martes, 3 de diciembre de 2013

Capitulo 18

¡Basta, Mariana! Ugh, él es tu amigo, deja de ser ridícula. Voy y me meto en la cama. Cuando me acuesto, me pongo de lado. Es entoncescuando olfateo la almohada y huele exactamente igual que él, realmente bueno. Me pego a mí misma en la frente y gimo. ¡Vete a dormir! Con eso apago la luz.

Capitulo 18

A la mañana siguiente, me despierto y miro el reloj. ¿Son las diez y media ya? ¡Vaya! está bien. Me levanto y me doy cuenta de que Peter probablemente ya está levantado. Camino por el apartamento para encontrarlo vacío. ¿Qué diablos? Vuelvo al pasillo y le doy un vistazo al baño. Peter no está allí. Eso deja una puerta. La abro y me echó a reír. Hay una cama, creo, y cajas por TODAS PARTES. Oh, mi Dios, no estaba bromeando acerca de desempacar y dejar todo donde estaba, voy y miro en algunas de las cajas. Algunas tienen cosas en ellas y algunas están vacías. Entonces veo una caja en la esquina que parece haber sido mantenida muy bien cuidada.
 
Me acerco y tomo el álbum de fotos de la parte superior. Me siento en el borde de la cama y lo abro. Las dos primeras páginas están llenas de fotos de una chica más joven, tal vez en el octavo grado. Ella parece ser una chica torpe, al igual que yo. Paso a la página siguiente. Sentado solitario en el papel hay una imagen de 5 X 7 de Peter y esta chica tocando el violín. Ambos se visten muy bien. Tal vez se trata de un concierto.
 
Cuando estoy a punto de pasar a la página siguiente, escucho un golpe en la puerta. Rápidamente pongo el álbum de vuelta donde lo encontré. No quiero que Peter me encuentre husmeando entre sus cosas. Por qué estoy husmeando sus cosas está más allá de mí en primer lugar. Hola, gran intrusión en su vida privada. Realmente Mariana, eres mejor que esto.
 
Hay otro golpe, esta vez suena más impaciente. Me levanto y voy a la sala de estar.
 
De repente oigo:
 
—¡Peter! ¡Amigo, abre la puerta!
 
Por lo tanto, voy y la abro. De pie en el pasillo hay dos tipos. Ambos son bastante lindos, y aquí estoy yo de pie en pijama, recién salida de la cama. Impresionante. El chico rubio me mira un poco desconcertado.
 
—Es una chica.
 
El otro chico, que tiene el cabello negro, hace el comentario:
 
—Umm es una chica... en el apartamento de Peter.
 
—¿Puedo ayudarlos? —pregunto, sintiéndome un poco incómoda.
 
—¿Quién eres tú? —pregunta el rubio.
 
Levantando mi ceja, replico:

—¿Quién eres tú?
 
—Mi nombre es Nicolas —responde el rubio—. Este es Vico.
 
—¡Oh! —exclamo—. Lo siento. Mi nombre es Mariana. Debería haber sospechado que eran ustedes.
 
Vico sonríe.
 
—La infame Mariana, Candela me contó todo sobre ti. Le gustas.
 
—Bien, eso es bueno, me gusta, también. —Hago una pausa y luego tartamudeo—. Peter no está aquí.
 
Nicolas se inclina y se queja.
 
—¡Tengo que ir al baño! Por favor, déjame entrar.
 
—No lo sé —susurro—. Quiero decir, realmente no los conozco, chicos. Peter puede enojarse.
 
—Aquí —dice Vico, tirando de mí hacia el pasillo—. Deja la puerta abierta, quédate acá afuera y yo llamaré a Candela. Nico, ve al baño. 
 
Obviamente, realmente teniendo que ir, Nico se lanza al baño. Vico me sonríe.
 
—Umm, esto es incómodo —murmuro.
 
—Espera —replica Vico, levantando su dedo. Toma su teléfono celular y marca un número. Después de unos segundos, lo oigo decir—: Hola cariño, ¿me harías un favor? Mariana está en el apartamento de Peter y está preocupada de que no seamos quienes decimos que somos. ¿Puedes hablar con ella? —Hay una pausa y luego se me pasa el teléfono—. Aquí, di hola.
 
Tímidamente, tomo el teléfono.
 
—Hola.
 
—¡Hola! —Oigo gritar a Candela con entusiasmo—. Si hubiera sabido que ibas a estar allí, habría ido con ellos, pero eso no viene al caso. Ese tipo tonto es mi novio Vico, y el otro cacahuete es Nicolas. ¿Dónde está Peter?
 
—Sabes, no tengo ni idea.
 
—Eh —responde ella—. Bueno, si ellos se salen de control, dales bofetadas.
 
Me río.
 
—No estoy hecha para la violencia.
 
—¿Está diciéndote que nos des bofetadas? —pregunta Vico. Solo asiento.

—¡Gracias cariño! —grita en el teléfono. Candela se ríe—. Oye ¿conseguiste un teléfono celular ayer?
 
—¡Sí! —exclamo—. No tengo ni idea de cómo usarlo de verdad, pero tengo uno.
 
—Anota mi número de teléfono entonces. Si alguna vez necesitas algo, puedes llamarme. Además, podemos ir a comprar la ropa de mujeres que queríamos conseguir.
 
Sonriendo, digo:
 
—Está bien. —Entro en el apartamento y agarro mi teléfono.
 
Mirándolo, frunzo el ceño.
 
—No estoy muy segura de cómo guardarlo.
 
—Si me dejas entrar, puedo hacerlo —dice Vico desde la puerta.
 
—Oh, sí, adelante —contesto, dándole mi teléfono—. Vico va a ponerlo.
 
—Eso es bueno —replica Candela—. Podemos ir en algún momento de la próxima semana o dos.
 
No puedo evitar sonreír.
 
—Eso suena bien.
 
Vico menea la cabeza hacia atrás y adelante y luego me da mi teléfono.
 
—Ahora, tienes los números de teléfono de Candela, Nico y el mío.
 
—¿Por qué demonios me diste sus números? —pregunto—. No es que me importe, pero no me conoces.
 
—Eh, puede que necesites encontrar a Candela o a Peter, y probablemente saber dónde están —responde—. De todos modos, se necesita más que el número de Peter en tu teléfono. No puedes tener un número.
 
Extendiendo mi mano, pregunto:
 
—¿Puedes poner un número allí para mí?
 
—Sí ¿cuál es? —responde.
 
—¡Espera! —exijo—. Déjame buscarlo. ¡Oh! Candela, voy a devolverte a tu novio.
 
—Está bien. —Trina ella en respuesta. Con eso Vico toma el teléfono de mí. Voy por el pasillo hasta el dormitorio. Al hacerlo, la puerta del baño se abre y Nico sale. Se detiene.
 
—Hey, así que nos dejaste entrar, ¿eh?
 
—Sí —contesto—. Estoy yendo por algo de mi mochila.

Nico me mira ir a la habitación de Peter.
 
—No me había dado cuenta que tú y Peter... dormían en la misma cama. No es por fisgonear o lo que sea.
 
—Oh. —Suspiro—. No, él durmió en el sofá.
 
Haciendo una mueca, Nico dice:
 
—¿Sobreviviste a dormir en la habitación de Peter sola? He mirado allí. Es aterrador.
 
—Las sábanas estaban limpias e ignoré el resto —respondo. Meto la mano en mi mochila y saco mi cuaderno de bocetos—. Fue lo suficientemente bueno para dormir en la sala de estar.
 
—Como un caballero. —Se ríe Nico—. Debes ser especial, porque ni siquiera dejó entrar a chicas en su apartamento y mucho menos renunciar a su cama por ellas.
 
Trato de no sonreír.
 
—Está siendo muy agradable conmigo.
 
—¿Sabes dónde está? —pregunta Nico.
 
—No —contesto, sacudiendo la cabeza—. Aquí, quiero darle este número a Vico.
 
Nico gesticula hacia el pasillo y voy delante de él.
 
—Tengo el número —le digo a Vico.
 
—¿Cuál es? —pregunta.
 
—5556504.
 
Vico lo pulsa en mi teléfono. Me mira.
 
—¿Nombre?
 
—Pablo —respondo.
 
Consiguiendo una sonrisa de satisfacción, pregunta:
 
—¿Novio?
 
—¡No! —espeto. Siento que me sonrojo.
 
—Deja de molestar a la chica. —exige Nicolas, a pesar de que está, obviamente, tratando de no sonreír.
 
Con un movimiento de cabeza, Vico me entrega mi teléfono.
 
—Aquí tienes, todo listo.
 
—Gracias —digo.
 
Yendo hacia la TV, Nico la enciende junto con uno de los sistemas de juego de Peter.

—Mientras que el gato no está, los ratones deben jugar. —Se ríe.
 
—¿Crees que deberías estar haciendo eso? —pregunto—. ¿No se enojará?
 
—¿Quién, Peter? —pregunta Nico—. No, él está acostumbrado a ello. No tenemos el equipo genial que él tiene.
 
—Configúralo para dos jugadores. —Vico le instruye a Nico. Él se acerca y consigue un segundo controlador. Cada uno de ellos tiene un lado del sofá. Vico se da vuelta y acaricia el asiento del medio—. Ven, siéntate, no mordemos —Nico se ríe.
 
—A menos que nos provoques.
 
Torpemente, voy y me siento. Juegan por una media hora y es divertido verlos. Finalmente, me dicen que juegue. Soy terrible, pero es divertido sin embargo.
 
Por lo tanto, después de una hora de que ellos estén aquí, estoy encima de Nico, intentando quitarle el control.
 
—¡Eres un tramposo! —grito
 
—¡No lo soy! —Él grita.
 
De repente, oímos.
 
—¡Mariana! ¿Estás loca?
 
Todos nos giramos hacia la puerta. Peter está de pie allí con bolsas en sus manos. Nos detenemos y yo me bajo de encima de Nico.
 
—Hola —chillo.
 
—Hola —gruñe un poco—. ¿De verdad eres tan estúpida?
 
—No especialmente —replico.
 
Él empieza a frotar su sien.
 
—Me doy cuenta de que estos dos idiotas son mis amigos, pero ¡no tenías forma de saber eso! ¡Podrían haberte lastimado o matado!
 
—Hablé con Candela —susurro, evitándolo.
 
—Hey, déjala en paz. —dice bruscamente Nico—. Somos tan culpables como ella. Tenía que ir al baño.
 
Peter baja la cabeza.
 
—Lo siento, sólo... soy un poco protector con ella. Me olvidé de dejar una nota, pero me imaginé que habría llegado aquí antes de que se despertara.
 
—Solo estábamos jugando videojuegos —digo, sintiéndome muy mal.
 
—Sí, en cierto modo la estábamos matando. —Se ríe Nico.

Con una mueca de sorpresa, exclamo:
 
—¡Eso es porque haces trampas! Debería tener una ventaja por discapacidad o algo así.
 
—No hay tal cosa como una ventaja por discapacidad en los videojuegos —replica con una sonrisa.
 
Lo empujo.
 
—Lo que sea, la próxima vez, tienes que dejar que te mate como diez veces y luego puedes jugar.
 
—Oh, diablos. —Gime Peter, mientras camina hacia la cocina—. Conseguí cosas para hacer el almuerzo.
 
—¡Genial, me muero de hambre! —grita Vico.
 
Mirándolo, Peter dice:
 
—¿Quién dijo que vas a comer?
 
Poniendo una mirada de disgusto, Vico responde:
 
—Eso es simplemente cruel.
 
—Iba a hacer que Lali cocinará suficiente para congelar, pero con ustedes dos aquí, apenas habrá suficiente para todos nosotros —Suspira Peter.
 
—Somos chicos en crecimiento —afirma Nico.
 
Un resoplido se me escapa.
 
—No creo que crezcan más.
 
—Lo que sea —responde, guiñándome un ojo.
 
Esto es en realidad divertido. Nunca pensé que iba a ser capaz de pasar el rato con chicos y no sentirme incómoda. Saltando sobre el respaldo del sofá, voy hacia Peter.
 
—¿Qué voy a hacer?
 
—Pensé en pollo y conseguí patatas. Podemos hornearlas o algo así — dice, sacando todo fuera de las bolsas. 
 
—Haré patatas fritas. Son mucho mejores con pollo.
 
Peter abre el refrigerador.
 
—Tengo salsa de barbacoa, si quieres usarla.
 
—Depende de ustedes chicos, ¿qué quieren? —pregunto.
 
—¡Pollo a la barbacoa, por favor! —grita Nico
 
—Entonces puedo hacer eso —digo, quitándole la salsa a Peter.

Así que, mientras los chicos juegan videojuegos, yo cocino. Peter regresa a la cocina después de un rato.
 
—Estamos siendo muy groseros. Poniéndote en la cocina y haciendo que cocines para nosotros.
 
—¡Entra en esa cocina mujer! ¡Tengo hambre! —grita Vico en tono de broma.
 
—Candela te golpearía ahora si te oyera decir eso. —Peter ríe.
 
Vico suspira.
 
—Mariana no me delatará.
 
—Eso es lo que crees —respondo—. Las chicas tenemos que permanecer unidas.
 
Un grito proviene de la sala de estar.
 
—¡Que grosera! ¡Traidora!
 
—Tal vez la próxima vez te lo tomarás con calma conmigo cuando juguemos videojuegos.
 
—No lo creo. —resopla Peter.
 
—Sí, bueno, eso me enseñará a jugar con ustedes —digo—. De todos modos, el almuerzo debería estar listo pronto.
 
—Apaguen la televisión chicos. Vamos a ser adultos y comer en la mesa —dice Peter.
 
La respuesta que recibe es un montón de gemidos.
 
—Vamos, ¿en serio? —dice Vico haciendo pucheros.
 
—Sí, apágalo.
 
Nico brinca y se acerca a la mesa del comedor. De repente recoge la imagen de los lirios que hice.
 
—¡Esto es impresionante! ¿De dónde has sacado esto?
 
—¡Oh! —Chillo—. Yo lo hice. No suelo dejar que la gente vea mi trabajo, pero Peter quería que hiciera ese.
 
—Amiga, Mariana, eres una gran artista. Vico, mira esto —dice Nico, sosteniendo la imagen.
 
Vico se acerca y su boca se abre.
 
—¿Hiciste esto?
 
—Sí, el domingo pasado —respondo.
 
Ampliando un poco más los ojos, Nico dice:
 
—¡Wow! todo lo que puedo decir es wow.

—Voy a hacerlo enmarcar —dice Peter mientras saca los platos.
 
Mirándome, Vico pregunta:
 
—¿Te dijo acerca de que se trataban los lirios?
 
—No —contesto, sacudiendo la cabeza—. Realmente no es de mi incumbencia.
 
—Caray, tampoco a nosotros no lo dirá —murmura Vico.
 
Peter le lanza una mirada.
 
—Sabes que soy una persona reservada.
 
—Sí, sí, sí. —Vico se ríe—. Bla, bla, bla.
 
Eso me hace reír. Miro a Peter y él rueda los ojos. Nos sentamos y comemos el almuerzo. A los chicos les encanta, lo que me hace muy feliz. Hablan a mil por hora de las cosas más aleatorias. Yo solo me siento ahí y escucho. Peter se mantiene empujándome con su rodilla y mirando por el rabillo del ojo. Sonrío y le empujo en respuesta.


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22 comentarios :

  1. maaaaaas!!!! men encanta :)

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  2. haaaaaaaaaaaaaaaaaaaay maws novelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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  3. AMO TU NOVELA EN SIMPLES PALABRAS, BAH AMO LA ADAPTACION. EL LIBRO ES HERMOSO ! POR VOS ME LO VOY A COMPRAR, YO SE QUE LA ESCRITORA ES UNA TAL SARA Y QUE EL CHICO EN VEZ DE PETER ES JEREMY, SI CHICA, INVESTIGUÉ:3

    Atte: Ludmi :)

    PZD: Voy a preguntarte cuando subes por Twitter:)

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  4. tiernooooossss maaas por fi!!

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  5. :) maaaas !!!! me encanta

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  6. MAAAAS ! ME ENCANTAN LALI Y PETER :)

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  7. Para ser tan tímida ,Lali tiene respuestas ocurrentes y muuuuy rápidas.

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  8. Amo la novela, te lo dije no? Si siempre te lo digo jajaja peter,vico y nicolas los tres mostequeros sexy :Q_____ (Babababbaba) jajajjaja peter es tan protector *-*

    Porf aavisame a mi twitter @AntequeraCruz

    Att:andrea
    Laly angels

    Sube mas!!!!! :*

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  9. MÁSMÁSMÁS,me encanta.
    Silvana

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