miércoles, 10 de abril de 2013

Epilogo (part. 1)

Epilogo (part. 1)

5 Años Mas Tarde

Peter

Eché un vistazo a mi reloj y me quedé boquiabierto. Mierda, eran casi las dos y media.

—Carlos, ¡tengo que irme! ¿Esto va a estar terminado o no? —grité a través de la otra habitación.
—Sí, jefe. Vete. Va a estar hecho, no te preocupes. Llámame cuando salgas y le daré los últimos retoques, ¿vale? ¡Y buena suerte! —gritó de vuelta.
—De acuerdo. Adiós, y gracias por hacer esto —dije mientras corría fuera del edificio y me metía en el coche.

Oh, mierda, ¡por favor no me dejes llegar tarde!

Me apresuré a la Universidad, presa del pánico, y corrí tan rápido como pude alrededor de la parte trasera hasta el campo. Faltaban diez para las tres ahora y estaba previsto que comenzara en diez minutos. Me deslicé entre la gente, buscándolos. Vi a Amado de inmediato, estaba de pie en su silla, explorando la multitud. Señaló como un idiota cuando me vio y no pude evitar sonreír. Comencé a caminar hacia ellos, cuando un tipo se puso delante de mí.

—¡Guau, eres Peter Lanzani! ¿Puedo obtener tu autógrafo? En serio, guau, soy como tu mayor fan —dijo entusiasmado, mientras la mujer con la que estaba buscaba en su bolso papel y un bolígrafo.

Me eché a reír. Todos ellos eran mis mayores fans; en serio, escuchaba eso como cincuenta veces al día.

—Claro. —Sonreí cortésmente, extendiendo la mano para el bolígrafo.
Escribí mi nombre y le di una palmada en el hombro.
 —Tengo que encontrar mi asiento.
—Sí, por supuesto. ¡Gracias! —cantó, sonriendo violentamente y mirando con cariño a mi nombre en el trozo de papel.

Sabía que nunca me acostumbraría a esto, gente emocionándose sólo porque había firmado un trozo de papel. Quiero decir, sí, sé que juego para uno de los mejores equipos de América, pero sigo siendo una persona al final del día. No soy nadie especial. Soy sólo Peter, y tengo la suerte de que me paguen grandes cantidades de dinero por hacer algo que me gusta, no mucha gente puede decir eso.

Me abrí paso entre la multitud y me senté al final de la fila. Amado se zambulló inmediatamente en mi regazo.

—Ey, chico. ¿Siendo bueno? —pregunté, haciéndole cosquillas, consiguiendo que se riera y retorciese.
—¿Tienes todo listo? —preguntó Nico, sonriendo.
Hice una mueca y asentí.
 —Sí. Dios, tío, estoy tan nervioso. —Mis manos no habían parado de sudar en todo el día.

Se echó a reír y sacudió la cabeza. Su novia, Eugenia, se aproximó.

—Vas a estar bien. Cálmate —dijo, rodando los ojos. Euge era increíble, Nico y ella habían estado juntos durante unos seis meses y él estaba totalmente pillado. Era su primera novia real, y podía realmente verlo durar.

Saludé a mis padres, quienes estaban sonriendo con orgullo, como siempre charlando con un extraño cualquiera junto a ellos. Sonreí, mi madre podría seriamente iniciar una conversación con un mudo.

—Hola, Peter —saludó Mercedes mientras se apretujaba por el pasillo para abrazarme.
—Hola, Mechi. ¿Qué tal? —pregunté, abrazándola de vuelta fuertemente. No la había visto desde hace casi cuatro meses, porque había estado viajando con su nuevo marido, Cristobal.
—Estoy bien. Cris no podía venir, está atrapado en Tailandia por algo de promoción. Está tan molesto por perdérselo —contestó, frunciendo el ceño.
Sonreí.
—Bueno, asegúrate entonces de hacer un montón de fotos para él.

Amado saltó de mi regazo y corrió de vuelta hacia su madre. Le sonreí a Melody. Ella, Vico y Amado seguían viviendo en Timberfield, pero llegábamos a verlos bastante, se quedaban con nosotros en vacaciones y esas cosas. Teníamos habitaciones más que de sobra, y también volvíamos allí cada vez que podíamos.

Vico y Cande no duraron mucho. Consiguieron quedar durante un año antes de acabar separándose, aunque seguían siendo amigos. Cande no se había asentado ni lo más mínimo. Sigue siendo coqueta y está “probando el terreno”, como a ella le gusta decir, pero siempre fue una gran amiga de Lali por lo que también se quedaba con nosotros. Sólo tengo que mantenerla lejos de mis compañeros de equipo; podría seriamente comérselos vivos.

Muchas cosas habían sucedido en los últimos cinco años. Benjamin Esposito, el padre de Nico y Lali, fue arrestado un año después de que nos marcháramos a Boston porque aparentemente había estafado dinero a sus clientes. Actualmente estaba cumpliendo seis años en la cárcel por fraude y malversación de fondos. Nunca entró en contacto con ninguno de ellos, y todos seguían teniendo la grabación que Lali le hizo admitiendo el abuso, así que si alguna vez volvía, todos habían acordado presentar cargos contra él.

De repente, todo el mundo empezó a aplaudir y mi corazón se disparó a toda marcha mientras escrutaba la multitud por ella. La divisé de pie a la izquierda del escenario, charlando con Samantha, una de sus amigas. Se veía jodidamente caliente en su traje de ceremonia de colores azul y gris. No la había visto durante todo el día. La había dejado justo después del desayuno. Pensó que hoy estaba en la práctica, no lo estaba, estaba preparándole una sorpresa como regalo de graduación.

Hoy, Lali estaba graduándose de la Universidad con un grado completo en danza coreográfica. Estaba muy orgulloso de ella, había trabajado tan condenadamente duro en los últimos años en la Universidad y se estaba graduando con honores. Traté de escuchar cómo el pequeño hombre daba su discurso sobre la clase graduada, mientras ellos seguían caminando y estrechándole la mano, obteniendo su certificado. No podía concentrarme; estaba tan malditamente nervioso que de hecho me sentía enfermo. No podía quitarle los ojos de encima, estaba tan hermosa. Honestamente seguía quitándome el aliento cada vez que la veía.

Los paparazzi también la querían. Siempre estaban siguiéndonos, queriendo fotos y entrevistas. Adoraban nuestra historia de estar juntos durante cinco años. Simplemente amaban a Lali, punto. Siempre estaba en revistas y periódicos, pequeñas fotografías comprando con sus amigas o algo así. Siempre pensaron que era adorable y la gente venía y pedía su autógrafo tanto como me lo pedían a mí. Lali encontraba toda la cosa esta divertida y se burlaba hasta la mierda de mí cuando nos detenían en la calle o algo.

La gente a menudo me preguntaba cómo es que me quedé estancado, con la fama y el dinero, y siempre decía lo mismo. Nada de eso era importante para mí; la única cosa importante era mi Ángel. Era la única cosa que necesitaba. Si todo lo demás desapareciese mañana, la gran casa, todos los coches, el dinero, no me importaría. Mientras todavía pudiese sostenerla por las noches, seguiría siendo el hombre más afortunado del mundo.

Escuché al Decano gritar su nombre y sonreí, aplaudiendo como un loco. Estaba radiante mientras buscaba entre la multitud; me vio y agitó su pequeño certificado hacia mí, con orgullo. La guiñé un ojo y la vi saltar fuera del escenario felizmente. Estaba removiéndome en mi asiento nerviosamente porque casi había acabado, era casi la hora. Me froté las manos en los vaqueros, tratando de secarlas. Honestamente nunca había estado tan nervioso en toda mi vida.

Después de otros pocos minutos, el último certificado fue entregado, y la vi escabulléndose entre la multitud hacia nosotros. Mientras llegaba a mí, pasó sus brazos alrededor de mi cuello y me besó. La levanté de sus pies haciéndola girar en un pequeño círculo mientras disfrutaba la sensación de sus labios contra los míos. Se apartó y rió, estaba tan feliz que hacía que mi corazón latiese más rápido.

—Enhorabuena —susurré, sonriendo. Me besó de nuevo y la abracé con más fuerza. Maldita sea, cinco años y todavía no podía tener suficiente de ella. Me aparté del beso, muy consciente de que su hermanito estaba sentando haciendo ruidos fuertes de besos y cantando “Lali y Peter, sentados en un árbol”.

—Gracias. Estaba preocupada cuando no te vi, pensé que no podrías llegar. —Sonrió mientras la ponía de regreso en sus pies.
Sonreí y le aparté el pelo tras la oreja.
—No me lo habría perdido por nada en el mundo —contesté.

Fue abrazada por toda su familia. Amado, como de costumbre, se aferraba a sus piernas para que no pudiera moverse. Adoraba a su hermana mayor, no que lo culpara, quiero decir, ¿quién no adoraría a mi Ángel? Habría que estar loco. Me agaché y lo aparté de ella, inclinándolo boca abajo en sus piernas, haciéndole reír.

—Así que, ¿qué van a hacer ahora chicos? ¿Vamos a ir a tomar una copa o algo? — sugirió Lali.
¡Oh, mierda!

Todo el mundo me miró. Bien, genial, añadan más presión, ¡ya estoy malditamente aterrorizado!

—Um…en realidad, Ángel, me preguntaba si podría llevarte a un lugar después. Tengo algo que mostrarte —respondí, procurando no revelar nada. 
Me miró con curiosidad, odiaba las sorpresas.
—¿Sí? ¿Qué? —preguntó, envolviendo sus brazos a mi alrededor.
Me incliné y le besé la nariz.
—Vas a tener que esperar y ver —contesté, sonriéndola, sabiendo que esto probablemente la estaba matando. Frunció el ceño y entornó los ojos hacía mí, haciéndome reír; agarré sus manos desenredándolas de mi cintura—. ¿Estás lista para irnos ahora? —pregunté, esperanzado.

Asintió y volvió a mirar a su familia quienes estaban sonriendo como locos; mi mamá estaba llorando lágrimas de felicidad. Bien chicos, ¡bajen el tono! Los miró a todos un poco confundida, obviamente preguntándose por qué estaban actuando así.

—Los veré más tarde entonces. Uno de ustedes tiene llaves, ¿verdad? —preguntó. 
Nico le sacudió sus llaves.
—Váyanse. Los veremos más tarde —indicó, asintiendo hacia la salida.
Envolví mi brazo alrededor de su cintura y caminamos hacia el frente.
—Así que, ¿cómo fue la práctica? —preguntó.
—Um, sí bien —mentí mientras abría la puerta del coche para ella.

Me besó de nuevo mientras entraba. Estaba sonriendo, obviamente orgullosa de sí misma por graduarse. Llamé a Carlos mientras me dirigía al asiento del conductor para decirle que estábamos marchándonos.

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