domingo, 22 de diciembre de 2013

Capitulo 53

Sonrío. —Sí, lo es.

—Basta de hablar de mi amigo, vamos a entintarnos —dice Nico, frotándose las manos.


Capitulo 53

Renee me devuelve mi cuaderno de dibujo. —¿Quién va primero? — pregunta.
 
Por el rabillo de mi ojo, veo a Nico señalándome. —Ella.
 
Mi corazón empieza a golpear de nuevo. Renee toma mi dibujo y dice—: Está bien, déjame calcar esto. Llévala a la parte posterior a que use el baño, y luego que se acueste en la mesa.
 
Apuntando con su cabeza hacia la parte de atrás, Nico dice—: Vamos nena.
 
Vamos hacia allí y voy al baño. Me tiemblan las manos. Estoy muy nerviosa. ¿Realmente voy a hacer esto? Sí, sí que lo voy a hacer. Cuando salgo del baño, Renee está sentada junto a la mesa. —¿Qué colores quieres?
 
—Morado —le digo—, un muy bonito morado.
 
—Está bien, acuéstate —me instruye Renee.
 
Es incómodo, pero lo hago. —Así que, ¿qué tanto me va a doler? —le pregunto.
 
—Es diferente para todos —responde Renee—. ¿Dónde lo quieres?
 
—Aquí —le digo, señalando en mis pantalones.
 
Ella se ríe. —Hay que tirar de tus pantalones hacia abajo entonces. Necesito tener esa área despejada.
 
—¿Otras personas van a venir aquí? —Le pregunto.
 
—Nadie entra aquí a menos que yo lo diga —afirma Renee—. Estás bien.
 
Nico me mira. —¿Quieres que me vaya?
 
—¡NO! —le grito—. ¡Ni se te ocurra! No voy a hacer esto sin ti.
 
Jala un taburete y dice—: Está bien, me comprometo a no mirar como un hombre, sólo como tu amigo.
 
Eso me hace reír. —Sí, claro, lo que sea. —Desabrocho mis pantalones y tirar de ellos hacia abajo en el lado—. Esto se siente incómodo — murmuro para mí misma.
 
—Confía en mí, cuando me ponga a trabajar en ti, será la última cosa que tendrás en mente —dice Renee. Mis ojos sobresalen y ella se ríe. Le lleva un rato preparar todo. Poniéndome más y más nerviosa. Finalmente, después de haber limpiado la piel y poner la plantilla. Renee sonríe—. Está bien cariño, voy a empezar ahora. Recuerda, es mejor respirar, que sostener la respiración.

Al instante, tomo la mano de Nico. Él pone la otra en la parte superior.
 
—Estarás bien. Grita si es necesario.
 
Con eso, Renee comienza y jadeo. Ella se detiene—: ¿Estás bien?
 
—Sí —le respondo—, sigue adelante.
 
Se demora un tiempo, y es una experiencia muy extraña. Algunas partes me dolieron como  nada que haya experimentado antes y después otras partes no estaban tan mal. Nico sigue hablando a través de todo el asunto. Finalmente, Renee se detiene y dice—: Hemos terminado.
 
Trato de mirar hacia abajo y digo—: Quiero ver.
 
—Déjame limpiarlo —responde ella, y lo hace—: Ahora, ve a mirarte en el espejo.
 
Rápidamente, me pongo de pie y luego me doy cuenta, bueno, de que me duele. Medio sosteniendo mi pantalón, camino hacia el espejo y miro. —Oh, Dios mío —susurro—. Es impresionante. —Miro los tres tulipanes morados que están ahora en mi cadera. Están rodeados por espirales delicadas y diminutas estrellas.
 
—Se ve bien —declara Nico, viniendo detrás mío—. Ahora, tienes que seguir sus instrucciones sobre la manera de mantenerlo limpio e hidratado hasta que sane. Haremos una parada en la tienda y te conseguiremos todo.
 
—Gracias —le digo, dándome la vuelta—. Esto significa mucho. Es como si, por fin hubiera llegado a la edad adulta. Puedo dejar ir a mi madre y a mi pasado y tomar ahora mis propias decisiones.
 
—Esa es una gran manera de ver las cosas —responde Nico—. Ahora —dice—, es mi turno. —Me hace reír.
 
Renee pone un poco de pomada sobre mi tatuaje y luego lo cubre con una gasa. —Mantén eso por un tiempo.
 
—Está bien —chillo, poniendo mis pantalones de vuelta sobre él.
 
Ella limpia todo y luego Nico se pone de costado. Es interesante ver su trabajo en él. Ni siquiera se inmuta. Le saco la lengua.
 
Cuando termina con él, está realmente impresionante. Nico se levanta y mira. —¡Genial!
 
De repente, suena mi teléfono celular. Busco en mi bolso para cogerlo. Es Peter. Respondo—: ¿Hola?
 
—Hola, ¿ya cenaron? —me pregunta Peter.
 
—No —le digo, mirando a Nico. Articulo Peter y él hace una mueca.
 
Peter dice—: Pregúntale a Nico si puedo ir.

—Espe… ra —lentamente le contesto. Cubro mi teléfono—. ¡Él quiere venir a cenar! —siseo.
 
Nico frunce el ceño. —Dile que a mi mamá le dio gripa y que vamos a ir a buscarlo.
 
—Yo no le miento — me quejo—. Nos lo hemos prometido.
 
—Bueno, entonces, no sé. Dile, que decidí no ir allí, cosa que hice.
 
Hablando de nuevo en el teléfono, trato de no dejar que me tiemble la voz. —Nico decidió que no quería ir allí.
 
Hay una pausa, y luego Peter pregunta—: ¿Qué han estado haciendo todo este tiempo?
 
—No lo sé —le digo.
 
Gruñendo, Peter comenta sarcásticamente—: ¿Te puso sus manos encima en cualquier forma de modo afectiva?
 
—No, no lo ha hecho.
 
Eso parece aligerar el humor de Peter. —Entonces, ¿qué han estado haciendo?
 
—Sólo cosas, nada en particular. Nico tiene que parar en una tienda. Necesitamos recoger algunas cosas.
 
—¿Tengo que ir? No recuerdo haberte dado dinero... ¿te di dinero?
 
Con una risita, le digo—: No.
 
—Tengo que hacer eso. Te conseguiré una tarjeta de débito —afirma Peter.
 
—¿Una tarjeta débito para qué? —le pregunto, un poco confundida.
 
Hay una pequeña pausa y luego en forma sarcástica dice—: Para mi cuenta bancaria, ¡duh!
 
—¿¡Qué!? —digo bruscamente—. No voy a hacer eso.
 
—Se necesita dinero para vivir —afirma Peter tratando el asunto con total naturalidad.
 
Gruñendo digo—: No, no voy a ceder en eso. Me puedes dar una mesada.
 
—¿Qué tienes, 12? —responde—. Nada de eso importa. ¿Cuándo vienes a casa?
 
—Muy pronto, te lo prometo. Me voy a ir ahora.
 
Con un profundo suspiro, Peter dice—: Está bien, nos vemos pronto.
 
—Adiós —le respondo y cuelgo—. Él va a saber que algo está pasando.

Nico hace muecas mientras baja su camisa de nuevo. —Yo no voy a ir hasta el apartamento. Si me estremezco, sabrá que algo está pasando.
 
—¿Y qué se supone que debo hacer? —le pregunto.
 
—Ponte algo que sea holgado y con una banda elástica —dice Renee—. Diría que ir sin pantalones, pero obviamente eso no es astuto. Yo iría sin ropa interior.
 
Una sonrisa retorcida pasa por encima de la cara de Nico. —Tal vez vaya.
 
Ruedo los ojos. —Cállate Nico. —Él se ríe en respuesta. Cuando ella nos da el total de los tatuajes mi corazón se detiene—. ¡Nico! No puedo permitir que pagues eso.
 
—Umm, es tu regalo de graduación, solo que REALMENTE temprano. Es impresionante, simplemente deja las cosas así —Nico me tranquiliza.
 
—Está bien. —Suspiro. Paga y salimos. No nos toma mucho tiempo ir a la tienda. Nico me dice que ponga las cosas en mi mochila, para que Peter no las vea. Cuando nos detenemos en el apartamento, me dirijo a él—. Gracias, Nico. Esto significa mucho.
 
—No hay problema nena —replica—. Ten una buena noche y mantenlo limpio.
 
Inclinándome lo beso en la mejilla. —Lo haré. Nos vemos luego.
 
—Adiós —dice Nico, despidiéndose.
 
El paseo a la puerta se siente muy largo. ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo voy a ocultarle esto? Cuando llego arriba, y abro la puerta, Peter no está por ningún lado. Aprovechando la oportunidad, salgo disparada hacia mi habitación. Cierro la puerta y suspiro. Rápidamente me quito los pantalones, lo que es un gran descanso. Luego viene la ropa interior, y luego me pongo los pantalones del pijama. Realmente suspiro.
 
De repente suena un golpe en mi puerta—: ¿Mariana?
 
—Sí —le respondo.
 
—¿Estás bien? Ni siquiera viniste y dijiste hola —dice Peter.
 
Quitándome rápidamente mi sudadera con capucha, voy a abrir la puerta. —Estoy bien —le contesto, poniendo la mano en la cadera no tatuada—. ¿Cómo estás?
 
Luciendo un poco escéptico, Peter responde—: Hambriento. ¿Dónde está Nico?
 
—Tenía que ir a hacer algo. No tengo ni idea de a dónde iba. — Suspiro. Bueno, esa es la verdad—. ¿Qué quieres para cenar?

—Estaba pensando en sándwiches de queso a la parrilla y sopa de tomate —chilla Peter, feliz—. Hace frío. Luego, cuando termines tu tarea, podemos acurrucarnos en el sofá y ver las noticias.
 
Ruedo los ojos. —¡Yupi!
 
—Calla, te encanta. Ahora, vamos. —Sigo a Peter hacia la cocina. ¡Esto duele! El roce sobre él no está ayudando. Peter se vuelve hacia mí—. ¿Quieres sacar la sopa? Empezaré con los sándwiches.
 
Mi mirada se vuelve hacia el armario, la sopa está en el estante alto. Oh chico. —Claro —le susurro. Con cuidado, pongo mi rodilla en el mostrador.
 
Peter me mira y dice—: Consigue una silla Mariana. Sabes que odio cuando te subes en los mostradores.
 
—Lo siento papá —me río.
 
Sacudiendo la cabeza Peter responde—: No vuelvas a llamarme papá otra vez. Nos besamos en los labios. Desagradable. —Eso me hace reír. Abro el armario cogiendo la sopa y hago una mueca por el tirón en mi piel. De repente, Peter me grita—: ¡Mariana!
 
—¿Qué? —exclamo, mirándolo. Él está mirando directamente a mi cintura. Cuando miro hacia donde está mirando, mi corazón se cae. Mierda, mi vendaje se está mostrando.
 
—¿¡Qué demonios es eso!?
 
Bajo del mostrador con bastante rapidez, murmuro—: Nada.
 
—¿Te has hecho daño? —me pregunta, dando un paso más cerca, luciendo realmente preocupado.
 
—No exactamente —le respondo.
 
Ahora, él está justo frente a mí, agachándose para mirar. —¿En la escuela?
 
—No —chillo.
 
—¿¡Esto pasó con Nico!? —dice bruscamente Peter.
 
—No estoy herida, exactamente. Déjalo pasar. Estoy bien.
 
Peter me da una mirada muy severa. —Mariana, no me mientas. Prometimos no mentirnos.
 
—Técnicamente en este caso, omitir no es mentir —le digo, tirando de mi camisa más abajo.
 
—Mariana Esposito —gruñe Peter—: ¿Para qué tienes puesta esa venda?
 
Frunciendo el ceño, le susurro—: Me hice un... —Y luego me detengo.

—¿Un qué? Una herida bastante grande, porque eso es lo que parece.
 
Tomo una respiración profunda. —Está bien, te lo diré, SOLO si me prometes no gritar o lastimar a Nico de ninguna manera.
 
—¿¡Él hizo esto!? ¿¡Él te hizo daño!? —Peter grita.
 
—No —insisto, agitando las manos—. Él no me toco, aparte de sostener mi mano. Tienes que PROMETERME que no vas a gritarle o hacerle daño. Si vas a gritar a alguien, entonces será a mí. ¿Me lo prometes? — Peter se queda mirándome y luego asiente con la cabeza—. Me hice un… tatuaje.
 
Hay un silencio de muerte, y luego Peter dice en voz baja—: Dime eso otra vez.
 
—Me hice un tatuaje, ¿quieres verlo?
 
Peter levanta su dedo—: ¿NICOLAS te llevó a hacerte un tatuaje?
 
—Sí, él fue a que terminaran el resto de su tatuaje.
 
—¿Cuánto tiempo llevaban planeando esto? —Peter me pregunta con vehemencia.
 
Frunciendo el ceño, le digo—: Desde la hora del almuerzo.
 
—Por lo tanto, en tres horas, tomaste la decisión de ir a hacerte un tatuaje —gruñe Peter.
 
Cruzo los brazos—: Sí, lo hice. Peter, por favor, no puedes arruinarme esto. No te involucra. Es mi cuerpo y soy una adulta. Esto significa mucho para mí. Puedo tomar las decisiones acerca de mi vida ahora.
 
—¿Cómo pagaste por ello?
 
—Nico pagó por ello. Fue mi regalo de graduación —digo lo más alegremente posible.
 
Alejándose de mí Peter se frota las sienes. —No me molesta que hicieras esta elección por tu cuenta, pero me gustaría que lo hubieras pensado más.
 
—¿No te gustan los tatuajes? ¿Me encuentras repulsiva ahora?
 
—Oh no Mariana —responde, volviéndose hacia mí—. Me encantan los tatuajes. Mi plan es hacerme uno. Siempre he querido un tatuaje en memoria de Milagros, y no, los tatuajes son sexys en una chica. Siempre y cuando no se encuentren en la zona lumbar, sabemos cómo llama todo el mundo a esos.
 
Tirando de mis pantalones hacia abajo un poco, y le digo—: No, en mi cadera. ¿Quieres ver? —Con un profundo suspiro, Peter asiente con la cabeza. Poco a poco despego el vendaje, haciendo muecas—. Todavía me duele.
 
—Es hermoso —susurra Peter—. ¿Lo has dibujado tú?
 
—Sí, y Renee, la artista del tatuaje, dijo que mi trabajo era tan bueno, que tal vez quiera utilizar mis habilidades. ¿No es increíble? Mi primera actuación como artista.
 
Sonríe—: Sí, eso es bueno. Ugh Mariana, de verdad me mantienes atento sobre ti.
 
Eso me hace sonreír. —Alguien tiene que hacerlo.
 
—Por cierto, voy a hablarle con severidad a Nico —afirma Peter, tomando su móvil.
 
—¡No! —exclamo—. ¡Me lo prometiste!
 
Peter me mira. —Por lo tanto, ¿no estoy autorizado a decirle nada a él?
 
—No —le respondo—. Déjalo pasar.
 
De repente, suena mi teléfono celular. Con una mirada burlona, le digo—: Me pregunto quién es. —Me acerco a recogerlo y sonrío—. Es Candela. —Rápidamente contesto—. Hola.
 
Luego sólo hay agudo chillido en el otro extremo. —¿¡Adivina qué!? — Ella grita.
 
—¿Qué? —le pregunto, un poco estupefacta.
 
—¿¡Adivina quién está comprometida!?
 
Mi mandíbula cae. —¡De ninguna manera! ¿Vico te lo propuso?
 
Hay más chillidos. —¡Yup! Él me llevó a un parque para un picnic y luego me lo preguntó. ¡Fue genial!
 
Sosteniendo el teléfono a un lado, le digo a Peter, —Vico se lo propuso a Candela.
 
—Lo sé —Peter me responde con una sonrisa—. Me dijo que iba a hacerlo.
 
—¡Y no me lo dijiste! —Jadeo.
 
Niega con la cabeza. —No sabía si podrías guardar el secreto, y RECUERDA que podemos omitir cosas.
 
—Gracioso —replico. Poniendo el teléfono de nuevo en mi cara, digo—: ¡Estoy increíblemente feliz por ustedes dos!
 
—¡Gracias! —responde ella—. Ahora, la pregunta surge, ¿Peter y tú quieren ser testigos en mi boda?

El silencio es ensordecedor, porque no puedo hablar. —¿Yo? De Peter lo entiendo, ¿pero yo?
 
—Sí, eres como una hermana pequeña para nosotros, y necesitamos a alguien que esté con Peter ese día. ¿Lo harás?
 
—Por supuesto que lo haré —le respondo—. Quiero decir, sí, es un gran honor. —Mis ojos se mueven hacia Peter—. Candela NOS quiere como testigos en la boda.
 
Con una sonrisa, Peter dice—: Me parece bien.
 
Candela suspira en el otro extremo. —Muy bien, tengo más gente que llamar. ¿Me ayudarás a buscar en las revistas esta semana? Quiero empezar.
 
—Claro —le respondo—. Sólo déjame saber cuándo.
 
—¡Muy bien! —Ella chilla—. Hablamos luego.
 
Otra vez digo—: Felicidades.
 
—¡Gracias, adiós!
 
—Adiós. —Cuelgo y miro a Peter—. ¡Eso increíble para ellos! Wow, ella suena tan feliz.
 
Peter se acerca y me desordena el cabello. —Tú también lo estarás cuando tu futuro esposo te lo proponga.
 
—Eso espero —le respondo.
 
—Por ciiiieeeerrrto —Peter dice alargando las palabras—. Tienes el examen de conducir el miércoles.
 
—¿¡¿Qué?!? —grito.
 
Una sonrisa terriblemente tortuosa pasa por la cara de Peter. —Sí, estas más que lista. Lo programe.
 
—¡Oh, Dios mío, oh Dios mío, estoy tan nerviosa!
 
—Vas a estar bien —Peter me tranquiliza—. Ahora, vamos a hacer la cena mi pequeña reina del tatuaje, me muero de hambre.
 
Con una gran sonrisa, le digo—: ¿Quieres más buenas noticias? Déjame que te cuente lo que he hecho hoy en la escuela...

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31 comentarios :

  1. Nanananananannan!!!! Una tatuajeee!! Genial. Me encanto que lali se defendiera haci de paula es genial, jajajajaja , yo quiero un tatuaje asi

    Andrea A.
    @AntequeraCruz

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  2. Porfin lali puso en su lugar a Paula
    Subí más noveeeee me encanta
    Quiero más laliter porfíss

    ATTE: valeria : )

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  3. me encantaron los capítulos ! Quiero más! Besos Naara

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  4. Maaaaaaaaaass por favoooorrr (grito desesperado) :p queremos laliter

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