domingo, 14 de abril de 2013

Capitulo 13

Capitulo 13

El sonido de mi madre cantando fuera de tono y el olor del tocino me despertó. Me estiré y entrecerré los ojos con el brillo del sol de la mañana. La noche anterior lentamente volvió a mí y me senté en la cama y miré hacia la ahora silla vacía. Eché un vistazo alrededor de la habitación y me di cuenta que me encontraba sola. ¿Me había dejado? Confiaba en él para mantenerme a salvo. Me levanté, necesitando abrir la puerta y estar cerca de mi madre. Estar sola no figuraba en mí lista de cosas “por hacer”. Me volví y vi la guitarra en un rincón, y un poco de desahogo regresó, sabiendo que una parte de él permanecía aquí. Sin embargo, una guitarra no era él, así que corrí escaleras abajo.

—Bueno, buenos días, Lali. —dijo mi madre desde la estufa. Puso un trozo de tocino en la parte superior de una toalla de papel.
—Buenos días. —Le dije en una voz áspera por el sueño profundo en el que había estado. El aclarado de una garganta masculina me sorprendió y me volví para ver a Peter sentado en el sofá, mirándome.
—Creíste que me fui. Te dije que no lo haría. —dijo con una sonrisa. 
Dejé escapar un suspiro de alivio y sonreí débilmente.
—Aquí, cariño, toma un panqueque. Antes de que se enfríen y toma un poco de tocino. El café está fresco si quieres un poco —Se echó a reír—. Parece como si necesitaras recogerme.
Sonrío y fui a tomar yo misma un plato.
—Huele bien. —dijo Peter, desde su lugar en el sofá. Fruncí el ceño, preocupada por él, por no poder comer.

Se rió entre dientes.

—Está bien, Lali, no necesito de los alimentos. Se trata de un beneficio. —Me serví una taza de café y le eché azúcar y leche antes de dirigirme a la mesa—. Te ves como si hubieras dormido bien. —dijo, evaluando mi apariencia. Me sonrojé pensando en mi pelo sin peinar, que no me había cepillado, debido a la precipitada fuga de mi habitación vacía—. Ni siquiera pensaste en cepillártelo. Me gusta, es sexy. —Rodé los ojos y me hundí en la silla, y tomé un mordisco.

—Así que, ¿Cuáles son tus planes esta mañana, cariño? —Preguntó mamá desde la cocina. La miré mientras arreglaba su plato.
—Um, voy a comprar un vestido para el baile de bienvenida con Cande, Nacho y Pablo. —Peter se rió entre dientes.
—Así que, ¿Pablo llevará un vestido? —Lo miré y luego me volví hacia mi madre cuando se sentó a la mesa frente a mí.
—Oh, así que ¿Pablo te pidió que fueras con él? Eso es emocionante. Puedes llevar la tarjeta visa. Sólo asegúrate de que no conseguir nada rojo o amarillo. Esos colores no son buenos con tu cutis. — Asentí con la cabeza y le di otro mordisco.
—Azul, azul suave. —dijo Peter, en voz baja, como si estuviera pensando en ello, más que decirlo. Mantuve los ojos en mi comida.
—Tengo una cita con el ordenador hoy día. Mi último manuscrito está casi terminado. Estoy emocionada acerca de esto más de lo que he estado con todos los demás. —Su voz había adquirido el tono alegre que sólo tenía cuando hablaba de su escritura.
—O, mejor aún, de un rosa muy pálido. —dijo Peter y me puse rígida. Sus palabras se sentían como una caricia y tomaba todas mis fuerzas no temblar. Se rió, y luego se levantó y caminó hacia la puerta. Quise preguntarle a dónde iba, pero no pude con mi madre sentada aquí. 

***

 —Finalmente, podemos ir a por comida. Muero de hambre. —Nacho dejó escapar un suspiro de alivio con el bolso del vestido de Cande colgando encima de su hombro.
—Como sea, no fue tan malo. Quiero decir que nos las arreglamos para encontrar los vestidos perfectos en menos de cuatro horas. Diría que fue bastante impresionante. —Cande sonrió con aire de suficiencia.
Nacho se rió entre dientes.
—No, tú tomaste cuatro horas. Lali tenía el suyo elegido después de una hora. Pablo ya ha tenido tiempo para llevarlo al coche y obtener para sí mismo un taco mientras esperábamos por ti.
Pablo levantó las dos manos.
—Déjame fuera de ésta. —Él deslizó un brazo alrededor de mi cintura y se inclinó para besar la parte superior de mi cabeza. Estar con él era tan fácil.
—Vamos a alimentarte Nacho, por todo tu duro trabajo. —dije en broma y Cande se rió.
—¿Qué fue todo su duro trabajo? Sentarse en una silla diciendo: “Ese es magnífico, consíguelo” ¿A cada vestido que me probé?
Me eché a reír y Nacho se encogió de hombros.
—¿Qué? ¿No puedo pensar que eres hermosa, sin importar lo que te pones? —Cande sonrió hacia él y deslizó su brazo alrededor de su cintura.
—Te amo. —dijo sin ninguna vacilación. Me sentí un poco incómoda en los brazos de Pablo. Tenía la esperanza de que no se hiciera ilusiones, porque esas no eran palabras que yo estaba dispuesta a utilizar en cualquier forma.
—Yo te amo más. —dijo Nacho, devolviéndole la sonrisa.
—Consigan una habitación. —dijo Pablo en tono de broma y alivió mi tensión. Parecía ser siempre capaz de hacer eso por mí. Vi cómo un alma caminó alrededor, estudiando a la gente como si estuviera perdida. Eso sucedía demasiado, a veces. Siempre me he preguntado si se trata de nuevas almas, confundidas en cuanto a lo que les había sucedido. Siempre me ponía triste. El alma me miró y le di una pequeña sonrisa, pero rápidamente me di la vuelta. No quería que vinera hacia mí y me hablara. No me sentía de humor para hablar con almas en este momento.

—Por lo tanto, Lali ¿Dónde quieres comer? —Preguntó Pablo y miré a Nacho que pronunciaba, “mexicana” para mí. Sonreí y me volví hacia Pablo.
—Tacos suenan bien. —Pablo se rió entre dientes—. ¿Estás segura?, puedo ver y leer labios, también, a pesar de que Nacho parece pensar que no puedo.
—No, en serio, quiero comida mexicana. Salsa y chips suenan bien.
—Mexicana entonces.

Todos dimos la vuelta y nos dirigimos hacia el restaurante mexicano situado en el interior del centro comercial. La sensación de hormigueo, de que alguien me observaba, me hizo mirar hacia atrás. El alma que había notado antes nos había seguido y se quedó a varios metros de distancia, mirándome. Me di cuenta por su expresión perdida, que era un alma normal. Del tipo con las que había tratado toda mi vida. Me di la vuelta como si no la hubiera visto. Ignorarla, era lo mejor. De esa manera iba a continuar, en lugar de perder el tiempo conmigo. No había nada que pudiera hacer por ella ahora.
***

Por favor, que esté en mi habitación, por favor que esté en mi habitación. Cantaba en mi cabeza mientras caminaba hacia arriba pasando el cuarto de mi madre donde la oí escribir con fuerza en su computadora. Entré y casi suelto un suspiro de alivio al ver a un muy divertido Peter descansando cómodamente en mi cama.

—Te dije que estaría aquí ¿Por qué dudas de mí? —Me encogí de hombros y pensé en el hecho de que no había estado conmigo en todo el día.
—¿De verdad quieres que esté a lo largo de toda tu cita? —Preguntó y sonreí y negué con la cabeza—. No lo creía. Además, te encontrabas entre amigos y en público. Todo está bien. Me aseguraba de eso. —Habló en un tono casual, como si no estuviéramos hablando de seres sobrenaturales. Asintió con la cabeza hacia el vestido colgando en mi armario—. De color rosa pálido. Me gusta.

Me sonrojé, pensando en el hecho de que sólo me había probado vestidos de color rosa pálido. La forma en que me había sentido cuando sugirió rosa pálido se fue repitiendo en mi mente y no podía pensar en cualquier otro color para probarme. Agaché la cabeza y fui a buscar mi ropa para dormir.

—Mery estará vestida de rojo. —dijo con sencillez y un súbito estallido de celos me sobresaltó. ¡Maldita sea! ¿Por qué me importa? ¿Y por qué tienes que decirme lo que llevaría puesto? Mery era la última persona en la tierra de la que yo quería oír hablar. Él podía oír o sentir mis pensamientos. Conseguir una cerradura para mis emociones sería muy bueno ahora.

—Eso es genial. Estoy segura de que estará impresionante. —Me las arreglé para decirlo con sólo una pequeña cantidad de veneno goteando mis palabras.

—Odio el color rojo, casi tanto como el pelo rubio. —dijo con un tono divertido. Empecé a responder, pero me contuve. No le creía, pero ¿Cuál era el punto de decirle? No era como si no pudiera verlos, a él y a Mery, juntos, todo el día, todos los días. Era como si constantemente apuntaba con un puño a través de mi estómago cada vez que la tocaba o le susurraba al oído. Me volví, de espaldas a él, y me acerqué a mi cofre para encontrar las joyas a juego. Era mejor que pensar en Mery en un vestido rojo con las manos de Peter por todos lados.

El calor apretaba contra mi espalda causando que un escalofrío corriera por mi cuerpo. Llegué a la orilla de la cómoda para no perder el equilibrio y caer al suelo. Sabía que Peter se encontraba detrás de mí. A pesar de que no lo entendía, sabía que sólo su contacto podría causar esta reacción fuerte. Dejé que mi cabeza cayera de nuevo en el calor sólido de su pecho.

—Ella no significa nada para mí. —La voz de Peter envió un hormigueo por mi cuello y en mi pecho—. Nunca te mentiría, Lali. —dijo, con urgencia, contra mi oreja. Abrí los ojos para mirar hacia él, con ganas de ver el verde de sus ojos. Sus labios rozaron la punta de mi oreja e hizo un sendero hasta mi cara. Ambas manos se apoderaron de mi cintura tirando de mí con fuerza, contra su cuerpo—. Tú me tientas. No puedo caer en la tentación. No estoy hecho para ser tentado pero, Lali Esposito, me tientas. Desde el momento en que vine por ti me atrajiste. Todo acerca de ti… —Una de sus manos que se posaba en la parte izquierda de mi cintura, se trasladó hasta acariciar suavemente mi brazo—. Tú me vuelves loco de necesidad. De deseo. No lo entendía al principio. Pero ahora lo sé. Es tu alma llamándome. Las almas no significan nada para mí. No se supone que deban. Pero la tuya se ha convertido en mi obsesión. —Bajó la cabeza a mi hombro y me besó en la curva de mi cuello. Su mano se movió por debajo de mi camisa y el calor de la palma de su mano descansaba sobre mi vientre desnudo. Un pulso de calor se apoderó de mí y me apretó fuertemente contra él para que no me cayera—. Quiero matar a ese chico cada vez que veo sus manos sobre ti. —Besó el camino hasta mi cuello y arqueé mi cuello en respuesta a darle un mejor acceso. Nada se había sentido así. Su tacto era como una droga—. Quiero arrancar los brazos de su cuerpo para que no te pueda tocar de nuevo. —Un gruñido bajo, familiar vibraba en mi espalda—. Pero no puedo tenerte, Lali. No estás hecha para mí. —Su voz sonaba torturada. Quería consolarlo. Él me reclamó también. De alguna manera, había entrado en mi mundo y se había convertido en el centro delmismo. Era todo lo que quería. Comencé a decirle lo mucho que significaba para mí cuando me levantó y me puso con cuidado sobre la cama, cerniéndose sobre mí. Llegué a él deseando sentir su cuerpo contra el mío de nuevo pero él se alejó.

—Por favor. —Susurré
Peter cerró los ojos con fuerza como si estuviera adolorido.
—No puedo, Lali. Nos destruiría a los dos. —Y entonces él se había ido.

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