Capitulo 10
Peter
—No va a mejorar la situación si sigues mirándola desde ahí como si
fueras su maldito perro guardián —Se quejó Euge desde la
silla de la esquina del dormitorio de Lali en la cual se
sentaba.
Ni siquiera me tomé el tiempo de responder su burla. No podía apartar mis ojos de Lali mientras permanecía acostada en su cama. A salvo. Aquí conmigo y segura. La ira dentro de mí hervía porque fue arrebatada frente a mis narices. Había sido paciente con los tratos con esos espíritus, pero ya no más. Se metieron con el chico equivocado. No habría más criaturas sin almas cerca de Lali. No esperaré para ver cuáles son sus intenciones. Terminaré con su existencia. Debó comenzar con Mery. No podría ser otra persona desaparecida. Puedo asegurarme de que nadie la recuerde. No quiero esperar hasta que olviden que existió. Deberá ser un corte limpio. Mery deberá desaparecer cuando Pablo lo haga. Me molesta que éste todavía por aquí, a pesar de que no causó ningún revuelo desde su partida. La he observado, pero actuó como la caprichosa animadora, cabeza hueca de siempre. Ni una sola vez se acercó a Lali o intentó coquetear conmigo para molestarla. Al menos qué quien la creo le haya ordenado dejarme en paz a mí y a los míos.
—Tienes esa expresión en tu rostro de “Voy a patearle el trasero a alguien”, Juan Pedro. ¿Qué planeas? —Demandó Euge.
Casi había olvidado la presencia de Euge en la habitación. Había estado aquí cuando regresé preocupado por Lali. Eso es todo lo que podía decir de Euge. Es leal y Lali se las arreglo para ganarse la lealtad de Euge. Ahora, deshacerme de ella es un problema.
—Mery necesita irse. Aquí no hay lugar para criaturas sin almas y no la quiero cerca de Lali.
—Oh, bueno. Me gusta ese plan. Esa zorra debió de haberse ido
cuando Pablo
lo hizo. He estado observándola en la escuela, no está causando problemas porque nadie recuerda que
estuvo allí. Pablo la dejó aquí por una razón.
—Exactamente —Por una vez estuvimos de acuerdo. Pero cuando
se trataba de
la seguridad de Lali, con Euge siempre contaba. Lali murmuró algo
durmiendo y rodó sobre su espalda. Observé asombrado como sus
pestañas revoloteaban en contra de sus altos pómulos. El labio inferior
regordete que tanto adoro sobresalía un poco, como si estuviera haciendo un puchero. Los oscuros mechones de
seda de su cabello se esparcían en su
almohada. Todo en ella era increíble.
—Por favor, deja de mirarla como una cachorro enfermo de
amor. Es muy molesto —Se burló Euge.
—Entonces, pasé de ser un perro guardián a un cachorro
enfermo de amor. ¿Qué tienes en contra
de las descripciones caninas?
Euge rio en voz baja.
—No lo sé. Quizás necesito un perro.
—Sí, como si eso fuera a suceder. Una transportadora con un
perro de mascota. ¿Dónde vas a dejarlo
mientras estés trabajando? ¿En el séptimo
cielo?
—Bueno, ¿No eres una caja llena de sorpresas? Para tu información, me imaginó que si dejan que La
Muerte tenga una humana, puedo al menos
tener un perro.
Iba a comenzar a responderle cuando los ojos de Lali parpadearon lentamente y los abrió. Pude ver
sus papilas dilatadas mientras trataba
de concentrarse.
—Hola —Gruñó con voz soñolienta. Era hora de que Euge se fuera.
—Vete, Euge. Te llamaré si te necesito aquí —Ordené, sin molestarme en mirarla. Disfrutaba observar a Lali
despertarse y no quería perderme eso por un segundo.
—Veo que estorbo aquí —dijo Euge en tono divertido, causando
que las comisuras de los labios de Lali
se levantaran.
—Te veré pronto, Euge —gritó Lali mientras Euge salía de la habitación.
—Esto es mejor —Suspiré, sentándome al lado de Lali e inclinándome contra la cabecera. Extendí mi
brazo y tiré de Lali para recostar su
cabeza en mi pecho.
—Mmmm —Estuvo de acuerdo, todavía no completamente despierta. Pablo había drenado la energía en
su cuerpo humano. Eso era peligroso para
un humano, sin embargo el idiota lo hizo. Lali sentiría los efectos por un par de días. La traje a
casa por medio de un jet privado y
durmió en todo el viaje.
—No puedo mantener los ojos abiertos, pero quiero verte —Jugué con su cabello, enredando sus mechones alrededor de mis dedos.
—Es por culpa de Pablo. Usó un método de transportación que
no es para los humanos. Pero lo pagará.
—Lamento haberme ido —La pequeña disculpa de Lali me molestó. No tenía ninguna razón para
disculparse. Estuvo presa del pánico y
manejó la situación erróneamente.
—No, soy yo quien lamenta no haberte explicado sobre esa chica sin alma. No debí haber descartado tus habilidades. Al verla tan cerca de ti, me asusto. Tomé por misión averiguar porque se encontraba allí.
Lali bostezó, luego echó su cabeza hacia atrás para mirarme
—¿Era un sin alma?
Asentí.
—Me distrajo y te molestó con el propósito de dejarte sola
para Pablo. Caí en su trampa —Admitir mi fracaso dejó un sabor amargo en mi boca. Le he fallado dos veces.
—No, yo caí en su trampa. Tu tratabas de protegerme y actúe
como una novia tonta, celosa y me fui
—El sueño había desaparecido de su voz ahora. No le gustaba que me culpara de
esto. Si no la tranquilizaba, se levantaría
y comenzaría a despotricar sobre mi equivocación.
— ¿Tenias celos? —Me burlé y su mirada determinada se
transformó en una sonrisa tímida.
—Sabes que si. La chica me decía que era tu más reciente
aventura y dio a entender que salías con
una chica diferente cada semana. Sé que no
debía creerle sus comentarios pero me llamó zorra y bueno, quería abofetearla.
—¿Te llamó qué?
Me preguntó si Pablo sabe eso. Debido a que piensa que le perteneces. Como se sentiría si supiera
que su pequeña chica malvada te llamó por ese vulgar nombre —Hice una pausa y
tomé una profunda respiración. Estar
furioso mientras sostengo a una muy dormida
y exhausta Lali en mis brazos no es una buena idea—.
No debí caer en sus provocaciones —murmuré enojado conmigo mismo.
—No, no es tu culpa. Además, no debí haberme puesto celosa.
Si hubiera sido más madura nada de esto
debió haber pasado.
—Hmm, me gusta que estés celosa.
Riéndose, me pellizcó a través del fino algodón de mi camisa y me eché a reír. El sonido era tan nuevo para mí. Antes de Lali, no creo haber reído nunca.
Lali
—Entonces, ¿Qué planeas con tu sexy novio rockero para el Día
de San Valentín? —preguntó Cande,
viniendo a mi lado tan pronto salí de mi
coche. Me había olvidado del Día de San Valentín, pero dudaba que la Muerte reconociera esta celebración. Además, Peter
había salido otra vez esta mañana. Euge
estaría aquí pronto. La dejé comiendo los waffles sobrantes y la cubierta de fresa que mamá había puesto para
mí en la mesa de la cocina antes de que se fuera muy temprano a una convención de escritores en Chicago. Estaría de viaje
toda la semana. Por todo lo que ocurría en este momento, era probablemente lo
mejor. Euge podría permanecer en forma humana y vagar libremente por mi casa
mientras esperábamos a Peter para encontrar una solución a mi problema.
Al pensar en Pablo, miré hacia su lugar de estacionamiento y dejé de caminar al ver su camioneta estacionada. Oh, Dios, está aquí. ¿Qué significa eso? Todo el mundo lo había olvidado. Ahora está de regreso.
—Sé que rompiste con Pablo, pero, maldición, no tienes que mirar su camioneta como si fuera lo peor que has visto. Regresó de su viaje de visita a sus abuelos en el Norte. Te acostumbrarás a estar cerca de él de nuevo. No es gran cosa.
¿Sus abuelos? ¿Qué? Lo recordaba. Mi cabeza empezó a golpear. Esto era demasiado.
Nada tenía sentido.
—Ahí están mis chicas —La voz de Euge se quebró ante mi ataque
de pánico interior y señalé con mis ojos hacia la razón de mi expresión de horror.
Ella entendió. Sus ojos parpadearon hacia la camioneta de Pablo y luego de
nuevo a mí—. Bueno, miren, miren, el rey ha vuelto o debería decir "príncipe"—sonrió por su propia broma y
me apretó el brazo—. ¿Hoy será muy divertido, no?
Empecé a sacudir la cabeza y ella me apretó el brazo con más fuerza.
—Sonríe y se bonita, Peggy Ann. Eso es todo lo que tienes que hacer. Tengo esto bajo control —dijo entre dientes y me llevó hacia la puerta de la escuela. Cande nos siguió en silencio, lo que de por sí era un milagro. Pero pensándolo bien, Euge siempre la asustaba de todos modos.
Euge no dejó de tirarme hasta que llegó a mi casillero. Cande había dicho su adiós y fue en busca de Nacho tan pronto como entramos en el pasillo. Agradecía su partida porque necesitaba hablar con Euge a solas.
—¿Qué voy a hacer?—Susurré mientras miraba frenéticamente alrededor, buscando cualquier signo de Pablo.
—Vas a actuar como si todo estuviera bien. Es tu ex, actúa
como las chicas hacen alrededor de sus ex — Euge
explotó una burbuja de chicle en la boca, como si no fuera una maldita gran
cosa.
— Euge, eres consciente de que está detrás
de mi alma —Espeté enojada.
Rodó sus ojos.
—Eres consciente de que no hará nada por Peter.
—Pero Peter no está aquí.
—Peggy Ann, yo estoy aquí. Además, está aquí porque Peter se deshizo
de su pequeño ayudante. No tiene a nadie que le de informes.
¿Pequeño ayudante? ¿Qué?
—¿Puedes hablarme sobre eso por favor?
Euge se apoyó en el casillero de al lado y tiró un hilo de goma de mascar de su boca mientras descansaba una bota en el casillero inferior.
—Mery era un sin alma, cariño. Ahora no está más. Peter se encontraba molesto cuando te trajo de regreso de Nueva Orleans. No es un fan del Barrio Francés, ya sabes. Todos los antiguos edificios franceses lo sacan de quicio. Pero a mí, me gusta todo el alcohol. Excepto que luego están las mujeres desnudas. Eso puede ser un poco molesto.
Mery era un sin alma. Apoyé la frente en el frío metal mientras Euge continuó parloteando sobre Nueva Orleans. Por supuesto, Mery era un sin alma. Eso tenía sentido. Si Pablo estaba tan enamorado de mí, entonces nunca estaría en una relación con otra persona. Todas sus burlas eran destinadas a conducirme directamente a los brazos de Pablo. Y Peter, había fingido con ella porque me protegía. Dios, fui una idiota.
—Por lo tanto, se ha ido... —Me dije a mí misma.
Euge dejó de hablar de buñuelos y de su regalo al mundo, suspiró, obviamente frustrada de que su intento de cambiar el tema hubiera fracasado.
—Sí, y Peter hizo su limpieza. Ni un alma la recordará. Sin ningún doble sentido.
—¿ Euge?
—Sí.
—Necesito una coca cola y una barra de chocolate. Muchos chocolates.
Euge
se rió y se retiró de su posición en contra de los casilleros.
— Estoy en ello. Te veré en clases.
—Gracias.
La observé mientras se dirigía por el pasillo hacia la sala de profesores.
La risa de Pablo resonó por los pasillos y me giré para verlo de pie junto al mismo grupo de chicos que siempre lo rodeaban. No miró en mi dirección, y las porristas se encontraban pendientes por cada una de sus palabras. Era como si nada hubiera ocurrido este año. Esto era muy similar a la misma escena que había presenciado el primer día de clases. El día que había conocido a Peter sentado en la parte trasera de mi salón. Sonriendo, di la vuelta y me dirigí al salón de clases. Las cosas pueden estar todas confusas, pero ahora, pensando en lo sexy que Peter había sido ese día mientras me resistía de no mirar su adorable hoyuelo, eso hacía las cosas más interesantes. Había pensado que no era más que otra alma en aquel entonces. Una que realmente podía hablar. Muchas cosas han cambiado. El alma que pensé que me acechaba no lo hacía. Había estado allí, para llevarse mi alma, porque debía morir. Sin embargo, algo cambió su parecer. Me gustó saber que lo había afectado en una forma que ningún otro ser humano lo había hecho jamás. Había roto todas las leyes del universo por mí. Me dejó vivir.
—Coca Cola y Snickers —Anunció Euge, mientras puso la lata
fría en mi mano y dejó caer el Snickers al frente de mi camisa.
— Euge —Chillé sorprendida y agarré rápidamente la barra de chocolate,
antes de que golpeara el suelo y fuera pisoteado por la multitud de estudiantes
que corría al aula del segundo período.
—Los mendigos no pueden ser selectivos —Intervino junto a mí.
—Puedes ser una engreída —Le espeté, abriendo el Snickers y tomando
un bocado.
—Sí, pero me quieres de todos modos.
Sólo pude asentir con la cabeza. Tenía la boca llena y por supuesto que tenía razón. La quería.
—Oye, ¿De dónde sacaste eso? —Exigió Cande mientras corría a mi lado. Incliné la cabeza hacia Euge, quien sonrió. Las dos sabíamos que no había forma de que Miranda le pidiera algo a Euge.—Oh —Fue su respuesta. Entonces, pareció superarlo rápidamente y susurró en voz alta—¿Ya hablaste con Pablo? ¿Y lo extraño que es que Pablo regresará después de que Mery se fue? Es como si estuviéramos jugando a las sillas vacías.
No pude evitar tensarme ante la mención de Pablo y el nombre de Mery. Si Cande pensaba que esto era raro, realmente estaría extrañada al saber la verdad. Traté de imaginarme en mi cerebro el hecho de que Mery era una criatura sin alma, pero era demasiado. Ya tengo bastante con Pablo y su reclamo de mi alma de momento. Debía poner a Mery y su existencia fuera de mi cabeza. Tal vez la olvidaría como todo el mundo lo hacía.
Euge se aclaró la garganta suavemente.
—No, pero él viene hacia aquí y tendré un asiento en primera fila. Maldita sea, debí haber agarrado un poco de palomitas mientras entré al salón.
Pablo venía directamente hacia nosotras con su sonrisa torcida y arrogancia.
—Oye, Lali, ¿Cómo estás? —preguntó, deteniéndose frente a mí, así que no podía huir. A pesar de que tenía respaldo por cada lado, Cande y Euge, deseaba desesperadamente que Peter estuviera aquí.
—Um, bien, gracias, ¿Y tú? —Sentía los ojos de los otros estudiantes
sobre nosotros. Esto era lo que todos habían estado esperando. El drama y la angustia
adolescente que alimentaba nuestras vidas. Si tan solo supieran…
—Veo que has hecho una nueva amiga —Desvió la mirada hacia Euge y el brillo de advertencia en sus ojos era evidente. ¿Realmente la desafía?
—Uh, sí, la he hecho.
—Ya sabes lo que dicen, fuera lo viejo —mencionó Euge, levantando
las cejas y mirándolo directamente—, y da paso a lo nuevo y mejorado.
Pablo se puso rígido y me preocupe que ella hubiera ido demasiado lejos. Estábamos en el pasillo con un montón de seres humanos. Tal vez sería prudente si mantuviéramos la calma del malvado espíritu.
—Una cuestión de opinión —Su voz era controlada y fría. Sabía que Euge se divertiría con esto y lo empeoraría.
—Um, está bien, fue bueno verte de nuevo Pablo, eh, te veré
por ahí —Alcancé el brazo de Euge y lo sostuve firmemente entre el mío,
tirándola, mientras rodeaba a Pablo y caminamos lo más rápido posible hacia el
baño de chicas. Podía oír la respiración pesada de Cande mientras corría detrás
de nosotras para mantenerse cerca. ¿Dónde se encontraba Nacho cuando lo
necesitas? No es que fuera mejor. Cande escogería el chisme y el drama muy por
encima de una sesión de demostración de afecto con su novio en cualquier
momento.
—Maldición, Peggy Ann, estás corriendo como si los demonios del infierno estuvieran pisándote los talones — Euge se rió entre dientes por su propia broma. No le encontré ni un poco de gracia.
—Por favor, se buena —Cambié mi enfoque lejos de Euge y
encontré que Cande nos observaba con una mirada en su rostro de preocupación mezclada
con determinación. Noté que ella estaba lista por si Euge me atacaba, y se
preparaba mentalmente para defenderme.
—Soy amable — Euge arrastró las palabras y tiró su brazo
fuera de mi alcance—. Por Dios, contrólate, Lali. Come tu chocolate y bebe tu
refresco. Creo que tu nivel de azúcar es bajo y está haciéndote una perra.
Suspirando, me apoyé contra la pared al lado del lavamanos y tomé un trago de la Coca Cola en mi mano. Necesitaba hablar con Euge a solas, pero la postura de protección de Cande decía que no iría a ninguna parte. En cambio, me comí mi barra de chocolate y disparé una mirada de advertencia en la dirección de Euge.
—¿Cuándo, uh, uh estará, Peter de vuelta? —Tembló la voz de Cande. Euge parecía encontrar esto entretenido.
—No estoy segura, probablemente llamará esta noche.
—¿Vas a decirle que Pablo está de vuelta? —preguntó con
cautela.
Por supuesto que sí, tan pronto lo viera. Mejor aún, podía enviar a Euge para decirle. No estoy segura de poder convencerla de que me dejará sola, con Pablo tan cerca ahora, pero iba a intentarlo con todas mis fuerzas.
—Claro, pero no es gran cosa. Pablo rompió las cosas conmigo antes de irse. Es simplemente amable. Ya sabes —Ni siquiera me lo creó.
Miranda frunció el ceño, se acercó al espejo y comenzó a arreglar algunos de sus rizos que pensaba que veía fuera de lugar.
—Mm, bueno, los ex-novios pueden ser un problema. Incluso los más lindos, como Pablo. No tenía idea. —Creo que todo va a estar bien. Euge encontró esto divertido y la fulminé con la mirada, lo que sólo la llevó a reírse más fuerte.
Cande miró por encima del hombro y frunció el ceño a Euge, pero no dijo nada.
—Bueno, he terminado. Mi azúcar en la sangre debe estar bien ahora. Vamos a clase, ya es tarde.
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