jueves, 11 de abril de 2013

Capitulo 2

Capitulo 2

—Hola, Lali, el Sr. Yorkley dijo que tenía que venir para hablar contigo. —El sonido de la voz de Pablopareció sacarme de la conmoción momentánea. Si el señor Yorkley lo envió, es que él necesitaba algún tipo de ayuda académica. Sin embargo, no me sentía segura de querer ayudar, ni tenía la intención de hacerle esto fácil. Me las arreglé para expresar un "¿Para qué?" y esperé en silencio. Pablo se aclaró la garganta y se frotó las manos sobre las rodillas de sus pantalones vaqueros, como si estuviera realmente nervioso.
—Eh, eh, bueno, —empezó a decir—, quiero decir, esto es, necesito algo de ayuda con la oratoria. No es lo mío y el Sr. Yorkley dijo que eras con quien debía hablar sobre cómo obtener un poco de ayuda. —Se quedó mirando al frente mientras hablaba. Ni siquiera me miró. Realmente no me gustaba este tipo. Finalmente volvió su mirada hacia mí. Seguro usaba todo el tiempo esa expresión lastimosamente esperanzadora con las chicas, con el fin de conseguir lo que quería. Mi estómago me traicionó y se estremeció afectado por sus suplicantes ojos verdes de bebé. Odiaba que pudiera hacer que mi cuerpo reaccionara por él, de otra forma que no fuera para vomitar, por supuesto.

—Este es el primer día de clases ¿Cómo puedes ya necesitar ayuda? — Le pregunté con una voz que esperaba sonara molesta. No era una chiquilla tonta que podía conmoverse por unos cuantos movimientos de sus largas pestañas, incluso si mi cuerpo no parecía estar de acuerdo. Sin duda, era mi imaginación  ligero rubor en sus mejillas.
—Um, si, lo sé, bueno, el Sr. Yorkley y yo lo sabemos, pero voy a esforzarme. —dijo un poco a la defensiva. Pablo había sido siempre un buen estudiante. Había estado en algunas clases con él.
—¿Por qué ambos piensan que tienes que esforzarte? Claramente, no tienes miedo de hablar delante de toda la clase. 
Él negó con su cabeza y fijó la mirada al frente otra vez.
 —No, no es así. —Esperé, pero no dijo nada más.
Era interesante, me había intrigado.

—En realidad, simplemente no entiendo por qué necesitas mi ayuda. Escribes ensayos para las tareas asignadas y luego los expones oralmente. Sencillo, sin ningún tipo de presunciones, ni rodeos o ecuaciones difíciles.
Volvió la mirada hacia mí con una sonrisa triste. 
—No es tan fácil para mí. —Hizo una pausa y actuó como si quisiera decir algo más, luego sacudió la cabeza y se puso de pie—. No importa, olvida que te pregunté.
Lo vi pasar por delante de la mesa de su club de admiradoras y dirigirse afuera por las puertas dobles. Por un momento, experimenté una punzada de culpabilidad, por ser tan dura con él. Había venido a pedir ayuda y yo básicamente acabé burlándome de él. Levanté mi bandeja, enojada conmigo misma por actuar como una idiota. “Idiota” era parte de su descripción, no mía.

***

Mi mochila aterrizó en la mesa de la cocina con un golpe sordo, anunciando mi regreso. Me dirigí a la nevera. El jugo de naranja en el que había trabajado ayer, tan arduamente, sonaba bien.

—¿Lali, cariño, eres tú? —La voz de mi mamá se escuchó desde el pasillo. Estaba acurrucada en un rincón de su oficina con una gran taza de café, escribiendo en su computadora. No tenía que verla para saber esto. Mi mamá es escritora. Ella vive detrás de su equipo.
—Sí. —Respondí.

Antes de que pudiera servirme un vaso de jugo de naranja, el sonido de sus zapatillas dejándose caer contra el piso de madera me sorprendió. Se trataba de un extraño acontecimiento. Rara vez se alejaba de su escritura cuando regresaba a casa de la escuela. Por lo general era cerca de la hora de cenar cuando me honraba con su presencia.

—Bien, me alegro de que vinieras directo a casa. Necesito hablar contigo y luego tengo que arreglarme. —Hizo un gesto a su camiseta holgada y vieja de Los Atlanta Braves1—. Voy a cenar con Roger, pero no te preocupes, te dejo dinero para pedir una pizza. —Tiró de una silla para sentarse y su cara amable se puso seria. No era una buena señal. Esta seriedad era del tipo grave, lo reconocía, pero raramente lo experimentaba.
—¿Qué? —Pregunté mientras colocaba mi vaso sobre la mesa.
La espalda de mamá se tensó mientras se aclaraba la garganta.

La mirada con ceño fruncido de Estoy-Decepcionada-De-Ti apareció mientras bajaba la comisura de sus labios. Rápidamente me devané los sesos, intentando pensar en algo que podría haber hecho para molestarla pero nada vino a mi mente.

—Recibí una llamada del Sr. Yorkley, justo en medio del capítulo quince.
Oh-oh, ella sabía sobre Pablo.
—¿El señor Yorkley? —Pregunté, fingiendo que no sabía de qué se trataba. Mamá asintió con la cabeza y echó la cabeza hacia un lado como si estuviera estudiándome para ver si creía que yo realmente no tenía idea de por qué mi profesor podría llamar. La cabeza inclinada siempre me ponía nerviosa. Me preparé.

Estaba a punto de dejarlo correr. Había sido una idiota, pero en mi defensa no era como si hubiera hecho algún daño. Me burlaba del rey gobernante, no de una persona con baja autoestima.

—Al parecer, hay un muchacho que tiene una discapacidad de aprendizaje y le dijeron que te buscara para tutoría. Te inscribiste para dar clases este año, por créditos extras. Mi pregunta es, Lali, ¿Por qué no ayudar a un estudiante en tu escuela que lucha con algo tan serio como la dislexia? El muchacho, según me dijeron, tiene la oportunidad de dar una beca por sus habilidades atléticas, pero su discapacidad requiere recibir ayuda extra en ciertas clases. Se necesita a alguien que le ayude a poner sus discursos en un papel. Eso no parece mucho pedir. Dijiste que querías ser tutora este año. Explícame por qué elegiste decirle que no a este muchacho y, te lo digo ahora, más vale que sea bueno. —Se echó hacia atrás y cruzó los brazos sobre el pecho, en su postura de Estoy-Esperando.

¿Pablo sufría de dislexia? ¿Era esto una broma? Había estado yendo a la escuela con él la mayor parte de mi vida. Chicas, incluida Candela, sabían todo sobre él. Demonios, Candela, una vez me había dicho exactamente dónde se encontraba su marca de nacimiento.

No me importaba. ¿Cómo podría Pablo Martinez tener dislexia y ninguno saberlo?
Me acordé de Pablo pidiéndome ayuda en la cafetería hoy y la forma en que me había comportado. La revelación de que Pablo trataba con algo como la dislexia y se las arreglaba para tener tan buenas notas me molestó. No sabía el por qué, exactamente, pero lo hacía.

Me gustaba pensar en él como un deportista. Alguien que consiguió su popularidad de la noche a la mañana. Ahora todo lo que podía pensar era en el aspecto que tenía, cuando había venido a pedirme ayuda. Un nudo se formó en la boca de mi estómago.

Miré a mi mamá y negué con la cabeza lentamente.

—No tenía idea que él tenía un problema de aprendizaje. Siempre es tan arrogante y seguro de sí mismo. Me sorprendió que se acercara busca de ayuda y de inmediato me pregunté por qué él, de todas las personas, necesitaría ayuda.
Mamá se inclinó hacia delante en la mesa y su ceño fruncido se alivió un poco. 
—Bien, puedes mejorarlo. He criado una chica más compasiva que eso.
Asentí y alcancé mi mochila.
 —Lo sé, lo siento. Voy a arreglarlo.
Parecía aplacada.
 —No me gusta recibir llamadas de la escuela acerca de ti. Sobre todo cuando estoy escribiendo una intensa escena de asesinato.
Sonreí y puse el vaso en el lavavajillas antes de voltearme hacia ella. 
— Lo siento, voy a tratar de recordarlo. Um, así que, ¿La segunda cita con este Roger?
Se ruborizó. 
—Sí y parece que somos capaces de hablar durante horas. Adoro su forma de pensar y ha viajado por todo el mundo. Mi mente siempre está girando cuando habla de lugares y cosas que nunca he visto. — Se encogió de hombros—. Me conoces, siempre estoy pensando en la historia detrás de todo.
Levanté las cejas y me acerqué a ella.
 —Y él es sexy.
Se rió, lo cual no era un sonido normal para mi mamá.
 —Oh, ahora no es por eso que me gusta. Es su forma de pensar y la conversación.
Me reí en voz alta. 
—Claro que lo es, mamá, sigue diciéndote esa mentira.
—Está bien, es bastante atractivo.
—Mamá, él es sexy y lo sabes. Es cierto, es mayor, pero aun así es sexy.
—No es viejo. Tiene mi edad.
—Exactamente.
Miré su intento de parecer lastimada antes de que cediera y se echara a reír.
 —Bien, soy vieja. Tu dinero estará en la encimera cuando estés lista para pedir una pizza.
Quedarme en casa sola no era algo que disfrutara.

Cuando estoy sola las almas que veo vagando sin rumbo me molestan. había hablado con una hoy. Resultaba más fácil recordarme a mí misma que eran inofensivas cuando eran mudas. Ahora, me sentía un poco asustada. Una vez que cerré la puerta de mi dormitorio, agarré el celular de mi bolsillo y llamé a Candela.

21 comentarios :

  1. otro otro otro otro otro

    ResponderEliminar
  2. otro otro otro otro otro

    ResponderEliminar
  3. otro otro otro otro ot

    ResponderEliminar
  4. otro otro otro otro o

    ResponderEliminar
  5. otro otro otro otro otro ..

    ResponderEliminar
  6. otro otro otro otro otro ++

    ResponderEliminar
  7. otro otro otro otro otro +++++++++++++

    ResponderEliminar
  8. otro otro otro otro otro ++++

    ResponderEliminar
  9. otro otro otro otro otro +++

    ResponderEliminar
  10. otro otro otro otro otro

    ResponderEliminar
  11. otro otro otro otro otro ++++++++++++

    ResponderEliminar