martes, 16 de abril de 2013

Capitulo 3

Capitulo 3

—Hola—murmuró Lali en su suave, sexi y dulce tono que significaba que me extrañaba. Normalmente, no me voy durante el día para tomar almas. Solo las difíciles o con las que he hecho conexión. No tenia que estar ahí para que un cuerpo muriera. Solo tenia que estar ahí para tomar el alma vinculada a ese cuerpo. Así que, a pesar de que la gente muere cada segundo de cada día, no siempre estoy ahí en el momento. Por eso, a veces, la gente veía el “fantasma” de su ser querido poco después de su muerte. El alma permanece en el cuerpo hasta que voy a por ella. También hay almas que se niegan a irse. Las que no quieren marcharse. Las que se convierten en almas perdidas y vagan confundidas por la tierra toda la eternidad. 

—Pareces… triste —dice ella, envolviendo su brazos alrededor de mi cintura.
—Solo estoy pensando—Le aseguro, empujándola fuerte contra mi pecho.
—Solo tomaste un alma, ¿No? —repite, estudiándome.
Asiento.
—¿Un pequeño?
Asiento, otra vez.
—Un chico.
Lo entendía. Hemos hablado de esto antes. Había tantas cosas que quería saber y yo me sentía impotente, no quería que ella se preocupara. No podía manejar decirle que no a la chica.
—¿Cuándo va a volver?
—En seis años.
—¿Quién lo tomó?
—Euge.
—Oh, bien. Ella le gustará.
Reí. Euge no es la persona más agradable que he conocido, pero por una extraña razón a Lali le gustaba. Incluso cuando pensó que era adolescente que sufría de esquizofrenia. 

Ella inclinó la cabeza contra mi pecho y suspiró. La Muerte no era algo con lo que Lali lidiaba muy bien, pero comenzaba a entenderlo mejor.

Lali

El árbol no era tan alto. El estúpido Nacho no sabia nada. Solo porque era una chica no significaba que yo no pudiera treparlo, también. Se lo mostraría. Para cuando llegue aquí, yo estaré camino a la cima. Así no pensara que las chicas no podemos hacer lo que los chicos hacen. ¡JA! Lo podemos hacer mejor. Porque somos más guays.
 
Mirando hacia atrás para ver si mamá me miraba desde la ventana de la cocina, lo encuentro todo despejado y me sujeto de rama con la corteza dura. Era caliente y pegajosa. Una vez que tuve ambas manos y piernas firmemente enganchadas a su alrededor, empecé a intentar escalar. Sin siquiera mirar hacia abajo. Seguí manteniendo mi camino hasta que llegue a la cima. Sin razones para bajar la mirada. Eso podría estropearlo. Una astilla de madera me cortó la mano y grité, retirándola para ver si estoy sangrando. Había una pequeña astilla clavada en mi mano y presioné la palma contra mi boca, utilizando mis dientes para sacármela. Sonriendo con satisfacción una vez la pequeña astilla estuvo entre mis dientes. La saqué fuera y escupí el ofensivo objeto.
 
Ves, fue tan difícil como para cualquier chico. Nacho y su estúpida boca diciendo que yo era débil. ¡Lo que sea! Continué mi subida a la cima. A lo mejor, una vez vea que soy mucho más guay que él porque puedo trepar muy alto, me dejará entrar en su nueva casa del árbol. Ese cartel de “solo chicos” parecía planamente estúpido, de todos modos. Mama decía que debía ignorarlos y dejar que los chicos tuvieran su escondite especial, pero yo no podía hacer eso. No era justo cuando yo fui quien tuvo la idea de la casa del árbol en primer lugar. Además, todo lo que Cande quería hacer era que nos maquilláramos y nos pintáramos las uñas. ¿Quién querría perder el tiempo de esa manera? ¡Yo no!
 
Mi pie se resbalo y me sujeté fuerte intentando no entrar en pánico. Podía hacer esto. Mis manos empezaron a sudar y mi agarre firme se debilitaba. Eso no era bueno. Moví mi brazo, así podría encontrar otra rama en la que sujetarme, pero luego mi otro pie resbaló y me fui en una caída libre de espaldas. Esto iba a doler.
 
—Ups, te tengo —dijo una voz familiar y abrí mis ojos para ver a un  chico mirándome. Sujetándome. Extraño. Sacudiendo mi cabeza, levanté la mirada al árbol del cual acababa de caer e intente recordar de donde conocía a este chico. ¿Me golpee la cabeza y este chico me recogió?
 
—Uh —Conteste, todavía confusa. Estaba cayendo. Luego… este chico me sujetaba y me hablaba.
—¿Qué hacías allí arriba? Está muy alto.
Volví mi mirada hacia él otra vez.
—Uh, yo, uh… ¿me atrapaste? —pregunté incrédula.
Él rió, y el verde bebé de sus ojos pareció oscurecerse.
—Sí, ¿Por qué crees que no estás tumbada en el suelo con algunos huesos rotos?
 
Sacudí mi cabeza y me levanté. Él me bajó fácilmente y otra vez observe cuan familiar me parecía. ¿Iba al colegio con nosotros?
 
—¿De dónde venias?
Se encogió de hombros:
—Andaba por aquí, te vi trepar demasiado alto, y vine por si necesitabas ayuda.
—¿Te conozco? —Le pregunté, notando como en su rostro se formaba una extraña sonrisa.
—Deseo que lo hicieras, pero no. Todavía no. No es la hora.
—¿Qué significa eso?
 
Él era extraño y hablaba como un adulto.
 
Lali Esposito, trae tu trasero aquí si quieres echar un vistazo a mi casa del árbol antes de que los chicos lleguen —Nacho estaba de pie en la calle, sonriendo como si acabara de ofrecerme un millón de dólares.
 
¿Qué decía sobre un “vistazo”? Yo quería ENTRAR. No dar un estúpido vistazo. Miré hacia atrás al chico que me había atrapado, por si quería venir también, pero él se había ido.
 
—Casi es la hora, casi es la hora, casi es la hora, casi es la hora.

Me senté en la cama sin aliento, mientras el canto en mi oído se desvanecía. La misma voz de ayer. Conocía esa voz, ¿no? Y que quería decir con “casi es la hora.”

Agarré mi cabeza dentro de mis manos y suspiré. ¿Qué me pasaba? Estos sueños parecían tan reales. Como recuerdos que he olvidado. El mismo chico. La misma voz.

Miré a través de mis dedos como la luz apenas entraba por la ventana. El sol no había salido por completo todavía. No había manera de que me volviera a dormir. Mamá se emocionaría si consigo levantarme a tiempo para desayunar con ella hoy. El sueño iba a molestarme. Necesitaba preguntarle a Nacho sobre ese árbol. ¿Tenia que contarle sobre la caída? No lo podía recordar. Tal vez el sí.

Salí de mi cama y cepillé el pelo y me paré delante de la ventana, estudiando el viejo roble. Sentía como si hubiera otro recuerdo atado a ese árbol pero no podía recordarlo. Dejé mi cepillo y me deslicé dentro de mis sandalias e hice mi camino hacia abajo. Quería salir de aquí. Era casi como si el árbol de repente me jalara de alguna manera invisible hacia él.

El aire frio de la mañana me hizo templar mientras bajaba las escaleras del pórtico y cruzaba la húmeda hierba. Una chaqueta hubiera sido una decisión inteligente, pero había estado tan ansiosa en salir a ver este árbol.

Escaneando el jardín buscando algo extraño o raro, caminé hacia el árbol. Era el mismo que había estado siempre aquí. Nada había cambiado realmente. Excepto, quizás, que la rama de abajo era ahora más fácil de
alcanzar. Estudié el lugar del árbol y recordé directamente antes de que cayera y calculando desde cuan lejos realmente caí. ¿Podía un chico atraparme si caerse el mismo por el impacto? Eso parecía altamente improbable.

Peter

Ella estaba asustada. Lo podía sentir incluso a un continente de distancia. Mirando hacia a Euge, fruncí el ceño porque no habíamos acabado. Aun tenia que recolectar ochocientas almas más antes de finalizar el día.

—Tenemos que darnos prisa —dije, girándome para llevarme a la obstinada alma que no quería irse.
—Espera, ¿No vas a ayudarme a convencer a esta a irse? Quiero decir, vamos chico enamorado, sé que quieres volver con tu chica y todo, pero tenemos trabajo que hacer.
—Pero está es obstinada. Déjala vagando por la tierra por la eternidad si es lo que quiere. Lo he intentado.
Euge frunció el ceño y cerró la distancia entre nosotros:
—¿Ella esta bien? Puedo ir. Puedes mandar a alguien para…
—No, me necesita. Vámonos. Esta es una causa perdida.
—UGH, eres tan malditamente impaciente —Euge me miró molesta.
—No tengo tiempo para esto. Coge el alma o déjala, no me importa —La necesidad de llegar hasta Lali me consumía. No podía concéntrame.
—Haz lo que puedas con ella. Te encontraré en la próxima parada. Tengo que revisarla —No esperé la respuesta de Euge.

*****

Ella se encontraba en su jardín trasero, mirando ese viejo roble. Su pelo caía por su espalda en suaves y recién peinadas ondas, las cuales parecía fuera de lugar con su pantalón de pijama y su top.

—¿Estas bien? —pregunté, acercándome desde atrás y cogiéndola entre mis brazos. Ni siquiera se sobresalta ya. Que yo aparezca de la nada se ha vuelto normal para ella. El pensamiento me hace sonreír, pero su tristeza borra la sonrisa de mi rostro. Algo le molesta. —¿Por qué estas aquí fuera tan temprano, mirando un árbol? —Le pregunto, descansando mi mentón encima de su cabeza.
—Tuve un sueño, no era la primera vez. Pienso… pienso que tiene algo que ver con esa voz.
Apretando mí agarre, escaneo el jardín con la temprana luz de la mañana. No hay nada aquí a parte de nosotros dos. Ella esta a salvo, me lo recuerdo.
—Cuéntame sobre el sueño —La animo.

Desliza sus manos sobre las mías y deja caer su cabeza sobre mi hombro.
—Son muchos recuerdos de mi infancia. Recuerdos que he olvidado. En uno de ellos esta este chico. El mismo. Siempre me ayuda. No lo recordaba hasta que el sueño empezó, pero ahora creo es un recuero real. No solo un sueño. Lo puedo recordar tan claramente como si estuviera allí —Se detuvo y señaló al árbol delante de nosotros. —Ese árbol, lo trepé una vez. Lo hice porque Nacho decía que no podía hacerlo, porque era una niña. Quería probarle que se equivocaba. Lo trepé pero caí… y él me atrapo.
—¿Nacho?
Negó con la cabeza.
—No. El chico. Me ayudó a encontrar a mi madre en la multitud cuando me perdí y hubo otras ocasiones. Lo he visto. Lo conozco. 

Un gruñido furioso de celos se me escapo antes de que pudiera detenerlo. Lali se sacudió entre mis brazos y me frunció el ceño.
—¿Qué?
Sacudí mi cabeza y tomé una profunda respiración. Esta no era una emoción con la que yo fuera bueno aun. Comenzaba a preguntarme si alguna vez lo seria. Yo era egoísta y posesivo. Lali era mía.
—¿Crees que es real? —Me las arreglé para preguntar. Tenia que mantenerme centrado en el problema en cuestión. Odiaba saber que alguien la había salvado cuando era pequeña. No me sentó muy bien. Algo andaba mal. Ella lo había olvidado y ahora sus recuerdos regresaban. La voz. Necesitaba encontrar esa voz.
—Sí. Creo que la voz en mi oído fue la del chico —Se escurrió de mis brazos—. Deja de gruñir Peter, no eres un animal, Dios.

Tenía razón, por supuesto. Estaba enfadado. La posesiva necesidad de reclamarla como mía me superaba. Esa voz tan cerca de ella entro en sus sueños. Fue por la noche mientras estuve lejos de ella, así él pudo acercarse. Tenia que cambiar eso. No más sueños. Solo tenia que irme más por el día. Odiaba estar lejos de ella cuando estaba despierta. Pero no tenía muchas opciones. Esta… esta cosa no iba a acercase más a ella.

—No voy a dejarte más sola por la noche. No hasta que terminemos esto.
Lali  frunció el ceño y sacudió su cabeza.
—No, no quiero que te vayas durante el día. Te echaré de menos.
La iba a echar de menos, también.
—No me gusta que él este tan cerca de ti. Se esta metiendo en tu cabeza por que yo no estoy ahí para sentirlo. Para detenerlo.
Ella se mordió el labio superior y estudió mi pecho por un momento, finalmente levanto la mirada hacia a mi.
—¿Qué hay de Euge?
—¿Qué pasa con ella?
—Se podría quedar conmigo. Por ahora.
Podría. No se volvería loca con eso, a Euge le gusta Lali, tanto como a Lali le gusta Euge. Podría confiar en que Euge me avisaría si Lali me necesitaba.
—Voy a hablar con Euge.
Lali resplandeció y puso su brazos alrededor de mi cuello.
—Eres tan fácil. Es difícil discutir contigo.
Besé la punta de su nariz.
—Me gusta hacerte sonreír, Lali.
—Y a mi me gusta oír tu sexy voz diciéndome cosas dulces — Respondió—Bésame, Peter —Susurró, presionando sus labios contra los míos. No era algo a lo que me tuviera que animar. Las veces que nos habíamos besado, su alma había intentado salir de su cuerpo. Yo no podía averiguar como pararlo. Nuestros besos eran siempre cortos. Ahora, otras cosas… pasábamos ratos haciendo otras cosas.
—Hmmm…. ¿Crees que podrás mantener tu alma dentro esta vez? —murmuré contra sus labios.
Ella soltó una risa nerviosa.
—Lo intentaré.

El sabor de su dulce lengua, enviaron todos los pensamientos fuera de mi mente. En ese instante solo tenia una necesidad. Un propósito. Lali . La satisfacción se deslizó a través de mi cuando recorrí mi lengua por su labio superior, luchando por la urgencia de morderlo. Su labio hinchado siempre me tentaba. Un suave gemido trajo de vuelta mis sentido y sentí su alma empezar a reaccionar a la atracción que sentía hacia mi. Gentilmente, rompí el beso y puse distancia entre nosotros dos, mientras nos mirábamos con hambre y cogiendo rápidas y cortas respiraciones.

—Lo siento —susurró ella.

Sacudiendo mi cabeza, sonreí hacia su inocente disculpa. Su alma sabia que era mía. El hecho de que ella estuviera tan dispuesta a ir hacia mi, era hermoso para mi. Incluso aunque me causaba una frustración extrema cuando yo la quería coger en mis brazos y besarla sin sentido durante horas. Hasta que no encontráramos una respuesta del porque venia hacia mi, eso no iba a pasar.

—No te disculpes Lali —Contesté, adelantándome para coger su mano y llevármela a mis labios—. Es hora de que entres y te prepares. Creo que le prometiste a tu madre que desayunarías con ella esta mañana.
Asintió, se deslizó de mi mano antes de girarse para dirigirse a la casa. Cuando alcanzó la puerta se giró a mirarme.
—Te veo pronto.
—Siempre —contesté.

2 comentarios :