domingo, 14 de abril de 2013

Capitulo 26

Capitulo 26

Me mantuve de pie estudiando la mesa de la cocina. Se encontraba cubierta con latas de soda vacías, dos cajas de pizza, también vacías, y la mitad de un pastel de chocolate, en el que se podía leer Bienvenida a casa Lali en letras blancas. Pablo, Cande y Nacho me habían sorprendido esta tarde. Había abierto la puerta hace cuatro horas para encontrarlos a los tres sosteniendo pizza, sodas y una caja de pastelería. Estar con ellos, comiendo comida de muy buen sabor y entreteniéndolos con historias del tiempo que estuve en la casa de reposo, me hizo sentir como si estuviera en casa. Sus caras sonrientes y las risas familiares me daban una sensación cálida, alejando la frialdad que siempre me penetraba. Pablo me había sostenido en sus brazos mientras estábamos sentados en la sala, recuperando el tiempo que habíamos perdido.

Mery se había caído de la cima de una pirámide humana durante una práctica de animadoras y tenía un cabestrillo en su pierna derecha. Cande parecía bastante complacida con el pequeño sufrimiento de la chica. Los reclutadores de las universidades habían venido a observar a Pablo y ahora él tenía propuestas de dos universidades diferentes.

Pablo había seguido sin mí. El saber que estaría bien cuando ya no fuera parte de su vida, alivió un poco la culpa que había dentro de mí. No podía quedarme con él. No cuando ansiaba tanto a Peter. Incluso si no podía encontrarlo, sabía que le importaba.

Él tendría que volver, eventualmente. Sabría que lo necesitaba y vendría a mí. Incluso si no podía verlo, sabía que estaba cerca. Miré hacia las escaleras sabiendo que no vendría esta noche. Mi habitación era un lugar seguro para mí ahora. Si tan solo pudiera verlo y decirle que lo amo y que iría a cualquier lugar que tuviera que ir solo para estar con él… pero nunca le permitiría saberlo, o incluso entenderlo.

El escritorio vacío, en donde Peter se había sentado una vez en Literatura Inglesa relampagueó por mi mente y el vacío en mi pecho dolió aún más.

***

La música sonaba. Me tomó un momento abrir los ojos y darme cuenta de que Peter tocaba mi nana. Me senté derecha en mi cama y dirigí mi mirada hacia la silla, para encontrarla vacía, aun así, la música seguía sonando. Me tomó unos minutos abrirme paso a través de la bruma del sueño y darme cuenta de que la música no sonaba en mi habitación, ni siquiera en la casa. La música se filtraba a través de la ventana desde el exterior. Salté y corrí para ver de dónde venía.

¿Peter se encontraba ahí afuera? El patio trasero se hallaba oscuro y brumoso. La música venía hacia mí desde algún lugar de la noche. Alcancé mi chaqueta, me puse mis zapatos y luego me encaminé escaleras abajo hacia la puerta trasera, cerrándola cuidadosamente detrás de mí, para no despertar a mi madre. Si me atrapaba escabulléndome en la oscuridad ella misma me devolvería a la casa de reposo.

La música sonaba como si viniera desde el bosque. Caminé hacia el jardín para encontrar una linterna, que mi madre siempre guardaba en el cobertizo. Una vez allí, agarré la linterna, comprobé que tuviera baterías y me dirigí otra vez hacia el patio trasero.
¿Por qué Peter estaría aquí afuera, en la oscuridad, tocando mi nana? Seguí el camino que mi madre hacía cuando se daba tiempo para caminatas naturales, desde nuestro patio trasero hasta el estanque comunitario, a través del bosque. Las hojas crujían a mí alrededor y contuve un chillido. Necesitaba encontrar a Peter antes de que alguna extraña criatura me encontrara. La música me llevó aún más adentro del bosque. Mi linterna no ayudaba mucho.

La espesa niebla hacía casi imposible la visibilidad. Me seguí repitiendo en mi cabeza que Peter andaba por aquí, en algún lugar, él quería que yo lo encontrara. ¿Por qué otra razón el tocaría su música para que yo la pudiera oír, si no para sacarme de aquí?

Una luz brilló en la oscuridad, asomándose a través de la niebla. Caminé hacia ella, sabiendo que la música venía de allí. Entre más me acercaba, la luz se hacía más brillante.

Rompí a través de la niebla y llegué a un pequeño claro. Una brillante bola flotaba en el centro del círculo de árboles rodeando el brillo. Escondí la linterna en el bolsillo de mi chaqueta antes de dar un cuidadoso paso hacia la fuente de la luz. La música de Peter venía de ésta.

Confundida, escaneé rápidamente el claro en busca de Peter. Permanecía vacío, aparte de mí y la luz musical. ¿Por qué tocaba la canción de Peter? El miedo empezó lentamente a filtrarse a través de mí. Peter no se encontraba aquí. Él nunca me atraería a un claro, de noche, en medio del bosque, sola. Alguien más lo haría. Alguien que quería que dejara mi cama y me alejara de la seguridad de mi casa.

—Thump thump, thump thump, el ritmo de tu corazón se está acelerando ¿No es así Peggy Ann? —Me giré al oír la voz de Euge. Ella se encontraba en la esquina más alejada del claro, observándome. No se veía como la Euge de la casa de reposo. Su corto cabello rubio volaba a su alrededor, en la brisa nocturna y sus labios rojos ahora parecían brillar como brillantina plateada a la luz de la luna. Retrocedí un paso, poniendo distancia entre nosotras.

—¿Qué estás haciendo aquí, Euge? —Pregunté, tratando de mantener el pánico fuera de mi voz. Ella frunció sus escarchados labios y movió la cabeza de un lado a otro.
—Hmmm ¿La pequeña señorita pantalones listillos no es tan lista después de todo? La única chica sana en la casa, ¡HA! Fuiste la única lo suficientemente estúpida como para hacerse mi amiga. —Busqué frenéticamente alrededor de mí, tratando de pensar un modo de escapar.
—Tefi era tu amiga. —Repliqué, esperando distraerla mientras trataba de pensar en cómo podría alejarme de ella. 
Euge empezó a reírse a carcajadas. 
—Tefi es una lunática, cuya mente era fácil de controlar. Tú, sin embargo, te me acercaste sin tener que esforzarme ni un ápice. Lo hiciste todo por tu cuenta. Confiaste en mí. —Ella paró de hablar y empezó a acercarse a mí. Riéndose maniáticamente. —He sido enviada para corregir los errores. Me encontraba allí por ti. La primera noche iba a ir por ti. Estaba destinado así. —Gruñó. —Pero él ya se hallaba allí. Ni siquiera te había matado aún y ya se encontraba allí. Protegiéndote. A una tonta humana. A la simple alma viviendo dentro de ti. Él la protege.

Empezó a pasearse de aquí para allá en frente de mí, como si fuera un gran gato rondando su presa. Retrocedí otro paso y se rió perversamente, como si mi intento de escapar fuera tan loco como ella.

—Es su ¡TRABAJO! ¡Fui enviada para arreglar su error! Rompió una regla contigo. No puede romper las reglas. Si no corrige este error pagará por ello. Debe ser corregido. —Empezó a sacudir su cabeza para atrás y hacia adelante, estudiándome como si fuera una especie desconocida. Me di cuenta de que sus ojos ya no se veían lunáticos. Se veían más como los de un gato. Sus rasgos habían tomado una especie de brillo. No era humana. No era una paciente mental. Era… algo más.
—¿Qué eres Euge? —Pregunté.
—¿De verdad quieres saberlo? —dijo sonriendo. Dejó de rondarme y miró hacia el claro como si estuviera esperando a alguien más. ¿Habían otros más como ella aquí? —Supongo que es hora de que lo sepas. Eres como un atrasado libro de historia. Tick tock, tick tock, me estás haciendo desperdiciar mi valioso tiempo. Este no es mi trabajo. Es SUYO —Siseó, observando el claro otra vez, y me di cuenta de que esperaba a Peter.
—¿Quién es Peter? —Pregunté. Se rió ante la pregunta y enarcó una de sus cejas tan rubias como su cabello.
—¿Quién crees que es, Peggy Ann? —Se burló.

—Él se lleva a aquellos que murieron a donde se supone que deben ir —Repliqué en un susurro, casi asustada de oírme a mí misma decir esas palabras. Euge se empezó a carcajear con su risa maniática.
—Bueno, si estuvieras en lo correcto, entonces este mundo sería mucho más fácil. Pero viendo lo perdida que estás lo hace más difícil. Peter no es un transportador. Yo lo soy. Es cierto Peggy Ann, yo las llevo arriba o abajo. —dijo con un tono de disgusto. —Y tú ibas a ser fácil. Tú ibas a ir arriba. Te darían un Nuevo Cuerpo, vivirías una nueva vida y tu alma habría hecho lo que las almas buenas hacen. Vivir para siempre, una y otra vez. Pero ¡NO! —Gritó en la oscuridad y chispas rojas brotaron de las puntas de sus dedos. —No PEGGY ANN, Él no quería que eso pasara. ¿Por qué diablos no? Bueno, esta vez tu bonita alma se encontraba en un bonito y joven cuerpo y tenías una sonrisa adorable y un adorable caminar, una risa encantadora y eras interesante. Podías ver otras almas y eras valiente y bla, bla bla. Como sea. —Se detuvo y me fulminó con la mirada. —Llegaste a él, se supone que nadie lo hace, pero tú lo hiciste.

Empezó a balancearse de atrás hacia adelante otra vez, mirándome como si no estuviese segura de qué hacer conmigo.

—Ahora, soy yo quien tiene que corregir los errores. Él es demasiado débil para hacerlo. TE QUIERE. No quiere enviar tu alma conmigo arriba para vivir una nueva vida. No puede soportar el pensamiento de terminar las cosas contigo. —Rodó sus ojos y alzó sus manos en el aire con un suspiro frustrado.—He sido enviada para recuperar tu alma, con o sin su consentimiento. Él estará aquí en el final, no frunzas el ceño. Verás su sexy cara otra vez. —Euge empezó a caminar hacia mí, pavoneándose como un gato.
—No me dijiste quién es él. —Digo, retrocediendo lejos de ella.
—¿Qué es él? ¿Aún no lo sabes? Y yo que pensé que lo había dejado bastante claro. —Se burló, deteniéndose en frente de mí para deslizar una uña sobre mi rostro. Temblé ante el familiar toque helado. La castaña que había tratado de asesinarme me había dado la misma sensación que el toque de Euge.
—Trataste de asesinarme. —dije con voz ronca, buscando algún parecido con la rubia que pensé que Peter había asesinado.
Ella sonrió y sacudió su cabeza.
—No Peggy Ann, esa alma no era yo. Belen era otra transportadora de quien tu amado se deshizo. ¿Ahora puedes ver por qué no estoy muy entusiasmada con el trabajo que se me ha asignado? Él no va a estar feliz conmigo. No quiero que su ira esté dirigida a mí cuando me lleve a su preciosa. Después de todo, ¿Quién quiere joder a la Muerte? —Tragué el nudo que se había formado en mi garganta.
—Muerte. —Apenas pude susurrar.
—Déjala ir. —La voz de Peter llenó el claro y Euge se tensó. Su agarre se aflojó antes de reforzarse aún más. Respirar ahora era imposible.

—¡NO! —La voz de Peter rompió en la oscuridad. El agarre de Euge se soltó mientras su cuerpo era lanzado contra el suelo. Jadeé por aire, mirándola en el suelo mientras ella fulminaba con la mirada a Peter, en sus ojos había una mezcla entre miedo y odio.
—Es hora. He sido enviada. No puedes romper las reglas. Es un alma a la que se le dará otra vida. La puedes encontrar otra vez. Termina esto. —Euge rogó, observando a Peter. Él caminó más allá de ella y estiró una mano para tocar mi cuello. El calor alivió el dolor que el agarre helado de Euge había dejado.
—Lo siento. —Susurró y me miró directo a los ojos.

Asentí, sin estar segura del “por qué” de su disculpa, pero sabía que lo perdonaría sin importar el motivo. La carcajada salvaje que vino de detrás de él hizo que sus ojos verdes se transformaran en dos brillantes esmeraldas. Se dio la vuelta y fulminó con la mirada a Euge.

—Vete y te dejaré existir. —Su fría y dura demanda penetró la oscuridad.
Euge se levantó, mirándolo, temerosa.
—No me puedo ir hasta que tú hagas tu trabajo y me vaya con esa alma.
Peter sacudió su cabeza y sus ojos parecían como si quisieran hacerle daño.
Ella hizo una mueca mientras retrocedía.
—Escucha, no pedí ser la que molestara a La Muerte. Ellos me enviaron. No tenía elección. —Me señaló. —Me agrada. Puedo ver lo que viste en ella, pero tiene que morir. Está escrito.

Peter se dio la vuelta por completo y empezó a caminar en su dirección.

—¡Nooo! —Rugió. Euge retrocedió aún más con una expresión aterrorizada. Alcancé a Peter, tomando su brazo.
—No, Peter, por favor. —Rogué. Él se detuvo, volviéndose hacia mí.
—¿Entiendes lo que quiere? No es tu amiga Lali, tan solo interpretó muy bien su papel. —Me acerqué a él.
—Eres La Muerte y se supone que debo morir. —Aparté mis ojos de los suyos y posé mi mirada en Euge. —Y ella me va a transportar.

Peter sacudió su cabeza y fulminó con la mirada a Euge.

—¿Lo hiciste sonar así de simple? ¿Le hiciste pensar que podría solo morir, flotar lejos y vivir otra vida?

Un brillo se alojó en el pecho de Peter y Euge se alejó más, su cuerpo temblando visiblemente.

—No funciona de ese modo, ¿No es cierto v? —Replicó, y pude sentir los músculos de sus brazos tensarse bajo mi toque.

—Estoy aquí para corregir un error. Rompiste una regla que no puede ser rota. No te puedes quedar con ella, Muerte. Ella no es una mascota con la que puedas jugar. Es un alma y tu único poder sobre un alma es el hecho de que tomas la vida del cuerpo cuando es el momento. No posees las almas.
—NO tomaré su alma. Vivirá. Su muerte no sucedió.
Euge alzó sus manos con exasperación.

—Sí, sabemos eso. ¡Porque TÚ lo detuviste! Se suponía que iba a morir en aquel coche. Y estarías allí para tomar el alma de su cuerpo. Belen iba a terminar las cosas, pero NO. Tomaste su cuerpo y lo salvaste. 

Mis piernas se aflojaron cuando la verdad de las palabras de Euge me golpeó. Las palabras de la pequeña niña del hospital vinieron volando hacia mi mente.

—No te pongas triste. Él dijo que este cuerpo que tengo está enfermo y una vez que muera tendré uno nuevo y una nueva vida. Las almas no están forzadas a permanecer en la tierra. Solo aquellas que están muy asustadas de irse son las que permanecen aquí. Si escoges dejar la tierra regresarás con un cuerpo nuevo y una vida nueva. Tu alma, sin embargo, será la misma. Él me dijo que el hombre que escribió mis libros favoritos, Las Crónicas de Narnia, dijo que: Tú no eres un cuerpo. Tú tienes un cuerpo. Tú eres un alma.

Peter me alcanzó antes de que golpeara el piso. Levanté la mirada hacia él.

—Conocí una pequeña niña en el hospital. Te conocía. Estaba enferma e iba a morir y le dijiste que su cuerpo se hallaba enfermo y que no tuviera miedo porque iba a tener un cuerpo nuevo.

Peter sacudió su cabeza con una expresión atormentada.

—Sé lo que estás pensando y no.

Miré a Euge y ella apartó su mirada. Había algo que no sabía y que era importante. Levanté mi mirada hacia Peter.

—¿Qué es lo que no me estás diciendo, Peter? ¿Por qué no puedes tomar mi cuerpo y dejarme vivir una vida otra vez? Puedo estar contigo una vez que no esté destinada a morir y no romperías ninguna regla.

Euge sacudió su cabeza y me dio la espalda. Peter cerró sus ojos fuertemente.

—No volverás. —dijo en un ronco susurro.
—¿Por qué? Tú le dijiste a la pequeña niña que ella lo haría. Euge dijo que tendría otro cuerpo y que viviría, que es lo que las almas hacen. —Peter tomó mi cara entre sus manos.
—Lali, el momento en que me enamoré de ti y elegí romper las reglas, todo cambió. Tú eres mi debilidad. Te escogí por encima de las reglas. Una vez que te hayan llevado no volverás. No podré verte nunca más y no se me dará la oportunidad de estar cerca de ti. Soy La Muerte. No puedo vivir con la luz y tú vivirás en ella. Para siempre, sin regresar a la tierra. No puedo resistirme a ti, así que ellos no me dejarán mantenerte conmigo.

El bajó su cabeza y besó mi nariz suavemente. Temblé bajo su toque.

Las lágrimas quemaban mis ojos. No podía soportar el pensamiento de no volver a verlo nunca.

—Y si él se rehúsa a tomar tu cuerpo, el suyo será tomado en consecuencia. ¿Le contarás esa parte, Muerte? ¿Le contarás que ya no serás capaz de correr libremente por la tierra como La Muerte sino que serás enviado al infierno? Serás como los ángeles caídos. Si ella vive, tú mueres. — Euge miraba a Peter con las manos en sus labios. —La elección es ahora. Una vez que tus poderes te sean retirados, te transportaré abajo. Y en verdad odio tener que ir allí. —Dirigió su mirada hacia mí. —Puedes vivir y tener una vida eterna mientras él se quema en el infierno con el resto de los ángeles caídos y pecadores, o puedes venir conmigo y vivir en la luz, dejándolo continuar viviendo la vida que ha vivido desde la creación de los hombres. Lo que es, y siempre ha sido, La Muerte.

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