domingo, 1 de diciembre de 2013

Capitulo 11

Cuando llego a casa mi mamá no está, lo que me hace sentir feliz de alguna manera. Estoy muy cansada de los últimos dos días pero tengo tarea que necesito hacer. Esa noche cuando me acuesto, me duermo con una enorme sonrisa en la cara.

Capitulo 11

Al día siguiente en la escuela me siento ligeramente incómoda. Todo mundo se queda mirándome. Me doy cuenta de que luzco diferente pero no pensé que me convertiría en un espectáculo. No he visto a Pablo en todo el día pero ni siquiera me había dado cuenta hasta ahora. En lo único que he estado pensando es en mi fin de semana con Peter. Nunca me había divertido tanto. Es grandioso tener finalmente un amigo de verdad. Sé que es mi amigo y quisiera que fuera cierto para él también.
 
Entro al salón de arte imbuida dentro de mi pequeño mundo y me siento. Todo mundo sigue hablando porque la clase no ha comenzado aún, así que saco mi libro de bosquejos. Comienzo a dibujar de nuevo las azucenas preguntándome qué es lo que hay detrás de ellas.
 
¿Qué significan para él? ¿Qué pasó en su pasado que tiene que esconderlo tan bien?
 
—Oh, Dios mío —escucho—. ¿Qué te hiciste en el cabello?
 
Gimiendo me agarro la cabeza.
 
—Me lo arreglé. ¿Le pasa algo? —gruño.
 
—No. ¡Es grandioso! ¿Quién te lo hizo?
 
Subo la mirada. Veo a Melody y a Belen paradas frente a mi escritorio. Paula no se ve por ningún lado.
 
—Me lo hice en el salón de la Quinta Avenida. No recuerdo el nombre.
 
—¡¿Salón Sharique?! —jadea Melody—. Yo también quisiera ir pero es caro.
 
Grandioso. Ugh. Peter. Sabía que tenía que haber ayudado a pagarlo.
 
—Bueno, me lo cortó Debbie —contesto.
 
—¡Es asombroso! Definitivamente hace una gran diferencia. ¿Qué te hizo cortártelo? —pregunta Belen.
 
Elevando una ceja, respondo—: ¿Y a ti que te importa?
 
Se encoge los hombros incómodamente.
 
—Solo curiosidad, creo.
 
—Tengo mis razones. Pero al parecer he llamado un montón la atención.

—Es porque se ve muy bien —dijo Melody—. Tendré que rogarle a mi mamá que me lleve con tu estilista.
 
Eso me hace querer reír, pero me contengo.
 
—Debbie es buena. Debería haber tomado una de sus tarjetas de presentación. La próxima vez te traeré una.
 
—Gracias —Melody suelta una risita.
 
—Y —suspiro— ¿dónde está su alteza hoy?
 
—¿Quién? —dice Belen con una apariencia ligeramente confundida, que por cierto le sienta bien.
 
—Paula, ¿de quién más podría estar hablando? —gimo con sarcasmo.
 
Belen contestó mirando a Melody.
 
—Faltará a la escuela por unos días. —Melody comienza a reírse tontamente. Belen está obviamente tratando de no reír. Las miro un poco desconcertada. Belen me mira.
 
—Ella, um, fue a que le arreglaran el tabique desviado.
 
—¿Se operó la nariz? —jadeo.
 
—Shhhh —Melody me calla mientras se ríe—. No, le van a arreglar el tabique desviado.
 
Eso me hace saltar con un ataque de risa.
 
—Oh ¡sí que es grandioso! No puedo esperar para ver la reacción de la gente.
 
—No le puedes decir a nadie. ¡Ni siquiera deberíamos de habértelo dicho a ti!
 
—A la única persona que a la que podría decirle es a Peter — replico.
 
Melody pone una gran sonrisa en su cara.
 
—Él es hermoso. Oh Dios, tan yummy.
 
—Si —replico—. También es un gran tipo.
 
Belen ríe nerviosa.
 
—Paula siente un gran enamoramiento por tu Peter.
 
—¡Ni siquiera lo conoce! Solo lo ha visto un par de veces.
 
—Creo que es por lo guapo que está, y tú lo lanzaste a las flores — dice Belen—. Él tiene toda su atención. Entonces ¿ustedes dos tienen algo?
 
¿Qué digo a eso?

—Pasé el fin de semana con él y me recogerá a la salida.
 
—¡Eres tan suertuda! —chilla Melody.
 
Repentinamente suena la campana. Belen regresa a su asiento.
 
—Bueno, tu cabello luce bien.
 
—Gracias —contesto de alguna manera en shock. Esas dos nunca me habían hablado y ahora habían sido bastante agradables conmigo. Es muy raro.
 
Mi maestro de arte camina al frente del salón.
 
—Muy bien, vamos a comenzar nuestro proyecto del semestre. Todos necesitan traer una foto de alguien que quieran usar como inspiración. Puede ser cualquiera, pero la foto necesita ser apropiada. Esos trabajos serán mostrados en la exposición de arte de la escuela en el baile de invierno. Pueden seleccionar cualquier forma de arte que deseen, pintura, escultura. Cualquier especialidad. Hoy vamos a hablar de algunas pistas que les ayudarán en su proyecto. También les mostraré algunos trabajos anteriores de los estudiantes.
 
Me muerdo el labio. La única persona que podría bosquejar es a Peter, pero ¿le parecería raro? No lo sé. El resto de la clase pasa rápidamente porque la mayor parte de lo que dice ya lo sé, así que bosquejo en lugar de poner atención.
 
Cuando la clase termina, salgo de la escuela. El clima es cálido de nuevo pero se puede sentir la brisa fresca que significa que el otoño va a comenzar. Llego a la calle y no veo a Peter. Hmm, puedo caminar a casa. Tal vez surgió algo. Dando la vuelta, comienzo a caminar.
 
—¡Mariana, espera! —escucho que gritan.
 
Me vuelvo y veo a Pablo trotando hacia mí.
 
—Ah, hola —digo tímidamente.
 
—¿Hacia dónde te diriges? —pregunta.
 
—A casa —contesto.
 
—¿Y eso dónde sería? —me dice sonriendo.
 
—Vivo en Harmony. No es tan lejos.
 
—Yo vivo en Jackson —se ríe— ¿puedo acompañarte?
 
—Claro —contesto en shock—. ¿No tienes normalmente un auto?
 
—Sí, pero mi hermana lo necesitaba hoy y no quiso recogerme. Hormonas de embarazada, creo.
 
Eso me hace reír.

—De acuerdo. Vámonos. —Comenzamos a caminar y le pregunto nerviosa—: ¿Cómo estuvo tu fin de semana?
 
—Bien ¿qué tal el tuyo? —responde.
 
—Grandioso, Peter y yo hicimos un montón de cosas.
 
Mirándome, Pablo dice—: ¿Ustedes dos hacen todo juntos? Me refiero a que siempre te veo con él.
 
—No —replico—. Creo que simplemente lo has notado últimamente. No te ofendas pero yo no estaba antes en tu radar.
 
Por un momento hubo un incómodo silencio.
 
—Siento mucho haber sido un idiota contigo todos estos años. Eres realmente agradable. No sé por qué no te había hablado.
 
—Porque estás en una liga diferente a la mía. —Oh Dios mío ¿realmente acabo de decir eso? ¡Mariana!
 
Pablo voltea la cabeza y me observa.
 
—¿A qué te refieres con que estoy en una liga diferente a la tuya?
 
—Bueno —digo lentamente—, tú estás con la gente popular y a todo el mundo le gustas. Yo soy anodina, tranquila y bastante tonta. Eso normalmente no encaja bien en la sociedad.
 
—Guau, me haces sonar superficial —murmura Pablo.
 
—¡No! ¡No! ¡No! —grito—. Eso no es lo que quiero decir. Me refiero a… ¿cómo decirlo?… yo… no sé, yo solo soy yo y no parezco importarle a la gente en realidad. No tengo muchos amigos y me he mantenido apartada todos estos años. Nadie me ha notado, pero tampoco me he esforzado para que lo hicieran.
 
Pablo sonríe con satisfacción.
 
—Ahora la gente te nota. Hoy tu cabello ha sido el tema.
 
Me cubro la cara.
 
—¡Oh! no digas eso. ¿Todo mundo se está burlando de mí?
 
—No, para nada —me asegura—. Les gusta. Muchas chicas están hablando de lo genial que se te ve.
 
—Eso es embarazoso —gimo.
 
Me mira con incredulidad.
 
—¿Por qué sería embarazoso?
 
—No estoy acostumbrada a la atención de la gente. Siempre tengo miedo de que vaya a explotarme en la cara. La única atención que obtengo… bueno, no siempre es agradable.

Eso hace que Pablo frunza el ceño.
 
—¿Alguien se está metiendo contigo?
 
—Sí —le contesto con mofa—, pero no voy a caer en eso.
 
—Bueno, si tienes algún problema házmelo saber —contesta.
 
Me quedo impactada.
 
—Gracias.
 
De repente oigo el familiar rugido de una motocicleta. Ambos miramos hacia el lado. Peter se detiene y estaciona la moto. Se saca el casco.
 
—Siento llegar tarde. Tuve que ir a casa a bañarme. Estaba bastante sucio, aunque por supuesto que te gusto sucio.
 
Una malvada sonrisa cruza su cara.
 
—¡Peter! —siseo. Y volviéndome a Pablo suspiro—. No tiene remedio. Lo siento.
 
—No hay problema —me sonríe en respuesta—. Bueno, si alguna vez necesitas un aventón a tu casa házmelo saber. Con suerte mi hermana me regresará el auto.
 
Me sonrojo.
 
—Gracias.
 
Pablo me despide con un pequeño movimiento de la mano y dice—: Adiós.
 
—¡Adiós! —respondo mientras se aleja.
 
Volviéndome hacia Peter lo miro con furia.
 
—¿Es en serio? ¿Tenías que hacer ese comentario?
 
—Por supuesto que sí —responde, con un gran guiño—. Sube. Tenemos que llegar al DMV antes de que cierren.
 
—Ya te dije que no quiero aprender en tu auto —enfatizo con dureza.
 
Peter rueda los ojos.
 
—De todas maneras sube a la moto.
 
Desabrocho el casco que tiene atado en la parte trasera de la moto y me lo pongo.
 
—Eres un mandón.
 
—Sí, lo soy.
 
Sacudiendo la cabeza me monto.

La oficina de tránsito no está tan llena así que no nos toma mucho llegar al frente. La señora me da el examen y voy a sentarme. Peter comienza a hablar con una chica que está llenando unos papeles. Guau, qué sorpresa.
 
El examen no me lleva mucho tiempo. Leí y re-leí el manual como cien veces y por supuesto obtengo una puntuación perfecta. Sonrío ampliamente cuando la señora me entrega mi permiso temporal. Dando la vuelta miro a Peter.
 
—Lo hice.
 
—Sí, lo hiciste —contesta—. Ahora necesitas estudiar este manual.
 
Agarrando el folleto, bajo la mirada hacia él.
 
—¡Oh no, no, no! ¡NUNCA!
 
—No es tan difícil manejar una motocicleta —me asegura Peter.
 
—¿Estás loco? —grito—. No puedes hablar en serio.
 
Toma mi mano.
 
—Solo conserva el manual. La motocicleta será otro día. Primero necesitamos enseñarte a manejar con palanca de cambio.
 
—No hoy —declaro—. Tengo tarea por hacer.
 
—Está bien, de todas maneras esta noche tengo planes. Solo quería asegurarme de que tuvieras el permiso.
 
—¿Cuáles son tus planes para esta noche? —le pregunto mientras salimos.
 
Peter chasquea la lengua y dice—: Tengo una cita con esa chica, Vicky.
 
—Guau —tartamudeo—. Eso es bueno.
 
Mi pecho se aprieta un poco no sé por qué. Sé que tiene una vida aparte de mí. Por supuesto que tiene una vida aparte. Solo porque es mi único amigo no significa que él no tenga otros.
 
—Bueno, apuesto que lo pasarás bien. Se ve agradable.
 
—Ya veremos —responde—. No he tenido una buena cita en mucho tiempo. Parece que no encajo con algunas de esas chicas.
 
Peter sube a la moto. Lo miro pensativa.
 
—Encontrarás a alguien con quien congenies. Solo date tiempo. Sucederá algún día.
 
—Seguro, eso espero —suspira Peter—. De otra manera tendré una vida solitaria.

En todo en lo que puedo pensar es en que yo ya tengo una vida solitaria. Sacudiendo la cabeza subo a la moto y Peter me lleva a casa.
 
—Comenzaremos el jueves —dice sonriendo.
 
—Ah sí —digo sarcásticamente.
 
—Hey, si quieres obtener tu licencia necesitas aprender a manejar — me responde Peter.
 
—Ya sé. —Gimiendo abrocho el caso en su moto y le digo—: Diviértete en tu cita esta noche.
 
—Planeo hacerlo… con suerte.
 
—Es bonita —le digo casi forzando una sonrisa.
 
—Pero eso no lo es todo. Ya veremos cómo va. Te recojo aquí el jueves a las cinco ¿está bien? —dice Peter con un guiño.
 
—Sí, sí, sí —me rio—. Que tengas una buena noche.
 
—Tú también.

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