domingo, 14 de abril de 2013

Capitulo 14

Capitulo 14

Pablo besó mi mejilla antes de dejarme en la puerta de mi clase de literatura. Había comenzado a viajar con él a la escuela todos los días. Cada mañana había sido un poco más difícil alejar la presencia de Peter y entrar en la realidad de Pablo. Después de dormirme con la voz de Peter cantándome en el oído toda la noche, parecía anhelar su presencia aún más.

Ahora existía una intimidad entre nosotros. Después de tener sus manos en mi cuerpo y sus labios contra mi piel, nada había sido lo mismo. Se había acostado a mi lado ayer por la noche y me sostuvo contra él mientras dormía. Necesitaba a Peter. Las palabras que me susurró al oído durante la noche me aseguraban que él me quería, también.

Él me necesitaba, pero dejaba que una barrera invisible se interpusiera entre nosotros.

Caminé hacia mi escritorio y me di cuenta que el de atrás estaba vacío. Era el lugar de Peter. Estaría aquí pronto. Me senté en mi escritorio y me concentré en dónde nos habíamos quedado el viernes. Cada vez que veía a alguien entrar por la puerta desde mi visión periférica, levantaba la vista para ver si era Peter. La voz risueña y la cabeza de Mery entraron por la puerta, detrás de ella, él cargaba sus libros.

Mi estómago se contrajo dolorosamente, obligándome a mirar hacia otro lado. Él había dicho que no le gustaban las rubias, pero la forma en que la miraba, decía completamente lo contrario. Miré hacia el libro abierto en frente de mí, sin comprender ninguna de las palabras. Esperaba que Peter se sentara detrás de mí. Nunca lo hizo. El Sr. Brown entró al salón silbando y le sonrió a la clase.

—Ah, qué bueno es ver caras tan felices esta mañana ¿No es la Literatura Inglesa una alegría? ¿Qué mejor manera de despertar? —Preguntó en un tono jovial. Se giró y escribió la tarea de esta semana en el pizarrón. Quería mirar hacia atrás y ver en dónde estaba Peter, pero me negué. Podía sentirlo observándome, sin duda alguna esperando a que lo buscará. Bien, no le daría esa satisfacción. Además, probablemente jugaba con los largos mechones rubios que decía odiar. Había susurrado que él me quería a mí. Que yo era lo único que alguna vez había necesitado.

—¿Puede alguien decirme uno de los últimos temas más importantes que hemos aprendido mientras estudiamos Las Euménides5? —Deseando desesperadamente alejar mi mente de Peter, levanté mi mano en el aire. El Sr. Brown sonrió y asintió con la cabeza—. Bien, señorita Esposito.

—El conflicto entre lo viejo y lo nuevo, entre el salvajismo y la civilización, entre lo primario y lo racional. —Le contesté y el Sr. Brown aplaudió con las manos.
—Muy bien. Ahora, ¿Un ejemplo de este tema? —Él miró por la habitación y levanté mi mano de nuevo. El Sr. Brown levantó sus cejas, sin duda sorprendido ante mi repentino deseo de participar en clase—. ¿Lali?
—La progresión de viejos a nuevos dioses. Zeus derrocó a las generaciones más antiguas de los dioses y entre las antiguas deidades fueron las Furias. Las Furias se convirtieron en Parias. —Me detuve, sin querer decir más.
—Muy bien, muy bien. Ahora, ¿Alguien que no sea Lali puede por favor explicarme que tuvo que ver Apolo en esto? —El aula quedó en silencio y alguien rió —. Mery, tal vez tú puedas ayudarnos con la respuesta. —El Sr. Brown dirigió su ceño hacia la aparente fuente de la risa.

—No, señor, tengo una vida fuera de la escuela. No todos pasamos nuestro tiempo extra estudiando y dando tutorías con el fin de conseguir un novio.

Hubo otra explosión de risas y el Sr. Brown inclinó la cabeza hacia un lado. 

—No creo que esa sea la respuesta correcta, Mery, recibirás una nota baja por la participación de hoy. Ahora, alguien puede decirme, ¿O tendré que pedirle a la señorita Esposito que nos ayude una vez más?
—Apolo es un símbolo para el hombre, lo racional, lo joven, y lo civilizado. Las Furias representan a la mujer, la violencia, lo viejo y lo primitivo. Esquilo captura un momento místico en la historia, una en que el mundo entre un pasado salvaje y arcaico y el orden nuevo y audaz de lacivilización griega, los dioses jóvenes del Olimpo y la racionalidad. La dificultad de la lucha entre estos dos mundos es dramatizada por el ciclo de la violencia en la casa de Atreo y el enfrentamiento entre Apolo y las Furias.

Nadie se rió después que Peter terminó. No había duda en mi mente, él había dicho eso por mí. Esta vez me volví y lo encontré exactamente donde lo esperaba. Sentado detrás de Mery cuya expresión era de dolor, como si alguien le hubiera dado una bofetada. Me guiño un ojo y me mostró su perfecto hoyuelo. No podía borrar la sonrisa de mi cara.

—Muy bien hecho, señor Lanzani. Ahora, esperemos que el resto de ustedes aprovechen esta pieza de literatura así como Lali y Peter, porque hoy nos embarcaremos en un viaje más allá de este mundo creado por Esquilo.

El tener la respuesta de Peter, más elaborada que la mía, dio a entender que el saber las respuestas no tenía nada de malo, me ayudó a mantenerme enfocada en el debate del Sr. Brown. Sin embargo, Peter siempre estuvo al frente de mi mente. 

***

Al final del día fui a mi casillero y saqué los libros que necesitaba para hacer la tarea. Dos manos cálidas se deslizaron alrededor de mi cintura.

—Te extrañé. —Pablo susurró en mi oído, giré mi rostro hacia él y sonreí.
—Yo también te extrañé, ¿Pero no deberías estar en práctica?
Se encogió de hombros. 
—Iba camino hacia allá cuando pensé en ti de pie en tu casillero y lo fácil que sería tomar una desviación para verte.
—Estoy feliz de que lo hayas hecho. Ahora, regresa al campo antes de que el entrenador te haga correr por llegar tarde. —Se inclinó y me besó suavemente en los labios.
—Te veré por la noche. —Volviendo a correr hacia las puertas delanteras. Me quedé mirándolo hasta que se perdió de vista, después suspiré y me giré para cerrar mi casillero. Hoy había sido agotador y sólo quería ir a casa.

Un escalofrío se deslizó por mi columna y me congelé. No era un escalofrío como los de Peter. Era otra clase de escalofrío. Del tipo que recordé de antes. El miedo hizo que mi corazón latiera violentamente dentro de mi pecho. Tomé dos respiraciones profundas antes de girarme lentamente. El alma de la castaña me miraba desde el otro lado del pasillo. Estudiándome como lo había hecho la última vez que la había visto. Tragué para evitar las nauseas causadas por el miedo, casi me ahogo. Estoy en un pasillo vacío. ¿Por qué no me había ido con Pablo? Retrocedí hacia las puertas principales pero éstas estaban demasiado lejos para hacerme sentir segura.

Ella se echó a reír, el sonido tintineante envió escalofríos por mis brazos. Cada paso que tomaba hacia atrás, ella lo daba hacia adelante.

—Déjame en paz. —Hice una mueca ante la debilidad de mi demanda. Era obvio que me sentía aterrorizada.
Arqueó las cejas con sorpresa.
—No puedo. —Mientras se acercaba.
Pensé en girarme y echarme a correr, pero sabía que podía atraparme con bastante facilidad.
—Vete o le diré a Peter. —dije, con poca convicción en mi voz. Su risa tintineante sonó nuevamente.
—Él está ocupado con la rubia. No entiendo por qué está deteniendo esto. —dijo cuando sólo la separaban unos pasos de mí. Atraje mi mochila más cerca de mi pecho y luché contra el impulso de gritar.
—Peter. —Susurré a pesar del terror apretando mi garganta, con la esperanza de que, de alguna manera, me escuchara. La castaña miró a su alrededor con pánico, pero sólo por un momento. Entonces su sonrisa angelical regresó.
—Como te dije, está ocupado. —Estiró una mano para tocarme y me estremecí, esperando la sensación fría de sus manos.
—Yo no lo haría si fuera tú. —La voz de Peter hizo que me volviera débil por el alivio. Sus brazos me envolvieron y me recargué contra él.
—Deja eso. Esta no es decisión de nadie. —Sus ojos inquietantemente bellos lo fulminaron con la mirada, con una ferocidad que me dejo helada—. Nunca fue tu decisión. Las reglas son como siempre han sido. Tendrán que hacerlo.
Sus brazos se apretaron alrededor de mí. 
—Vas a marcharte y mantenerte alejada de ella. Si te acercas a ella otra vez, no te lo perdonaré tan fácilmente. —Un destello de miedo cruzó por sus ojos y dio un paso atrás y luego desapareció. Mis piernas quedaron inertes con alivio. Peter me estrechó más cerca para no caerme al suelo. —¿Te tocó? —Preguntó con una voz fría que no había estado esperando.

Negué con la cabeza, sin saber si era capaz de hablar. Eché mi cabeza hacia atrás. Él miraba hacia el pasillo. Podía oír un sonido bajo en su pecho mientras gruñía al pasillo vacío.

—Vamos, te llevaré a casa.

Le permití mantener su brazo alrededor de mí cintura, para estabilizarme, mientras me guiaba por el estacionamiento. Se detuvo delante de un Jeep negro sin techo y abrió la puerta del pasajero. No tenía idea de que tenía un vehículo, pero, tampoco debería de sorprenderme. Me cargó hasta el asiento como si fuera un niño y caminó alrededor del auto, para subir en el asiento del conductor.

—¿Cómo lo supiste? —Pregunté una vez que estábamos fuera del estacionamiento de la escuela. Se volvió hacia mí.
—Escuché tu miedo… y entonces oí mi nombre y la desesperación en él era… —Se detuvo y miró hacia la carretera. Esperé en silencio a que terminara, pero permaneció en silencio.
—¿Era qué? —Pregunté en un susurro.
Dejó escapar un suspiro de frustración. 
—Aterrador. Cuando supe que tenías miedo… escuchar el miedo fue diferente a todo lo que he sentido. Estoy dispuesto a terminar la existencia de cualquier cosa que te estuviera haciendo daño. Entonces la vi y supe que era algo que no podía controlar sin, sin… hacer algo que sería insoportable para mí, pero más soportable que la alternativa.

Escuché sus palabras, pero no tenían sentido. Fruncí el ceño y sacudí la cabeza, con ganas de entender y se acercó para tomar mi mano entre las suyas.

—Lali, por favor, no preguntes por lo que no te puedo dar. Puedo darte todo excepto las respuestas a esas preguntas.

Cerré los ojos y volví mi cara hacia otro lado. Quería odiarlo por no decirme quién era o qué era. Quería entenderlo, entender esto, pero él no quería o no podía decirme nada.

Cuando el Jeep se detuvo frente a mi casa, agarré mi mochila y me bajé. Necesitaba distancia. Nada de esto tenía sentido y quería entenderlo. Me giré para cerrar la puerta y vi a Peter junto a su Jeep con una expresión de derrota. Me detuve. La necesidad de llamarlo era tan fuerte, pero resistí y cerré la puerta suavemente. No podía comprender por qué se negaba a explicarme lo que me sucedía. Quería odiarlo, pero tenía una parte de mi alma y no había nada que pudiera hacer para evitar mis sentimientos hacia él. Su aparición en mi vida había empezado con toda esta locura. Había ofrecido darme cualquier cosa en el mundo, excepto las respuestas que quería y necesitaba. Tiré mi mochila debajo del mostrador de la cocina y me dejé caer sobre un taburete. Esta noche Pablo vendría y trabajaríamos en su discurso de esta semana. Sería una cosa normal, de adolescentes. Pretendería que no vivía en un mundo de actividad paranormal. Tal vez cocinaría la cena para él. Todo muy normal, todo muy real.

Terminé de cortar las quesadillas cuando sonó el timbre.

Cogí el plato y lo coloqué sobre la mesa de la cocina mientras caminaba hacia la puerta.

Pablo sonrió y entró. 
—Lo que sea que huele es celestial. Por favor, dime que es para mí, porque me muero de hambre. —Me puse de puntillas y lo besé castamente en los labios antes de regresar a la cocina para tomar bebidas de la nevera.
—Hice quesadillas esta noche. ¿Quieres crema agria o guacamole? — Le pregunté, girándome para mirarlo.
—Crema agria. —Respondió. Todo demasiado normal. Ninguna alma castaña tratando de asustarme hasta la muerte. Sólo mi novio y yo, trabajando en nuestros deberes.
—Está bien, comemos primero y luego empezamos con tu discurso sobre… ¿De qué se trata esta semana? —Le pregunté, mientras dejaba las bebidas, la crema agria y el guacamole en la mesa.
—La importancia de un título universitario. —Respondió, sonriendo con la quesadilla camino a su boca.
Me senté frente a él. 
—Debería de ser bastante fácil.

Pablo asintió y le dio otro mordisco a la quesadilla. Un movimiento me llamó la atención. Sorprendida, empecé a ponerme de pie, lista para correr cuando Peter entró en la habitación. Lo vi pasar, sintiendo la tristeza abrumarme. Había sido grosera esta tarde y de todos modos había regresado. Secretamente, me había preocupado de que no regresara esta noche después de la forma en que me alejé de él. Miré a Pablo, quien tomaba un trago de su bebida.

—Mm, tengo que ir arriba y tomar algo, digo, hacer algo. Ya vuelvo, eh, come hasta que estés lleno. —Él sonrió y le dio otro mordisco. Me dirigí hacia las escaleras y entré a mi habitación, inmediatamente mirando hacia la cama para descubrirla vacía. En lugar de estar sobre mi cama, lo encontré en la silla con la guitarra en sus manos.

—Hola. —Le dije, sin estar segura de qué decir. Su sonrisa y hoyuelo me hicieron temblar.
—Hola. —Respondió mientras comenzó a tocar la guitarra. Me quedé quieta por un momento y lo escuché tocar la melodía que le había oído cantar en la noche, cuando pensó que dormía. Me senté en la cama y lo vi tocar. Era una contradicción. Un alma que no era una alma, pero que hacia cosas que un alma podía hacer. Una estrella de rock que se suponía debía estar en una banda en la que nunca estaba. No había pensado en nada de esto antes.

—Peter, ¿Por qué estás aquí? Si cantas en una banda, quiero decir, ¿Qué te trajo aquí? —Sonrió con tristeza y bajó la mirada hacia la guitarra en sus manos.
—Sí, canto con la banda cuando tienen conciertos. Cold Soul aún no es famosa. Puedo entrar y salir fácilmente, Lali, lo sabes. Mantenerme al día con mi otra vida es bastante fácil. —Por supuesto que lo tenía todo bajo control. Era el hombre orquesta: el roba corazones de la escuela, cantante en una banda, la habilidad de ser un fantasma y mi guardaespaldas. Sus ojos verdes me miraron—. ¿Por qué estás aquí cuando el Sr. Maravillas está abajo? —Preguntó, dejando de tocar.
Me encogí de hombros. 
—No lo sé, pensé que podías necesitarme. —Le dije, odiando la forma en que sonaban las palabras. Dejó la guitarra y se puso de pie. Lo vi mientras se ponía de rodillas frente a mí. Me quedé hipnotizada mientras trazaba la línea de mi mandíbula con el dedo y luego suavemente mis labios. El deseo se apoderó de mi cuerpo con tanta fuerza, que cogí un puñado de la colcha en que me sentaba.

—Te necesito. Nunca dudes de mi necesidad por ti. Pero ahora no es el momento de explorar mi necesidad. Tienes un chico enamorado en la planta baja que necesita de tu ayuda en su tarea. —dijo suavemente, mientras se colocaba de pie apartándose de mí, dándose la vuelta para desaparecer. Me quedé en la habitación vacía y tomé varias respiraciones para estabilizar mi corazón antes de regresar a la planta de abajo para ayudar a Pablo con su tarea. Me di cuenta que mis manos temblaban cuando cerré la puerta de mi habitación. Si tan sólo su tacto me hacía reaccionar con tanta fuerza ¿Cuánto me afectaría sus labios sobre los míos? Cerré los ojos ante la necesidad que corrió por mí.

***

Más tarde, esa noche, después de mi ducha, me dirigí a mi habitación y encontré a Peter ya sentado en la silla de la esquina tocando su guitarra. No me miró.

Decepcionada de que no parecía querer terminar lo que habíamos comenzado antes, tiré de la colcha de la cama y me deslicé en ella. Quería preguntarle por qué se había ido, pero no parecía querer hablar conmigo. ¿Había visto a Pablo darme un beso de buenas noches? ¿Le molesto? No había oído el gruñido familiar que normalmente significaba que Peter había visto a Pablo besarme. Ya no me hacía sonreír. Me partía un poco el corazón. No me gustaba la idea de hacerle daño.

—Peter. —Le susurré en la oscuridad, pero no miró hacia mí. Su voz se unió a la música y luché contra la necesidad de cerrar los ojos y quedarme dormida ante la comodidad que su voz parecía inducir. Lo observé, silenciosamente pidiéndole que me mirara. ¿Lo había lastimado?
—Cierra los ojos, Lali, y deja de preocuparte por mí. La vida en que me he puesto, es mía, para soportarla. No tienes ninguna razón de preocuparte si me causas dolor. Haces exactamente lo contrario de lo que temes.

Lo miré, sin saber a qué se refería en hacer lo contrario.

—En cuanto a los besos, tienes razón, no me gusta verlo. Si decido verlo, es mi culpa. —Levantó la cabeza de la guitarra en sus manos y me miró fijamente—. La emoción que él evoca en ti no es fuerte. Sólo hay consuelo, no pasión, corriendo por tus pensamientos cuando te sostiene. — Su atención volvió de nuevo a la guitarra en sus manos.
—¿Me abrazarás esta noche? —Pregunté. Sus hermosos ojos me miraron con tanta emoción que me dejaron sin aliento.
—No hay nada que desee más, pero esta noche mi fuerza es débil. No puedo sostenerte en estos momentos. Lo quiero demasiado. Por favor, Lali, esta noche sólo duerme.

Lo vi tocar su guitarra hasta que mis ojos se volvieron pesados. Peter tenía razón. Pablo era mi refugio. Mi roca para la normalidad. Él era un amigo. Era Peter quien me consumía.

Chicas voy a votar 
Sigo la MARATON cuando regrese!!  

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