miércoles, 25 de diciembre de 2013

Maraton Navideño Capitulo 57

—Eso es amable de tu parte —Me ahogo.

—Él es dulce, ¿verdad? —Paula suspira, mirándome directamente a los ojos.

Mi corazón está en mi estómago y siento como que me quiero morir.


Capitulo 57

Pablo me mira y dice:

—Sólo la traje…

—Lo sé, eres tan dulce —se ríe Paula.

No puedo respirar. No puedo respirar. Voy a vomitar y no puedo respirar.

De repente escucho:

—Lo siento, llego tarde.

Con mi pecho inflamado, mi mundo comienza a girar de nuevo. Me vuelvo para encontrar a Peter de pie junto a mí. Mi corazón estalla y salto a sus brazos. Me jala dentro del abrazo más apretado que me ha dado.

Finalmente, me alejo y susurro:

—Estás aquí. ¿Qué hay de...?

—Estoy donde se supone que esté —responde, acariciando mi cara con sus dedos. Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos, y Peter murmura:

—No, no, no, no llores.

—Son lágrimas de felicidad —susurro en voz baja.

Se inclina y me besa suavemente, y entonces respira.

—Esas tampoco.

—No pensamos que fueras a venir —dice Agus.

—Bueno, en realidad, llego tarde —dice en respuesta—. Tuve que correr y conseguir el regalo de Mariana.

Mirándolo con curiosidad, digo:

—¿Mi regalo? Ya me lo diste.

—No, no ése regalo, éste regalo. —Mete la mano en su bolsillo interior y saca un collar—. La caja no cabría en mi chaqueta, así que lo siento por que le falta eso.

Es un MUY brillante collar.

—Es hermoso.

Se pone detrás de mí y lo coloca en mi cuello.

—Es una reliquia de familia.

Eso hace mi corazón caer.

—Peter, no deberías.

—Es donde debe estar —declara en mi oído.

—Es bonito para una zirconita cúbica —replica sarcásticamente Paula. Suspirando, Peter dice:

—No, lo siento, es real.

—¡¿Qué?! —todos jadeamos a la vez.

Paula comienza a tartamudear.

—Si eso es real, vale como…

—Alrededor de treinta y cinco mil dólares, sí, lo sé —afirma Peter con una enorme sonrisa—. Lo tengo asegurado. —Sólo hay estupefacto silencio mientras lo vemos.

Finalmente murmuro:

—Uhmm, creo que has perdido la cabeza.

—Nunca lo he tenido más claro —responde—. Ella querría que lo tuvieras.

—Amigo, eso es impresionante —dice Agus—. Necesito una novia como tú. —Eso me hace reír—. En lo personal, quiero saber dónde alquilaste tu esmoquin.

Es entonces cuando realmente veo a Peter. Oh Dios, querido Señor ten misericordia de mí. Está vestido con un esmoquin negro. Todo es negro sobre negro, y la forma se ajusta... a su perfecto cuerpo. Muy bien, tengo que comprobar si estoy babeando. Levanto la vista hacia él y se da cuenta de mi expresión facial, la cual le hace sonreír ampliamente.

—No lo renté. Es mío.

—¿Eres dueño de un esmoquin? —pregunta Pablo.

—Sí —responde Peter—. He ido a bailes antes y estaba cansado de rentar. Cada hombre debería poseer un esmoquin. —Asiente y dice— Si no les importa me voy a robar a Mariana por un minuto. Tal vez encuentre un pequeño rincón para apreciarla en él.

Mi mandíbula cae.

—¡Peter!

—Estoy bromeando —se acerca—, ¿o lo haré? —Con eso, toma mi mano y me aleja.

Cuando llegamos a un pasillo, digo sin aliento:

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Decidí que necesitaba estar contigo. Nunca he ido a un baile de escuela. ¿No me quieres aquí?

—No, no, no, gracias, ¡gracias! ¡Pablo trajo a Paula! —chillo.

Peter tiene una apariencia de shock en su cara.

—¿Él hizo qué?

—Es horrible, pero nada de eso importa —digo—. Estás aquí. ¡Estoy tan feliz!

—Quería traer una sonrisa a tu cara —dice—. No estaba seguro de si me querrías aquí.

Salto y envuelvo mis brazos a su alrededor.

—No, te amo, por supuesto que te quiero aquí. —Y mientras las palabras salen de mi boca, mi cuerpo entero se tensa. Me alejo de él y lo miro. Tiene el aspecto más reflexivo en su rostro. Apenas susurro— Quiero decir, te amo... como en, eres mi mejor amigo... —Mi boca de repente deja de funcionar—. Quiero decir...

Subiendo su dedo, Peter lo pone sobre mis labios.

—Shhh, te amo también.

—Como tu mejor amiga —susurro—, así como yo te amo como mi mejor amigo.

Hay ahí una mirada pensativa de nuevo.

—Sí, te amo porque eres mi mejor amiga.

Con un gesto de alivio, suspiro.

—Muy bien, nunca le había dicho a nadie que lo amo. A mi mamá cuando era pequeña, pero eso se detuvo tan pronto como me di cuenta de que no le importaba.

—Puedes decir te amo cuando quieras —contesta—. Es bueno escucharlo.

—Lo mismo va para ti —replico.

Sonríe y se inclina para besar mi frente.

—Te amo.

—Gracias por venir —digo—. Esto significa mucho.

Apartándose sonríe.

—Sabes que luces exquisita esta noche, más allá de hermosa.

Me doy una vuelta.

—¿Te gusta el vestido?

—Sí, es muy bonito —ríe—. Vale totalmente el dinero. No me enviaste una foto por lo cual en realidad estoy molesto.

Eso me hace detener.

—Hablando de eso, pensé que estabas en una cita esta noche.

Frunce el ceño.

—Bien, tal vez mentí acerca de eso.

Mi mano retrocede y lo golpeo en el brazo.

—¡Se suponía que no nos mentiríamos el uno al otro!

—Fue una pequeña mentira blanca, pero lo prometo, nunca mentiré de nuevo, después de este momento.

—Más te vale que no —chasqueo juguetonamente, empujando su pecho con mi dedo—. Tengo que decir, eres probablemente el chico más caliente de aquí esta noche.

Con un brillo en sus ojos, bromea:

—Sí, lo sé.

—Vamos semental —río, tirando de su mano—. La cena comenzará pronto. ¡Espera! No tienes boleto.

—Te sorprenderá con lo que puedes sobornar a la gente estos días. Confía en mí, no fue difícil conseguir un asiento en tu mesa.

—Entonces vamos a buscar a mis amigos —digo—. Tal vez Paula haya sido atropellada por un camión.

Riendo, Peter comenta:

—¿Un camión en el centro del caro hotel o alguien la empujó fuera de la acera?

—Lo que sea que prefieras —respondo—. Vamos, no queremos ser los últimos ahí.

Envuelve su brazo alrededor de mi cintura mientras caminamos.

—¿Por qué? Seremos la pareja más caliente en pasar a través de esas puertas.

—Aww —suspiro—. Eso es dulce. —Me jala cerca y caminamos de regreso al comedor.

Todo mundo ha comenzado a entrar. Peter y yo nos movemos casualmente hacia la puerta y me detengo a ver las mesas. Finalmente detecto a Agus y Pablo. Tomando la mano de Peter, lo jalo a través de las mesas.

—Hola, chicos —digo finalmente cuando lleguemos allí.

Agus grita:
—¡Oye! ¡Ahí estás!

Veo a Peter sacar una silla para mí, sonrío y me siento. Empuja con gracia mi silla mientras lo hago. Eso me hace querer reír. Tomando el asiento de al lado, Peter me guiña. Compartimos una sonrisa y luego miro hacia mis amigos. Pablo me está viendo y encuentro sus ojos. Luce como si fuera a decir algo cuando veo a mi archienemiga parada detrás de él. Paula se sienta en la silla junto a Pablo.

—Buenas noticias, me puedo sentar aquí.

—¿Esas son buenas noticias? —me susurra Peter en voz baja. Resoplo y cubro mi boca, para que nadie vea mi sonrisa. Se inclina y me besa en el cuello—. Hueles bien.

—Gracias —murmuro. Se acerca y toma mi mano debajo de la mesa, y la jala hacia su regazo. Apretamos juntos nuestros dedos. Mis ojos se levantan y Paula está viendo nuestros brazos.

—¿Qué? —pregunto.

—Nada, sólo estaba viendo la colocación de tu mano —replica.

Eso me hace explotar en histeria.

—Sí, Paula, le estoy demostrando a Peter lo feliz que estoy de que haya venido “por debajo de la mesa”. Tal vez tú hagas eso, pero yo no.

La mesa completa empieza a reír. Peter se inclina sobre mí.

—Estoy dispuesto si tú lo estás.

—Pervertido —chasqueo tratando de no reír. Me inclino más hacia él y susurro—, Recuerda, sé cómo avergonzarte.

Encuentra mi mirada.

—Oh, te reto doblemente.

—Apuesto a que lo harías —bromeo mirándolo juguetonamente. Comenzamos a reír y tenemos que apartar la vista de todos.

—¿Qué es tan gracioso? —chasquea Paula.

Sacudo la cabeza y suspiro.

—Nada. Chiste interno.

Todo el mundo está sentado: son Pablo, después Satán, Euge, su cita Matt, Agus, Peter, yo, y Ashley. Me gusta que esté sentada junto a Ashley. Nos reímos y hablamos acerca de los vestidos que la gente está usando. Agus y Peter se sientan ahí y hablan de autos.

Unos minutos antes de que la cena sea servida, me inclino hacia Peter.

—Voy a ir a lavarme las manos antes de comer.

—Muy bien —responde. Me pongo de pie y se levanta junto conmigo.

Paula se ríe.

—¿Qué, no puedes ir al baño por su cuenta?

—No, estricta etiqueta, un hombre siempre se levanta cuando una dama deja o vuelve a la mesa —responde Peter.

—He visto eso en las películas —suspira Ashley—. Eso es tan romántico.

Peter se inclina y me besa en la mejilla.

—No te metas en problemas.

—Regresaré rápido —me río. El hotel es precioso y en cierto modo quedo impactada por su belleza. Cuando salgo del baño, me topo con Paula. Ugh, dispárame.

—Bien, ¿no es Peter un gran partido? —comenta maliciosamente.

Cruzando los brazos, digo:

—Es la persona más amable que conozco y lo amo por eso.

—Yo también lo amaría si me diera un auto y un collar más caro que dicho auto.

—Nada de eso me importa —respondo—. Esto podría ser vidrio y significaría lo mismo.

Prácticamente gruñendo, pregunta—: ¿De dónde sacó todo este dinero de todos modos? ¿Maneja drogas?

—Sí —gruño sarcásticamente—. Es un señor de la droga. ¿Alguien te ha dicho, que eres una idiota?

Su mandíbula se cae.

—¡¿Cómo te atreves?!

—Voy a volver a mi agradable y para babear, cita caliente —susurro mientras camino por delante de ella.

—Sí, pero apuesto que te molesta que estoy aquí con Pablo —dice detrás de mí.

Simplemente sigo caminando, a pesar de que quiero cortarla en pedazos. Cuando vuelvo a la mesa, Peter se pone de pie, y el resto de los chicos lo imitan. Saca la silla para mí.

—Gracias —digo.

Mientras nos sentamos, se inclina hacia mí.

—¿Estás bien? Paula se levantó y yo iba a ir detrás de ti, pero me pareció que era un poco obvio.

—Estoy bien —susurro en respuesta.

Resopla.

—Se levantó para dejar la mesa y parte de mí no quería levantarse. Si hubiera hecho un lío de eso yo diría que sería útil si ella fuera una dama.

Eso me hace reír y replico:

—Eres horrible.

—Lo sé —murmura antes de sentarse.

Paula vuelve un poco más tarde, y se puede decir que Peter a regañadientes se pone de pie. La cena es exquisita y muy agradable. Todos hablamos y reímos. Es muy divertido. Peter es el centro de atención y mantiene la conversación todo el tiempo. Sostiene mucho mi mano. Eso en realidad me hace parar y pausar un poco. Por alguna razón, se siente un poco diferente.

Cuando nos sentamos después de comer, se pone silencioso por un segundo. Paula, obviamente, tiene que hablar.

—No puedo esperar por la fiesta de después —suspira.

—¿Fiesta de después? —pregunta Peter.

—Sí —responde Paula—. Mi papá nos consiguió una habitación de hotel.

Alzando las cejas, Peter dice:

—¡Qué agradable!

—Sí —añade arrogantemente—, sin padres, será impresionante. — Tanto Peter como yo comenzamos a reír y tengo que mirar hacia otro lado—. ¿Qué? —dice enojada.

Con una enorme sonrisa, Peter contesta:

—Nada, sólo que es lindo… nosotros NUNCA tenemos que preocuparnos por los padres, tenemos mi departamento, con dos amplios dormitorios, una sala de estar, comedor, cocina y... el baño. Un montón de espacio para ponerse travieso, pero… —se vuelve hacia mí—, si quieres conseguir una habitación de hotel, yo digo que tomaremos la suite de luna de miel.

—Pero cariño, no trajimos un cambio de ropa —respondo.

—No veo por qué eso sería un problema —dice.

Estallo en risas.

—Ya quisieras.

—Siempre —remarca. Nos sentamos y nos miramos el uno al otro durante un minuto.

18 comentarios :

  1. Sos una genia de la vida al buscar estas novelas y adaptarlas!! posta sos muy GROSA!! subie massss

    ResponderEliminar
  2. hermoso que apareciera Peter, no veo la hora que se decidan, se cortejan el uno al otro y no se enteran jaja, espero el siguiente

    ResponderEliminar
  3. Me encantó ojala q la turraa de paula no haga nada.. siiii maraton navideña mas nove :)

    ResponderEliminar
  4. Q lindo maraton, feliz navidad!

    ResponderEliminar