jueves, 11 de abril de 2013

Capitulo 3

Capitulo 3

—A ver si he entendido bien. —Cande se sentó en el sofá con un pedazo de pizza en la mano y una lata de refresco entre sus piernas, mirándome—. ¿Pablo "me-pones-tan-caliente-que-deseo-restregarme" Martinez te pidió que lo ayudaras con su discurso y te negaste? ¿Estás tan loca como creo que lo estás? Quiero decir, en serio Lali, pensé que la locura que tan a menudo veo en ti, era sólo para mostrar de forma superficial, y muy en el fondo tenías algo de sentido común.

Arrojé un pedazo de pizza en el plato delante de mí, de la frustración.
—Voy a arreglarlo en la mañana. No es como si hubiera asaltado un banco. Deja de hacer un gran problema de esto. Sé que me equivoqué. Realmente necesitaba ayuda y se inscribió para clases de apoyo. Si quiero el crédito extra, tengo que ayudar a todo aquel que me envíe el Sr. Yorkley. 
Cande entornó los ojos.
 —¡Oh, Dios no lo quiera y envíe al hombre más caliente del Estado contigo! Quiero decir, por el amor de Dios, ¿Qué te pasa?
Era imposible no encontrar divertido su drama. Cande nunca dejaba de hacerte sonreír a las pequeñas cosas, convirtiéndolo todo en un gran escenario dramático. 

—Me equivoqué al no ofrecerle mi ayuda. Supongo que mis prejuicios hacia los deportistas se interpusieron. Pero, no le voy a ayudar porque tú piensas que es caliente. Sólo estoy ayudándolo porque realmente lo necesita y me inscribí para eso.
Cande rodó los ojos y se quedó inmóvil, sosteniendo la pizza en el aire entre el plato y la boca.
—Espera... ¿Podría venir a tu casa y todo eso? Porque, si es así, quiero estar aquí también. Me puede notar y darse cuenta de que está perdidamente enamorado de mí, y luego podemos salir durante toda la escuela secundaria y después de la graduación nos podríamos casar y yo seré la madre de sus hijos.
La soda escapó de mi boca y cubrió mi plato todavía con pizza. 
— ¿Qué? —Sonrió encogiéndose de hombros antes de tomar un bocado de su pizza libre de refresco.
—Para empezar, es necesario terminar la universidad antes de siquiera pensar en casarse y tener hijos. Y NO, no va a venir por aquí. Incluso si fuera a hacerlo, no te permitiría venir después de esecomentario descabellado. La última cosa que quiero hacer es arreglar algo entre mi amiga y un chico con el que está fantaseando sobre casarse y tener hijos, recién salidos de la escuela secundaria.
Cande suspiró con la derrota y me hizo un puchero, enojada, era buena con eso. 
—No eres divertida, Lali, no tienes gracia en absoluto.
Di otro bocado a la pizza de la caja de cartón que había colocado en la mesa de café. 

—¿En serio? Entonces ¿Por qué sigues aquí? —Pregunté.
—¡Porque te quiero!
—¡También te quiero!
Cande se puso de pie.
 —No me gusta dejar la intimidad caliente de esta conversación, pero tengo que hacer pis. —Saltó, levantándose del sofá y se dirigió por el pasillo hacia el baño. Siempre aguantaba hasta el último minuto. Solía pensar que cambiaría a medida que fuera creciendo, pero no lo había hecho. Cuando decidía que necesitaba ir al baño siempre era una carrera precipitada.
—Interesante amiga la que tienes ahí. Es realmente bastante entretenida.

La pizza que llevaba a mi boca cayó de las manos ami regazo. Reprimí un grito en mi garganta. Me sorprendió, pero reconocí la profunda voz con acento sureño. El alma parlante se sentó en una de mis sillas. Simplemente genial. El chico muerto, realmente sexy y aún escalofriante-porque-puedo-hablar debió haberme seguido a casa.

—¿Por qué estás aquí? —Demandé en voz baja, deseando que me dejara en paz de una vez y se fuera a vagar por la tierra a otro lugar. La intensidad de su firme mirada hizo que mi pulso saltara de los nervios, o tal vez una mejor descripción sería... miedo.
—No puedo decirte eso. Todavía no es el momento. Pero, puedo asegurarte que por lo pronto no me voy a ningún lado.
Después de un vistazo rápido para ver si Cande volvía, lo miré.
— ¿Por qué? Si no hago caso de los-asuntos-de-las-almas siempre se van.
Frunció el ceño, se inclinó hacia delante y me estudió con atención.
—¿Qué quieres decir con—asuntos de las almas—?

No me sentía muy segura en el suelo mirándolo hacia arriba, empujé la pizza fuera de mi regazo y me puse de pie para poder estar a la altura de sus ojos. 

—No eres especial. He estado viendo fantasmas, almas, espíritus o cualquier cosa que sean, toda mi vida. Están por todas partes. En mi casa, en la calle, en las tiendas, en las casas de otros, puedo verlos. Simplemente los ignoro y se van.
Poco a poco, se puso de pie y dio un paso hacia mí. Su altura era intimidante, pero su cercanía me hubiera hecho retroceder, incluso si hubiera sido de menor estatura.
—¿Puedes ver almas? 
—Puedo verte, ¿No?
Asintió lentamente. 
—Sí, pero soy diferente. Se supone que debes verme. Es más fácil de esa manera. Pero a las otras… no se supone que las veas.
La puerta del baño se abrió con un clic. Giré mi cabeza para ver volver a Cande con una sonrisa en el rostro.
 —¿Hablabas sola?
Me encogí de hombros y forcé una sonrisa.
 —Mmm, sí.

Se rió y volvió a sentarse en el sofá. Tomé aire estabilizándome y luego miré hacia atrás, al alma que había regresado a la misma silla de mimbre blanco de la cocina, y me miraba. La única manera de que pudiera terminar esta conversación y conseguir que se fuera sería... enviando a casa a Cande. Hablar con un alma que ella no podía ver, no iría muy bien. Mi capacidad de ver las almas no era algo que hubiera compartido con ella y no tenía intención de empezar a hacerlo.
El alma parecía estar esperando a que tomara una decisión.

La idea de estar a solas con él me asustaba. Puede que fuera sexy, pero era un muerto y me había seguido a casa. Escalofriante no era suficiente para empezar a describirlo. Hacer que Cande me dejara aquí, no era uno de mis planes para esta noche. Puse un poco de distancia entre el alma y yo caminando hacia el sofá para sentarme junto a Cande.

 — ¿Quieres ver The Vampire Diaries? 2 Tengo los dos últimos episodios grabados. —Pregunté, con la esperanza de que él entendiera la indirecta y desapareciera. 
—¡Oh! Sí, me lo perdí la semana pasada.

Agarré el mando a distancia, seleccionando los programas grabados en mi lista de DVD e hice clic. Tenía que dejar de pensar en el tipo muerto dentro de la habitación. Después de al menos diez minutos de escuchar a Cande suspirar por Damon y quejarse de Elena, contuve la respiración y casualmente eché un vistazo en su dirección. La silla donde había estado sentado ahora se encontraba vacía. Dejé escapar un suspiro de alivio.

***

Durante toda la mañana había estado repitiendo exactamente lo que le iba a decir a Pablo. No me sentía segura sobre decirle que sabía acerca de su dislexia, o que podía comenzar tan pronto como estuviera listo y omitir la explicación. También me preparé para que me dijera que ya no necesitaba mi ayuda. Si ya había conseguido otro tutor entonces todo este lío se habría acabado. No me vería obligada a ayudar a alguien que no me gustaba, pero sería un problema para mi crédito extra. De cualquier forma, perdería en esta situación.

Esto tampoco era algo que quisiera hacer con Cande a mi lado, batiendo sus pestañas y riendo cuando él hablara. El tiempo sería de suma importancia. Después de Química, esperé en el pasillo para que saliera de la única clase que compartíamos este semestre. Por suerte, caminaba solo.

—Mmm, Pablo, ¿Podría hablar contigo un momento? —Le pregunté tan pronto como salió por la puerta. Me miró y el ceño aumentó de inmediato arrugando su frente. Parecía estar pensando seriamente en alejarse e ignorarme cuando, en su lugar, dio media vuelta y se encaminó hacia mí deteniéndose justo en frente. Apoyado contra la pared, cruzó los brazos delante de su pecho y esperó. Tuve la sensación de que no iba a hacerme esto fácil.
—Respecto de ayer, lo siento, fui muy grosera con lo de ayudarte. Me anoté para dar clases por el crédito extra y no debería haberte tratado de la manera en que lo hice. —Me detuve y vacilé, esperando que dijera algo. Él no se movió, o siquiera actuó como si fuera a responder. Tomé una respiración profunda y me recordé a mí misma que era mi culpa—. Si todavía quieres que sea tu tutora, me encantaría ayudarte.

Concluí, no realmente feliz, pero sonaba como lo más correcto para decir. Su mirada silenciosa empezó a ponerme nerviosa. Parecía aburrido. Puse en práctica todo mi autocontrol para no enojarme con él y alejarme. Recordé exactamente lo grosera que había sido ayer y logré seguir esperando pacientemente por su respuesta. 

Se enderezó y miró por el pasillo por encima de mi hombro, como si en realidad no estuviera considerando lo que había dicho. Justo cuando pensé no quería mi ayuda, concentró su expresión aburrida en mí y preguntó

— ¿Te estás ofreciendo debido al Sr. Yorkley? ¿Te pidió que hicieras esto?
Pensé en las palabras de mi mamá ayer y me pregunté, Si ella no hubiera insistido en que hiciera lo correcto, ¿Estaría ofreciéndole ahora mi ayuda? Este popular, talentoso, y adorado chico me había confiado su secreto. No me gustaba. Diablos, no lo conocía, pero por alguna razón quería ayudarlo.
—Actué como lo hice, porque simplemente no me gustas. Me equivoqué y, sinceramente, ni siquiera te conozco lo suficientemente bien como para formarme una opinión de ti. Te estoy ofreciendo mi ayuda porque lo necesitas. Eso es por lo que me anoté y por eso estoy aquí.
Parecía estar pensando en lo que dije por un momento y luego una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

 —Así que... no te gusto, ¿Eh?

Me puse un poco más derecha y acerqué los libros más a mi pecho en actitud defensiva. Sorprendentemente, era algo difícil ser la destinataria de una de sus encantadoras sonrisas.
Sobre todo después de que acababa de admitir que no me gustaba. ¿Por qué tenía que ser tan frustrantemente lindo? Di una pequeña sacudida de la cabeza y se rió entre dientes.

 —Bueno, puede que tengamos que trabajar en cambiar tu opinión. — Acomodó su mochila más arriba, sobre el hombro y esbozó una sonrisa más—. Te veré más tarde.
Se marchó, dejándome un poco nerviosa. Luché contra la urgencia de dar la vuelta y verlo alejarse. Un lento sonido de aplausos, me sorprendió y di media vuelta para encontrarme con el alma apoyada en los casilleros con esa maldita sonrisa torcida.
—Impresionante. Una mujer con las agallas suficientes para admitir que puede estar equivocada, pedir disculpas y ofrecerse a corregir la situación.
Puse los ojos en blanco y suspiré, sabiendo que el pasillo no se encontraba completamente vacío, así que la respuesta no sería posible.
—Aléjate de mí. —siseé de todas formas, antes de volverme y caminar en dirección a la cafetería.

29 comentarios :

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  11. cuantos capitulo va a tener la nove

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  12. MUY INTERESANTE ESTA NOVE, QUIERO MAAAAAAAAAAS

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  13. Esta poniendose interesante la nove!Espero mas, Giu

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