jueves, 18 de abril de 2013

Capitulo 7

Capitulo 7

—Oye, ¿Qué esta mal?— Sollocé y miré a un niño de mi edad. Su pelo era castaño y tenía ojos verdes amistosos. Me encogí de hombros y me limpie la nariz con la manga. Quería estar sola y llorar. No quería explicar las cosas a un extraño. 

—Nada —murmuré, y contemple mis zapatillas sucias. Acababa de comprar mis brillantes zapatillas rosas la semana pasada, pero ahora después de correr por el bosque en medio del barro estaban todas sucias. No importaba. Mamá se molestaría. No era mi intención. Nunca quise ensuciarlas. Necesitaba aprender a no hablar con extraños. 

—Algo que te está molestando —dijo el niño y se sentó en el escalón del pórtico junto a mí. ¿Quién era este chico?
—Sólo cosas —dije, jugueteando con los cordones de mis zapatos sucios.
—Soy bueno para arreglar cosas. Apuesto a que si me lo dices, yo podría ayudar —respondió. 


¿Era en serio? Yo sólo quería que me dejara en paz. Encogiéndome de hombros, pensé que la verdad probablemente lo haría huir. Levanté la cabeza y lo miré fijamente. 

—Vi a mi abuela muerta hoy. Fuimos a su casa porque tuvo un ataque al corazón y murió. Todo el mundo se puso vestidos negros y fuimos a visitar a su ataúd en su casa y a comer y otras cosas. La vi allí tirada. Parecía dormida, pero no respiraba. Luego fui a la cocina para encontrar los libros para colorear que siempre dejan para mí. Y allí estaba. Sonriendo como siempre lo hacía. Estuve tan feliz de ver que había despertado. Fui a abrazarla y se había ido. 

Me detuve, esperando la mirada horrorizada en el rostro de mi madre que me había dado cuando le conté la misma historia, pero no fue así. Tal vez él no lo entendía. 

—Así que me di la vuelta y allí estaba de nuevo. De pie detrás de mí. Parecía triste y negó con la cabeza hacia mí. Me sentí tan feliz de verla con vida que corrí a decirle a mamá. Pero cuando volví a la habitación donde el ataúd, mi abuela todavía seguía allí tendida como si durmiera. Mi madre seguía llorando. 

Me detuve otra vez, esperando que el niño se parara y huyera de mí. Pero seguía sentado, esperando a que dijera algo más. Quería que alguien me escuchara hoy. En cambio, mi mamá me había dicho que lo dejara y me amenazó con no dejarme salir si decía algo más acerca de esto. Para entonces, ella sollozaba tan fuerte que me sentí mal. No quería darle tristeza. Solo traté de hacerla sentir mejor. 

—Continúa —dijo el muchacho.
—Bueno, le dije a mi mamá que me acompañara. La lleve a la cocina y mi abuela seguía de pie como la había dejado. Parecía triste de nuevo y negó con la cabeza hacia mí. Mi mamá no la vio. En cambio, se me quedó mirando y me preguntó de qué se trataba. Le señalé a mi abuela y mi madre todavía no vio nada. Frunció el ceño y bajo la mirada y me dijo que ella tenía que volver con las visitas. Luego le hablé de que la abuela estaba allí y se congeló. La expresión de su rostro no era feliz. Me miró... muy, muy asustada. 


No terminé. Sabía que el niño se escaparía de mí ahora. 

—Por lo tanto, viste el alma de tu abuela —respondió con total naturalidad.
Asentí con la cabeza. 
—Creo que, eso era como su fantasma. Porque creo que he visto su espíritu.
—Sí, es como su fantasma. 


Me sequé los ojos. Las lágrimas habían cesado desde que el niño había aparecido. 

—Está bien ver las almas. No es una mala cosa. Sin embargo, tu mamá nunca lo entenderá. Nadie lo hará. Si deseas evitar molestar a la gente, necesitas actuar como si no los ves. Si lo ignoras, luego te dejarán sola. Si les haces saber que los puedes ver, te seguirán a todas partes — Explicó. 

Fruncí el ceño, lo estudié. Parecía saber mucho acerca de esto. ¿Ve a los muertos, también? 

 —¿Cómo sabes que no es la primera que he visto?
Se encogió de hombros.
—Supongo que los has estado viendo durante unos dos años.
Mi boca se abrió. ¿Y cómo lo sabía?
—¿Ves fantasmas también? 


Asintió con la cabeza y una sonrisa torcida apareció en su rostro. Realmente no creo que él estuviera loco. 

—Sí, los veo.
—¿Puedo hacer algo para dejar de verlos? 


Frunció el ceño y sacudió la cabeza. Él debe desear no poder verlos, también.

 —Por lo tanto, ¿Se queda de esta manera?
—Me temo que sí —Respondió—. Pero míralo de esta manera, te hace especial. Puedes ver algo que nadie más puede. Piensa en ello como un súper poder en lugar de algo malo.

 
No era probable. Yo quería ser capaz de volar o tal vez ser invisible, pero no me interesaba ver gente muerta. 

—¡Lali! ¡Lali! ¡Peggy Ann!

Mis ojos se abrieron de golpe y Euge se cernía sobre mi cara.
—No se supone que debes dormirte mientras voy a dar una ronda afuera y alrededor de la casa. Pero, ¿Qué sucede? Me fui durante unos cinco minutos y ya estás dormida.
 Me estiré y me senté en el sofá. Comenzaba a perder el sueño debido a estos recuerdos. No pude evitar quedarme dormida. Bostecé y lancé a Euge una mirada molesta.
—No pude evitarlo.
—Bueno, sería bueno si al menos intentas no dormirte.
—Esta vez, me alegro de haberlo hecho. Me permitió recordar algo que quería recordar. Fue un recuerdo que me alegra tener de regreso.
Euge frunció el ceño. 
—¿Qué fue?
—El día del velorio de mi abuela. La vi. Vi su alma. Me sonreía porque sabía que yo podía verla. Mi madre, por supuesto, se asustó cuando le dije al respecto, pero llegue a despedirme de ella. —Haciendo una pausa, dirigí mi mirada hacia Euge—. Por favor, dime que no es un alma perdida. Por favor, dime que Peter simplemente recupero su alma.
Euge dejó de masticar su uña del dedo pulgar y sacudió la cabeza. 

— Tu abuela se ha ido. Peter comprobó a la mayoría de tus familiares. Los que estuvieron cerca se han ido. Sé que es un hecho que el alma de tu abuela volverá pronto.
Dejé escapar un suspiro de alivio y envolví mis brazos alrededor de mi cintura. Fue un bonito recuerdo. Amaba a mi abuela. Molestar a mi madre ese día no es algo que recordara con cariño, pero ahora entendía por qué le molestó.
—Fue Pablo quién me enseñó a ignorar las almas.
Euge rodó sus ojos. 
—Bueno, démosle una medalla de honor por ese acto de bondad. Dado que la razón por la que incluso puedes ver a las almas es por su culpa.
Tenía razón, por supuesto. Sin embargo, el Pablo de mis sueños era tan similar al chico que había conocido el año pasado. Era difícil de olvidar eso. Nada en él parecía peligroso.
—Ahora, quiero chocolate y algunas de esas cosas que tu mamá hizo y quiero ver un poco más de ese programa que vimos ayer. Estoy cansada de cuidar de tu culo. Necesito algo de tiempo.

Hacía días que no había visto a Peter y Euge no se había separado de mi lado ni una vez. Sabía que no era su trabajo ideal y odiaba que estuviera cansada de él. Me levanté del sofá y me dirigí a la cocina.
—¿Quieres un refresco o leche con bizcochos de chocolate? —Le pregunté.
—La leche. Hace que los bizcochos de chocolate sepan mejor.
La emoción en su voz me hizo reír. Tomé dos panqueques y serví dos vasos llenos de leche. Podríamos tener la comodidad de comer y ver Gossip Girl, mientras ella se carcajeaba y se burlaba de todo lo que hacían. La tripulación del Upper East Side divirtió a Euge como no tiene fin.

Peter

No había visto a Lali en tres días. Al entrar en su habitación, la observé mientras se cepillaba el pelo. Los pantalones vaqueros que llevaba eran un poco demasiados ajustados para mi bien. No manejaba los celos muy bien. Sería más seguro si llevara algo un poco menos sexy. Mis ojos viajaron desde las botas de cuero negro altas hasta los jeans ajustados, muy ajustados que le abrazaban el trasero como un guante. Luego, la piel desnuda en la parte baja de la espalda brilló hacia mi cuando levantó los brazos para torcer los largos mechones oscuros de su pelo hacia arriba, en una masa salvaje de rizos en la cima de su cabeza. Era hermosa y era la mía.

Cerré la puerta detrás de mí y ella se giró sobresaltada. Al instante, una sonrisa iluminó su rostro cuando sus ojos parecieron comerme. Corrió hacia mí y se arrojó en mis brazos tan rápido que un tipo normal se hubiera caído. Las piernas revestidas con sus jeans que había estado admirando fueron envueltas firmemente alrededor de mi cintura y llovieron besos en mi cara. ¿Era posible que mi corazón se sintiera bien cuando no tenía uno?

Envolví mis brazos alrededor de su cintura. 

—También te extrañé — susurre, capturando sus labios con los míos. No insistió más, pero me deje probar lo suficiente antes de tirarla hacia atrás y mirarla.
—Estoy tan emocionada. Te he extrañado como una loca.
—Será difícil concentrarme en el escenario si estás pavoneándote con esos vaqueros que muestran tu cuerpo increíblemente hermoso. ¿Sabes qué te favorece?
Riéndose, se removió en mis brazos y me tomó mi rostro con ambas manos y me besó en la nariz y la frente.
De inmediato me aproveché de la situación y la acosté en la cama. Sus ojos se pusieron grandes y redondos, con sorpresa, baje sobre ella y empecé a besar su cuello, tomando pequeños lametones en su clavícula. Este era el tipo de beso que podríamos hacer con seguridad.
El suspiro contento de Lali me volvió un poco loco. Me encantaba esos pequeños sonidos sensuales que hacia cuando estábamos juntos de esta manera. 

—Mmmmm, bésame en la boca —Susurró.
Negué con la cabeza, sabiendo que un beso pondría fin a este especial momento demasiado pronto. No me encontraba preparado para dejarla aún. Había fantaseando con su aroma y sabor durante varios días. Ahora que la tenía debajo de mí, era codicioso. Necesitaba lo suficiente como para que pudiera pasar esta noche.
—Ah —Exclamó, mientras mordía la carne tierna en la curva de su cuello y el hombro. Sonriendo en su piel sedosa y cálida, inhalé profundamente.

Lali levantó las caderas presionándose más cerca de mí. La necesidad se encendió dentro de mí y sabía que tenía que poner distancia entre nosotros. Cuando se frotaba y se apretaba contra mí, así confiadamente, siempre terminaba siendo mi perdición. Empujé el estrecho contacto de nuestros cuerpos poniendo un poco de espacio necesario entre el calor que parecía tan dispuesta a compartir conmigo, gemí por la frustración y la negación.

Lali se incorporó y se arrastró hasta envolver sus brazos alrededor de mi cuello. Sus suaves labios me besaron en la sien. 

—Confía en mí, Peter Lanzani, sólo tengo ojos para ti. Nadie más se acerca.
Con un gruñido de burla, giré la cabeza y mordí su oreja. 
—Es bueno saberlo. No quisiera que un despistado se encuentre esta noche con La Muerte cuando aún no le toca su hora.
—¡Peter!
Me reí entre dientes, y me encogí de hombros. 
—Diría que bromeo, pero no lo hago.
Lali sacudió la cabeza con exasperación y cogió su chaqueta y se levantó. 
—Vayamos a ver a mi novio rockero en acción —Respondió con una sonrisa.
Esta noche era para divertirme con Lali. No iba a dejar que los problemas que nos rodean lo arruinaran. Pablo ya me había alejado de ella lo suficiente. Tenía que hacer un concierto con la banda y Lali quería experimentar que funcionaba perfectamente. Entró en el pasillo y miró hacia atrás sobre el hombro y sonrió. 

— ¿Vienes o qué?

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