viernes, 12 de abril de 2013

Capitulo 5

Capitulo 5

—Las chicas de tu edad, normalmente, ¿No salen y hacen cosas el fin de semana? —Esta vez no fui capaz de detener el grito de sobresalto que estalló de mi boca. Por suerte mi mamá no se encontraba en casa para oírme. Me di la vuelta para encontrar al alma parlante sentada en mi cama, mirándome.

—Podrías POR FAVOR dejar de aparecer de la nada y asustarme. ¡Jodidamente! Y ¿Qué estás haciendo en mi habitación? ¡Vete! —Le arrojé la camisa que había estado a punto de colgar en el armario como una buena medida. Esto comenzaba a ponerse rancio. Tenía que dejar de seguirme.

 Una de sus oscuras cejas se levantó.
—Normalmente no eres tan irritable.
Gruñendo en voz alta, me acerqué a mi ventana, la abrí y luego me volví hacia él.
—Vuela lejos por favor. Mantente fuera de mi habitación. ¡Podría haber estado desnuda!

Una risa profunda causó un calor extraño a través de mi cuerpo. Parecía tener mareos, pero apenas. —¿Quieres que vuele lejos? Eso es lindo.

No quería ser linda, pero parecía que ya no podía seguir estando enojada tampoco. Algún extraño letargo se había apoderado de mí. ¿Su risa había causado este calor relajante en mi cuerpo?

—No, no exactamente, pero tengo la capacidad de controlar la ansiedad o el pánico. Mi risa no tuvo nada que ver con eso.

¿Acaba de leer mis pensamientos o había dicho eso en voz alta?

Parecía encontrarme divertida, si la sonrisa de su cara era alguna indicación. Otra razón por la que debía estar furiosa con él. Estúpido tipo muerto parlante.

—Si vale de algo, siento haberte asustado. No era mi intención, pero, ¿Si hubiera aparecido en frente de ti, de pie en tu armario, hubiera sido eso menos terrorífico?

Pensé en él apareciendo en frente de mí y una pequeña risa escapó de mis labios. Tenía razón. Probablemente me hubiera desmayado. Pero podría haber tratado de golpear la puerta o algo así. Espera, ¿Podrían golpear puertas los fantasmas o sus puños simplemente la traspasarían?

—Veo tu punto. —Respondí y comencé a cerrar la ventana, luego decidí no hacerlo. Me hacía sentir más segura si estaba abierta—. ¿Por qué estás aquí? —Pregunté.
—¿Por qué estás aquí? —respondió. ¿El tipo quería evadirme hablando en clave?
—Vivo aquí.
Se encogió de hombros.
 —Sí, pero eres joven. Tienes amigos. Es el fin de semana. Sé que están afuera, pasándola bien así que, ¿Por qué estás aquí?
Genial, ahora el alma parlante quiere ser entrometida. 
—No estoy de humor para salir.
—¿Debido al jugador de fútbol?

¿Qué sabía él sobre Pablo? Me acerqué y me senté en la silla de felpa que mantenía en un rincón de mi habitación para la lectura. Al parecer, iba a tener que hablar con el chico para lograr que se fuera. 

—En realidad no, mayormente es porque no quiero ser la tercera rueda de Cande y Nacho. 
—Pero ella sigue llamando e invitándote a salir con ellos. A mí me parece que te quiere alrededor.

¿Cómo sabía que ella me había llamado? Me senté con la espalda recta y metí los pies debajo de mí, tratando de lograr un poco de rabia por su entrometimiento, pero no pude.

—¿Has estado observándome? —Le pregunté, estudiando su expresión en busca de cualquier señal de una mentira.

Él me dedicó una sonrisa maliciosa, puso las manos en su nuca y se inclinó hacia atrás.
 —Durante semanas, Lali, durante semanas.

¿Semanas? Abrí mi boca y luego la cerré sin saber qué decir. ¿Me había visto desnuda? ¿Realmente quiero saber si lo hizo?, ¿Cómo se había escondido de mí? ¿Permanecía en mi habitación cuando dormía? Sacudí la cabeza, tratando de aclarar las preguntas corriendo en mi mente.

—Te veré más tarde. Tu madre está en casa. —Levanté bruscamente la mirada de mis manos, que había estado retorciendo en mi regazo con nerviosismo, pero mi cama seguía vacía.
—¡LALI! ¡Ven a ayudarme a entrar las compras! —Mamá llamó desde la parte inferior de las escaleras. Suspiré y me puse de pie, mirando hacia atrás, una vez más, a mi cama vacía, antes de correr escaleras abajo para ayudarla a descargar el coche.

***

El sueño no vino fácil el resto del fin de semana. Incluso me había dormido con la puerta abierta y la luz en el armario encendida. Era ridículo que él me hiciera temer a la oscuridad. Los círculos oscuros debajo de mis ojos habían sido imposibles de cubrir por completo esta mañana. Con mi bolsa de libros cargada en mi hombro, me dirigí por el pasillo lleno. Pasé a Pablo y él asintió con la cabeza educadamente. Las otras veces que lo había visto hoy, ni siquiera se había fijado en mí. Por qué su falta de atención me hizo querer volver a casa y meterme en la cama, no lo sé. Pero, tal vez sólo quería meterme en la cama porque el sexy-tipo-muerto- acosador me quitaba el sueño y me sentía exhausta.

—No lo mires la próxima vez. Va a volverlo loco. —El acento familiar no me asustó. Era casi como si lo esperase. A pesar de que había estado frustrantemente ausente desde que me dijo el sábado por la tarde, que había estado observándome durante semanas. Por supuesto, no había manera de que pudiera responderle en este momento y él lo sabía. Me volví y me dirigí a mi casillero—. Está tratando de hacerse el duro. Demuestra lo infantil que es, pero puedo ver que te está molestando.
—No estoy molesta. —Le dije entre dientes cuando abrí mi casillero.
—Sí, lo estás. Hay una pequeña arruga entre tus cejas que aparece y mordisqueas tu labio inferior cuando algo te molesta.

Sabía que no tenía necesidad de mirarlo, pero no pude evitarlo. Volví la cabeza y lo divisé a través de mi pelo. Apoyado contra el casillero junto al mío, con los brazos cruzados sobre el pecho, observándome. Nadie me había prestado nunca la suficiente atención antes, para ser realmente capaz de describir mi expresión facial cuando me sentía molesta. Era extrañamente entrañable.

—Te estás perdiendo la exhibición pública de afecto, en el pasillo, entre tus dos amigos. Es posible que te necesiten para que lances un cubo de agua helada sobre ellos. —Me mordí el labio para no reírme. No tenía necesidad de dame vuelta para saber de qué hablaba. Cande y Nacho podían ser un poco asquerosos.
—Así está mejor. Me gusta cuando estás sonriendo. Si el niño futbolista sigue haciéndote fruncir el ceño, voy a tomar el asunto en mis propias manos. —Abrí la boca para protestar, pero él se fue.

***

Le eché un vistazo al reloj. Pablo estaría aquí en cualquier momento. Mi madre se había ido hacía media hora, a otra cita con Roger. Había pasado el tiempo a solas, caminando por la casa buscando al alma de la cual parecía que no podía deshacerme. No estaba segura de dónde esperaba encontrarlo. En realidad no parecía ser el tipo de chico que se sentaba y no hacía nada. 

Si él estuviera aquí, ¿No estaría tratando de decirme qué hacer o haciéndome preguntas que no eran de su incumbencia? Pero lo busqué de todos modos. Quería hablar sobre el comentario que hizo más temprano. El timbre interrumpió mi búsqueda y me dirigí a la sala para abrir la puerta.
—Hola. —Di un paso atrás y dejé entrar a Pablo. Lo había ignorado el resto del día. No estoy segura de qué tan bueno fue eso, pero decidí que no quería que Pablo pensara que me importaba si me hablaba o no.
—Hola. —respondió y entró. Lo llevé a la mesa de la cocina y esperé a que dejara sus libros en ella.
—Sexo seguro. —anunció.

Me quedé inmóvil y lo miré fijamente, insegura de si lo había escuchado correctamente. Su rostro serio se rompió en una sonrisa y luego se echó a reír.

—Desearía que pudieras ver tu cara. —dijo a través de sus ataques de risa.
—¿Dijiste sexo seguro, entonces? —Pregunté, tratando de determinar qué era tan gracioso. Él era quien hablaba de sexo. Él asintió con la cabeza y levantó su papel. 
—El tema para el discurso de esta semana.
Me reí débilmente.
—Está bien, bueno, esa si fue una manera de anunciarlo. —Le contesté, mientras iba a la nevera para conseguir las bebidas.
—Espero que estés bien educada en este tema, porque no tengo ni idea.
—¿Qué? —Chillé en respuesta. 
 Se rió de nuevo y me quedé allí, esperando que se controlara.
 —Lo siento. —dijo —. Es que eres tan linda cuando te sorprendes.

Me puse tensa al oír la palabra linda y deseé no haberlo hecho. Con la esperanza de que no notara mi reacción, tomé una respiración profunda y recé en silencio para que mis ojos no me traicionaran cuando me di la vuelta. No era como si quisiera que Pablo me viera diferente pero no quería exactamente que él pensara que era linda. Tal vez atractiva o bonita incluso, pero no linda. Aunque, él refiriéndose a mí como linda, ayudó a recordarme dónde estábamos. Cualquier idea delirante que pude haber tenido de nosotros siendo algo más que amigos se disipó.

—Creo que tener la experiencia real no es necesario. Se supone que es básicamente acerca de tus creencias sobre el tema o la importancia del mismo. —No me atreví a mirarlo a los ojos.
Alargó el brazo y levantó mi barbilla así no tendría otra opción.
 —Estás avergonzada. —Aparté los ojos y sonrió —. Eso es lindo.
¡Ugh! Volvimos a mí, siendo linda. Lo miré de regreso.
—Por favor, deja de decir que soy linda. Es una especie de insulto.
Él frunció el ceño mientras dejaba caer la mano de mi barbilla. 
— ¿Cómo es eso un insulto?

Me encogí de hombros, sin querer hablar de ello y deseando haber mantenido la boca cerrada. 
—Simplemente lo es. Nadie quiere ser lindo. Los cachorros son lindos. —Alcancé su cuaderno, mantuve los ojos en el papel y leí sobre el tema o al menos intenté actuar como si estuviera leyendo sobre él.
—Bueno, definitivamente no te ves como un cachorro. —dijo con una sonrisa.
—Bueno, eso es algo por lo menos. —Necesitábamos cambiar el tema y yo tenía que aprender a controlar mi lengua—. Muy bien, entonces, ¿Cuáles son las tres principales razones por las que crees que el sexo seguro es importante? —Tal vez ahora podríamos dejar el tema de mí, siendo linda. Él no respondió y lo miré a los ojos. Me miraba con una expresión seria.
—¿No estás seguro?
Él no respondió.
—Um, bien, ¿Qué pasa con el embarazo adolescente? Ese es un buen punto. Nadie necesita convertirse en padre mientras todavía es un niño.
Una vez más, él no respondió, así que lo escribí.
—Tus sentimientos están heridos. —dijo en voz baja. Me quedé inmóvil, pero mantuve los ojos en el papel—. No fue mi intención decir algo para herir tus sentimientos. —Continuó.

Quería negarlo pero me di cuenta de que aceptar sus disculpas y seguir adelante sería la mejor manera de manejar esto. 
—Está bien. Vamos a trabajar en tu ensayo.
Se quedó mirando el papel.
—El embarazo adolescente es sin duda una de las razones. —Estuvo de acuerdo.
—Está bien ¿Qué hay de las ETS?(Enfermedades de Transmisión Sexual.) —Sugerí, escribiéndolo mientras hablaba.
—Esa es otra buena.

Empecé a escribirlo, pero se estiró y me quitó el cuaderno. Sobresaltada, sacudí la cabeza para ver lo que hacía. Él me dio una sonrisa de disculpa.

 —Lo siento, pero no podía pensar en otra manera de llamar tu atención.
Insegura de cómo responder, me senté en silencio y esperé a que terminara.
—No eres sólo linda. Sí, haces caras lindas y haces cosas lindas pero no eres sólo linda. —Escucharlo explicarse me hizo sentir estúpida por decir algo al respecto.
—Está bien. —Logré balbucear. Deslizó el cuaderno de regreso a mí.
—Ahora, vamos a ver... ¿Qué hay sobre el hecho de que el uso de un condón quita el placer, deberíamos hablar de eso?

Me atraganté con mi refresco y empecé a toser incontrolablemente mientras Pablo me daba palmadas en la espalda. Una vez estuve bajo control, levanté la vista y lo atrapé reteniendo una sonrisa.

—Una vez más, haces un montón de cosas lindas, pero no eres sólo linda.

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