martes, 9 de abril de 2013

Capitulo 79

Capitulo 79

Llamé a la puerta y contuve la respiración, esperando a que abriera. La puerta se abrió casi de inmediato. Allí estaba, el hombre que me hizo perder a mi bebé, el hombre que está haciendo que mi novio enfrente cargos por lesiones corporales graves. Su cara era un desastre. Él tenía razón; sin duda Peter hizo un buen trabajo. Su nariz estaba vendada e hinchada, casi cada centímetro de su cara estaba rojo y con aspecto inflamado, y tenía dos horribles ojos morados. No podía dejar de estar un poco orgullosa de Peter, sabía que no debería estarlo,pero mi chico era un tipo duro.

Él sonrió.

—Lali, vamos adentro. ¿Cómo estás? —preguntó cortésmente.

¿Está bromeando? ¿Cómo estoy? Pasé junto a él e ignoré su pregunta.

—Vamos a prescindir de las cortesías. ¿Qué es lo que quieres para que retires los cargos contra Peter? —pregunté, deseando que mi voz no delatara lo aterrada que estaba.

Sonrió, dio media vuelta y entró en la sala de estar, obviamente esperando que lo siguiera. Tan pronto como estuvo fuera de la vista, le quité el seguro a la puerta para que todo lo que Nico tuviera que hacer fuera abrirla. Luego lo seguí hasta la sala.

Por favor, deja que esto funcione, por favor.

—Toma asiento —instruyó, sentado en el sofá y acariciando el espacio junto a él. Sabía que tenía que darle por su lado, también sabía que necesitaba mantenerme tan cerca de él como pudiera, así que hice mi camino hacia allí y me senté, girándome en el asiento para estar frente a él y estar lista para correr si lo necesitaba.
—Entonces, ¿de quién es el bebé? ¿O no lo sabes? —preguntó, burlándose de mí.

Podía sentir mi ira y dolor amenazando con desbordarse debido a que estabahablando de mi bebé.

—Lo perdí gracias a ti. ¿Por qué me golpeaste? —pregunté, tratando de no llorar.  Se rió, sacudiendo la cabeza como si yo hubiera dicho algo estúpido.

 —Te lo tenías malditamente merecido —dijo con ira.
—Me golpeaste y me hiciste caer y perder a mi bebé. Es por eso que Peter te golpeó —contesté con toda naturalidad.
—Ese pequeño hijo de puta, siempre fue un problema —gruñó, apretando las manos en puños.

Tragué saliva. ¡Oh, Dios mío, esto no estaba funcionando!

—Fue tu culpa. Fuiste a nuestra casa buscando pelea, querías que esto pasara — incité.
Él asintió con la cabeza; una sonrisa maliciosa se deslizó en su cara.

—Sí, estaba esperando meter a tu maldito hermano en problemas, pero ese mocoso de al lado se lo impidió. Nico siempre fue un problema, incluso cuando eran niños solía ponerse en mi camino —gritó, sacudiendo la cabeza molesto.
—Nico solía impedir que me golpearas. Te detuvo cuando trataste de violarme. ¿Es eso de lo que estás hablando? —pregunté. ¡Oh Dios, por favor responde a la pregunta!

Me miró furiosamente.

—¿Violación? A la mierda con eso, no es violación. Eres mi hija; me lo debías por toda la mierda que tenía que aguantar. Estabas jodidamente madura para la cosecha —afirmó, mirándome lentamente, poniéndome la piel de gallina.

Mi mano se cerró alrededor de mi celular en el bolsillo.

—¿Crees que puedes darles palizas a tu esposa y a tus dos hijos durante años, abusar sexualmente de tu propia hija y tratar de violarme, y eso está bien? — pregunté con la voz quebrada.
—¡Hiciste mi puta vida una miseria! Necesitabas una buena bofetada para mantenerte a raya. Te estaba disciplinando, eso es todo —espetó, levantándose del sofá y agarrándose el cabello.
—¿Disciplina? Una vez golpeaste a Nico tan fuerte en el estómago que no pudo comer durante días. Le rompiste el brazo y las costillas. ¡Nos tenías completamente asustados de hacer cualquier cosa por si te hacíamos enojar! —grité, tratando de provocarlo.
Se volvió hacia mí y me puse de pie rápidamente, necesitando estar de pie en caso de que necesitara correr.

—¡Nico se merecía todo eso! ¡Debería haber ahogado a ese chico al nacer! —gritó, golpeando su mano en la mesa de café, haciéndome gritar.
—¿Qué hay de Vico, Amado y Melody? ¿También necesitan disciplina? —pregunté.

Asintió con la cabeza.

—Sí, todos necesitan aprender un poco de respeto. ¿Dónde está Melody de todos modos? —preguntó, con sus ojos tratando de perforar los míos.
—Ha vuelto a Mersey —mentí.

Hizo un gruñido furioso y agarró la mesa de café, volcándola de manera violenta. Me eché hacia atrás cuando casi se estrelló en mis pies. ¡Vamos, Lali, puedes hacer esto!

—Quiero que retires los cargos contra Peter, y te vayas de la ciudad —declaré de manera casual.
Se rió y puso los ojos en blanco.
—Bien, eso no va a suceder. Te diré algo, retiraré los cargos contra ese mocoso, si vienes a vivir conmigo —ofreció, volviéndome a mirar lentamente. Me sobresalté, sintiéndome enferma y un poco mareada, luego me di cuenta que era porque no estaba respirando así que aspiré una respiración entrecortada.
—No. Vas a retirar los cargos, irte de la ciudad y nunca molestarme a mí o a mi familia de nuevo. Y cuando digo a mi familia, me refiero a Melody, Vico y Amado también —dije con severidad.

¡Oh Dios, esto iba a funcionar! No podía dejar de sonreír; saqué mi teléfono de mi bolsillo y presioné enviar. Me reí en silencio antes de volver a poner mi cara de póquer.

Él me miraba como si hubiera perdido la cabeza, haciéndolo parecer aún más divertido para mí.

—¿Y por qué iba a hacer eso? —preguntó, con algo de diversión en la voz.
—Porque si no lo haces, iré a la policía y les contaré todo lo que ocurrió cuando éramos niños. Confía en mí; el tiempo que pasarás en la cárcel será mucho más largo que el que Peter recibirá. Y estarás en una parte mucho peor de la cárcel también, donde ponen a los violadores y pedófilos. —Me encogí de hombros.

Se rió.

—¿Y quién va a creerle a una puta sucia como tú? Embarazada a los dieciséis años. Soy un profesional respetado. Puedo permitirme los mejores abogados para hacer pedazos tu caso, y además, no tienes pruebas. Esto sucedió hace mucho tiempo, es tu palabra contra la mía —gruñó, dando un paso más cerca de mí.

Sentí la bilis aumentando en mi garganta y rogué que Nico estuviera cerca. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que envié ese mensaje de texto?

—En realidad, ahí es donde te equivocas. También tengo tu palabra —corregí, sonriéndole mientras sacaba mi teléfono celular. Otra vez me miró como si fuera estúpida—. Los teléfonos inteligentes de hoy en día tienen todo tipo de artilugios; cámaras, reproductores de música, calculadoras... grabadoras de voz —dije alegremente, alzando las cejas ante el último.

Examiné el menú y reproduje la conversación que acababa de grabar en mi teléfono. Miré su cara con una sonrisa de satisfacción.
  
—Entonces, ¿de quién es el bebé? ¿O no lo sabes?
—Lo perdí gracias a ti. ¿Por qué me golpeaste?
—Te lo tenías malditamente merecido.
—Me golpeaste y me hiciste caer y perder a mi bebé. Es por eso que Peter te golpeó.
—Ese pequeño hijo de puta, siempre fue un problema.

Detuve la grabación.

—¿Escuchaste lo suficiente, o quieres escuchar qué más hay aquí? ¿Te acuerdas de lo que dijiste? ¿Lo que admitiste? Abuso, intento de violación —dije, sonriendo como una idiota. Agarró el teléfono y lo lanzó contra el suelo, aplastándolo con su pie, fuerte. Luché contra el impulso de reír—. Oh, papi, ese teléfono me costó mucho dinero. ¿Sabes cuánto cuesta un iPhone nuevo en la actualidad? —pregunté con sarcasmo.

Sonrió, obviamente pensando que había ganado.

—No tienes nada ahora. —Agarró mi muñeca y me atrajo más cerca de él.

39 comentarios :

  1. no lo puedes cortarrrrrrrrr

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