lunes, 20 de mayo de 2013

Capitulo 1

Capitulo 1

La primera vez que conocí a Peter Lanzani, le di un puñetazo en la cara. Por supuesto, se lo merecía completa y totalmente. Incluso lo pidió, en muchos sentidos.

Cuando nuestro cuarto compañero de cuarto nos abandonó tres días antes de comenzar la escuela, Candela, Rocio y yo asumimos que la Residencia se haría cargo de ello y tiraría a alguna pobre desdichada con nosotras. Probablemente alguna pobre chica que había decidido cambiar de universidades en el último minuto para seguir a su novio, o alguien que tenía sus planes fallidos de apartamentos. No estábamos seguras de qué esperar, pero a días de la mudanza, no esperaba quien estaría aguardando afuera cuando abrí la puerta. Sabía que la residencia de clase alta era mixta, pero nunca en mis sueños más salvajes y locos se me ocurrió que en realidad nos iba a pasar a nosotros.

En lugar de una chica desesperada y agotada, él apareció con una pequeña maleta, una mochila y una guitarra. Estaba tan lejos de lo común que no dije nada durante los tres segundos que me tomó evaluarlo. Cabello oscuro sobresalía muy corto ya que su cabeza estaba casi afeitada, una intencional sombra a las cinco en punto, penetrantes ojos y al menos treinta centímetros sobre mi metro y medio. Y una sonrisa arrogante por si fuera poco. Podía haber tenido también Problemas tatuado en la frente. Hablando de tinta, sólo podía ver un poco de su brazo, pero no podía ver lo que decía. Su delgada camiseta abrazaba su pecho de una manera que no dejaba mucho a la imaginación. Tal vez la tomó de su hermano pequeño.

—¿Eres Candela, Rocio o Lali? Luces como una Lali para mí — dijo, mirándome de arriba abajo.

No estaba en mi mejor momento, considerando que estaba vestida para mover objetos pesados en una camiseta de la Universidad de Maine y pantalones cortos de futbol negros, y tenía mi cabello castaño claro recogido en un moño desordenado contra mi nuca. Sus ojos pasaron dos veces arriba y abajo y, por alguna razón, la forma en que me evaluaron me hizo sonrojar y querer golpearlo en los testículos al mismo tiempo.

—Tiene que ser un error —dije.
Ajustó la mochila en su hombro. 
—Ese es un nombre creativo. ¿A qué lo acortas? ¿Missy?(Juego de palabras. Mistake (error) y Missy)
—No me refería a eso.

Su sonrisa de alguna manera se hizo más amplia. Ya sea que su padre fuese dentista, o él estaba realmente dentro del uso de hilo dental, porque esos dientes eran demasiado perfectos. Notaba cosas como esa, después de haber pasado por mi propia novela dental entre tres años de frenos y arneses. Todavía tenía que usar un retenedor cada noche.

—¿Es ella? —llamó Candela desde su habitación en donde arreglaba sus marcos de fotos, así tendrían exactamente nivelados. Era así de neurótica.

—Soy Peter, por cierto. Peter Lanzani.

Por supuesto que su nombre era Peter. El único Peter que conocí había sido un completo idiota. Parecía que este chico iba a continuar con la tradición.
Señaló su maleta. 

—Así que, ¿debo llevas mis cosas adentro o...?
Mi cerebro no paraba de fallar.
—¿Quién es ese? —Candela finalmente emergió. Nuestra otra compañera, Rocio, seguía descargando cosas de su coche.
—Nuevo compañero de cuarto, hola —dijo él.
—¿Eres el nuevo compañero de cuarto? —Sus cejas se alzaron por lo que casi se ocultaban debajo de su oscuro flequillo. Ella le dio la misma mirada de arriba abajo como la que hice yo, pero él no hizo lo mismo con ella. Seguía mirando hacia mí.
—Sí, mis planes de residencia fallaron en el último minuto. Mi primo iba a dejarme vivir en su casa, pero no funcionó, así que aquí estoy. ¿Te importa si entro ahora?
—No puedes vivir aquí —dije, cruzándome de brazos.
—¿Por qué? Esto es un centro de casas mixtas, la última vez que lo comprobé. —Mostró su sonrisa de nuevo y se abrió paso a la habitación, ignorándome por completo mientras su pecho rozaba el mío, y obtuve un soplo de perfume. No fue esa basura barata que te da un golpe en la nariz. Era picante, casi como la canela. Mantuve mi postura, pero él tenía altura y peso sobre mí. Pero tuve la sorpresa de mi parte.

—Bueno, es mejor que dormir en el sofá de mi primo —dijo, dejando caer pesadamente su bolsa en el suelo, estudiando el cuarto. La serie de habitaciones eran pequeñas, con una cocina y un pequeño rincón para una mesa de comedor en un lado y una pequeña sala de estar para un sofá pequeño y un sillón reclinable en el otro. Los dormitorios eran lo peor, con dos camas tipo diván juntas perpendicularmente entre sí a lo largo de la pared y los escritorios abarrotados por debajo, y sitio para sólo dos armarios pequeños.

—¿Puedo ver alguna identificación? —dijo Candela, apoyando las manos en sus caderas—. ¿Cómo sabemos que no eres algún acosador al azar?
—¿Luzco como un acosador al azar? —Extendió sus brazos y, por fin, vi que era el tatuaje en su bícep izquierdo. Un número siete curvado inclinadamente en cursiva. Mis ojos se movieron a su rostro.
—¿Cómo se supone que vamos a saber? —Candela se movió más cerca de él, usando su estatura. Estaban casi a la misma altura.

—Mira, lo único que sé es que presenté una solicitud y me enviaron un correo electrónico con un número de habitación y sus nombres. Aquí, lo imprimí. ¿Tratas a todos tus invitados como criminales? —Sacó una hoja con muchos dobleces y se la entregó a Candela. Ella lo miró, suspiró y me lo dio.
—¿Por qué no nos han avisado? —dije, una vez que lo leí. Estaba en blanco y negro.
—¿Quién lo sabe? —dijo Candela, todavía mirándolo con recelo.
—Oh, Dios mío, juro que nunca me mudaré de nuevo —dijo Rocio desde lo alto de las escaleras, sus brazos llenos de cajas y dos bolsas colgando de ellos—. ¿Quién dejó su basura en el pasillo? —Dio un paso sobre la maleta y el estuche de guitarra, mirándolos con disgusto—. ¿Ha aparecido nuestro nuevo...? Oh, hola. —Su voz cambió de irritada y seca a dulce y suave en el segundo en que vio a Peter—. Supongo que esa es tu guitarra en el pasillo. —Dejó caer sus cosas y procedió a balancear su cadera hacia fuera e inclinarse hacia un lado. Oh, por favor.

—Este —dije, señalando a Peter—, es nuestro nuevo compañero de cuarto, de acuerdo a Residencia.
—De ninguna manera. —Los ojos de Rocio se ampliaron en su pequeño rostro. Rocio parecía como una muñeca de porcelana rubia de ojos verdes que sacas de un estante y la pones en una blusa sin tirantes de Victoria Secret—. ¿Me estás jodiendo?
—¡Qué recibimiento! —dijo Peter
—Cállate —dije. Sólo sonrió de nuevo. Dios, quería golpear esa sonrisa fuera de su cara.
—Probablemente debería sacar mi basura fuera del pasillo —dijo, caminando y recogiendo su maleta como si no pesara más que una caja de zapatos. Presumido.

Peter tuvo que caminar entre cajas, almohadas al azar y basura que llenaban los cuartos, lo que hizo con gracia. Encontró un lugar y dejó su maleta en el piso, mirándonos.

—Entonces, ¿con quién voy a dormir? —dijo, apoyándose contra la puerta de mi dormitorio.

El acuerdo había sido que, desde que Candela y Rocio ya habían sido compañeras el año pasado y yo me unía a su pequeño grupo, la chica nueva viviría conmigo. Pero eso era lo que no ocurriría ahora que la chica nueva no era una chica.

—¿Realmente dijiste eso? —dije.
Al mismo tiempo, Candela dijo
— La única cama libre está en la habitación de Lali.
—No hay forma en que se vaya a quedar conmigo —espeté, reajustando mis brazos para que cubrieran mejor mis pechos. Había estado mirando hacia mi pecho desde que había hecho el comentario de dormir. No es que tuviera mucho para hablar, pero eso no impidió que sus ojos viajaran allí.
—No, llamaremos a la Residencia justo ahora y enderezaremos esto —dije, sacando mi celular.
—La, no abren hasta el lunes —dijo Rocio.
—No me importa. Debe haber alguien ahí. Es día de mudanza.

Tomé la agenda telefónica del campus que había estado en la alfombra cuando habíamos llegado aquí esta mañana y lo hojeé hasta encontrar el número de la Residencia.

—Oh, vamos, Missy, ¿no quieres vivir conmigo? —¿Quién se cree este chico? Lo había conocido por diez minutos y ya me había dado un apodo y hecho proposiciones.
—Llámame así una vez más... —No terminé mientras escribía furiosamente el número. Candela y Rocio le susurraron a Peter, pero no lo suficientemente bajo como para que no pudiera oírlas.
—Lo mejor es dejarla cuando se pone así —susurró Rocio.
—No me metería con ella —dijo él, mientras escuchaba otro timbre.

Finalmente, un mensaje descolgó, diciéndome las horas que eran y dándome algunas extensiones que podía probar. Golpeé el primero. No hubo respuesta, pero una máquina de mensajes descolgó. Dejé un corto mensaje, explicando la situación en el más urgente de los términos, y luego volví a llamar al número original. No me detuve hasta que dejé mensajes para los cinco contactos de la lista de correo de voz de la Residencia. Tiré mi teléfono sobre la encimera.

—¿Te sientes mejor? —dijo Peter.
—No. —Tiré la agenda en el sofá. Candela y Rocio me miraban como si estuvieran preocupadas de que fuera a explotar. Estaba al borde—. Si fueras un caballero, te ofrecerías a dormir en el sofá —espeté.
—Bueno, Missy, podrás llegar a descubrir que no soy un caballero. Planeo sacarle el máximo provecho a esta situación. —Mi boca se abrió en shock. Ningún chico me había hablado de esa manera.
—¿Hace calor aquí? Creo que abriré la ventana —dijo Rocio, corriendo hacia nuestra única ventana, en un extremo del sofá.

Candela me miró, luego hacia Peter, y de regreso. 

—Bueno, no hay nada que podamos hacer justo ahora. Vamos a tomar sus cosas y luego tal vez podamos ir abajo y ver si hay alguien en la Residencia —dijo. Cande siempre era la pacificadora.
—Suena bien para mí —dijo Peter, caminando derecho a mi habitación como si fuera el dueño del lugar.
—No puedo creer que esto esté pasando —dije, cerrando mis ojos. Escuché “Back in Black” de AC/DC viniendo de mi habitación. El tono de timbre de Peter.

—Hola, hombre. No, acabo de llegar. Habitación 203. Sí, eso sería genial... —Empujó la puerta para cerrarla, y miré a Rocio y Candela. 

—No pensé que tendríamos que hacer esto tan pronto, pero creo que necesitamos una reunión de compañeros —dije. Habíamos acordado que tendríamos reuniones semanales de compañeros de habitación para ventilar nuestras quejas. Estaba a favor de sacar esa mierda al aire libre, así no terminaríamos odiándonos mutuamente. Había tenido un terrible compañero de cuarto el año pasado y no quería lidiar con eso de nuevo.

Escuché, pero sonaba como si Peter estuviera todavía en el teléfono. Podía escucharlo hurgando y oraba porque no rompiera nada. Entonces lo mataría.

—No veo cual es el gran problema —dijo Rocio—. Quiero decir, sería lo mismo si una de nosotras tuviera un novio para quedarse. Gaston se quedó todo el tiempo cuando Candela y yo vivimos aquí el año pasado.
—Pero eso fue porque tú dormías con él —dije.
—Tal vez vaya a dormir con Peter —replicó ella. Rocio había roto con Gaston muy recientemente, y estaba a la caza de una recuperación. Todos sabíamos que ella y Gaston estaban destinados y que con el tiempo se
darían cuenta de eso, pero Rocio todavía estaba en la etapa de la ira. 

—¿Estás incomoda con quedarte con él, Lali? Está bien si lo estás —dijo Candela.
—No puedo imaginar por qué me sentiría incómoda con compartir una extremadamente pequeña habitación con un chico que he conocido por una media hora que sigue haciendo comentarios espeluznantes. No puedo imaginar por qué tendría un problema con eso.
—Si quieres, Rocio y yo podemos cambiar. Me quedaré con él y Rocio puede quedarse contigo —dijo Candela.
—¿Por qué no puede quedarse conmigo? —lloriqueó Rocio.
—Porque lo vas a violar en su sueño —dije.
—No puedes violar la voluntad, La —dijo, guiñando un ojo.
—Eres asquerosa.
—¿Y si sacamos pajitas? —dijo Candela.
—¿Incluso tenemos pajitas? —dijo Rocio—. ¿Qué tal si hacemos números o algo así? Aquí —dijo, tomando un cuaderno de la universidad de Maine que alguien había dejado en el mostrador de la cocina, junto con una pluma—. Escribiré nuestros nombres y los pondremos en... —Tomó mi gorra de béisbol que había desechado antes—. Peter elegirá. Ahí lo tienen. Problema resuelto.

La puerta se abrió y Peter salió, otra sonrisa en su rostro.

—No hablaban de mí, ¿verdad?
Como si no lo supiera. Rodé los ojos mientras Rocio escribía cada  uno de nuestros nombres en pequeños pedazos de papel y los arrojaba a mi gorra. Puso su mano encima y la sacudió.
—Escoge uno —dijo ella, empujando la gorra en su cara.
—De acuerdo —dijo, metiendo la mano y sacando un pedazo de papel doblado. Rocio lo desdobló lentamente. Todos esperamos mientras hacía una dramática pausa.
—Lali —dijo, dándole la vuelta para que pudiéramos leer mi nombre en blanco y negro. 
—Mierda —dije.

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14 comentarios :

  1. Me encanta es lo mas!
    Creo que se van a llegar como Perro y Gato

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  11. me encanto !!!!! espero el proximo

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