martes, 17 de diciembre de 2013

Capitulo 45

Las palabras no salen de mi boca. Finalmente, suspiro—: Nada, nada está mal. Por supuesto que me quedaré contigo esta noche.
 
—Gracias —dice Peter, besándome en la cabeza.
 
Esta va a ser una noche interesante.

Capitulo 45

La noche no es realmente tan dura. Sólo cae en su lugar. Me arrastro hacia los brazos de Peter y nos vamos a dormir. Tal vez pueda superar esto, tal vez.
 
Por la mañana, estoy luchando para prepararme. Quiero lucir perfecta.
 
Peter solo me mira con diversión. —¿Qué estás haciendo?
 
—Quiero verme bien —afirmo—. Habrá un montón de chicas bonitas allí y quiero al menos que Pablo me note.
 
—Si está interesado, te notará —dice Peter en voz baja—. Definitivamente yo te noto.
 
Volviéndome, digo—: Aww, eso es dulce.
 
Él me guiña el ojo y luego se ríe. —Sabes que es una exhibición de autos ¿no? Irás con un grupo de chicos, verás autos... probablemente nuestra atención esté en los autos. Es una cosa de hombres.
 
—Genial —me quejo—. ¿Hay un punto en que vaya?
 
—Sí, porque te quiero allí. No me importan los otros dos. Debes aprender sobre autos.
 
—Oh Dios —suspiro sarcásticamente—. De todos modos, ¿cómo me veo? —Mis ojos miran hacia abajo a mi traje. Tengo puesto unos pantalones muy bien ajustados y un top de seda—. Creo que me veo bien.
 
Peter responde—: Siempre te ves bien para mí. Así que, creo que te ves maravillosa.
 
—Harás sonrojar a una chica —me río—. Quiero que Pablo también piense que me veo maravillosa.
 
Aunque mi mente está más centrada en el hecho de que Peter piensa que me veo bien. ¡Basta Mariana! Te gusta Pablo, Pablo, no Peter, Pablo. Preocuparse por lo que Peter piensa es estúpido. No te llevará a ninguna parte.
 
—Estás poniendo demasiado en impresionar a Pablo —dice Peter, sólo mirándome—. De verdad te gusta, ¿eh?
 
Mi boca se abre, pero no sé qué decir. —Me tiene que gustar alguien, ¿no? —Finalmente pregunto.
 
Estamos allí por un minuto mirándonos fijamente el uno al otro. —Sí — Peter responde en voz baja—. Supongo que sí. —Rápidamente mira hacia otro lado—. Si estás intranquila con Pablo, tal vez pueda conseguir un par de números.
 
Con esas palabras, el pecho se me aprieta en un nudo. Mi respiración está en realidad atrapada en mi garganta. Me doy la vuelta y chillo—: Sí, eso sería bueno para ti. No has tenido una cita en mucho tiempo. —Hago una pausa por un segundo y luego digo—: Y probablemente no has llenado esa cuota de besos de la que siempre hablas. Ahora, tengo que terminar de prepararme.
 
Entro a mi habitación y cierro la puerta. Mis rodillas empiezan a ceder y me arrugo en el suelo. —Basta ya Mariana —apenas susurro para mí misma—. Esto es una estupidez.
 
Mi mente sólo está corriendo. Suspirando, decido levantarme y miro el arte en mi pared. Siempre me ha calmado. Un poco más tarde hay un golpe en la puerta. —¿Mariana?
 
—Sí —respondo.
 
—¿Puedo entrar?, O estás desnuda, y entonces ¿puedo entrar de todas formas? —dice Peter desde fuera en el pasillo.
 
Cruzando los brazos, le contesto—: Tengo la ropa puesta, para empezar, ¿por qué habría de estar desnuda?
 
—Tal vez estabas cambiándote de ropa, no lo sé. Estaba bromeando. ¿Puedo entrar o estás enojada conmigo?
 
—No estoy enojada —Suspiro—. Sólo necesitaba tiempo para mí. Puedes entrar si quieres.
 
Peter abre la puerta. —¿Qué pasa?
 
—Nada —le digo, tratando de poner una sonrisa—. Sólo estoy nerviosa.
 
—No hay nada de qué preocuparse, simplemente sé tú misma.
 
Aparto la mirada—: Eso es lo que dijo Pablo.
 
Hay sólo silencio mientras Peter me mira. —¿Qué es lo que miras?
 
—Una libélula que traje —le respondo—. La hice después de un muy mal día en la escuela. Es una creación muy hermosa y quería ser como ella. Quería ser bonita, ser querida por alguien.
 
—Eres querida... Quiero decir serás querida. Sabes lo que quiero decir. Eres hermosa y tienes que ver eso —tartamudea Peter torpemente.
 
Mis ojos se vuelven y lo miro fijamente. —¿Estás bien?
 
—Sí —responde—: Por supuesto que sí. Soy yo. ¿Cuándo no estoy bien?

Sacudiendo la cabeza, miro mi reloj. —Deberíamos ir a buscar a Pablo y a Agus.
 
—Está bien, ¿conducirás? —Peter pregunta.
 
—Oh, no —le respondo—. Eso NO va a ocurrir.
 
Él pone los ojos en blanco y contesta—: Vamos, entonces.
 
Salimos y yo sonrío. Es un día precioso. Tengo que seguir las direcciones que Pablo me envió en un mensaje de texto. Cuando finalmente nos detenemos en una bonita casa azul, Pablo está de pie afuera. Lo saludo con la mano, mientras salgo del auto. —Hola —le digo, tal vez un poco demasiado feliz.
 
—Hola —responde, con una gran sonrisa—. Te ves muy bonita hoy.
 
Al instante, me sonrojo. —Gracias. —Lo miro y le pregunto—: ¿Le dijiste a Agus que vendríamos?
 
—No —Pablo se ríe—. Va a enloquecer. Será increíble.
 
—Aquí, iré en la parte de atrás —afirmo, tirando el asiento hacia adelante.
 
Pablo me agarra del brazo. —No, no irás en la parte de atrás. Si te sientas en la parte trasera, tendrás que lidiar con Agus.
 
—Será mejor que Agus no haga nada con lo que ella tenga que lidiar —dice Peter desde el interior del auto.
 
Me agacho y lo miro. —Cállate Peter. —Él sólo sonríe en respuesta. Enderezándome de nuevo, miro a Pablo. —Lo siento.
 
—¡Oh! —exclama—. Tengo algo para ti. —Pablo saca una bolsa de bolitas de queso de su chaqueta—. Para tu adicción, ya que soy tu distribuidor y todo eso.
 
—¡SÍ! —grito—. ¡Increíble! ¡Gracias! —Salto hacia él y le doy un abrazo. Rápidamente me doy cuenta de lo que acabo de hacer, y retrocedo—. Oops lo siento.
 
—No lo sientas —Pablo responde—. Ese fue un gran agradecimiento.
 
Sonriendo, tímidamente aparto la mirada. —Bueno, deberíamos ir por Agus.
 
—Está bien —Con mis mejillas en llamas por el rubor, Pablo pasa junto a mí y entra en el auto—. Hola —lo oigo decirle a Peter.
 
Peter responde—: No creo que se nos hayan presentado como es debido, soy Peter.
 
—Pablo —afirma él, extendiendo su mano hacia Peter.

Con una sonrisa retorcida, Peter la sacude. —Entonces, ¿qué pasa con la bolsa de comida chatarra?
 
—Nada —digo con aire de suficiencia—. Es una broma interna.
 
Eso hace que Peter pare y me mire. —Pues bien —bromea—, no me dejes meterme en tu camino.
 
—Cállate —gruño por lo bajo.
 
—¿Dónde vive Agus? —pregunta Peter.
 
Pablo responde—: Sobre Cleveland, justo al lado de la tienda de herramientas.
 
Peter asiente y arrancamos por la calle. Hay un aire de silencio incómodo, mientras conduce. Finalmente, Pablo pregunta—: Entonces, ¿Le dijiste a Peter sobre tu increíble truco?
 
—Nooo —responde Peter—. Ella no lo hizo. Por favor explícate.
 
—Eso fue genial. Ella golpeó la bola desde el inicio del primer tramo e hizo un hoyo en uno del siguiente tramo. Fue genial. Le dimos un solo golpe, porque fue muy increíble.
 
Mirándome por el rabillo del ojo, Peter sonríe. —Esa es mi chica, siempre presumiendo. Deberías ver las otras cosas que puede hacer.
 
—¡PETER! —le grito—. ¡Eso suena horrible! Dile que no fue nada sucio.
 
—No fue nada sucio —Peter se ríe—. ¿O lo fue?
 
Me giro y miro a Pablo. —Está siendo un idiota, no fue nada sucio.
 
Con una sonrisa, Pablo responde—: Está tratando de avergonzarte. Capto eso.
 
—Oh, esto no es ni siquiera que lo esté intentando. Puedo realmente avergonzarla si quisiera —comenta Peter sarcásticamente.
 
—¿Tenemos que ir a casa? —pregunto ardientemente.
 
Peter se acerca y me aprieta la mano. —Te lo prometo, seré un buen chico. —No suelta mi mano, así que tengo que tirar de ella. Lo veo darme una mirada. Rápidamente arrastra su mano lejos y se desplaza hacia el otro lado, más lejos de mí. Suspiro y niego con la cabeza.
 
Cuando nos detenemos en la casa de Agus, Pablo dice—: Le doy diez segundos antes de que salga de la casa, gritando como una niña —. Eso nos hace reír a todos.
 
Y un poco más tarde, Agus se acerca corriendo hacia el auto. Salgo a su encuentro. —¡De ninguna manera! ¡Pablo no me dijo que vendrías! ¡Esto es malditamente genial! ¿Puedo conducir?

Resoplando, Peter responde—: No. Mariana te puede mostrar sus locas habilidades de conducción sin embargo.
 
—No —siseo—. ¡Tú conducirás!
 
Agus suspira—: Yo conduciría si tuviera la oportunidad.
 
—Basta, ¡no lo haré! Sube al auto por favor, Agus. —Suspiro.
 
Los chicos hablan todo sobre el GTO en el camino a la exhibición de autos. Me hacen reír. Cuando llegamos allí el chico de la entrada se agacha en la ventana. —Deberías haber estado aquí antes para acomodarte. ¿Cuál es tu nombre?
 
—Estamos aquí sólo para mirar los autos. Mi bebé no está en la exhibición —responde Peter.
 
—¿Por qué no? Es una preciosidad.
 
Con una leve sonrisa, Peter responde—: Me gusta mantener a mis mujeres para mí mismo.
 
Eso me hace rodar los ojos—: Peter.
 
Ignorándome, Peter dice—: Sólo queremos ver la exhibición.
 
—Bueno, aquí está un pase para el estacionamiento VIP, tienen que estacionarse allí, así la gente podrán verlo —dice el encargado.
 
—Supongo —Peter suspira, sacudiendo la cabeza—. Gracias.
 
El chico le entrega el pase. —Diviértanse.
 
Peter asiente y pone el pase en el tablero. Me mira. —Me gusta mantener las cosas para mí mismo, ¿verdad Mariana?
 
Si pudiera disparar dagas con mis ojos, estaría haciendo eso justo ahora. Peter se ríe y se mueve hacia adelante. Paso los dedos por mi cabello con molestia. —Entonces, ¿qué puedo esperar de esta cosa? — pregunto.
 
Agus se inclina hacia adelante. —¡Como de TODO! Desde el modelo original A, a algo moderno. No cabe duda de que te educaremos.
 
—Veré cuánto sabes —dice Peter, parqueando el auto—. Podríamos hacer un concurso para ver quién sabe más.
 
—Ese serías tú —responde Agus—. De eso estoy seguro.
 
Cuando Peter se baja del auto, me doy la vuelta. —Realmente lo siento por algo de lo que él diga hoy.
 
Ambos Agus y Pablo ríen. —Todo está bien —contesta Pablo.
 
Peter me abre la puerta y salgo. Apoyándome en él, siseo—: Compórtate.

Él solo me mira, hace un guiño y dice—: No —En un segundo, está besándome rápidamente. Retrocedo y mi mandíbula cae—. ¿Lista? — Peter bromea con una enorme sonrisa.
 
Oh, ahora estoy enojada. Mantengo mi distancia de él cuando caminamos al espectáculo. Agus se acerca a mi lado. —¿Qué es lo que quieres ver primero?
 
Mi ceja se levanta—: No tengo idea. Ustedes vean lo que deseen y yo los seguiré.
 
—Oh, ¿cuál es la gracia en eso? Bien, vamos. —Se estira, agarrando mi mano. Me doy vuelta y miro a Peter y a Pablo. Ambos sonríen.
 
Agus tira de mí hacia la izquierda. —Bien, entonces este es un Ford Roadster —explica Agus alegremente.
 
—De 1932 para ser exactos —interviene Peter—. Si vamos a ser específicos.
 
Ni siquiera lo miro. Agus y Peter van y vienen hablando los detalles. Suspiro y miro alrededor. Pablo sonríe, mientras camina junto a mí. —No te meterás en esto en absoluto ¿verdad?
 
—No —respondo—. Lo haré. Sólo es un poco abrumador, y no me gusta ese auto.
 
—¿Qué pasa con ese? —Pablo pregunta, señalando hacia un lado.
 
Sonriendo, digo—: Sí, me gusta ese. ¿Qué es?
 
—Umm, sé que es un Camaro SS, pero no estoy seguro sobre el año. ¿Tal vez un 1964 o el 65? —Pone su mano en mi espalda y nos acerca a él—. No soy un tipo de Chevys, pero aun así aprecio un buen auto.
 
Sin estar segura de qué hacer, cruzo mis brazos. —Es muy bonito.
 
Pablo se ríe y explica las cosas para mí. Juro que casi puedo sentir a Peter mirándonos. Cuando miro hacia él, confirmo mis sospechas. Le doy una mirada y me él se da la vuelta. Hoy será un desastre.
 
Peter y Agus encuentran su camino de regreso a nosotros. Agus se está digiriendo cada palabra que dice Peter. No puedo evitar reír. Continuamos por la exhibición de autos. Estoy intrigada por el Modelo A y por el Modelo T. Es una locura que estos sean los primeros autos.
 
Nos fijamos en las viejas camionetas a continuación. No estoy muy impresionada con ésas. A Agus le gusta el GMC 1952. Yo digo que es linda, porque es de color amarillo. Los tres chicos se golpean la frente. Cuando me muestran El Camino, en realidad hago cara de náuseas.
 
Mientras caminamos hacia otro auto, una chica muy ligera de ropa camina nos pasa. Es decir, con una muy, muy corta falda y un top muy pegado al cuerpo. Mi corazón casi se cae, porque los tres chicos se vuelven para verla pasar. Lo que me llega es que estoy más molesta por Peter que por Pablo. —¿Por qué no vas a conseguir su número? — pregunto, mirando a Peter.
 
Él se vuelve y me mira. —¿Yo?
 
—Si tú, no has tenido una cita en mucho tiempo. Ella es de tu gusto.
 
Con una mirada perpleja, Peter dice—: ¿Quieres que vaya a conseguir su número?
 
Agus enfatiza—: Si pensara que tendría una maldita oportunidad, lo haría.
 
—¿Por qué no lo hace Pablo? —responde Peter, mirándome.
 
—Ella es mucho mayor de 18 —respondo bruscamente, sintiéndome de repente muy avergonzada.
 
Inclinando una ceja, Peter dice—: ¿Qué? ¿Alguien de mi edad no puede salir con una joven de 18 años?
 
—Eso no es lo que estoy diciendo —me quejo—. Ugh. —Me dirijo a Pablo—. ¿Quieres ir a conseguir el número de esa chica?
 
—No estoy interesado en ella —Pablo responde, simplemente mirándome.
 
Eso instantáneamente me calla. —Mariana —Peter dice fuertemente—. No necesito que me digas que debo ir a conseguir el número de una chica. —Él viene caminando hacia mí—. Eres la única chica por la que me permitiré preocuparme hoy.
 
Bueno, eso es dulce. Espera, no, maldita sea. Estoy aquí por la atención de Pablo.
 
—Lo que sea Peter —me quejo, pasando junto a él.
 
—Oye —exclama, agarrándome por la cintura—. Ven aquí. —Incluso conmigo luchando un poco, Peter me tira a un lado—. ¿Cuál es tu problema?
 
—Nada —le susurro, totalmente sin mirarlo.
 
Él me pone el cabello detrás de la oreja. —Estás actuando un poco raro.
 
—¿Yo? Se supone que me ayudarías, no que me entorpecerías.
 
Con una mirada un poco horrorizada, él pregunta—: ¿Cómo te estoy entorpeciendo?
 
—No lo sé —murmuro—. Me siento totalmente poco atractiva con todas estas chicas alrededor.

Suspirando, Peter sostiene mi cabeza con sus manos. —Eres hermosa, ni una sola vez pienses menos. De todos modos... Pablo parece estar completamente enganchado contigo. —Hay una punzada en su voz que no acabo de ubicar.
 
—¿Estoy siendo muy rara? —le pregunto.
 
—No, estás bien. Relájate, vamos. —Toma mi mano y me conduce de vuelta a mis amigos—. Hemos decidido que tenemos que comer.
 
Agus dice—: ¡SÍ! La horrible comida de la exhibición de autos, hamburguesas grasientas y todas esas cosas buenas. Genial, mi mamá solo me hace comida sana.
 
—Tal vez necesitas llevarle a él las bolitas de queso —me río, mirando a Pablo.
 
—Creo que tienes razón —responde—. ¿Es por eso que comes tanta comida basura cuando estamos fuera, Agus?
 
Asintiendo, Agus responde—. Así es. Esta noche mi familia comerá hamburguesas de tofu. Preferiría comer una hamburguesa de carne.
 
—Bueno, entonces —Peter se ríe—, vamos a comer.


Si quieres que te avise cuando suba nuevo capitulo dejame tu Twitter.

27 comentarios :

  1. más más más más maratón!!

    ResponderEliminar
  2. maaas porfaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar
  3. mas porfa es un poco rara esta situacion me hace sentir desesperada
    sube massss

    ResponderEliminar
  4. uuh peter me suena q esta re celoso y se acuerda de todo lo q paso entre ellos la otra noche, nada mas q tiene miedo o nose! mas novee!!

    ResponderEliminar
  5. lali que se deje de joder con q le gusta pablo y se quede con peter!! mass

    ResponderEliminar
  6. mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas

    ResponderEliminar
  7. Me encanta masssssssssssss!!!!!

    ResponderEliminar
  8. Ya pordios hasta la misma lali se dio cuenta que al que quiere es a peter por eso pone tan celosa cuando peter ve a chicas subí más noveee me encanta

    ATTE: Valeria : )

    ResponderEliminar
  9. Se incitan a ir con otros ,pero no son capaces d estar separados.

    ResponderEliminar