miércoles, 3 de abril de 2013

Capitulo 59

Capitulo 59

Me quedé ahí, contándole a mis amigo sobre como habíamos estado saliendo en secreto, y sí había ganado la apuesta. Tenía mis dudas de si iba a cobrar mí dinero, sin embargo. Cande abrió su gran boca para contarles que el “Caliente chico nuevo” era mi hermanastro. Y estuve secretamente agradecida cuando la campana sonó así podía escaparme a clase. No quería seguir hablando sobre Victorio. Todavía no había conocido al chico y ya era una gran parte de mí vida.

Hice mí camino hasta la clase de inglés, y tomé mi sitio normal, al lado de Cande. Unos minutos después él entró. Supe que era él sin ni siquiera mirarlo, lo podía decir por la forma en la que Cande agarró mi brazo demasiado fuerte. Levanté la mirada y lo vi. Él, era totalmente caliente; podía ver de lo que ella estaba hablando. Él no era tan alto como Peter o tan musculoso. De hecho, era un poco desgarbado, pero aprobaba totalmente. Usaba unos vaqueros desgastados y una camiseta negra con una sudadera negra encima. Tenía los ojos grises, su pelo castaño era más largo que el de Peter, estaba desecho y un poco revuelto. Parecía un poco tímido, con los hombros encorvados como si estuviera nervioso. Definitivamente podía ver el atractivo que tenía y también como cada chica de la clase lo estaba mirando con lujuria. Me reí; pobre chico no sabía lo que le esperaba. Una vez Mery pusiera sus garras en él estaría acabado.

Cande me dio un codazo para que la mirara. Vocalizo la palabra “caliente” y se abanicó el rostro, asintiendo con entusiasmo y me hizo reír más fuerte. El chico realmente estaba en algunos problemas.

—Clase, este es el nuevo estudiante.Victorio D'Alessandro—dijo la Sra. Stewart, sonriendo hacia él cálidamente. Se giró hacia la clase y sonrió incómodo.

—¡Te lo dije! Verdaderamente caliente —susurró Cande.
Claro que era caliente, pero no tenía nada que hacer con mi Peter.
—Es lindo —confirmé, asintiendo de acuerdo.
—Victorio, dinos algo sobre ti —sugirió la Sra. Stewart.
Él se movió incómodo sobre sus pies, mirando nervioso a la clase.
—Er…. Bueno, me acabo de mudar a Timberfield con mi madre y mi padrastro. Y tengo un hermano pequeño. ¿Y me gusta patinar? —dijo, haciendo que sonara más como una pregunta.
—Vale, estoy segura de que serás muy feliz aquí. ¿Qué te parece si te emparejo con alguien de mi clase así te puede mostrar tu próxima clase? —ofreció la Sra. Stewart.

Gruñí. No había forma de que ella me eligiera, esa era la clase de cosas que pasaban en las historias cursis. Me hundí en mi silla, mirando mi libro, rezando por un escape.

—¿Mery te ofreces voluntaria? —preguntó la Sra. Stewart. Levanté mi cabeza y di un suspiro de alivio. Cande maldijo bajo su respiración y bajo su cabeza, obviamente quería ser voluntaria, también.

Victorio hizo su camino a través de clase para sentarse cerca de Mery, quien estaba ocupada desabrochando otro botón de su ya camisa de zorra. Él sonrió hacia mí cuando pasó al lado de mi escritorio.

—Hola, Lali —dijo tranquilamente.
—Hola, Victorio —contesté un poco sorprendida.

¿Cómo demonios sabia mi nombre? Lo observé sentando al lado de Mery, ella inmediatamente empezó a flirtear con él, mientras solo estaba asintiendo cortésmente, pareciendo incómodo.

Cande me miró con los ojos ampliamente abiertos.

—Pensé que no lo conocías —susurró, frunciéndome el ceño, mirándome un poco confusa.
Sacudí mi cabeza.
—No lo hago, ¿cómo demonios sabía quién era yo? Nunca lo había visto antes — contesté.
La profesora se aclaró la garganta.
—Bien entonces, si lo tenemos todo claro. ¿Por qué no empezamos con la lección? —preguntó sarcásticamente. Cogí mi libro y me hundí furtivamente en mi asiento, intentando no mirar en su dirección.

Tan pronto como sonó la campana salté de mi silla y prácticamente corrí hacia la puerta, sin querer otra oportunidad para encontrármelo. Rezaba en silencio una y otra vez sobre mí cabeza que él no estuviera en otra de mis clases. Gracias a Dios, el resto de la mañana pasó sin más encuentros con mi nuevo hermanastro.

La gente estaba hablando mucho conmigo hoy, preguntándome si Peter y yo éramos pareja, querían saber cuánto tiempo habíamos estado juntos. Bla, bla, bla, era lo mismo una y otra vez y yo ya estaba aburrida.

—Hola Ángel —ronroneó Peter, cogiéndome por detrás cuando estaba parada en la cola del almuerzo con Cande y Gas.
—Hola —sonreí, sintiéndome instantáneamente feliz, ahora que él estaba cerca de mí.
—¿Cómo va tu día? —preguntó, besándome el cuello, haciendo que me estremeciera.
Suspiré.
—Bueno, he estado respondiendo las mismas preguntas una y otra vez. Es tan malo que estoy pensando en tatuarme a través de la frente “Sí, estoy saliendo con Peter. Sí, gané la apuesta. Sí, él es un buen novio. No, mi hermano no enloqueció.” Así no tendré que repetirme todo el tiempo —bromeé encogiéndome de hombros. Él rió y me sujetó más fuerte—. A parte de la repetición, tuve clase con mi hermanastro. Él me conocía, oh sí, y va ahora mismo con esa zorra de Mery, quien por cierto, luce como si me quisiera matar. Así que mí día no está yendo muy bien, novio —dije, asintiendo discretamente hacia Victorio.

—¿Él sabía quién eras? —Peter preguntó, girándome ligeramente así me escondería de la vista de Victorio.
—Sí. Él me saludó cuando pasó por mi lado —contesté, frunciendo, aun no entendía como me reconoció.
Peter se rió y me miró como si hubiera dicho algo estúpido.
—Él probablemente no sabía quién eras, Ángel, seguramente pensó que eras caliente. No lo puedo culpar —ronroneó, sonriendo mientras su mano se movía hacia mi trasero.
Puse mis ojos en blanco.
—Peter él pasó a mi lado y dijo hola, Lali así que creo que sabía quién era — contesté sarcásticamente.
Él frunció y miró sobre su hombro antes de reírse con maldad.
—Él no se ve muy cómodo con Mery.
—Bueno, ¿quién demonios se encuentra cómodo cerca de Mery? Oh, sí, tú no te veías muy estresado cuando ibas con ella a todas partes —me burlé, sonriendo hacia él.
Él levantó su nariz, fingiendo un temblor.
—No me recuerdes mi estilo de vida antes de ti, Ángel. Voy a tener pesadillas — dijo con una mueca de horror, haciéndome reír.

Cogí un par de sándwiches y bebidas. Peter insistió en pagar y llevar la bandeja como siempre. Me dirigí hacia su mesa y me senté a su lado. Nico ya estaba allí con alguno de los miembros del equipo, mis amigos se sentaron, también, tomando los últimos asientos. Desgarré la envoltura de mi sándwich y estaba a punto de morderlo cuando una sombra cayó sobre mí.

—Hola —dijo Victorio sonriendo, estaba ligeramente ruborizado.
Tragué, sintiendo que mi estómago se hundía un poco.
—Er… hola.
—¿Te importa si me siento contigo? —me preguntó mirándome de manera esperanzadora.
Vi a Nico tensarse desde la esquina de mi ojo. Miré alrededor de la mesa completa.
—Um…. —me callé, mordiéndome el labio.
—No importa, no te preocupes. Sólo pensé que debería presentarme. —Se encogió de hombros, ruborizándose con más fuerza, cambiando de un pie a otro incómodamente.
Cande me pateó por debajo de la mesa.
—¡Ay! ¿Por qué demonios fue eso? —pregunté, frotándome la pierna. Me miró ferozmente. Sabía exactamente por qué era, tenía que pedirle que se sentara con nosotros por ella o no escucharía el final de esto esta tarde. ¡Oh Dios, mátame ahora!—. Está bien, Victorio. Agarra una silla, puedes sentarte en el extremo de aquí —sugerí, moviendo mi bandeja para que él pudiera poner su plato y su bebida.

Él sonrió y se relajó.

—Gracias, Lali —dijo, sonriendo agradecidamente mientras se alejaba para agarrar una silla a un par de mesas de distancia.
Volteé hacia Cande, frunciendo el ceño.
—¡Eso dolió endemoniadamente, Cande! En serio, ¡no es tan ardiente! —le dije en un susurro gritado.
—Sí lo es. —Asintió con entusiasmo, riendo y terminé riendo con ella. Maldita chica cachonda.
Victorio se sentó en el extremo de la mesa.
—Así que, esto es raro, ¿eh? —afirmó, sonriendo tímidamente.
Reí incómodamente.
—Vaya, eso es un eufemismo y medio. Si piensas que es raro, prueba con desconcertante y embarazoso —bromeé, haciéndolo reír.
—No soy tan malo —se quejó, fingiendo dolor.

Decidí simplemente salir de ahí y preguntar lo que me había estado molestando toda la mañana.

—¿Cómo sabes quién soy? —pregunté en voz baja.
Él sonrió.
—Benjamin me mostró una foto tuya. Sin embargo no he visto una de tu hermano, así que no tengo idea de quién es —explicó, encogiéndose de hombros.

¿Mi papá tenía una foto mía? En realidad no estaba muy segura de cómo sentirme al respecto. ¿Por qué demonios tendría una foto mía, y no una de Nico? Ni siquiera quería pensar demasiado en esa pregunta en caso de que se me ocurriera una respuesta que no me gustara.

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