sábado, 18 de mayo de 2013

Capitulo 30

Capitulo 30

Lali trató de gritar pidiendo ayuda, pero no tuvo una oportunidad. Juanita la agarró por el pelo y golpeó su cara contra la pared. Luego le retorció el brazo detrás de la espalda, causándole un dolor punzante, que se disparó a través del brazo y hombro de Lali. Juanita, la empujó contra la pintura con textura arenosa, raspando su cara con crudeza.

―Escucha puta, no vuelvas a cruzarte conmigo de nuevo. Si le dices una palabra más a Scott sobre mí, te romperé tu puto brazo.

Lali no lo dudó ni un momento. Paralizada por el dolor trataba de no respirar. Rezó para que Juanita la pusiera en libertad. La chica estaba loca. Ella contuvo las lágrimas.

―Y cuando digo que algo es mío, tú simplemente cierras tu pequeña boca quejosa y te metes en tus propios asuntos.

Afortunadamente, Lali vio a Scott, con sus veintitrés años de “adulto responsable” dar la vuelta a la esquina, sorprendido. Corrió hacia ella.

―Juanita ¿qué estás haciendo? Déjala ir.
―Simplemente estábamos teniendo una pequeña conversación. Lali tuvo un calambre en la espalda y estoy tratando de enderezársela. ―Presionó más su mordaza.
―Deja que se vaya. ¡Ahora mismo! ―Su voz elevada trajo a Darnell y BJ de la cocina.
―Mierda chica, ¿tenías que hacer enfadar a la Latina lunática? ―Darnell masticaba una Pop Tart mientras hablaba.

BJ miraba, con una sonrisa de satisfacción en su gran rostro mudo.

―¿Te sientes mejor ahora? ―preguntó Juanita alzándose hacia la cara de Lali.
―Sí ―respondió con los dientes apretados―. Estupenda.
―Juanita ¡dije ahora! ―gritó Scott.

Juanita metió el codo en la parte trasera de Lali antes de liberarla.

―Cada vez que necesites un pequeño ajuste, házmelo saber.

Lali se apoyó en la pared para sostenerse, incapaz de soportar el dolor de estirar su brazo. Poco a poco se relajó lo suficiente como para que la inútil extremidad cayera a su lado. Con la otra mano se apartó de la pared, la mejilla dolorida y magullada, la pared estaba marcada con estrías de sangre.

―Juanita, me estás matando aquí. Pensé que no íbamos a permitir que tu temperamento se saliera de control ―dijo Scott; esa situación iba más allá de sus limitadas habilidades.
―Sí, bueno, se me va de las manos de vez en cuando. Lo siento, nunca sucederá otra vez.
―Tienes razón ―dijo Scott moviendo la cabeza hacia ella.
―¡Maldita chica! Vas a volver al reformatorio. Son tres strikes y estás fuera. Pues bien, estás fuera nena ―se burló Darmell, feliz como una lombriz.

―Me temo que tiene razón ―dijo Scott retorciéndose las manos―. Tengo que informar de esto.
―Sí, ¿qué mierda? ―escupió Juanita a Scott―. Eres un maricón. Tienes que crecer un poco.
―Juanita ve a sentarte en la cocina mientras me ocupo de esto. BJ por favor quédate con ella mientras hablo con Lali.

Scott revisó las lesiones de Lali y la felicitó por tratar de conseguir una solución pacífica. Al parecer no luchar o tratar de defenderse estaba calificado como buena conducta. Le dijo que se duchara y se limpiara la arena y la pintura de su cara.

Hoy podría ir a la escuela por la tarde. Hurra. Estaba harta y cansada de que la empujaran.

Después de la ducha, dio parte a la policía por el robo de su CD de los Lanzani. Un robo menor parecería una excusa patética para ser empotrada contra una pared, pero ese CD era una de las únicas pertenencias que le quedaban que la unía a Peter. Se negaba a soportar el constante acoso de Juanita nunca más.

De hecho, ella se había estado comiendo la mierda de todo el mundo. Había pasado casi dos años haciendo todo lo que el mundo decía. Había sido la chica huérfana modelo. ¡Nunca más! Ella había sido mentida, engañada y manipulada. No quedaba nadie que se preocupara por ella, todos se habían ido o habían sido quitados de en medio. Sentir lástima de si misma no ayudaba tampoco. Ya era hora de defenderse y seguir adelante, no de encogerse ante la presencia de otras personas que tomaban malas decisiones por ella.

Hoy en día esta locura se iba a acabar. Se negaba a quedarse sentada en esta casa de mierda y ser intimidada y golpeada. Ella había tenido miedo durante tanto tiempo.

Eso se terminaba hoy. Ella decidió retomar su vida. Hundirse o nadar, lo haría por su cuenta. Sabía que podía.

Con la decisión tomada, Lali atravesó su cuarto con un propósito. Dejó caer los libros y papeles de su mochila y los pateó bajo la cama. Fue a su cómoda e inspeccionó su contenido. Cogió un par de pantalones vaqueros, tres tops, un par de calcetines, ropa interior y un sujetador extra. Luego se puso una sudadera sobre la que ya llevaba. Dejó caer el estuche de maquillaje en la mochila y luego lo sacó de nuevo. Ocupaba demasiado espacio. Abrió el estuche, sacó el colorete y el rímel, lo tiró dentro de la mochila y dejó el resto sobre el tocador.

Acolchó la foto de su familia envolviéndola en el interior de una camiseta y luego la colocó en el centro de la bolsa. Dio una vuelta por la habitación, escaneando cada punto por si encontraba algo que pudiera necesitar en un futuro. Nada.

Sus ojos se posaron en su estrecha cama. Sin detenerse, rebuscó hondo entre el colchón y el somier. Sacó un sobre del banco lleno de dinero que guardaba de su trabajo. Contó ciento cincuenta y tres dólares, no era suficiente. Metió el dinero en efectivo en su bolsillo trasero. Abrió el armario y examinó su contenido, algunas camisetas, varios pares de zapatos y el vestido que la señorita Bauer se había negado a tomar de nuevo. Lo dejó todo. No necesitaba nada de ese lugar.

Miró el lado de la habitación de Juanita. La ropa cubría el suelo y la cama estaba deshecha. Vaciló un instante, luego fue a la cómoda y abrió un cajón tras otro.

¡Bingo!

Dentro del segundo cajón, estaba su CD de los Lanzani con su estuche resquebrajado, lo guardó en su mochila. En el cajón de al lado se encontró un paquete de tabaco vacío, en cuyo interior descubrió un grueso fajo de billetes y un par de porros. Dejó caer la sucia droga en el cajón y contó el dinero, unos doscientos dólares. Lo pensó dos veces antes de tomar el botín, pero imaginó que Juanita probablemente lo había robado, para empezar, o ganado vendiendo droga. Tenía mucho sentido que el dinero sucio la ayudara ahora.

Satisfecha, comprobó el salón. Oyó a Scott en el teléfono de la cocina. Lali entró sin hacer ruido hasta la puerta principal y agarró sus calientes guantes de la mesa. Necesitaba esos más que él.

Salió por la puerta delantera, tiró de ella y cerró sin hacer ruido. Se quedó parada en el porche delantero y tomó una larga y profunda respiración. Lali Esposito estaba acabada, muerta. Se alejó de la casa y nunca volvió la mirada.

Mi vida empieza, hoy.

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14 comentarios :

  1. Ahora sera mas dificil q peter la encuentre

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  3. Pobre lali como va ha sobrevivir aora ?

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  6. Q vuelva laliter !!!!!!!!!!! Creo q peter concirda

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  9. Lali deberia buscar la sr. Bauer, todo seria mas sencillo

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