domingo, 14 de abril de 2013

Capitulo 15

Capitulo 15

—¡No se parece para nada a nuestro gimnasio! ¡GAH! ¿Qué tan fantastico luce este lugar? —Cande se giró para vernos, sonriéndonos, extremadamente contenta por la decoración del gimnasio. Tenía razón. Habían hecho un excelente trabajo convirtiendo el gimnasio en una estrellada noche oceánica.
—Es impresionante. —Estuve de acuerdo, mientras el brazo de Pablo me acercaba más a él.
—¿Tienes ganas de bailar? —Me preguntó, mientras la música cambió a una canción lenta de Lady Gaga, Just Dance. Negué con la cabeza y miré en dirección a las mesas. 
—¿Podemos sentarnos en una? No estoy segura de que mi costilla esté lista para este tipo de movimientos. —Me dirigió hacia las mesas, mientras Cande agarraba a Nacho y lo arrastraba a la pista de baile. Me reí de la expresión de dolor de Nacho y me volví para decirle algo a Pablo, cuando me di cuenta de que su atención se concentraba en la entrada. Había una mueca en su rostro. Peter acababa de entrar. Se veía impresionante en un par de pantalones vaqueros, una camiseta negra y botas militares. Me tomó un momento apartar mis ojos de él y notar que Mery se pegaba a su lado. Estaba fundida y vertida en el vestido rojo que llevaba puesto. En realidad, no era un vestido en absoluto, sino algo que tenía pintado sobre su cuerpo. Los celos se encendieron en mi pecho a la vista del brazo de Peter alrededor de su cintura. Miré hacia arriba, a Pablo, quien seguía mirando a la pareja con disgusto.

—¿Estás bien? —Le pregunté y él apartó su mirada de Mery y Peter.
Asintió con la cabeza, se detuvo y me estudió un momento.
—Tienes algunas clases con Peter y has estado hablando con él unas cuantas veces, ¿No es así? —Asentí, sin saber de qué se trataba, así que esperé por más—. Algo en él me inquieta. Mery tiene algunos problemas que la hacen inestable y estoy empezando a preocuparme de que Peter no sea el tipo de persona que ella necesita. Parece oscuro y siniestro.

Mis celos fueron olvidados y se remplazaron por la ira ¿Pablo pensaba que Peter no era suficientemente bueno para Mery, la perra del pueblo? Me las arreglé para mantener una furiosa ráfaga de risa y miré hacia la pista de baile deseando de alguna manera poder escaparme. Tenía que calmarme.

—¿Qué? Te ves molesta. No me malinterpretes, Mery no me gusta, Lali. No se trata de eso. —Tomó mi otro brazo y me atrajo hacia él para mirarlo. Su anterior expresión de hostilidad hacia Peter había desaparecido.

Ahora parecía preocupado y por primera vez no me importaba calmar su preocupación.

—Mírame. No la quiero. Tú eres todo lo que quiero. Te amo, Lali. No es así con Mery. Simplemente no quiero que le hagan daño. Tiene…
—Problemas, sí, te he oído. —dije, interrumpiéndolo antes de que lo olvidara e hiciera una escena. Tomé una respiración profunda, recordándome a mí misma que me lo tomaba como algo personal debido a mis sentimientos por Peter—. Mira, si Peter Lanzanir tiene algún interés en Mery, entonces ella debe tener suerte. Por lo que sabemos, él es: inteligente, honesto, talentoso y compasivo.

Fulminé con mi mirada a Pablo quien parecía estar asimilando mis palabras. Quería decir algo más y seguir defendiendo a Peter pero sabía que había dicho suficiente.

—Necesito algo de beber. Enseguida regreso. —dije antes de girarme y alejarme. Era grosero, pero necesitaba poner un poco de espacio entre mi ira y Pablo.

Cande me saludó cuando pasé por donde bailaban ella y Nacho. Forcé una sonrisa, pero seguí caminando. El vestido ceñido de Mery llamó mi atención y me volví para verla envuelta alrededor de Peter, riendo y bailando de la manera que lo hacen las parejas, en cuestión de segundos. Los celos anudaron mi estómago debido a la forma en que Peter la sujetaba y la tocaba de maneras en que nunca me había tocado a mí. No me dirigí hacia la mesa de los refrescos. En su lugar, me dirigí a las puertas traseras. Necesitaba alejarme de Pablo y Peter. Hice una pausa en la puerta. Estar a solas en la oscuridad no podía ser una buena idea.

La risa de Mery resonó en mis oídos y me decidí en ese momento, prefería hacer frente a la delicadamente escalofriante alma castaña que ver a Peter sosteniendo a Mery.

La brisa de la noche se había enfriado en las últimas semanas. Envolví mis brazos alrededor de mi cintura y caminé hacia el campo de fútbol abandonado. Las emociones agitándose dentro de mí me dieron una sensación de valentía. Seguí andando, lejos de la música y las risas. Volví apensar en el verano pasado, en el rancho de mi tía y lo fácil que las cosas habían sido. Había pasado mi tiempo montando caballos y ayudando a mi tía con la muerte de mi tío. Mamá me había sugerido que la fuera a visitar para que no estuviera sola. Había estado de acuerdo en ir, pensando que podría ayudar estar lejos de este pueblo y de los recuerdos de Benja. Lo había hecho, en un sentido. Después de unas pocas semanas, me había dado cuenta de que Benja y yo nunca estuvimos destinados a estar juntos. Otra ventaja de estar en el rancho había sido las almas errantes que parecían ser escasas. Había sido un breve respiro de mi vida. Sin embargo, las últimas semanas del verano, esperaba con interés volver a casa. Miré hacia atrás en el gimnasio y pensé en todas las cosas locas que habían sucedido desde mi regreso.

—¿Por qué no estás adentro bailando con tu cita? —La voz de Peter rompió el silencio, me giré y lo vi recostado contra la pared de cemento del estadio. Me encogí de hombros y agaché la cabeza, mientras estudiaba mis pies. No quería que viera el dolor o la envidia en mis ojos. Ya era bastante malo que probablemente ya lo supiera—. Se ve muy triste sentado en una mesa solo, —dijo Peter, en la noche silenciosa. Un parpadeo de culpa profunda en mi estómago, no era suficiente para enviarme adentro. Me encogí de hombros otra vez y no me encontré con su mirada penetrante. Se rió, el bajo y sexy sonido envió un escalofrío a través de mí—. Así que, ¿Te has decidido a intentar la cosa de ignorarme de nuevo, para ver si me voy? —Preguntó con un toque de humor en su voz.

Me mordí el labio para sonreír y negué con la cabeza.

—Sé que no funciona contigo.
—¿Por qué estás aquí, Lali? ¿Qué pasa? —Preguntó en voz baja. De mala gana lo miré. Se veía tan increíblemente hermoso de pie con los brazos cruzados delante de su pecho. El pelo oscuro, que se curvaba en los extremos, parecía bailar en la brisa.
—Nada que te concierna. —Mentí. Él inclinó la cabeza hacia un lado y me dedicó una sonrisa maliciosa.
—¿En serio?
Asentí con la cabeza. 
—En serio.
Sus manos cayeron a los costados mientras se alejaba de la pared dando un paso hacia mí. 
—¿Verme bailar con Mery no te molesta? — Preguntó en un ronco susurro. Sacudí la cabeza y miré hacia otro lado, negándome a retroceder ante su cercanía. Sus ojos me devoraron tan intensamente como si estuviera realmente tocándome. Mi corazón empezó a golpear con fuerza contra mis costillas y lo miré. Sus ojos se movieron de mi vestido, a mi cara. —Sabía que el rosa pálido te sentaría. La mayoría de las chicas no pueden llevarlo, pero en ti, es perfecto.

Tragué saliva, atemorizada de que mi corazón estuviera a punto de explotar, justo en mi pecho. No quería pensar sobre la manera en que su mirada hacía que cada célula de mi cuerpo cobrara vida.

—Crees que no te quiero tocar de la misma manera en que toco a Mery. Tienes razón. —Sus palabras cayeron como agua helada sobre mí y di un paso atrás, lejos de él, como si acabara de abofetearme. El latido de mi corazón disminuyó y tomé una rápida bocanada de aire, asustada, por un momento, de no ser capaz de respirar.

Su mano se acercó, agarró la mía y me levantó contra él. 

—Cuando toco a Mery, mentalmente, me atemoriza tener que seguir fingiendo estar interesado en ella.

Dejé de tratar de retirar mi mano de la suya y me quedé mirándolo. Esto sonaba como algo que yo quería oír.

—Cuando no puedo controlar mi necesidad de ti y me permito tocarte, se enciende un monstruo en mi interior sobre el que tengo miedo de perder el control. Tú me haces sentir cosas que nunca he sentido antes. Algo pasa —hizo una pausa y bajó la mirada de mis ojos a mis labios—, cuando estoy
cerca de ti de esta manera, —tocó mis labios con la yema de su dedo y temblé. Cerró los ojos como si le doliera—, y cuando reaccionas de la manera en la que lo haces, siento el zarpazo dentro de mí, por tener lo que quiero.

Abrió los ojos y me miró con una intensidad que me hubiera asustado si no confiara en él completamente.

—Tú eres lo único que más quiero en el mundo, sin embargo lo único que no puedo tener. Porque tenerte completamente sería imposible. No puedes ir donde yo voy. —Se detuvo y acunó mi rostro entre sus manos—. El propósito de mi existencia es no tener una pareja. Es ser solitario y frío. Hasta ahora, ha sido todo lo que he conocido. Luego te convertiste en el designio y todo cambió. —Dejó caer las manos de mí y se alejó, mientras una dolorosa desesperación nublaba sus ojos—. Vete, Lali. Corre, por favor, corre. No soy lo que crees que soy. No soy “inteligente, honesto, talentoso y
compasivo”
y oírte decir esas palabras en mi defensa, sentí como un líquido caliente a través de mis venas frías. Quieres saber lo que soy y no puedo decírtelo. Si lo supieras, no tendría que pedirte que corras.

Él gruñó y se alejó de mí, huyendo hacia la oscuridad. No podía dejarlo ir. Corrí tras él y se volvió bruscamente. Su mirada enojada me sorprendió y me congeló. La ira pareció irse inmediatamente y una expresión de tortura se apoderó de sus rasgos perfectamente cincelados. Jadeé al ver la transformación.

—No me importa lo que eres, —le dije, dando un paso hacia él—, no me puedes asustar y no voy a salir corriendo. ¿Qué es lo que dice la canción que me cantas? ““Sin embargo te quedas. Aferrándote a mí, pero te quedas, extendiendo la mano que yo alejo. El frío no es para que permanezcas, sin embargo tú, tú te quedas. Cuando sé que no es adecuado para ti”. —Le repetí sus palabras en la oscuridad. Su rostro se encogió por el dolor.
—Vete, Lali. Ahora. No me puedo controlar más. —Susurró en la oscuridad.

Di otro paso hacia él. Un gruñido surgió de su pecho y se apoderó de mí en un movimiento rápido. Su boca encontró la mía al instante. Sus dientes mordieron mi labio inferior y luego golpeó suavemente su lengua sobre la mordedura. Mi primer sabor de él hizo girar mi mundo. De alguna manera sabía que sería así. Agarré en mis puños la camiseta de Peter. Necesitaba mantenerlo aquí contra mí, finalmente, permitiendo lo que había estado anhelando. Sus brazos se apretaron a mí alrededor y oí un jadeo en la oscuridad, pero no estoy segura de si era de él o mío. Mi propósito estuvo completo. No había nada que quisiera o deseara más que esto. Había una oscuridad tirando de nosotros, no podía comprender qué era exactamente peor, incluso a través de la bruma de placer, supe que se encontraba allí.

Peter arrastró varios besos por mi cuello y murmuró palabras que no entendí. Solté su camiseta para poder apoderarme de su rostro, atrayendocon deseo su boca de nuevo a la mía. Sus manos lentamente corrieron por mi espalda y se deslizaron por mis costillas. Mi respiración se atascó, mientras sus pulgares rozaron la parte inferior de mi sujetador. Peter alejó su boca de la mía, jadeando ruidosamente. Me estremecí al verlo tan necesitado como yo por esto.

—No puedo Lali. Quiero esto tan malditamente fuerte. Pero no puedo. —En un abrir y cerrar de ojos estuve sola, sentada en el pasto frío en el centro del campo de fútbol. Mi respiración era entrecortada y la cabeza me daba vueltas. ¿Dónde estaba Peter? Mis ojos lo buscaron desesperadamente en la oscuridad. ¿Por qué tenía que dejarme? La sensación de euforia desapareció con él y mi cuerpo dolía por su pérdida.

—¿Lali? —Una preocupada voz llamó desde detrás de mí. No me giré, porque reconocí la voz de Pablo. Había venido a buscarme y aquí estaba yo sentada en mi vestido rosa pálido, comprado para otro chico, en medio de un campo de fútbol abandonado. Tal vez comenzaba a volverme loca. Se arrodilló delante de mí con temor y preocupación en su hermoso rostro. —Dios, me has asustado. Vine afuera, te busqué y te vi cayéndote o desmallándote… ¿Estás bien? lo siento, Lali, no quería molestarte. Por favor, por favor, perdóname. —Sostuvo mis manos entre las suyas, sin embargo, el calor de su cuerpo no podía penetrar en el frío que se filtraba a través de mí. Lo miré fijamente, sabiendo que tenía que decir algo. Pero ¿Qué podía decir?

—Está bien. Simplemente no me encuentro bien. Mi cabeza. —Me toqué la cabeza para el efecto—. Lo siento, pero sólo quiero ir a casa. —Se levantó y me ayudó a levantarme, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura como un medio de apoyo. Caminamos en silencio a través del campo y del oscuro estacionamiento. No estoy segura de si se sentía enojado o herido, pero ahora sólo necesitaba estar sola. Mi mente no era capaz de envolverse alrededor de lo que había sucedido y yo sabía que en el fondo tenía la esperanza de que Peter estaría en mi habitación esperando por mí.

No volvimos a hablar durante todo el viaje de vuelta. Odiaba el silencio, pero no había manera de explicar lo que había sucedido. Cuando se detuvo en mi entrada, apagó el auto y luego me miró.

—Espero que puedas perdonarme por haberte hecho sentir mal. — Dejó salir un suspiro de disgusto—. Aquí estoy, todo preocupado por la vida personal de Mery y termino perjudicando a la única mujer que he amado por mi estupidez. —Se detuvo y sacudió la cabeza—. Aún no estás curada de algo que te causé. Nunca te quejas sobre ello, pero sé que aún estás superando todavía los efectos de tu caída. No sé si voy a ser capaz de perdonarme por dejar que mi estúpida boca te molestara tanto que… —hizo una seña con la mano como si fuera hacia el campo de fútbol que se encontraba a millas de distancia—…te vas sola y triste a causa de la tensión que te infligí.

No podía dejarlo culparse a sí mismo por lo que pasó más. Me obligué a eliminar mi estado de bruma y tomé su mano.
 —Pablo, escúchame. Lo que ha pasado esta noche no es tu culpa. Todavía no estoy segura de lo que me pasó, pero nadie tiene la culpa, excepto yo. No tienes nada, y lo digo enserio, nada que ver con eso.
La pequeña llama de alivio en sus ojos no era lo suficientemente fuerte para compensar su expresión torturada. Puso mi mano en su boca y la besó.
—Te amo, Lali Esposito. —Había estado diciendo esas tres palabras mucho esta noche.

Sabía que no podía decir las palabras que él quería oír. Pablo era especial para mí, pero no lo quería, al menos no de la forma en que él me quería a mí. Hice lo único que podía pensar, me incliné y lo besé suavemente en los labios, y luego giré y me bajé del auto. Me dirigí a la puerta sin mirar atrás.

Mi habitación se sentía vacía, pero, de alguna manera, sabía que sería así. Algo había ocurrido esta noche. No sabía lo que era, pero sabía que era importante. Me acerqué a la silla donde Peter pasaba sus noches y me acurruqué en ella. No vendría esta noche. Necesitaba estar cerca de él y esta parecía ser la única manera. El silencio parecía cortar a través de mí como un cuchillo y lágrimas tibias corrieron por mi cara. Extrañaba su voz llenando mi habitación con calor. No quería que me dejara. El temor que se hubiera ido dolía mucho, obstaculizando mis vías respiratorias. El alma castaña que me había asustado ya no me parecía importante. La ausencia de Peter hacía doler mi pecho. No pude aguantar el silencio más, así que comencé a cantar suavemente en la oscuridad.

Volvi!!
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