viernes, 12 de abril de 2013

Capitulo 4

Capitulo 4

Estaba de pie en mi sala, frustrada por perder el control de la situación en mi encuentro con Pablo. Había ido a la biblioteca preparada para cumplir con nuestra tutoría programada e incluso había hecho notas en el libro de mano que el Sr. Yokley les dio a todos los tutores. Me encontraba en el problema de crear un programa para usar con Pablo, haciendo notas de los días y horas de nuestras sesiones. Escribí instrucciones para él, sobre qué llevar y cómo tomar notas en clase. Todo parecía tan cortante y seco. Aun así, nada salió como se planeaba. No había tomado en consideración que estudiar con Pablo en el último periodo sería imposible dado que todos los jugadores de fútbol americano debían reportarse en el campo en el último período. Tampoco había pensado en sus prácticas de la tarde y en el trabajo en la tienda de surf de su tío al atardecer. El timbre sonó antes de que pudiera enojarme más por que nada iba en la forma en que lo había
planeado. No pude quitarme la irritación mientas abría la puerta. 

Pablo sonrió compungido.
 —Realmente lo siento sobre esto. Me siento mal por que tengas que trabajar de acuerdo a mi agenda. Sé que a las siete es tarde y bueno, lo siento.
La indignación que me había arreglado para sentir mientras pensaba en tener que trabajar alrededor de Pablo, se evaporó. Parecía sincero y un poco nervioso. Esta no era la forma en que esperaba que actuara. ¿Dónde estaba su arrogancia? ¿Siempre era tan amable? Seguramente no. El tipo había salido con la perversa bruja de la costa sureña por dos años. Di un paso atrás para dejarlo entrar.
—Está bien. Pasa y siéntate en la mesa, nos traeré algo para beber. ¿Te gusta la cerveza sin alcohol? —pregunté, caminando hacia el refrigerador, así no tendría que mirarlo.
—Eso es genial, gracias.
Me tomé mi tiempo, sacando las sodas del refrigerador y abriéndolas antes de caminar de regreso a la mesa de la cocina. Esta sería la primera vez que había hablado realmente con Pablo más allá de las breves conversaciones de ayer y hoy.

—Traje el programa de clase y todo lo que se espera en este curso. Tengo una semana antes de que el primer discurso sea dicho y necesita ser sobre algo en lo que me sienta entusiasmado.
Muy bien. Era una tutora. Podía hacer esto. Él era sólo otro estudiante que necesitaba mi ayuda. 

—Así que, necesitamos decidir qué te apasiona. —Se rió entre dientes y levanté la vista
—. ¿Qué? —pregunté cuando vi su expresión divertida.
—¿Qué me apasiona?
Rodé mis ojos y sostuve el programa de estudios.
—Ya sabes, algo con lo que te sientas fuerte. Como tu propósito o base.
Asintió con su risa divertida aún en su lugar.
—Apasiona, me gusta eso. Pensemos en algo que me apasiona.
Esto no debería tomarle mucho para darse cuenta. Algún tema relacionado con el fútbol americano o problemas en el deporte tenía que estar dando vueltas en su cabeza. Estiré la mano para abrir la portátil. 

—¿Tienes alguna idea? —pregunté.
Aparentaba estar muy compenetrado en su pensamiento. Me sorprendió un poco. ¿Cuán compenetrado puede volverse uno si se trata de futbol americano? 
—La importancia de la adopción.
Comencé a escribir su respuesta mientras sus palabras lentamente se hundieron. ¿Adopción? ¿Quería escribir sobre adopción?

 —Muy bien. — repliqué preguntándome si iba a explicar con detalles por qué quería discutir esto. Estuve completamente de acuerdo con él, pero, ¿Cómo podía el Sr. Popular estar apasionado sobre algo tan importante?
Estudiaba el bolígrafo en su mano y lo deslizaba hacia atrás y hacia adelante entre sus dedos. Podía decir que decidía cómo explicarme por qué quería hablar sobre adopción. Así que me las arregle para mantener mi boca cerrada y esperar. Finalmente me miró. 

—Fui adoptado después de vivir en hogares de acogida por cinco años. Ya no tenía la esperanza de pertenecer a una familia, para el momento en que cumplí nueve porque la mayoría de la gente quiere bebés. Se me dio una oportunidad con la que la mayoría de los huérfanos de nueve años sólo sueñan.
Si él simplemente me hubiera hablado en un fluido chino no hubiera estado más sorprendida. ¿Adoptado? ¿Pablo Martinez? ¿En serio?
 —Oh, wau, no tenía idea. Yo, uh, puedo ver por qué este sería un tema importante para ti. —Cuando había dicho que no conocía a Pablo Martinez, no me había dado cuenta cuán precisas eran mis palabras. El pequeño niño en un hogar de acogida sin padres y una dificultad de aprendizaje no parecían encajar con el tipo que caminaba por los pasillos de Harbor High como el rey actual. Las cosas acerca de Pablo que me desagradaban ahora parecían logros impresionantes. ¿Era posible que lo haya etiquetado incorrectamente? Los atletas superficiales no superaban la adversidad ni lograban las cosas que Pablo había logrado. Lo había catalogado, sin siquiera conocerlo. El hecho de que las chicas se volvían tontas por él y que cada chico quería ser él, no lo hacían un idiota. La única idiota en la habitación resultó ser la elitista y prejuiciosa mujer. Yo.
—Escuchaste la parte donde soy adoptado, ¿Verdad? —Su voz rompió mis pensamientos y lo miré confundida. Una sonrisa tiró de sus labios—. Te ves muy perturbada. Pensé que quizás te perdiste el final feliz.
—Lo siento. Es sólo, bueno, no esperaba eso. Me sorprendiste un poco.
Se inclinó hacia atrás en su silla.
 —Me parece que tienes un montón de ideas en lo que a mi respecta. Seguro pensaste mucho en alguien que no te gusta demasiado.
Mi rostro se calentó y sabía que me sonrojaba.
 —¿Quién sabe, Lali? Quizás te guste antes de que termine esto.

*** 

Nos tomó tres noches consecutivas de tutoría tener su discurso listo. También me tomó sólo tres noches darme cuenta que realmente me gustaba el mariscal estrella de Habor High. Pablo Martinez no era nada parecido a como siempre lo había asumido. Aún me sentía culpable por el estereotipo en que lo había ubicado. Sin embargo, aunque estábamos pasando dos horas juntos cada atardecer, nada cambió en la escuela. A pesar de que Pablo sonreía y asentía cuando nos cruzábamos en el pasillo, no llevábamos la fácil amistad que parecíamos tener durante las tutorías, a la vida diaria en la escuela.
—así queeeee, aquí está la cosa, Nacho y yo estuvimos hablando un poco y me pidió ir al Baile de Bienvenida. Eso significa que tendrás que buscar una cita y venir también. Sé que planeamos ir al cine esa noche pero buenoooo…— Cande sacudió sus pestañas hacia mí a través de la mesa.
—Estoy encantada de que Nacho y tú hayan vuelto. Odiaba que estuvieran enojados.
—Yo también. Apestaba, ¿No? —intervino Nacho, mientras tomaba asiento al lado de Cande. Ella se inclinó sobre él y de repente, me sentí un poco dejada de lado.
—Y Lali necesita una cita para el baile. No podemos ir sin ella. —dijo Cande sonriéndole a Nacho.
—Estoy bastante seguro de que Lali puede conseguir una cita si quiere una —Mordió su hamburguesa. 

Sabía que intentaba hacer lo posible para frenar las ideas de emparejarme que tenía Cande. Le di una sonrisa agradecida.
—Realmente no hay nadie con quien quiera ir. —Esto era una mentira y lo sabía. Me obligué a no mirar la mesa de Pablo porque hacerlo me delataría de inmediato. Nacho, sin embargo, miró hacia la mesa de Pablo y luego a mí con una sonrisa burlona. Por suerte, Cande se perdió su sutil insinuación y Nacho decidió no verbalizar sus pensamientos. Cande, enterándose de mi interés por Pablo, era la última cosa que necesitaba.

—Pero no será divertido sin ti. —Miranda hizo un puchero. Tomé otro trago de mi té. No quería discutir con ella sobre esto—. Vamos, Lali, han sido seis meses desde que Benja se fue. Lo extrañamos también, pero él se mudó. Necesitas tener citas de nuevo.
Era la primera vez que la mención de mi antiguo novio no me ponía triste. Había comenzado a salir con él en mi noveno grado y él había sido un alumno de décimo primer año. Después de la graduación este pasado Mayo se fue a la Universidad y sus padres se mudaron a otro estado. Ambos acordamos que una relación a distancia sería muy difícil y rompimos. Al principio, había estado perdida. Había asumido que debía ser el corazón roto. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que extrañaba la comodidad de nuestra relación. En el fondo, habíamos sido sólo muy buenos amigos. Nos gustaban las mismas cosas y nos preocupábamos por lo mismo.
—No es por Benja. No he conocido a nadie que me interese.
La sonrisa de Nacho se hizo más grande mientras le daba otro mordisco a su hamburguesa. Si él no fuera cuidadoso le estrangularía esa sonrisa tonta de la cara. Cande hizo una mueca de desagrado.

 —Es una lástima que pases cada noche con Pablo Martinez  y que ni siquiera te guste. Simplemente no lo entiendo. 
Nacho levantó las cejas hacia ella y frunció el ceño. 

—¿Qué estás diciendo, Cande?
Ella frunció los labios y trató de parecer seria. 
—Oh, basta, Nacho, sabes que te amo. —Él se agachó y le dio un beso en los labios antes de regresar a su comida. Ella volvió su atención a mí, con una sonrisa tonta en la cara y quise reír—. Sólo estoy diciendo que si pudieras ver más allá de tu desagrado hacia él, sería una gran oportunidad.
Pensé por un minuto acerca de seguir dejándola creer que realmente no me gustaba Pablo. De alguna manera me parecía injusto con él. No se merecía mi disgusto y dejar que otros creyeran que no me gustaba era incorrecto.
—No me desagrada Pablo. No es como yo pensaba. Me equivocaba acerca de él. Sin embargo, tampoco estoy caliente por él. —Miré a mi bandeja con un poco de miedo de que Cande pudiera haber conseguido leer entre líneas, pero, en cambio, parecía un ciervo encandilado por los faros. Ella no se enfocaba en mí, su mirada se centraba en algo o alguien detrás de mí.
—Bueno, me alegra saber que no estás caliente por mí. Una preocupación menos en mi mente.
Cerré mis ojos con fuerza, esperando sólo haber imaginado la voz de Pablo. Su hombro rozó el mío mientras se sentaba a mi lado y lentamente abrí los ojos para ver a un muy divertido Ncho, mirándome. Me aclaré la garganta y forcé una sonrisa que no sentía, antes de darme vuelta para mirar a Pablo.
—Hola. —Le dije simplemente y se echó a reír, empujando mi hombro con su brazo.
—Relájate, Lali, está bien. Entiendo que odiabas mis entrañas y has tenido la revelación de los dioses de que no soy tan malo después de todo. Es genial. —Me resistí las ganas de suspirar de alivio.
—Así que, ¿Qué te trae a las mesas de la clase baja? —Preguntó Nacho, sonriendo a su propio humor.
Pablo lo miró y levantó una ceja con sorpresa. 
—Oh, ¿Te refieres a que esto es la clase baja? No tenía ni idea. Tiene el atleta estrella que ser guiado por universitarios. —Señalando a Nacho—. Su novia. —Señalando a Cande—. Y la reina del Baile de Bienvenida del año pasado. —dijo, volviéndose hacia mí.
Rodé mis ojos.
—Eso fue sólo por mi cita y lo sabes.
—No, no lo sé.
Sabía que me ruborizaba y lo odiaba. Mi mirada se encontró con la de Cande y me di cuenta de que absorbía cada palabra. Esto no era bueno. No iba a extrañar mis mejillas rosadas. 
—¿Qué es lo que necesitas? —Le pregunté, tratando de no parecer grosera.
Sonrió como si pudiera leer mi mente. 
—Quería decirte que obtuve una A en mi discurso.
—Eso es maravilloso. Es un discurso muy bueno. Pusiste algunas grandes cosas en él.
—Sí, pero no podría haberlo hecho sin tu ayuda.
Sonreí y miré hacia mi comida.
No le había contado a nadie, incluida Cande, acerca de la dislexia de Pablo o su adopción. Esas no eran mis historias para contar.
—¿Vienes al juego de esta noche? —Preguntó y lo miré sorprendida por la pregunta.
—Um, no, probablemente no.
Frunció el ceño y luego asintió con la cabeza y se levantó.
—Bueno, gracias de nuevo y creo que te veo el lunes, entonces.
—Está bien. Buena suerte esta noche. —Le contesté. ¿Había herido sus sentimientos por el hecho de no ir al juego? Me giré de nuevo en mi asiento y Nacho negó con la cabeza.
—¿Qué? —Pregunté.
—El pobre tipo no está acostumbrado a ser derribado. —dijo y tomó un trago de su leche.
—¿Derribado? —Le pregunté, confundida. Colocó la caja de leche de nuevo en su bandeja y me miró con una expresión seria, rara vez vista en el rostro de Nacho.
—Quería que fueras a su juego y dijiste que no.
Fruncí el ceño, tratando de recordar si me pidió que fuera. Estoy segura de que él me preguntó si planeaba ir. Ni una sola vez me pidió que fuera. 
—No, no lo hizo.
Nacho se echó a reír y sacudió la cabeza. 
—Salir con Benja te arruinó. La mayoría de las veces la gente no sale con alguien exactamente igual a ellos. Pero tú te entendías con Benja, porque, como tú, era directo y serio. No todos los chicos, no, la mayoría de los chicos, no son así. —Asintió con la cabeza hacia donde Pablo hablaba con Mery—. Te estaba invitando, confía en mí. —Nacho se alejó y miré de regreso a Pablo.
Mery giraba su largo cabello rubio alrededor de un dedo mientras le sonreía. Hacía apenas una semana, hubiera pensado que él se merecía a alguien tan superficial y hermosa.
Ahora, lo conocía mejor. Volteó y me sorprendió mirándolo. Sus ojos parecían decir algo que no entendía, pero antes de que pudiera averiguarlo ellos cambiaron y adquirieron una expresión educada.
Volvió su atención a Mery. Confundida y un poco molesta, agarré mi bandeja y comencé a pararme. Comencé a decirle a Cande que la vería más tarde, cuando me di cuenta de que me miraba con la boca ligeramente abierta.
—¿Qué? —Le pregunté, un poco a la defensiva, porque sabía, por la expresión en su cara, que lo había descubierto.
—Te...gusta...él. —dijo lentamente, como con asombro.
Rodé los ojos y me reí. 
—No del todo. —Agarré mi bandeja y me dirigí a la basura, lejos de los ojos conocedores de Cande.

3 comentarios :

  1. AAAAAAAAAAAAAAAAAH MAS MAS !!Ç

    a lali le gusta pablo :O

    y pipu ? asdfhgjdhgsf


    espero la maraton del domingo :D


    pero subi otro ahora porfaaaaaa <3

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  2. OTROOOOOOOOOOOOOOOOOO

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