jueves, 26 de diciembre de 2013

Capitulo 64

—No escuchas muy bien.

—No, no, no lo hago —respondo.

—Ven aquí —gruñe, mientras tira de mí con fuerza contra él.


Capitulo 64

Peter me saca del baño sin despegar sus labios de los míos. Nos besamos con una ciega furia. Es igual a la noche que pasamos juntos a la décima potencia. Me da una vuelta y me empuja contra la pared. De repente, la única foto que tiene, se cae y se hace añicos. Empezamos a reírnos contra los labios del otro. Peter comienza a besarme de nuevo. — Peter. —Rio—. Necesitamos limpiar los vidrios rotos.
 
—Uh-huh —responde, antes de besarme de nuevo. Mientras le devuelvo el beso. Muevo un poco mi pie y escucho el vidrio deslizarse. Un instante después estoy en los brazos de Peter—. No puedo dejar que te cortes los pies.
 
—¿Que estás haciendo? —pregunto, cuando me lleva cargada hasta su habitación.
 
Pone una gran sonrisa en su rostro. —Nada.
 
—¿Peter… donde está tu cita?
 
Dándome una mirada incrédula, contesta—: ¿Quien dijo que ella era una cita?
 
Lo miro y respondo—: ¿Ella no era tu cita?
 
—No —dice Peter, sacudiendo su cabeza—. Su nombre es Rita. Es nuestra recepcionista en donde trabajo. Su novio acaba de terminar con ella. Así que pensé en traerla a casa para pasar el rato.
 
Con una mirada horrorizada, digo—: ¡Me enfade porque pensé que era tu cita!
 
—Sin ofender, pero pienso que ambos estamos contentos de que te enfadaras. Ahora, shhhh —Me calla, poniéndome en el piso. Peter lleva sus labios a los míos y me da el beso más sensual que he experimentado. Realmente me hace gemir. Me presiono contra él, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. Estamos así por un minuto, solo besándonos. De repente, siento la mano de Peter bajo mi camisa. El comienza a quítamela y digo.
 
—¿Que estás haciendo?
 
Todo lo que él hace es sonreír. —Nada. —Su mano se mueve hacia mi pantalón y desabrocha el botón. Le doy una palmada en la mano—. ¿Quééé? —se queja Peter.
 
—¿Qué piensas que estás haciendo? —pregunto, abrochándome el pantalón.
 
Peter tira de ellos de nuevo. —Quitándote tu ropa. —Eso hace que me ponga a reír
 
—. ¡No, tú no lo harás!

—¿En serio? —pregunta—. ¿Ni siquiera un poquito?
 
Dándole una mirada severa, digo—: No hemos siquiera hablado de lo que está pasando. No vamos a quitarnos la ropa.
 
—Solo estaba haciendo una suposición acerca de nosotros ahora. Me imagine… tu estas enamorada de mi... yo estoy enamorado de ti. Pensé que el siguiente paso era obvio.
 
Estoy tratando muy duro de no sonreír. —¿Y cuál sería el siguiente paso?
 
—Uno de nosotros se muda a la habitación del otro —murmura, empujándome de vuelta en la cama.
 
—¡Peter Lanzani, no nos vamos a mudar juntos!
 
Se detiene y me mira. —Mariana, odio tener que decírtelo, pero nosotros ya vivimos juntos. Ahora —dice, empujándome hacia abajo en la cama—. Estamos ocupados. —Peter se sube encima de mí y pone sus labios en mi cuello. Hace que me estremezca. Me da besos ligeros como plumas. Empiezo a moverme con él, pero de repente se detiene. —Espera, tengo una confesión.
 
—¿Qué? —suspiro.
 
Apoyándose sobre mí, Peter mira hacia abajo. —Tengo una confesión. Te he mentido dos veces.
 
—¿Que quieres decir? —pregunto vacilantemente.
 
—De la segunda vez ya sabes, lo de tener una cita la noche de tu baile. La primera de ellas, sin embargo, la primera mentira te la dije la mañana que te conté todo sobre Milagros.
 
Mi mente está en blanco. —¿Inventaste a Milagros?
 
—No. —Ríe—. No quiero que te enojes, solo escucha, ¿de acuerdo? — Asiento con la cabeza. Él toma una respiración profunda—. Lo recuerdo. Lo recuerdo… todo.
 
Con esas palabras mi mandíbula cae. —Antes de que te enojes, escúchame. Estaba devastado por Milagros. Ella era mi mejor amiga y luego se había ido. Cada año en ese día, era solo un recordatorio. Sí, estaba borracho, pero esa noche, en lo único que podía pensar era en ti.
 
—Trajiste a casa otra chica, Peter —afirmo, sin rastros de diversión.
 
Peter inclina la cabeza. —No quería reconocer como me sentía. Me había negado a abrirme a alguien de nuevo. Así que, hice lo que mi ego masculino me dicto, pensé que debía traer una chica a casa. Está bien, estaba borracho como una cuba, pero cuando encendiste la luz y vi tu rostro, mi estómago se apretó. No parecías enojada, solo sorprendida y un poco herida. Podrías bien haberme arrancado el corazón. Me sentí muy mal. Le pedí a la chica que se fuera a casa… de muy buena manera. Luego camine hacia tu puerta. De hecho me detuve un minuto a deliberar sobre lo que debía hacer, pero déjame decirte, cuando estas borracho, tus inhibiciones salen por la ventana. Y bueno, tú ya conoces el resto.
 
—¡Conozco el resto! —chasqueo—. ¿Porque me mentiste? Sabes lo mucho que me heriste, ¡idiota!
 
Con sus ojos muy suplicantes, Peter exclama—: ¡Mariana! No quería que pensaras que me aproveche de ti. ¡Nunca pensé ni en un millón de años que tendrías sentimientos por mí!
 
—¿¡Que!? ¿¡Que no tendría sentimientos por ti!? ¿Te has visto o conocido a ti mismo?
 
Levantando una ceja, Peter responde—: ¿Cuando te distes cuentas de que estabas enamorada de mí? —Cierro la boca rápidamente. Él entrecierra sus ojos—. Mariana, ¿cuándo te diste cuenta de que estabas enamorada de mí?
 
—He estado enamorada de ti desde el principio, creo —susurro.
 
—¿Y porque nunca dijiste nada? —pregunta con una sonrisa.
 
Haciendo pucheros, contesto—: No lo sé. Ni siquiera me di cuenta hasta ayer por la noche.
 
—¿Espera… en tu cita? ¡WHOA! Necesitas explicármelo detalladamente —exclama Peter, rodando hacia un lado y acostándose a mi lado. Me mira con una sonrisa muy maliciosa—. Necesito escucharlo todo.
 
—¡Fue horrible! Pobre Pablo, ¡él es el que me hizo darme cuenta!
 
Por supuesto, Peter piensa que es divertido. 
 
—¿Fue tan mala la cita?
 
—No, para nada —contestó.
 
Con el ceño fruncido, Peter contesta—: Bien, no necesitaba escuchar eso.
 
—Termino mal, sin embargo. Me detuvo, dijo “sabes que estás enamorada de Peter. Lo negué, discutimos sobre ello. Entonces, ¿quieres saber cómo me lo probó?
 
—¿Cómo? —pregunta Peter.
 
—Me beso y luego me pregunto en quien estaba pensando —digo en voz baja.
 
Resoplando Peter intenta contener su sonrisa. —Honestamente, pensaste en mí mientras besabas a otro chico.

Lo miro fijamente. —No es gracioso. Lo siento si no soy en lo que piensas cuando besas a otras chicas.
 
—Tú eres en realidad en lo que pienso cuando beso a otras chicas — susurra Peter—. Especialmente en el club, me desgarro que hayas tenido que ver eso. Por eso baile con ella. Eras tan insistente en que lo hiciera, que pensé que no te importaba en lo absoluto.
 
—Ese fue probablemente uno de los peores momentos de mi vida — admito.
 
Peter mueve su dedo y traza pequeños círculos en mi brazo—. Pero yo estaba enamorado de ti, locamente enamorado.
 
—¿Entonces, que significa esto para nosotros? —pregunto en voz baja.
 
—Me gustaría pensar que la opción más obvia es que estemos juntos, ¿pero si no quieres estar conmigo?
 
Dando la vuelta para mirarlo, susurro—: Por supuesto que quiero estar contigo, pero… me preocupa que no estés tan enamorado de mí, como yo de ti. Mírame. Hay muchas chicas más bonitas haya afuera. Es posible que te canses de mi después de un tiempo y entonces ¿que seremos nosotros? No quiero perderte como amigo o… novio.
 
Peter me gira y se apoya sobre mí. —No hay una chica en este planeta que me haga cambiar de opinión. No me abro a cualquiera, pero a ti, Mariana, me abrí completamente. Tú tienes mi corazón entero en las palmas de tus manos. Voy a confiar en que no me lo rompas.
 
—Nunca lo haría —susurro—, pero espero lo mismo de ti.
 
—Prometo siempre proteger el tuyo y estar allí para ti. Estoy enamorado de ti y nunca haría nada para herirte. Ahora, que estamos más allá de todo eso y tú eres mi novia, hay algo que he pensado prácticamente todos los días, varias veces al día.
 
—¿Qué es eso? —pregunto.
 
Él se inclina por lo que nuestros labios están a unos centímetros de distancia.
 
—Recuerdo cada caricia y beso de esa noche, me gustaría volver a revivirlo, o mucho mejor superarlo.
 
Envuelvo mis brazos en su cuello y susurro—: Pienso que podemos hacerlo.
 
Con una sonrisa, Peter me besa. Es muy suave y delicado al principio, pero luego se vuelve muy ardiente. Tiempo después se detiene y retrocede. —¿Qué demonios es ese ruido?

De repente, lo empujo. —¡La lasaña! —Me levanto de un sato y corro a la cocina. Cuando me acerco al vidrio, salto. Llego a la cocina, abro la puerta del horno y reviso la lasaña. —Gracias a Dios, está bien.
 
—Eso luce realmente bueno —afirma Peter, mientras la saco del horno. Cuando pongo la lasaña en el mostrador, se acerca y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura. Su aliento caliente en mi cuello—. Hay algo mucho más apetitoso sin embargo.
 
—¡Eres horrible! —Rio, dando la vuelta. Él solo me sonríe. Me empuja a la parte libre del mostrador—. ¿Qué estás haciendo? —pregunto.
 
Me agarra por los muslos y me levanta, sentándome. —Estoy disfrutando de tu compañía. —Se inclina y me besa de nuevo. Nos quedamos así, presionándonos desesperadamente el uno contra el otro. No tengo idea de cuánto tiempo pasa, finalmente, me alejo—. Peter, necesitamos parar y comer. Se hace tarde y tengo escuela en la mañana.
 
—Bien, podemos comer, pero pienso que podríamos reportarnos enfermos mañana —murmura.
 
Esto me hace estallar a carcajadas. —Debería perder un día de escuela para manosearme contigo.
 
—No puedo pensar en una mejor razón —contesta, viniendo por otro beso  
 
—Peter —reprendo—. Por mucho que quiera saltar sobre ti, necesitamos ser serios.
 
Gruñe. —Quieres saltar sobre mí, ¿huh? —Su mano encuentra la parte superior de mis pantalones de nuevo—. Yo puedo con eso.
 
Todo en mi grita que lo detenga, pero no lo hago. Peter se inclina y me besa de nuevo. Aunque mientras baja el cierre, lo aparto. —Aun así no voy a tener sexo contigo.
 
—Mmmm —Peter tararea contra mis labios—. Apuesto que puedo hacerte cambiar de opinión.
 
Salto del mostrador. —Oh, apuesto que puedes, pero eso no es lo que quiero. Te amo. Desesperadamente. Pero quiero esperar.
 
—Lo sé —suspira Peter—. Lo siento, soy un chico y han pasado años, y no lo he querido con nadie, pero tengo esta necesidad contigo ahora. Tendré que mantenerme bajo control.
 
Tomando una respiración profunda, digo—: Necesitamos enfriarnos un poco. Creo que nuestras mentes están algo nubladas en este momento. Quiero decir, solo he experimentado este sentimiento una vez. Es como un subidón de adrenalina.

—Es un buen subidón de adrenalina —contesta Peter, volviendo de nuevo por mí—. Yo digo que nos saltemos la cena. —Me agarra y me jala hacia él—. Creo que es hora de dormir.
 
—¡Oh no! —exclamo—. No vamos a dormir en la misma cama hoy. No
confió en mí misma lo suficiente.
 
Con el ceño fruncido, Peter gime—: Bien, entonces vamos a comer.
 
Sonrió, lo beso y luego corto la lasaña. Mientras preparo la cena, Peter va a limpiar los vidrios rotos. Unos minutos más tarde comemos y hablamos como si nada fuera diferente, tal vez ese es el punto, que no hay nada diferente. Hemos estado actuando de esta manera todo el tiempo porque nos amamos. Ahora, todo esto tiene sentido.
 
La tenemos difícil limpiando y preparándonos para la cama. Bueno, debo decir que tengo un momento difícil, porque Peter está sobre mí todo el tiempo. No me malinterpreten yo estoy sobre el también. Se siente muy bien, pero la voz de la razón en la parte de atrás de mi cabeza se está volviendo más y más distante.
 
Un poco después, nos encontramos en el pasillo diciendo buenas noches. Me pongo de puntillas y lo beso. —Te veo en la mañana.
 
—Mmm —tararea—. Voy a tener muy buenos sueños, creo.
 
—Pervertido —Rio—. Ahora, vete a dormir.
 
Peter se inclina y me besa en la frente. —Duerme bien mi amor.
 
Retrocediendo, le sonrío. Se da la vuelta con esa cálida expresión. Mi corazón late a dos mil kilómetros por hora mientras entro en mi habitación. Apago la luz y me acuesto. Mi cabeza es un hervidero de ideas, por lo que me doy vuelta y tiro la cobija sobre mi cabeza. Unos minutos pasan, cuando de repente siento que las mantas se retiran. Me doy la vuelta y rio. —Te dije que durmieras en tu propia cama.
 
—¿Desde cuándo escucho? —contesta Peter. Se desliza bajo la sabana y nos cubre con ella—. No puedo dormir otra noche sin ti. Lo siento.
 
—No creo estar siendo realista. Probablemente hubiera ido a tu cama en algunos minutos —replico—. Realmente necesitamos ser serios. Tú tienes trabajo y yo escuela.
 
El me jala de nuevo junto a él. —Mmmhmmm —contesta Peter—. Solo bésame. —Así que, lo hago.
 
A la mañana siguiente mantengo a Peter un poco lejos de mí. Estamos muy cansados. Le dije que esto confirma mi idea de dormir en habitaciones separadas. Contesta que eso no tiene sentido. Conduzco a la escuela con una gran sonrisa en mi rostro. Hasta mis pasos son más ligeros ahora. Cuando llego a mi casillero Pablo y Agus están parados allí. —Buenos días —expreso audiblemente.
 
—Buenos días —dice en respuesta Agus.
 
Pablo sonríe. —¿Cómo te fue ayer?
 
—Muy bien, gracias —contesto—. Tenías razón.
 
Con una mirada confusa, Agus pregunta—: ¿Razón en qué?
 
—Nada —contesta Pablo.
 
Nos quedamos así por un minuto, y luego Agus me mira. Se echa a reír. —¿Qué? —digo, torpemente.
 
—Tienes un chupetón en tu cuello —señala Agus—. Alguien se divirtió ayer.
 
—¡No lo tengo! —exclamo. Rápidamente, abro mi casillero y me miro en el espejo—. Voy a matar a Peter.
 
Agus solo resopla. —Oh, es divertido.
 
—¿Que es divertido? —Escucho detrás de nosotros. Oh, genial. Me doy la vuelta para encontrar a Paula ahí de pie.
 
Suspiro. —Nada.
 
Ella entrecierra sus ojos y dice—: Si, claro.
 
—Mariana tiene un chupetón. —Se ríe Agus.
 
—¡Agus! —Pablo y yo gritamos al unísono. Él nos da una mirada perpleja.
 
Paula cruza sus brazos. —Así, que finalmente cediste y mostraste tus verdaderos colores.
 
—Si, Peter y yo finalmente lo aceptamos y confesamos nuestro amor el uno al otro. No, todavía no he dormido con él, y no tengo planeado hacerlo en un futuro próximo. Es mi novio y lo que nosotros hagamos no es asunto tuyo. Realmente, nada en mi vida lo es, pero sabes que ya no me importa. Di lo que quieras, haz lo que quieras, ya no me importa. Tengo un novio que es demasiado guapísimo, más divertido que el infierno, inteligente, talentoso que me ama hasta la muerte. ¿Puedes tu decir lo mismo? No, no lo creo. Soy bonita, inteligente y una gran artista y tengo mucho más talento en mi dedo meñique del que tú tienes en todo tu cuerpo. Te encanta lastimar a las personas para sentirte mejor debido a todas tus inseguridades. Bueno sabes que eso no es atractivo para los chicos.
 
—No, no lo es —confirma Pablo.
 
Mirándome fijamente, Paula resopla. —Lo que sea.

Una ola de confianza me cubre. Doy un paso hacia ella.

19 comentarios :

  1. Amo tu novela, MAS POR FAVOR

    Eli

    ResponderEliminar
  2. AME EL CAP!!!!!!!!!!!!!!!!!!! MAS MAS MAS MAS MAS

    ResponderEliminar
  3. UNO MAS Y NO JODEMOS MAS!!

    ResponderEliminar
  4. REGALANOS UNO MAS ANTES DE IRNOS A DORMIR PORFA!

    ResponderEliminar
  5. Sii un regalito para la noche xfii :)

    ResponderEliminar
  6. Uno mas y no jodemos mas

    ResponderEliminar
  7. Sii uno deregalo para la noche asi tenemos sueños lindos

    ResponderEliminar
  8. Sii uno mas porfaa :( (si te quiero dar penita asi subis :p)

    ResponderEliminar
  9. mueroo de amooooorrrr..

    ResponderEliminar
  10. mas mas mas porfiiiis ,,, me encantaaaaaaaaa

    ResponderEliminar
  11. Ayy mass como esta Peter quiiero otro masssss

    ResponderEliminar