martes, 28 de mayo de 2013

Capitulo 22

Capitulo 22

La casa era aún más grande cuando me bajé del coche y estuve de pie delante de ella.

—Bueno, asumí, ya que conduces un coche de mierda y no podías encontrar la vivienda, que eras pobre —le dije.
—Nunca asumas, Missy. Nunca asumas —dijo, caminando hacia la casa, moviendo la funda de la guitarra. Mis pies parecían estar pegados al suelo. Fui absorbida con una sensación de difícil-respirar-no-puedo-pensar. Entré en pánico.

—Me encanta cómo puedes darme un golpe en la cara sin parpadear, pero una casa grande te dan ganas de salir corriendo. No puede hacerte daño, ¿sabes? —Asintió hacia la puerta principal—. Vamos.

De alguna manera, mis pies se despegaron por sí solos de la calzada, y me moví hacia adelante.

—Jesús, pensarías que te llevamos a la guillotina.
—Muérdeme —le espeté cuando nos encontrábamos en la puerta principal. Tenía una fantasía arremolinada en vidrio, y sin dudas podía ver un candelabro. Un candelabro de mierda. Donde había un candelabro, había un vestíbulo, y una guarida, y escaleras de caracol, y te tienes que quitar los zapatos, y otras cosas de lujo. No es que no me gusten las cosas elegantes, simplemente no pertenezco realmente a una casa llena de ellas.

Peter abrió la puerta, diciendo en voz alta mientras caminaba.

—¿Hay alguien en casa?
—¿Peter? ¿Eres tú? —gritó una voz femenina que asumí que pertenecía a Hope. Tenía un acento sureño.
—Sí, estoy aquí. Traje una invitada.
—¿Es Lali?

¿Qué?

Miré a Peter.

—Puedo haber mencionado tu nombre. Una o dos veces.

Cuando traté de impedirme estirar el cuello para ver el candelabro más detalladamente, una mujer alta y rubia dio la vuelta por la esquina, secándose las manos en un paño de cocina y resplandeciendo perfectos dientes blancos. Así que él los obtuvo de ella. Le dio un abrazo a Peter, besándolo en la mejilla antes de volver su atención hacia mí.

—Oh Dios mío, eres tan bonita como un cuadro.

Su acento sureño sólo aumentó el factor de intimidación. Por no mencionar que llevaba tacones como si hubiese nacido con ellos, y su cabello y maquillaje parecían que había sido realizado por un equipo de profesionales. Ella era la imagen de después, del antes y el después.

—Soy Hope. He oído hablar mucho de ti.

Vino a mí con un abrazo que no tuve más remedio que devolver. Peter no debe haberle dicho que no soy de abrazos. O tal vez no le importaba.

—Es un placer conocerla, señora Martinez.
—A ver, ¿no te dijo Peter que me llames Hope?
—Sí. Yo sólo... no lo sé —tartamudeé. La gracia no era mi segundo nombre. Además, sentí la imperiosa necesidad de llamarla señora.
—Lali se sentía un poco intimidada por la casa —dijo Peter, así que traté de darle un pellizco, pero se agachó a un lado y me bloqueó con su funda de guitarra. Muchas gracias, amigo.
—Oh, no te preocupes por eso. Llegas justo —dijo Hope.

Supuse que no tenía que quitarme los zapatos, ya que ella los llevaba puestos, pero el piso se veía tan brillante, que me daba miedo poner mis pies indignos allí.

—¿Peter? —llamó una voz de niña.
—¡Hola, Seven! —La cara de Peter se iluminó cuando una pequeña pelirroja en una silla de ruedas motorizada apareció al final del pasillo. La silla era de color rosa y tenía pegatinas brillantes por todas partes. Bonito.

—Seven, esta es mi amiga, Lali —Sus ojos se abrieron al oír mi nombre.
—¿Tu nombre es Lali? Ese es mi nombre favorito en el mundo entero.
—Gracias —le dije, sorprendida tanto por su sinceridad y sus grandes ojos verdes y oro. Me recordó a Anne de Anne la de Tejados Verdes. Yo siempre había querido el pelo rojo.
—La cantante favorita de Luz es Taylor Swift. —Una chica después de mi propio corazón.
—Voy a su concierto pronto —dijo ella.
—¿En serio? Estoy tan celosa —le dije. Peter me miró.

En serio, lo estaba. Nunca había encontrado a nadie que fuera conmigo.

—Tal vez si eres realmente agradable, Lali va a cantar con nosotros —dijo Peter, dándole a Luz un guiño. Ella se rió y él bajó su guitarra para darle un abrazo y un beso en la frente, agachándose para quedar a su nivel.
—¿Lo harías? —Su vocecita era tan linda, ¿cómo iba a decirle que no? Dios, ella haría a Hitler derretirse.
—Por supuesto. No soy una cantante muy buena, pero lo intentaré.
—No le hagas caso. Tiene una voz hermosa. —¿Cómo demonios lo sabía?
—Joe está esperando por ti en el estudio —le dijo Hope a Peter.
—Bien.

Me pregunté dónde se encontraba el estudio. Tal vez podría excusarme para ir al baño y de alguna forma encontrarme allí.

—¿Por qué no nos sentamos? —dijo Hope, conduciéndonos a lo que debe ser la sala. Tenía sofás de cuero, flores en jarrones pintados y tenía un ambiente alegre brillante.

—Te he oído en la ducha —susurró Peter en mi oído mientras caminaba a mi lado. Su mano rozó mi espalda, y experimenté un caso grave de la piel de gallina—. Si alguna vez quieres hacer dueto, ya sabes dónde encontrarme.

Quise chisporrotear con indignación, pero la idea de Peter, en la ducha... Quita esa imagen de tu mente, Lali. Estás conociendo a su familia, por el amor de Cristo.

—Voy a estar de vuelta —dijo Peter, guiñándome un ojo antes de abandonar la habitación.
—¿Puedo ofrecerte algo? ¿Qué tal un poco de té helado? —dijo Hope cuando nos sentamos, y Luz estacionó su silla de ruedas. Hope se sentó en una silla con estampado floral. No, no se sentó. Se deslizó hacia abajo hasta quedar sentada. ¿Era algo que enseñan en el sur? Si es así, ¿podría obtener lecciones?
—Sería maravilloso, gracias.

Se fue y quedamos sólo Luz y yo. No era muy buena en conocer gente nueva, pero se inclinó y me hizo una seña para que me acercara, a pesar de que éramos las únicas dos personas en la habitación.

—¿Quieres saber un secreto? —susurró en una voz bastante alta, después miró a su alrededor para asegurarse de que estábamos absolutamente solas.
—Me encantaría saber un secreto —le susurré, ahuecando la mano sobre la oreja. Se rió e hizo lo mismo.
—A Peter le gustas. —Aw. Ella era adorable.
—¿En serio? —le dije, siguiendo el juego.
—Mucho. Mucho.
—¿Como Eric ama a Ariel? —No había duda que se trataba de una niña Disney. Había más de una pegatina de La Sirenita en su silla.
—Uh, huh.
—Guau.

Me preguntaba cuánto tiempo podría esperar antes de que de alguna manera pudiera escapar y descubrir lo que hacía Peter.

Hope volvió con una bandeja de vasos, con rodajas de limones en un lado.

—Mamá, a Lali le gusta La Sirenita —dijo Luz cuando su madre le entregó un vaso y una servilleta.
—¿En serio? Bueno, imagina eso. —Hope me guiñó un ojo mientras me daba un vaso. Tomé un sorbo para no reír. Delicioso. Maldita sea, esta mujer debe tener su programa propio de estilo de vida. Yo jugueteaba con mi servilleta y bajé mi vaso.
—Um, ¿dónde está el baño?
—Oh, por supuesto. Es al final del pasillo a la izquierda. Hay un letrero en la puerta que dice tocador.
—Gracias —le dije, huyendo de la habitación cuando Luz dejó caer la copa y el líquido marrón se esparció en todas partes.
—Oh, Luz —dijo Hope con un suspiro.

Encontré el tocador, pero seguí. Mierda, esta casa era grande. Fui de puntillas por el pasillo y me metí en lo que resultó ser un armario cuando oí voces. Oí reír a Candela. Pablo debe estar dándole un tour de la casa o algo así. Salí de mi escondite y agudicé mi oído, caminando despacio y en silencio. Me detuve en cada puerta, escuchando a ver si había alguien dentro. Finalmente, llegué a la última puerta a la derecha. Tenía que ser esta. Hice una pausa afuera. Bingo.

—Simplemente no creo que sea una buena idea —dijo una voz que debía pertenecer a Joe.
—Imaginé que no lo harías. Pero realmente no depende de ti, ¿verdad?
—Peter, te he conocido toda la vida. Ha llegado el momento para que puedas crecer y tomar la responsabilidad de tu vida. Por esto.
—No. Quiero. Esto.

Oí el chirrido de una silla hacia atrás. Mierda. Hice el más torpe movimiento de puntillas volviendo al tocador, y cerré la puerta, respirando pesadamente. Abrí el agua, pero me quedé junto a la puerta, esperando oír los pasos de Peter. No vinieron, y yo tenía que volver a la sala o bien Hope podría pensar que me había perdido. Me lavé las manos sólo por el gusto de hacerlo y salí del tocador, que irónicamente, se hallaba decorado en azul verdoso.

Mi mente daba vueltas a lo que había escuchado de Peter y Joe. ¿Qué no era una buena idea? ¿Qué no quiere Peter?

—¿Ves? Te dije que iba a volver —dijo Hope cuando entré de nuevo en la habitación.
—¿Dónde creías que iba a ir? —No podía esperar a escuchar la respuesta.
—No lo sé.
—¿Tal vez más tarde le puedes mostrar a Lali las manzanas?
—¿Quieres ver mis árboles de manzana?
—Por supuesto.

Atrapé a Hope dándome una mirada extraña. Debo haber tenido una expresión poco natural en la cara, así que hice mi mejor esfuerzo para tratar de lucir normal otra vez.

Oí voces del piso de arriba, y luego Pablo y Candela doblaron la esquina con un hombre que debe de haber sido John Martinez el segundo. Lucía exactamente como pensé que lo haría: alto, pelo oscuro, gafas con montura de bronce, y una camisa sensata y corbata. Me sentí como que bien podría estar usando una bata de hospital en comparación con estas personas. Excepto Luz. Tenía una camiseta que decía Princesa con brillo. Éramos almas gemelas.

Yo iba a golpear a Peter sin sentido cuando tuviera la oportunidad por no haberme preparado para esto. Además, lo iba a golpear para que me cuente acerca de Joe y lo que me ocultaba.

Si se trataba de algún consuelo, Candela también lucía como una pequeña estrella golpeada.

Hope se levantó para presentarme. 

—John, esta es Lali. Decidió venir y darnos una visita. ¿No es bonito? —Ella podía hacer un tratamiento de conducto con esa voz agradable. Las cejas del Sr. Martinez se alzaron cuando dijo mi nombre. Fue oficial. Yo era infame.

—Oh, sí, Lali. Qué bueno conocerte al fin —dijo, tendiéndome la mano cuando Peter regresó al cuarto. Por un momento, vi una expresión de enojo en su rostro, pero la borró y se convirtió en encanto. ¿Cómo se hace eso? Yo todavía alucinaba.

¿Dónde estaba Joe?

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