jueves, 30 de mayo de 2013

Capitulo 26

Capitulo 26

Una hora más tarde ya había bebido copa y media, y me estaba divirtiendo mucho con los chicos. Nos sentamos en un extremo de la barra y estábamos ocupados viendo el caos que nos rodeaba. Peter se encontraba a mi lado, y creo que no era mi imaginación que a cada momento sentía su mano en alguna parte de mi cuerpo. Mi espalda, mi hombro, mi cintura. Estaba demasiado fuera de mí por el ron y cola como para molestarlo.

Además, me sentía bien, ya que había visto lo preocupado que había estado por esas chicas borrachas.

Hoy había actuado como un idiota, pero también había sido dulce y adorable con Luz. Eran como dos guisantes en una vaina. Ella era una chica un poco extraña, pero él la entendía.

—¿Quieres bailar? —dijo en mi oído.

Sabía que mi cara se encontraba roja por el alcohol, pero se puso más roja y más caliente con él detrás de mí.

—Seguro.

Me sentía un poco insegura cuando me bajé de mi taburete, pero podía caminar bien. Dev y Sean estaban ocupados charlando con dos chicas que habían visto al otro lado del salón y se encontraban al acecho. No creo que se fueran a sus departamentos esta noche.

—Voy a emborracharte con más frecuencia. Estás muy obediente hoy —dijo Peter.
—No estoy borracha Peter. —Realmente no lo estaba.

Apenas sonó agradable. Nunca había estado borracha antes. No parecía como una cosa que me gustaría hacer.

—Todavía no. Sólo tengo que conseguir que tomes un par de copas más y entonces estarás desmayada en mis brazos.
—Como sea.

Tomé su mano y lo llevé a la pista de baile, que, sorpresa, se encontraba llena. Golpeé y empujé hasta que encontré un poco de espacio. Peter vino conmigo, haciendo su propio lugar. Empecé a moverme, pero Peter me detuvo.
—Oh no, no te traje aquí a bailar así, por mucho que me encantaría verte hacer eso con tus caderas. —Me dio un tirón para acercarme, envolviendo sus manos alrededor de mi cintura y arrastrándolas desde mi espalda hasta mi trasero. Cuidado, señor.

—Quiero bailar —dijo, empezando a moverse—, de esta manera. Quiero bailar como si fuéramos la misma persona.
—Creí que no te gustaba.
—No me gustas —musitó, y luego cerró los ojos por un momento. Antes de abrirlos de nuevo y mirarme fijamente—. Baila conmigo. Sólo baila conmigo.

Entonces lo hice.

Bailamos durante lo que parecieron horas. Peter me dejó por un momento y volvió con otra copa, que yo de alguna manera equilibraba mientras bailábamos. Mi cuerpo se sentía líquido, pesado y suave. Peter tenía otra bebida y parecía estar perdido. Como ese momento en su habitación cuando habíamos sido las únicas dos personas en un planeta que había sido detenido.

Sus manos estaban sobre mí, las mías puestas en él, los dos sudábamos y respirábamos con dificultad, y la música hacía que me doliera la cabeza y me golpeaba en el cráneo, haciendo que todo fuese demasiado y no suficiente a la vez.

Con el tiempo comenzó hacer demasiado calor y empecé a alejarme para tomar un descanso. Peter me siguió, y fue como si la burbuja en la que habíamos estado bailando se reventara.

—¿Quieres otra copa?
—Un poco de agua estaría bien —le dije, abanicándome.

Dev y Sean habían venido a decirnos que se irían a una fiesta en una casa con las dos bellas damas cuyos nombres no podía recordar en este momento. Me encontraba abandonada en mi momento de necesidad.

Peter volvió con un vaso de agua, con una rodaja de limón para mí y otra cerveza para él.

—¿Cómo te sientes?
—Bien —le dije.
—¿Estás lista para irnos pronto? —Todavía era temprano.
—¿Por qué, a dónde quieres ir?

Se encogió de hombros. Sí, el momento de baile había terminado. Cada uno de nosotros tomó un sorbo de nuestras bebidas en silencio.

—Aún no me gustas —dijo de pronto—. A pesar de todo esto. — Movió su mano. Supuse que indicaba la expresión vertical del deseo horizontal que habíamos estado teniendo sólo unos minutos atrás. Volvimos a caminar esa línea fina entre compañeros de habitación y... lo que sea.

Peter bebió su cerveza, y bebí mi agua. Estábamos sentados en el mismo bar, pero era como si estuviéramos sentados uno frente al otro con el Gran Cañón entre nosotros.

Peter terminó su cerveza y pidió otra. Ya iba por su quinta o sexta, no podía recordar. Nunca lo había visto beber con tanta libertad. Me senté y jugueteé con mi teléfono, bebí mi agua y observé a los otros bailarines. Peter no quiso hablar conmigo, a pesar de que lo intenté un par de veces.

Después de que terminó su bebida más reciente, le dije que estaba lista para irme. No había vuelto a ser la noche de diversión que esperaba. Los recuerdos de Peter y el baile crepitaban en mi mente, fijándose en mí como fuego.

Caminamos de regreso a nuestro apartamento lentamente, tratando de no tropezar con nuestros pies inestables.

A él le iba tan mal como a mí. Cuando llegamos a nuestro departamento, Peter se estrelló en el sofá. Me senté en el sillón, tirando los pies hacia arriba y apoyé la barbilla sobre mis rodillas.

—¿Estás enojado conmigo?
—¿Qué? —Era como si acabara de recordar que estaba allí. Como si hubiera estado en trance.
—¿Estás enojado conmigo? Apenas me has dirigido una palabra en toda la noche.
—No todo se trata de ti, Lali —espetó.
—Ya lo sé, imbécil. ¿Por qué no quieres hablar conmigo? Algo obviamente te está molestando. Tengo una idea que tiene que ver con tu reunión secreta con el misterioso Joe. ¿Me estoy acercando?
—No tienes ni idea de lo qué estás hablando —dijo, con ojos fríos como el acero.
—Entonces ilumíname. No tienes que guardártelo todo.
—Quizá sí. Ya te he dicho que no quieres saber la verdad, así que no voy a decírtela.
—No me digas lo qué debo y qué no debo hacer, Peter Lanzani. No sabes nada sobre mí.

Cerró los ojos, como si estuviese intentando recobrar la compostura, o rezando por paciencia.

—Sueles escuchar a Pistol Annies cuando estás enojada, por lo general conmigo. Reconozco tu risa falsa de la real. Tienes una gran carcajada, por cierto. Sé cuáles camisas son tus favoritas, porque son las primeras que te pones luego de que lavas la ropa. Lames tu labio inferior cuando intentas concentrarte en la lectura de un libro de texto. Lloras durante los comerciales de animales maltratados cuando crees que nadie está mirando. Así que no, no te conozco en absoluto.

—Eso no significa nada —susurré.
—Significa algo.
—Pensé que no te gustaba.
—No quiero que me gustes. —Se levantó y se agachó delante de mi silla tan rápido que casi salté—. ¿Qué tiene que ver contigo? ¿Son tus ojos? ¿Tu sonrisa? ¿Esa risa sexy? ¿La forma en que no aceptas mi mierda? No sé. Todo lo que sé es que no me gusta. No me gusta.

Acercó su cara hasta la mía. Su aliento olía ligeramente a cerveza, pero más como él. Ese olor picante que se aferraba a él.

—No me gusta —susurró contra mis labios. Ellos casi se tocaban. Casi...

Pero se retiró.

Había tenido suficiente. Si no besaba a este chico aquí mismo, ahora mismo, me iba a morir. Cerré mi mano en la parte posterior de su cabeza y tiré de su cabeza hacia la mía. Basta de hablar. Hora de los besos.

Nuestros labios se encontraron y eso fue todo. Toda nuestra resistencia se desmoronó y, de repente, estaba siendo echada hacia atrás cuando Peter intentaba devorarme no muy gentilmente. Aterrizamos en el suelo cuando el sillón se volteó hacia arriba.
—Ow —dije contra su boca.
—Hm —dijo, ignorando el hecho de que el sillón estaba de abajo hacia arriba y que nos encontrábamos en el piso. Me agarró y me rodó sobre mi espalda, por lo que ahora estábamos libres de la silla que había saboteado nuestro beso.

—No me gusta esa silla —dijo mientras me besaba mi rostro y mi cuello. Froté las manos de arriba y abajo por su cabeza, amando la sensación de hormigueo de su pelo corto contra mis palmas. Tenía un poco de barba en su cara, y podía sentir que raspaba mi piel hipersensible.

Me mordió el lóbulo de la oreja, y me reí porque hacía cosquillas.

—¿De qué te ríes?
—Cosquillas —fue la única palabra que pude formar antes de que sus labios estuvieran en los míos de nuevo, y luego su lengua dentro mi boca. Besar a Peter no se parecía a nada que hubiese experimentado antes. Era terrible y maravilloso al mismo tiempo. Estaba demasiado, demasiado cerca, su boca era demasiado exigente. Nunca me habían besado así antes, con pura e inalterada necesidad.

Ningún hombre nunca me había besado como si su salvación dependiera de ello. Peter me besó como si fuera al infierno, como si éste fuese su último beso y quisiera sacarle provecho.

—Eres tan hermosa —dijo cuándo se retiró para tomar aire por un segundo. Estaba teniendo problemas con eso mismo.

En lugar de contestar, extendí mi mano hasta sus labios. Quería besarlo mucho más de lo que quería el oxígeno.

El sonido de la puerta al cerrarse sonó como a kilómetros de distancia, pero luego una voz dijo

—: Bueno, hola por allí.

Peter y yo levantamos la mirada para encontrarnos con la irritada cara de Rocio.
—Ya era hora.

19 comentarios :

  1. ahhhhhh ele beso !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    me encanto

    ResponderEliminar
  2. +++++++++++++++++++++++++++++

    ResponderEliminar
  3. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

    ResponderEliminar
  4. massssssssssssssssssssss

    ResponderEliminar
  5. mmmmmmmasssssssssssssssssssssssssssssss

    ResponderEliminar
  6. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

    ResponderEliminar
  7. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

    ResponderEliminar
  8. oh mierda se besaron

    ResponderEliminar
  9. no mueroooooo con este capitulooooo!!!1 Subii otrooo porfaaaaaaa

    ResponderEliminar