viernes, 5 de abril de 2013

Capitulo 69

Capitulo 69

Estaba consciente de un pitido molesto; mi cabeza estaba palpitando y pulsando en un lado. Apreté los ojos cerrados intentando alejar el dolor.

—¿Ángel? —dijo Peter cerca de mi cabeza. Gemí y volví la cabeza hacia su voz. Me sentía muy mal, como si estuviera en una especie de burbuja. Por fin abrí mis ojos para verlo inclinado por encima de mí, viéndose magnífico como siempre, excepto que ahora parecía estresado. Tenía el ceño fruncido, la mandíbula apretada.

—Hola —dije con voz ronca, tratando de sonreír y de ignorar el dolor en mi cabeza.
—Gracias a Dios. Me asustaste. —Inclinó la cabeza y me besó suavemente la frente, pareciendo respirar un suspiro de alivio.
—Está bien. Si tan sólo pudiera entrar y echar un vistazo —dijo una voz femenina con severidad. Miré a mí alrededor y no tenía idea de dónde estaba. Yacía sobre una cama pequeña, todo junto. Era una pequeña habitación de algún tipo, con estantes y armarios a lo largo de las paredes, excepto que se movían, y podía sentir las vibraciones de la carretera.

Peter se movió a un lado y una señora con mono verde se inclinó sobre mí.

—Hola, Lali. ¿Cómo te estás sintiendo? —preguntó, haciendo brillar una luz en mis ojos.
Empujé su mano fuera de mí, en busca de Peter.
—¿Dónde estoy? —pregunté, un poco presa del pánico. ¿Cómo diablos llegué aquí? Estaba en la cocina, entonces me sentí un poco mal…
—Estás en una ambulancia, cariño. Te desmayaste y te golpeaste la cabeza bastante fuerte contra el mostrador de la cocina —explicó, tomando mis manos y colocándolas sobre mi pecho—. Sólo necesito comprobarte. Has estado inconsciente durante unos veinte minutos. —Encendió la luz hacia mis ojos de nuevo, asintiendo con la cabeza, pareciendo satisfecha—. ¿Te duele la cabeza? — preguntó, tocando ligeramente detrás de mí oreja. El dolor atravesó mi cabeza y silbé a través de mis dientes—. Creo que vas a necesitar un par de puntos aquí — dijo ella, asintiendo hacia el lado de mi cabeza.

Tendí una mano hacia Peter. Inmediatamente la tomó y besó mis dedos, sus ojos no dejaban mi cara. Se veía muy estresado. Después de otro par de minutos nos detuvimos en el hospital y comenzaron a rodarme en mi pequeña cama.

—Puedo caminar —protesté, sintiéndome estúpida por ser llevada dentro del hospital en una cama.
—Lo siento, cariño, es una práctica habitual. Arribaste con luces, debes ir en una cama —respondió, guiñándome un ojo. Sonreí débilmente y Peter se echó a reír, pero no era su risa habitual, era apretada y sin sentido del humor. Rodamos dentro de un pequeño cubículo y nos dejaron por nuestra cuenta.
—¿Qué paso, Ángel? —preguntó Peter, inclinándose sobre mí y rozando su mano suavemente por un lado de mi cara.

Me encogí de hombros y luego hice una mueca cuando el movimiento hizo que mi cabeza doliera otra vez.

—No lo sé. Me sentía un poco mareada, entonces me desperté contigo en la ambulancia —le expliqué. Eso era todo lo que podía recordar.
—Asustaste la mierda fuera de mí. No vuelvas a hacerme eso otra vez. Promételo —indicó, haciéndome reír por cuán serio estaba. ¿Quería que le prometiera que nunca me pasaría de nuevo?
—Peter, no puedo prometer algo de lo que no tengo control —bromeé, sin dejar de reír. Suspiró y se inclinó hacia delante, besándome ligeramente, prendiendo fuego en mi cuerpo. Se retiró cuando la cortina se abrió y entró un médico.
—Oops, lo siento. ¿Debo volver más tarde? —preguntó el doctor, sonriendo. Me reí, avergonzada de haber sido sorprendida haciéndolo en un hospital.
—Sí, ¿podría darnos cinco minutos? —bromeó Peter, haciendo reír al hombre.

Tomó mi mano con fuerza mientras el doctor miraba mis ojos y comprobaba mi cabeza, garabateando en su libreta.

—Entonces, te desmayaste, Lali, ¿te has estado sintiendo bien hoy? ¿Has tomado algo que no deberías? —preguntó, mirándome con un poco de suspicacia.
—¿Cómo drogas o algo así? —cuestioné, sorprendida. ¿Parezco una maldita adicta a las drogas? Asintió con la cabeza, mirándome expectante—. No, no he tomado nada. Me estado sintiendo un poco apagada hoy, un poco mareada —admití.
Escribió de nuevo.
—¿Has comido?
Pensé en ello, ¿había comido? Tenía algunas tostadas para el desayuno, pero no comí el almuerzo, porque me sentía mal.
—Um, no realmente. Me sentía mal durante el almuerzo.
—Hmm, probablemente ese es tu problema allí. ¿Estás bajo cualquier tipo de estrés o cualquier cosa en este momento? ¿Haciendo exámenes, ese tipo de cosas? — preguntó, escribiendo de nuevo.

Estrés. Guao, eso es un eufemismo. Mi padre abusivo se mudó de nuevo a la ciudad, trayendo con él una nueva familia. Hace una semana que lo vi de nuevo por primera vez desde que trató de forzarse sobre mí. Me enteré hace un momento de que ha estado abusando de su nueva familia y ellos se van a mudar con nosotros por un tiempo. En realidad, ¿cuánto tiempo estarán con nosotros? ¿Alguien mencionó eso? Tendría que tener a Vico con Nico, y Melody y Amado pueden compartir la habitación de mi madre, entonces cuando mamá venga a casa yo podría…

—¿Lali? —dijo el médico, sacándome de mi pequeño mundo.
—Oh, claro. Um, sí, mi vida ha estado estresante últimamente —declaré, mordiéndome el labio de lo mucho que un eufemismo en realidad era real.
—Bueno, el estrés puede hacer cosas divertidos por ti. Realmente necesitas comer adecuadamente. Voy a sacar algunas muestras de sangre para asegurarme de que no hay nada más pasando. Conseguiré a alguien para que venga y haga los puntos en tu cabeza y te voy a tener un par de horas sólo para comprobar que todo está bien después de ese golpe —afirmó, sonriendo amablemente.

Fue al armario y sacó una aguja. Miré a Peter, con los ojos muy abiertos. Odiaba las agujas. Cuando el médico se acercó a mí, Peter inclinó la cabeza y me besó.

Cerré los ojos y fundí mis labios contra los suyos. ¡Por Dios, sabia tan condenadamente bien!

—Está bien, todo hecho. Iré a mandar esto, deberían estar de vuelta en una hora o algo así —anunció el doctor, lanzando la aguja a la basura y escribiendo en un pequeño frasco. Eché un vistazo a mi brazo para ver un pedacito de cinta adhesiva blanca sosteniendo una pelota de algodón en el interior de mi codo.

—¿Lo hizo ya? —pregunté, sorprendida. ¡Guao, ni siquiera lo sentí!
El médico y Peter sonrieron.
—Sí, todo hecho. Ah, el poder de distracción —reflexionó el médico, sonriendo abiertamente. Sonreí a Peter, tendría que llevarlo en cada pinchazo que alguna vez tuviera a partir de ahora.
—Está bien, así que la enfermera estará haciendo puntos en tu cabeza en pocos minutos. Probablemente estarás aquí durante dos o tres horas —dijo, dirigiéndose a la cortina.
Asentí.
—¿Puede quedarse mi novio conmigo? —le pregunté esperanzadoramente mientras me aferraba a la mano de Peter. No quería estar en este lugar estéril por mi cuenta.
—Claro, eso está bien. Sólo uno de los visitantes, sin embargo, porque podría haber una multitud preguntando por ti, por tu vuelta a casa —sugirió, riendo entre dientes mientras se iba y dejaba caer la cortina.
Multitud, ¿Qué es eso? Miré a Peter, él sonrió.
—Todos vinieron. Yo, literalmente, tuve que empujar a Nico cuando dijeron que sólo una persona podía viajar contigo —dijo, viéndose un poco culpable de ello.
Me sonrió y le apreté la mano.
—Bueno, me alegra de despertar contigo en lugar de Nico. Así que gracias.
Inclinó la cabeza y me besó ligeramente.
—También me alegro. —Suspiró—. Será mejor que vaya y les diga que estás muy bien, y que deben ir a casa —dijo, poniéndose de pie.
—Igual date prisa, ¿de acuerdo? —le pedí, dándole mi cara de mendicidad.
Sonrió.
—Voy a ser tan rápido como sea posible —prometió, besándome en la frente y saliendo rápidamente. Cerré los ojos y escuché el ruido en la sala y esperé a que regresara.

Peter estuvo de vuelta en cinco minutos con un sándwich pre-empacado y una bebida.

—Oye, no sé si tienes permitido uno de estos, todavía, por lo que tendrás que esperar hasta que la enfermera venga a coserte la cabeza. No me perdí eso, ¿verdad? —preguntó preocupado.
—No, no te lo perdiste. —Sonreí a cuán pensativo era todo el tiempo.

Se sentó en la sillita y me tomó de la mano. La enfermera entró unos minutos más tarde y cosió mi cabeza, al parecer necesitaba seis puntos de sutura. Hice que Peter me distrajera todo el tiempo, realmente era el mejor analgésico conocido por el hombre. Tal vez debería tratar de embotellarlo de alguna manera, y luego venderlo. ¡Sería rica!

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