miércoles, 25 de diciembre de 2013

Capitulo 59

Bailamos por un rato sólo haciendo una pequeña charla. Finalmente, Peter aparece de nuevo a nuestro lado.
 
—¿Me la prestas por un minuto? —le pregunta a Pablo.

Capitulo 59

Asintiendo Pablo dice:

—Claro.

Peter toma mi mano y me jala hacia un lado. Nos detenemos y susurra:

—¿Quieres que me vaya?

—¡¿Qué?! No, ¿por qué? ¿Por qué te irías? —prácticamente jadeo.
 
—Para dejarte con Pablo —murmura en respuesta. En realidad no encuentra mis ojos—. Eso es lo que quieres ¿no?

Me acerco y tomo su mano.

—No quiero que te vayas. Tú eres mi cita. Quédate, nos estamos divirtiendo. Te quiero aquí. Te necesito aquí.

Sus ojos se mantienen sobre los míos.

—No quiero estorbar entre tú y Pablo.

—En realidad… vamos a salir en… una cita —afirmo lentamente.

Por un breve segundo, una mirada de dolor pasa por su cara. Estoy a punto de decir algo, pero entonces la expresión se ha ido y sonríe.

—Eso es bueno ¿cierto?, quiero decir, estoy feliz por ti. Tal vez debería irme entonces. Quiero decir… —hace una pausa y me mira—. Él es lo que quieres.

No hay palabras que puedan salir de mi boca. Respiro y trato de hablar.

—Sí —susurro—. Quiero decir, eso es lo que se supone que quiero, ¿cierto?

Permanecemos ahí viéndonos el uno al otro. Levanta sus dedos y acaricia el lado de mi cara.

—Haz lo que te haga feliz. Sigue tu corazón. Es un buen corazón y te guiará en la dirección correcta.

Mi primer impulso es saltar sobre él, pero rápidamente empujo eso lejos.

—Sí, bueno, Pablo es un buen tipo y he querido esto por un tiempo.

—Entonces hazlo —dice en voz baja—. Me voy a ir.

—¡No! —exclamo agarrándolo—. Quédate aquí conmigo. No te vayas. ¡Te quiero aquí!

Se detiene.

—¿Es eso lo que realmente quieres?

—Sí —respondo antes de pensar—. Te quiero aquí conmigo. Sólo baila conmigo.

Hace una pausa y luego toma mi mano y me guía hacia la pista de baile. Pablo está esperando.

—¿Te importaría si la robo de vuelta durante algunas canciones? —le pregunta Peter.

Pablo lo mira y luego a mí.
 
—Claro, siempre y cuando me prometa al menos un baile más.

—Puedo hacer eso —respondo tímidamente. Para mi sorpresa, Pablo se inclina y me besa en la mejilla. Me pregunto si puede sentir el calor de mi rubor. La mano de Peter se aprieta sobre la mía por un momento. Eso me desconcierta pero lo tomo como él siendo sobreprotector.

Cuando Pablo se aleja, Peter me hace girar hacia fuera y de regreso. Me río y bailamos… mucho. Es tan increíblemente divertido. Voy a dormir bien esta noche.

Pablo y yo bailamos por dos canciones. Peter lleva a Ashley hacia la pista de baile. Bailo con Agus de nuevo, y entonces es finalmente el fin de la noche. Mientras vamos caminando hacia afuera, pasamos la exhibición de arte. Hay una pequeña multitud viendo la exposición. Peter me jala hasta detenerme.

—¿Qué es esto?

—Oh —chillo—, los retratos que nosotros hicimos. Déjame mostrarte el mío.

Caminamos hacia el otro lado.

—Ahí, mira.

Es un retrato de Peter. Se está inclinando sobre una silla, sosteniendo un lirio, viendo fijamente hacia él.

—Mariana —susurra—. Eso es increíble.
 
—Trabajé en él con mucho cuidado. Quería que fuera perfecto.

—Ni siquiera hay palabras. ¿Llegas a quedarte con esto? —pregunta.

Asintiendo respondo—: Sí, necesito enseñarlo y algo de mi demás arte para tratar de entrar en la escuela.

—¿Puedo tenerlo?

—Claro —respondo—. Es tu retrato después de todo.

Se vuelve hacia mí y suavemente me besa en los labios.

—Eres extraordinaria.

Eso me hace sonrojar mucho.

—Gracias.

Pasamos más tiempo viendo las otras piezas de arte. Peter no deja ir mi mano en todo el tiempo. Pablo y todos nos encuentran viendo el arte. Todos hablan con entusiasmo sobre mi pieza y sólo sacudo la cabeza. No estoy acostumbrado a toda la atención. Por último, todos caminamos afuera. Me dirijo a Peter.

—¿Qué vamos a hacer? Tengo mi auto aquí.

—Vendremos a buscarlo en la mañana —responde—. Debido a que ambos sabemos que no voy a cocinar tu desayuno, te llevaré a desayunar fuera.

Me cuelgo de su brazo.

—¿Puedo al menos usar mi pijama?

—Sólo si es una bonita pijama, como la de seda que compramos.

—Muy bien —gruño sarcásticamente.

Cuando nuestro grupo llega al estacionamiento, todos paramos. Es entonces que veo a Pablo. Sonríe.

—Quería venir y darte las buenas noches, ya que nos quedaremos.

—Oh —canturreo—. Gracias. Espero que te diviertas esta noche. Sólo espero que no con Paula. No te estoy diciendo que no puedas, sólo que estaría más contenta de que no lo hicieras, pero sólo soy yo.

Pablo frunce el ceño.

—Sí, creo que han estado bebiendo. Trató de besarme y literalmente tuve que empujarla.

—Vez, así de popular eres, teniendo que ahuyentar mujeres.

—Sólo hay unas cuantas chicas por ahí que no ahuyentaría. Serías una de ellas —me dice.

Mi cara prende fuego debido al sonrojo.

—Gracias, lo mantendré en mente la próxima vez que trate de lanzarme sobre ti.

—Digo que abordemos eso el lunes.

—Huh… —comienzo a decir con mi mandíbula caída.

Riendo, frota mi brazo.

—Estaba bromeando.

—Eso espero —dice Peter en voz baja.

Me doy vuelta y lo veo.

—¡Cállate Peter!

Mueve su mirada de mí a Pablo y luego de nuevo a mí.

—Estaré en el auto.

Eso me hace suspirar. Miro de vuelta hacia Pablo.

—Va a estar irritable. Te lo advierto justo ahora, muy, muy irritable. Eres mi primera cita real.

—¿Lo soy en verdad? —contesta casi sorprendido—. Muy bien entonces, siento que debo hacer algo especial.

—¡No! —exclamo—. Normal, simplemente agradable y normal. No tienes que hacer nada exagerado.

Con una sonrisa poco convencional asiente.

—Pensaré en algo. Que tengas una buena noche.

—Tú también —respondo—. No dejes a Paula atacarte demasiado.

Dándome un toque en la nariz con su dedo, dice:

—Puedo garantizar que entenderá el no.

—Está bien —me río, aunque estoy tratando de no hacerlo—. Hablamos luego. —Se despide mientras voy al auto de Peter. Éste se apresura en salir y abrir la puerta para mí.

—Gracias —susurro. Sólo me mira y cierra la puerta. Cuando entra, digo bruscamente—. ¿Qué está pasando contigo?

Hay silencio, mientras va en reversa.

—No tengo ni idea de lo que está hablando Mariana.

—Todo ese comentario a Pablo. ¿Era necesario?

—Ya está hablando de meter su lengua hasta tu garganta —gruñe.

Con una mirada de disgusto digo:

—¡No, no lo hizo! De todos modos, sólo ha sido una vez que… —me doy cuenta de lo que estoy a punto de decir y callo.

—¿Una vez qué? —pregunta en voz baja.

—Nada —murmuro—. ¿Qué si un chico quiere besarme? ¿Qué tiene que ver contigo?

Me mira por el rabillo del ojo.

—Yo… no lo sé. Tal vez no quiero compartirte.

Un exasperado suspiro sale de mí.

—¡A menos que vayas a ser mi novio, creo que vas a tener que aprender a compartir!

Ese silencio está de regreso de nuevo. Aprieta su agarre sobre el volante y yo sólo lo miro.

—Bien —susurra finalmente—. Me callaré. 

Bien, ahora sólo estoy frustrada. Sé que es infantil, pero cruzo mis brazos para demostrar eso.

—A veces eres imposible.

—Imposible de no amar —bromea en respuesta.

Me echo a reír.

—Estás tan convencido de ti mismo.

—Voy a mantener mis comentarios para mí mismo y conducir — responde. Estamos en silencio la mayor parte del viaje. Vacilante se acerca y frota su pulgar en mi mano. Agarro sus dedos y los aprieto. Estamos bien ahora. Cuando finalmente entramos en el departamento, me estremezco.

—Está frio.

—Encenderé la calefacción —dice yendo al termostato. Cuelgo mi nuevo abrigo en el armario. Paso la mano por el suave material antes de cerrar la puerta. Peter se pone detrás de mí.

—Entonces, ¿te gustó?

Dando la vuelta sonrío.

—Por supuesto que sí. No puedo creer que lo recordaras. 

Lo dije al pasar.

—Recuerdo todo lo que dices —responde—. No podrías usar tu abrigo de diario con un vestido de fiesta.

—Probablemente tengas razón en eso —digo—. Gracias Peter. Gracias por todo. Sé que lo digo mucho, pero lo digo en serio.

Se acerca y pone sus manos en mis brazos.

—No necesitas dar las gracias.

Mi mano alcanza mi cuello.

—Necesitas tomar esto de regreso. No puedo tomar el collar de Milagros.

—Eso no está en discusión —afirma—. Sus padres me lo dieron a mí para que se lo diera a una chica que haría a Milagros feliz. Creo que pensaron en mi futura esposa… pero siento como si tú deberías tenerlo.

Con un momento de vacilación, pregunto—: Soy más merecedora que tu futura esposa. ¿Cómo averiguaste eso?

—Porque por mucho que tú y Milagros son diferentes, y sí que son muy diferentes, también son muy parecidas. Ella querría que lo tuvieras. Sé esto en mi corazón.

—Pero vale mucho dinero. ¿Qué voy a hacer con él? No lo puedo meter en mi cajón de los calcetines —declaro seriamente.

Una sonrisa pasa sobre su cara.

—Ahí es donde yo lo he guardado, pero tienes razón, deberíamos ponerlo en un lugar seguro. Vamos a conseguirte una caja de seguridad el lunes o el martes, debido a tu cita.

—Mmmm —canturreo—. ¿Puedo hacerte una pregunta sería?

—Por supuesto —responde.

Mordiendo mi labio pregunto—: ¿No debería yo estar más emocionada?

—¿Sobre qué, tu cita? —pregunta. Asiento. Tomando una respiración profunda, suspira—. No puedo responder eso por ti. —Se acerca y toma mi mano—. Quiero que seas feliz. Te mereces a alguien… que te hará feliz.

—Y ese podría ser Pablo —susurro.

Asiente.

—Podría ser. —Hay silencio entre nosotros una vez más. Me acerco y empiezo a deshacer su corbata. Me mira—. ¿Qué estás haciendo?

—Estoy cansada. Es tiempo de prepararse para la cama.

Agarra mi mano.

—Mariana, ahora necesitas dormir sola.

Levanto la vista hacia él.

—Eso no parece justo. Debería ser capaz de tomar esa decisión.

—Si tengo que darme por vencido y empezar a compartirte, entonces tengo que tomar la decisión de dormir solo. Tenemos que dormir solos. Tampoco voy a besarte en los labios o en tu cuerpo nunca más. Seré cuidadoso con mis manos. Esa es la manera en que necesita ser —declara viendo hacia un lado.

—Peter detente —digo, agarrando una de las solapas de su abrigo—. Nada tiene que cambiar. Él no es mi novio. He sido honesta con él. No hagas esto.

Sus ojos bajan hacia los míos y tiene una mirada triste en su cara.

—Necesitamos tener algunos límites. Es diferente ahora. No quiero arruinar tus posibilidades con Pablo.

—Pablo no necesita saberlo —susurro.

Ahora obtengo una mirada severa.

—Mariana, eso no está bien.

—¿Qué pasa si tengo pesadillas? —pregunto.
 
—Vienes y me despiertas. Me sentaré contigo hasta que te duermas —responde. Con el corazón encogido, lo jalo contra mí.

—No quiero renunciar a ti.

Estamos ahí, viéndonos el uno al otro. Inhala fuertemente y mira hacia otro lado.

—Mariana, mereces enamorarte de alguien. No puedo entorpecer eso.

—Tú no… —murmuro. De repente, hay una opresión en mi pecho—. No quiero hacer esto. No quiero perder lo que somos.

—NUNCA me perderás —articula fuertemente—. No importa qué pase, estoy justo aquí, cuando sea que me necesites.

Me pongo de puntitas y lo beso suavemente en los labios. Me besa en respuesta por un brevísimo instante y me aleja.

—Por favor Peter, no hagas esto.

—Tenemos que hacerlo. Te amo Mariana, pero… las cosas tienen que cambiar.

Lágrimas empiezan a brotar de mis ojos y me veo obligado a apartar la mirada.

—Está bien. —Dejándolo ir susurro—: Debería alistarme para ir a la cama.

—Muy bien —contesta en voz baja.

Dándome la vuelta pregunto:

—¿Puedes desabrochar mi vestido? De otra manera dormiré en él.
 
Sus dedos rozan delicadamente contra mi piel mientras desabrocha las cintas y baja el cierre del vestido. Por un segundo, siento sus dedos trazar mi espalda. Eso envía escalofríos por mi espina dorsal.

Peter se atraganta.

—Voy a usar el baño primero.
 
Con eso, se da la vuelta y se aleja.

Esa noche, duermo sola. No duermo bien porque sigo viendo el lado vacío junto a mí. Finalmente, ruedo hacia el otro lado, cierro mis ojos y dos lágrimas corren por el lado de mi cara. ¿Qué está mal conmigo?.

 Maraton Navideño
+15

22 comentarios :

  1. Dios Mariana, voy a tener que ir a darle un tiron de orejas jajaja y a Peter tambien

    ResponderEliminar
  2. Mmmmmaaaaaaaaaaaaassssss

    ResponderEliminar
  3. Se esta enamorando de Peter y no se da cuenta..
    Va a salir con Pablo y no se a a sentir bien consigo misma..
    Flor..

    ResponderEliminar
  4. Peter debería confesar que le gusta así ella se daría cuenta de que en verdad le gusta

    ResponderEliminar
  5. Que bueno que hallas hecho maratoooooon, espero puedas subir más seguido varios capítulos. Me gusta mucho esta novela, estoy atrapada con esta historia!

    ResponderEliminar
  6. Maaaaaaaaaaassdssssssssssssssssssssss

    ResponderEliminar