ojos.
 
—Sabes, parecen pequeñas marcas de estrellas.
—Lo qué tú digas —respondió, sin mirarlas.
—Dame la otra —ordenó, como si los sentimientos de ella no estuvieran involucrados. Por alguna razón obedeció y estiró su otra mano. Examinó ambas palmas, pasando suavemente su pulgar por la superficie de su piel. Escalofríos subieron por los brazos de ella.
 
—No, no son marcas de estrellas —continuó tocando cada cicatriz—. Son besos de ángeles. Es como si ángeles hubieran besado tus manos enteras. —Sus ojos se elevaron para encontrar los de ella. Estaban llenos de bondad y compasión. Algo que había sentido poco el año anterior.
 
Sólo Peter podía convertir las violentas cicatrices de un devastador accidente en algo hermoso. Era la persona más dulce que había conocido. Sin otra palabra. Él levantó primero una mano y luego la otra y besó cada pequeña marca en sus tiernas y lastimadas manos.
 
La boca de Lali se abrió sin entender. Peter se inclinó sobre sus manos dañadas. Sus suaves labios presionados contra ellas. Su tibio aliento hacía cosquillas a su piel, mientras sus labios se movían gentilmente. La piel de gallina llenó sus brazos y su estómago saltó. Nunca en su vida se había sentido así. Sus suaves besos eran celestiales. No quería que este momento se acabara. Por una vez agradeció a Dios por las horribles cicatrices.
 
Peter levantó la mirada, sus manos atrapadas en las suyas, como si fuera una cosa perfectamente normal. Sus ojos, una profunda piscina de marrón líquido, se derritieron en los de ella. La respiración de Lali se hizo más lenta. Hoy, su mundo era perfecto. Este hermoso chico la mantenía cautiva. Su expresión confirmaba que él se sentía igual. Acercaron más sus cabezas, separadas sólo por centímetros.
 
Algo de movió en el rabillo de su ojo.
 
—¡Auch! Demonios.
 
Levantaron justo a tiempo para ver al hermano de Peter, Agus, deslizarse a un lado de la roca y dejar caer su lujosa cámara en el proceso.
 
—¿Qué demo…? —exclamó Peter. Saltaron, para alejarse del otro como si fueran culpables de algún terrible acto. Agus estaba agachado en la base de la roca revisando su cámara en busca de cualquier daño.
—Agus, ¿qué rayos estás haciendo? —gritó Peter, su momento destrozado.
—Buscándote, idiota. Papá está realmente enojado. Deberías haber vuelto hace una hora.
—Mierda —dijo Peter bajo su aliento.
 
Agus retomó su toma de fotos, haciendo foco en Lali y Peter.
 
—Detente. —Peter se acercó a la cámara—. No hagas que rompa esa cosa.
—Hey, tengo algunas cosas geniales aquí, este nuevo lente es magnífico. Oí que los paparazzi usan esta clase, también. Lo toma todo, Peter, incluso los pelos de tu nariz. Realmente deberías cortártelos. —Agus se alejó del alcance de Peter, antes de que pudiera ser golpeado.
—Lali, por favor disculpa a mi “pequeño” hermano. Como puedes ver, está mentalmente incapacitado.
—Hola… —dijo Lali, mortificada por haber sido descubierta en un momento tan vulnerable.
 
Agus le ofreció una gran sonrisa.
 
—Agus va a ir rápidamente de vuelta al autobús a decirles a todos que voy de camino. De esa manera no tendré que romperle sus dedos. ¿De acuerdo?

Peter se paró y miró fijamente a su hermano.
 
—Papá se molestaría bastante si hicieras eso. Además, ¿quién tocaría la guitarra principal para ti, para que no desafinaras todo el tiempo?
—Lali, ¿podrías buscarme una roca? Necesito tirársela a Agus…
—Dios, realmente sabes cómo arruinar una fiesta —se quejó Agus.
Peter hizo ademán de lanzar algo.
—Voy, voy. —Agus se giró y se apuró por el camino, saltando ocasionalmente de una roca a otra, su cámara sostenida fuertemente.
Peter se giró hacia ella.
—Lo siento tanto. Mi familia es lo peor. Me vuelven loco.
—Está bien. No me importa —Lali sonrió. Daría cualquier cosa por tener una familia de nuevo. Especialmente una como la de él.
—Será mejor que volvamos. Mi padre odia que lo dejen esperando
 
Se apresuraron a volver, haciéndolo en una fracción del tiempo que les tomó llegar en primer lugar. Peter tomaba su mano a veces, para ayudarla a subir a las rocas que bloqueaban en camino. Cuando llegaron al borde del bosque, el motor del autobús de Tour rugía impacientemente. Agus estaba inclinado contra un árbol, jugando con los botones de su cámara.
 
—Esto estuvo genial —dijo Lali. Odiaba ver que se terminaba. El día fue glorioso.
—Hey, nos dirigimos de vuelta a Chicago el sábado. No puedo prometer nada, pero apuesto a que puedo convencer a mi mamá de hacer una parada aquí. ¿Hay alguna posibilidad de que puedas reunirte conmigo? ¿Puedo llamarte? 

Primero, la excitación, luego el pánico, golpearon. Visiones de la tía Marge atendiendo el teléfono llenaron su mente.
 
—No, no puedes llamarme. Lo siento —se suavizó—. Pero puedo estar aquí. Te esperaré.
—Sin teléfono tampoco, ¿huh? —Él guiñó un ojo—. Probablemente será alrededor del almuerzo, lamento no poder darte un horario preciso —hablaba rápido, mirando al autobús cada pocos segundos—. Te buscaré en la roca plana donde te encontré hoy.
—Allí estaré. —Esperaría todo el día si fuese necesario. Cualquier cosa por otra oportunidad. Su mirada le dio mucha esperanza.
—Tengo que correr. Adiós.
—Adiós. —Peter corrió fácilmente a través del campo hacia el autobús, Agus a su lado.
—Perdón por interrumpir allí antes. Perecía que estabas a punto de conseguir algo.
Peter lo calló con un gesto.
—Cierra la boca.

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