lunes, 8 de abril de 2013

Capitulo 73

Capitulo 73

Peter

Mierda, esto era malo. La primera cosa que disparó a través de mi cerebro era que necesitaba mantener a Nico bajo control. Claro, yo quería matar a ese imbécil tanto como él, pero en serio necesitábamos tener cuidado. Si, literalmente, le saltábamos encima tan pronto como entrara, nos seríamos responsables, y le había prometido a su mamá que no le permitiría hacer eso. No dejaría que Nico fuera a la cárcel por ese idiota, Ángel necesitaba de su hermano mayor, sobre todo ahora con el bebé en camino. La segunda cosa que surgió en mi mente era que necesitaba sacar a mi chica y mi bebé como el infierno fuera de aquí, ahora. 

—Ángel, vamos, te llevaré a la mí a casa —declaré, agarrando su mano y tirando de ella lejos de Nico.

Ella arrancó su mano de la mía y me miró.

—¡No voy a ninguna parte! No voy a dejarlos hacer esto, a ninguno de los dos. Ustedes no pueden darle una paliza, se meterán en problemas. ¡Estás siendo tan jodidamente estúpido! —gritó. Las lágrimas rodaban por su rostro mientras hablaba.
—Ángel, tiene que salir, ahora —ordené. No se iba a quedar aquí, cerca de ese hombre, de ninguna forma, porque si él la miraba de manera equivocada no sería capaz de contenerme, y mucho menos mantener a Nico bajo control.

Sacudió la cabeza con fuerza. Siempre había sido terca, por lo general me encantaba eso de ella —pero no en estos momentos, no lo hacía. Bueno, si lo quiere así, entonces al diablo. La tomé, envolviéndola en mis brazos, levantándola en estilo nupcial.

—¡Peter, no te atrevas! —gritó, su rostro poniéndose rojo de ira mientras luchaba por bajarse. Negué con la cabeza, lidiaría con su enojo después, no estaría enfadada conmigo por mucho tiempo y una noche con la ley del hielo valdría totalmente la pena, solo si sabía que ella estaba completamente a salvo. Comenzó a sollozar y envolver sus brazos alrededor de mi cuello, mientras la cargaba fuera de la casa. ¡Maldita sea, me estaba matando! Odiaba verla llorar.

Le di un beso al lado de su cabeza.

—Shh, todo va a estar bien, te lo prometo. Sólo te necesito a salvo para poder concentrarme en mantener tranquilo a Nico, ¿de acuerdo? —dije honestamente.

Llegamos a mi casa y abrí la puerta rápidamente, en dirección al sofá. Me senté y la mantuve en mi regazo, meciéndola suavemente.

—Por favor, no te metas en problemas, Peter, por favor —suplicó, abrazándome con más fuerza.
—No lo haré. Necesito ir al lado ahora. Tú te quedas aquí, no vengas hasta que venga a buscarte. ¿Me entiendes? ¿Puedes hacer eso por mí? —pregunté con desesperación.
Ella suspiró y se alejó sin mirarme.
—Sólo ve entonces —espetó enfadada, alejándose de mi regazo para sentarse en el sofá. Esto realmente no le gustaba en lo absoluto.
Gruñí, odiando su expresión de enojo.
—Te amo, Ángel. Sólo los necesito a ti y a nuestro bebé seguros —expliqué mientras besaba su mejilla, frotando mi mano sobre su vientre plano. Luché contra la urgencia de sonreír pensando en mi bebé creciendo dentro de ella, ese pequeño bebé afortunado que conseguía estar más cerca de ella que nadie por los próximos ocho meses. Asintió y cerró los ojos, lágrimas silenciosas estaban aún cayendo por su rostro.

Me puse de pie y me volví para irme.

—¿Peter? —llamó justo cuando llegué a la puerta. Me di la vuelta, con la esperanza de una sonrisa—. Te amo demasiado. Si te envían a la cárcel por asesinato entonces esperaré por ti —afirmó sin ninguna emoción en su voz en absoluto. No era una broma, realmente pensaba que iba a ir a la cárcel.

No le respondí, sólo me fui. No había respuesta para eso. Estaba seriamente enfadada conmigo y tendría mucho que hacer después de esto.

Nunca había hecho nada que ella no quisiera antes y que odiaba hacerlo ahora. Corrí de nuevo hacia Nico. Él se paseaba en la sala, luciendo mortalmente enojado.

—Nico, tienes que escucharme —dije, agarrando su hombro y haciéndolo enfrentarme.
—Lo sé, lo sé. No puedo hacer nada a menos que él comience, nada. Sólo quiero hablar con él y decirle que se largue de nuestras vidas, pero si se acerca a mí, juro... —Apretó los dientes. No le hacía falta terminar la frase, ya sabía lo que haría y no sería indoloro tampoco.

Después de unos diez minutos un coche se detuvo en frente. Agarré el brazo de Nico cuando se levantó del sofá.

—Tranquilízate de una maldita vez, Nico. ¿Entiendes? —ordené. Él asintió y me dirigí a la puerta. La abrí y el imbécil se quedó mirándome furiosamente. Mis manos estaban ansiosas de estrangularlo. No lo había visto desde que lo echamos por la puerta seguido de todas sus cosas, hace tres años, pero lucía exactamente igual al que recordaba.

—Peter Lanzani, has crecido un poco, ¿eh? —afirmó, mientras me examinaba.
—Benjamin Esposito, ¿dejaste de abusar sexualmente a las muchachas? —respondí, mi mano apretando la manija de la puerta con tanta fuerza que mis dedos estaban doliendo.
Él me miró y se abrió paso en la casa.
—¿Dónde diablos están Nico y Lali? —preguntó con enojo.
—Estoy aquí. Y Lali está fuera —dijo Nico con calma. Tal vez iba a estar tranquilo, después de todo.
—¡Tú, pequeña mierda! ¡Siempre fuiste un maldito problema! ¿Dónde mierda están mi esposa e hijo? Y me voy a llevar a Lali también —gritó Benjamin dirigiéndose hacia el pasillo en la parte trasera. Podía sentir mi ira en aumento cada vez que decía el nombre de mi ángel. Me tomó un par de respiraciones profundas, necesitaba ser el fuerte.

Nico se echó a reír.

—Sí, está bien —dijo con sarcasmo. Creo que estaba tratando de incitar a su padre a empezar algo. Creo que estaba pensando en dejarle conseguir un par de golpes al principio para que pueda decir que fue en defensa propia.
—¿Dónde están? —Benjamin prácticamente gritó. Siempre tuvo muy mal carácter.
—Te estoy diciendo, viejo, que si alguna vez te acercas a mi hermana una vez más, te voy a matar —gruñó Nico—. ¿Me entiendes? Tienes que salir de la ciudad. Ahora. No hay nada aquí para ti ahora. Melody no te quiere tampoco, nadie te quiere —le espetó.
Sonrió ligeramente mientras Benjamin se acercó a él con los puños apretados.
—¡Esto es todo por tu maldita culpa! Tú y Lali tenían que abrir sus sucias bocas y decirle a Victorio lo que pasó. Has arruinado todo para mí, todo, pedazo de mierda. Debería haber empujado a tu jodida madre por las escaleras o algo así, cuando me dijo que estaba embarazada de ti —gritó Benjamin con rabia.

¡Maldita sea, era un imbécil!

Nico lo agarró y lo arrojó contra la pared, golpeándolo hasta dejarlo sin respirar. ¡Mierda! Agarré a Nico justo cuando estaba a punto de darle un puñetazo y lo aparté.

—¡Así no! Nico, no así —le grité, tratando de detenerlo.
—¡Déjame ir! Voy a matar maldita sea. Peter, ¡déjame ir! —gritó Nico, tratando de deshacerse de mí.
—¡Nico, cálmate! —escuché decir a Lali.

Mi sangre se congeló al sonido de su voz. ¿Qué demonios estaba haciendo allí? Todos nos volvimos para verla de pie en la puerta. Solté a Nico rápidamente y fui hacia ella, pero ese idiota estaba entre ella y yo. Agarró su muñeca. Ella se estremeció y trató de sacar su brazo fuera de su control.
—¡Tú! ¡Tú maldita arruinaste todo! —le gritó.
—¡Déjala ir, ahora! —gruñí a través de mis dientes apretados, apenas capaz de contener mi ira. Podía oír latir mi corazón tamborileando en mis oídos, estaba tan enojado que me temblaban las manos. Iba a matarlo en tres segundos si no la dejaba ir.
Se volvió para mirarme, el odio clara en su rostro.
—¡Vete a la mierda! Es mi hija —gritó, tirando de ella bruscamente cerca de él. Ella se volvió y trató de alejarlo. Su rostro se endureció. Me lancé hacia adelante al mismo tiempo, la abofeteó con fuerza en la cara.

Agarré su camisa y le di un puñetazo de lleno en la cara, disfrutando del satisfactorio "crack" que hizo su nariz mientras mi puño conectaba con ella. Retiré mi brazo y lo golpeé una y otra vez, ignorando el dolor que cada golpe causaba en mi mano. Después del cuarto o quinto golpe su cuerpo estaba cojeando un poco así que lo empujé contra la pared, así no tenía que sostenerlo, y le di un puñetazo otra vez. Puse todo mi odio en él, toda la ira, el dolor y la impotencia que alguna vez había sentido cuando veía a mi chica llorar hasta dormirse. Nunca dejaría a este hombre lastimarla de nuevo. Se dejó caer al suelo, envolviendo sus brazos alrededor de su cabeza, pero no me detuve, no podía parar. Así que empecé a   darle patadas en su lugar.

De repente, Nico me agarró por detrás y me palmeó mi cara por primera vez en la pared. ¿Qué diablos estaba haciendo?

—¡No! ¡Todavía no he terminado! ¡Aléjate de mí. Nico! —le grité, tratando desesperadamente de quitármelo para poder matar al hombre que hizo de la vida de mi Ángel una desgracia. Me aparté de la pared tratando de liberarme.
—Lali está herida, Peter —dijo Nico, empujándome contra la pared otra vez, su brazo a través de la parte trasera de mi cuello.
—¡Sólo aléjate de mí. Déjame terminar! —grité, todavía luchando en contra de su abrazo.
—¡PETER, LALI ESTÁ HERIDA! —gritó Nico.
Espera, ¿qué dijo? ¿Lali? Oh, Dios mío.
—¿Qué? ¿Dónde? ¿Dónde está? —pregunté con desesperación. No la vi salir lastimada, él la abofeteó y se cayó y todo lo que pude ver fue a él. ¡Mierda!

Me soltó y me volví para buscarla, yaciendo de costado, hecha un ovillo, con los ojos cerrados, la mandíbula apretada, todo su rostro era la viva imagen del dolor. Me sentí enfermo mientras corrí a su lado, inclinándome sobre ella con rapidez.

—¿Ángel? —susurré, agachándome y acariciando su mejilla de color rojo donde él la había abofeteado.
Gimió y trató de moverse, haciendo un estrangulado jadeo.
—Me duele, Peter. Por favor, me duele mucho —exclamó, mirándome desesperadamente. Parecía aterrorizada, se veía tan asustada que sentí como si mi corazón dejara de latir al verla.
—¿Qué te duele, Ángel? —pregunté, tratando de aliviarla mientras me inclinaba y besaba su mejilla dolorida. Necesitaba conseguir un poco de hielo o algo así, entonces estaría bien, tendría un moretón por una semana aproximadamente, pero estaría bien.
—Mi estómago —dijo con voz ronca, sollozando, volviendo el rostro hacia el suelo, llorando histéricamente.

¿Su estómago duele? Miré hacia abajo a su estómago, lo estaba acunando protectoramente. Podía ver la sangre filtrándose a lo largo de la pierna de sus pantalones vaqueros. Mi corazón se detuvo, no podía respirar. Todo lo que podía ver era la sangre, lo único que podía oír era su llanto y quejidos.

43 comentarios :

  1. AAAAAAAAAAAAH NONONONONO NO PUEDE PERDER EL BEBE!!!!

    AAAAAAAAAAAAAAAAAAH MAAAAS PORFAVOOOOR

    ESTOY DESESPERADAAA !

    jajajajaja

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  2. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS

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  3. ++++nove++++nove+++nove++++++++nove

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  4. pitt se volvio loco !

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  5. SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA !

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  6. Oye no lo puedes cortar

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  7. Ya me voy a un.cibera para firmar y que subasta otro!

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  8. Voy camino al ciber ¡¡¡¡

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  9. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS !!! :D

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  10. mas mas mas mas mas mas

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  11. mas mas mas ma sm asm ams mas

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  12. lo perdio????????????????????

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  13. si lo cortas aqui te matto!!!!!!!!!! ajjajaja

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  14. es un hdp el padre de lali

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  15. andaaaaaaaaa subele!

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  16. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

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  17. ++++++++++++++++++++++

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  18. hay banda de firmas sube mas porfa!!!!!!

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