miércoles, 18 de diciembre de 2013

Capitulo 46

Asintiendo, Agus responde—. Así es. Esta noche mi familia comerá hamburguesas de tofu. Preferiría comer una hamburguesa de carne.
 
—Bueno, entonces —Peter se ríe—, vamos a comer.

Capitulo 46

Llegamos al puesto de comida y Pablo saca su billetera. —Yo me encargo de lo tuyo Mariana.
 
—No —afirma Peter—. Yo lo haré.
 
Pablo lo mira. —En serio, está bien.
 
—No, yo pago —Peter vuelve a enfatizar—. ¿Qué quieres Lali?
 
Le daría una patada a Peter en la espinilla ahora si pudiera. —No me importa —gruño—. ¿Por qué no escoges por mí?
 
Totalmente, ignorando mi tono, Peter responde—: No seas tonta. Si voy a ordenar por ti, será algo que odies.
 
—¿Y qué crees que odio? —le pregunto.
 
—Bueno, me he dado cuenta de que no comes salsa de tomate. Por lo tanto, me aseguraría de cubrirlo todo con ella —dice él, sonriendo.
 
Bueno, tal vez él había estado prestándome atención. —Bien, sólo quiero un sándwich de pollo. No estoy tan hambrienta.
 
—Muy bien —Peter hace una mueca—. Es tu vida si comes pollo en la exhibición de autos.
 
Levantando las manos, digo—: ¡Entonces consígueme una hamburguesa!
 
Peter envuelve sus brazos a mí alrededor y besa la parte superior de mi cabeza. —Cariño, cálmate. Sólo estaba metiéndome contigo.

Pongo mi cara en su pecho. —Te odio. No, mejor te detesto.
 
—Me amas —dice él—. No lo niegues.
 
Estamos ahí por unos segundos, conmigo en sus brazos, cuando de repente caigo en la cuenta de lo que estamos haciendo. Me apartó rápidamente. —Así que, sí, será pollo entonces.
 
—Me parece bien —murmura, mirándome a los ojos. Sonríe y luego camina hasta el puesto de comida.
 
Cuando conseguimos nuestra comida, en realidad encontramos una mesa para sentarnos. Por suerte, es una mesa cuadrada, así que no tengo que elegir al lado de quien me siento. Los chicos hablan de autos y trato de prestar atención. Realmente son sólo Agus y Peter los que hablan. Pablo y yo medio nos miramos el uno al otro por las comisuras de los ojos. Finalmente, tomo una papa francesa y se la tiro a Peter. Él me mira y me fulmina con la mirada. —¿Te acuerdas de la última vez que nos metimos en una pelea de comida?
 
—Sí, tuvimos que pedir comida, lo sé. Dejaste caer el espagueti en la parte superior de mi cabeza, y luego me retuviste para que no pudiera devolverte el favor —sarcásticamente le recuerdo.
 
—¿Ustedes se meten en peleas de comida? —pregunta Agus—. Como, ¿qué es lo que sus padres dicen?
 
Peter tose. —Vivo solo. Por lo tanto, si destruimos la cocina, está bien. Mariana y yo tendemos a meternos en problemas cuando estamos juntos.
 
—Eso es porque eres una influencia horrible —replico.
 
De pronto, con una sonrisa maliciosa, Peter me mira. —Tú lo pediste.
 
—¡No, no, no! —le grito, levantándome muy rápido. Me muevo rápidamente detrás de Pablo, por lo que la mesa queda entre Peter y yo—. No tengo idea de lo que harás, pero no te atrevas a hacerlo.
 
—De lo que sea que estés hablando Mariana. —Peter se ríe de una manera muy mala—. Soy inocente.
 
Burlándome, digo—: Oh, esa es una mentira. Si tú eres inocente, yo soy la Reina de Inglaterra.
 
—Bueno, su alteza, venga aquí un segundo.
 
—No —me río—. No te atrevas a hacer nada.
 
Con eso Peter se pone de pie. —Ven aquí, Mariana.
 
—¡NO! —le grito, alejándome. No soy lo suficientemente rápida. En un segundo, estoy en los brazos de Peter. Él me recoge y me lleva de nuevo a la mesa por la cintura.

—¡Bájame! —me río.
 
—Claro —Peter responde, sentándose, tirando de mí hacia su regazo. Me sostiene con fuerza contra él—. ¿Les dijiste a los chicos cuántas cosquillas tienes?
 
Mi mandíbula cae. —¿¡No te atreverías!?
 
—¿Vas a pedirme disculpas?
 
—¡Si haces algo te garantizo que estarás durmiendo solo durante el próximo mes! —grito. Entonces es como si todo el mundo se callara. Me pego en la frente. —Eso sonó horrible.
 
Riendo histéricamente, Peter niega. —No, eso fue impresionante. Ella no quiso decirlo de la forma en que salió. Mariana y yo nunca hemos tenido sexo.
 
Las miradas en las caras de Pablo y Agus no tienen precio. Agus dice—: Es bueno saberlo... creo.
 
—Peter y yo hemos dormido en la misma cama, pero de verdad dormimos —suspiro—. Él me hizo ver esa horrible película de terror y tuve pesadillas.
 
—Así que... ¿te quedas en su casa? —Agus pregunta, luciendo perplejo.
 
Pablo de repente interfiere—: Sí, la mamá de Mariana está mucho fuera de la ciudad por trabajo e Mariana se queda donde Peter para que no se meta en problemas. Su mamá la mataría si hiciéramos una fiesta en su casa.
 
Miro a Pablo y le doy la mirada más agradecida que puedo. Peter me agarra aún más fuerte y dice—: Cuido de ella. Es mi chica, no puedo dejar que nada le pase a mi Mariana.
 
—Ah —digo—, eres tan lindo.
 
—Lo sé —responde Peter, moviendo sus cejas—. Así que, ¿ya terminaron de comer, chicos?
 
Agus apunta a mis papás fritas—: Vas a comerte esas.
 
—No —respondo—. Pero Peter por lo general se como lo que queda de la mayoría de mis comidas, por lo que puede quererlas.
 
De repente, Peter empieza a hacerme cosquillas. Grito y trato de retorcerme fuera de su alcance. Se ríe en mi oreja—: Te lo advertí.
 
—Para —jadeo—. O te juro que voy a hacer algo horrible, como rallar tu auto con una llave.

Eso hace que todos se detengan. —En realidad podría enojarme contigo si hicieras eso —declara Peter—. Me tomaría mucho estar enojado contigo, pero creo que eso lo lograría.
 
—O si repruebo la escuela secundaria, estarías enojado conmigo entonces —comento.
 
—Sí, bueno, eres una buena estudiante y siempre puedo ayudar cuando sea necesario —responde.
 
Pablo lo mira. —¿Eras un buen estudiante?
 
—Me gradué con un promedio de 3.95 —dice Peter—. Así que, sí, era un buen estudiante.
 
—¿Fuiste a la universidad? —pregunta Pablo.
 
Peter afloja un poco su agarre sobre mí. —No, pero creo que vamos a ir juntos —respondo—. Peter quiere que vaya a una escuela de arte. Eso es si logro entrar y puedo conseguir una muy buena beca.
 
—Ya tienes una beca —murmura Peter—. Solo necesitas encontrar una universidad.
 
—¿Cómo conseguiste tal beca sin que hayas ingresado a una universidad? —pregunta Agus.
 
Aclarando su garganta, Peter dice—: Mi familia tiene un fideicomiso para becas y creemos que Mariana es una buena candidata.
 
—Peter —susurro—. No hagas eso.
 
—No vamos a hablar de eso ahora mismo, cariño. Cuando lleguemos a casa. Comete sus papás fritas, así puedo enseñarle a mi chica acerca de algunos autos —Peter articula hacia Agus. Agus ansiosamente se come el resto de mi comida y volvemos a la exhibición.
 
Hay algunos autos que me gustan. El Barracuda se ve bastante bien. Peter amo ese. Incluso dijo que quería uno algún día, para ponerlo en su colección. El otro que quería es un Mustang de 1964. Pablo dice—: Demonios sí, quiero un Mustang Shelby… en mis sueños por su puesto.
 
—Me gustan estos Mustang —digo, mirando uno—. Solo me gustan los autos más nuevos.
 
—Creo que deberíamos conseguirte un Mustang más viejo, todo personalizado sólo para ti —afirma Peter, mirándome.
 
Mis ojos se mueven hacia la derecha y luego se abren enormemente.
 
—¡Me gusta ese auto! ¡Es increíble!
 
Las miradas de los tres giran y miran. Agus en realidad se agarra el corazón.
 
—Mariana, ¡eso es simplemente incorrecto!

—¿Qué? —le pregunto confundida—. ¿Qué tiene de malo ?
 
—Es una importación, bebé. Hay una ligera rivalidad entre los grupos —responde Peter.
 
Ignorándolos me acerco al auto. —¿Es rápido ?
 
—Oh sí, son súper rápidos —responde Pablo—.Puedes ponerle óxido nitroso. Eso es como ponerle un motor de jet a tu auto.
 
—¿Por qué querrías hacer eso? —le pregunto.
 
—Por las carreras callejeras —responde Agus.
 
Finalmente me doy cuenta. —Oh como en esa película.
 
—Hay un montón de películas sobre carreras callejeras. ¿Esto es lo que te gusta? —pregunta Agus—. Eso me hiere el corazón. Peter, dile que está equivocada en su manera de pensar.
 
—Nunca le diría qué hacer. Si ella está interesada en las importaciones, entonces le enseñaré acerca de ellas. Ven aquí cariño. — Me agarra la mano y me lleva hacia el auto que me gusta—. Mira, éstos suelen estar equipados con una gran cantidad de aparatos electrónicos. Tal como un magnifico equipo de sonido, iluminación ambiental en diferentes colores, un montón de campanas y silbatos por así decirlo, y motores que ponen a un montón de autos en vergüenza.
 
Me siento en uno. —Ahora, este soy yo. Tal vez pueda pedirle a Santa que ponga uno en mi calcetín. No creo que mi mamá vaya a dármelo, sin embargo —Me río—. Este es impresionante.
 
—¿Te gusta eh? —pregunta Peter .
 
Sonriendo, le digo—: Sí, tal vez un día, si me convierto en un artista famosa, conseguiré uno."
 
—Será una artista famosa —Peter me asegura.
 
—Quiero ver tu arte —declara Pablo.
 
—Sí, yo también —interfiere Agus.
 
Mis ojos se mueven hacia Peter. Ligeramente hace una mueca. —A su mamá no le gusta la gente en su casa.
 
Pablo añade—: Sí, ella es una persona muy reservada.
 
—Tengo una gran pieza que se va a estar en el baile de invierno — digo—. Verán esa.
 
—Muy bien —responde Agus—. Ugh, ¿podemos por favor alejarnos de las importaciones?

Peter niega con la cabeza. —A Mariana le gustan estos, así que voy a explicárselos. Si mi chica está en realidad mostrando interés por un auto, voy a tomar ventaja de eso.
 
Medio ruedo mis ojos. Él me sigue llamando suya. ¿Cómo es que eso no va a intimidar a Pablo? Salgo del auto. —Está bien, enséñeme entonces señor.
 
Caminamos a través de los autos y me explica la diferencia entre los motores. Repasa todo lo que las cosas hacen y son. En realidad, es interesante.
 
Finalmente, cuando hemos terminado. Me giro hacia los chicos. — ¿Todos se divierten?
 
—Sí —responde Pablo—. Peter me enseñó un par de cosas.
 
—Hago lo que puedo —añade Peter—. ¿Qué es lo que ustedes quieren hacer ahora, o quieren ir a casa?
 
Agus niega con la cabeza. —No quiero ir a casa, recuerda, hamburguesas de tofu. ¿Qué quieren hacer?
 
—¿Juegan billar? —pregunta Peter.
 
Levantando su mano, Pablo responde—: Lo hago, muy bien. Tenemos una mesa de billar en mi sótano.
 
—Sin ánimo de ofender, pero no quiero pasar el rato con tus padres — Peter réplica.
 
—¡Peter! —siseo.
 
Él sólo me sonríe. —Iremos al Side Pocket. Tengo mi taco de billar allí.
 
—¿Tienes tu propio taco de billar? —le pregunto.
 
—Sí —Peter responde—.Así que, ¿quieres conducir?
 
Exasperada, exclamo—: ¡No!
 
—No estaba hablando contigo, bebé —dice Peter, con una sonrisa.
 
—Oh, por favor, ¡dime que estabas hablando de mí! —grita Agus.
 
Peter asiente con la cabeza. —Lo sacaré del estacionamiento, pero luego puedes conducir hasta el Side Pocket.
 
—¡GENIAL! —grita Agus.
 
—Tendrás que sentarte en la parte trasera con Pablo —Peter me instruye—. Quiero mantener un ojo en al menos uno de mis niños.

No puedo evitar sonreír. Llegamos al auto y Peter abre la puerta. Pablo entra primero y Agus va al otro lado del auto. —Gracias —le susurro a Peter.
 
—No digo que te lo dificulto, nena. Sólo quiero que seas feliz, por lo que vas a sentarte en la parte trasera, mientras me estremezco al frente.
 
Levantándome de puntillas, lo beso rápido en los labios. Él sonríe, y me subo en la parte de atrás. Pablo me mira raro. —Lo siento. —Suspiro—. Él y yo hacemos eso. Sé que parece raro.
 
—¿Por qué sería raro? Demonios, yo sería feliz si tuviera a mis lindas amigas viniendo y besándome todo el tiempo. Necesito conseguir la apariencia y el cuerpo de Peter... y un auto... y una moto... y mi propio lugar, y luego puedo conseguir chicas para hacer eso —dice Pablo, con una mirada de diversión.
 
—Tú podrías conseguir chicas que te besen. Apuesto que todo lo que tendrías que hacer es preguntar —susurro torpemente.
 
Pablo me mira. —¿De verdad, te parece?
 
—Tienes muchas cosas que atraen a las chicas. Creo que si eso es lo que quisieras, muchas chicas aceptarían —Mis ojos sólo miran hacia abajo al asiento entre nosotros.
 
Hay silencio durante un minuto, y luego Pablo dice—: Si todo lo que necesito hacer es preguntar, entonces...
 
De repente, Peter entra al auto y grita—: ¿Todo el mundo listo?
 
Cierro los ojos y suspiro—: Así es. —Cuando miro de nuevo a Pablo está sonriéndome. Al instante me sonrojo y giro la cabeza.
 
Peter nos conduce fuera de la zona de parqueadero y hacia la calle. Después de un rato, él se detiene y mira a Agus. —Sabes cómo conducir con palanca de cambios, ¿verdad?
 
—Totalmente —responde Agus con impaciencia—. El auto de mi mamá es de cambios y lo uso todo el tiempo.
 
—Bueno, mi bebé aquí tiene una gran cantidad de caballos de fuerza así que tómalo con calma al principio, pero vamos, sal del auto.
 
Los vemos cambiar de lado. Agus parece que va a tener un ataque al corazón. —Está bien —dice—, ¿están listos?
 
—Sí, si te estrellas en ella, te daré un muy grande moretón en la cara —dice Peter, dándole palmaditas a Agus en la espalda.
 
—Tendré mucho cuidado, lo prometo —Agus responde.
 
Él flaquea un poco al principio, pero luego lo hace bien. No puedo dejar de reír. Nunca he visto a nadie tan entusiasmado con conducir un auto antes. Debe haber molestado a Peter un poco, porque él hace muecas un par de veces. Espero que sepa cuánto aprecio esto.
 
Cuando llegamos al salón de billar, Peter sale a parquear el auto. No confía en Agus lo suficiente para hacer eso. Todos caminamos hasta Side Pocket hablando de lo bien que conduce Agus.
 
Ahora, nunca he estado en Side Pocket antes y estoy gratamente sorprendida. Es oscuro en la forma en que pensé que sería, pero sorprendentemente limpio. Hay una bruma de humo de cigarrillo, sin embargo, que me hace estornudar. Peter se acerca a la barra.
 
—Hola Bubba, ¿puedo tener mi taco? Habrá cuatro de nosotros jugando.
 
Me giro hacia a Pablo y articulo—: ¿Bubba?
 
El gran hombre detrás de la barra, entrega un cuadro y luego un estante de las bolas.
 
—Pueden tener la mesa 12. No les compres cerveza Peter. 
 
—Nunca lo haría —jadea con sarcasmo—. Trataré de emborrachar a Mariana más tarde.
 
—Peter, ¡cállate! —digo bruscamente. Él solo mueve sus cejas hacia mí y empieza a caminar hacia una mesa. Cuando llegamos a la mesa 12, Peter baja las bolas y la caja. Es una caja larga y delgada. La recojo y la abro. Hay un hermoso taco de color azul oscuro en el interior. Frunciendo las cejas, pregunto—: ¿Por qué es de dos piezas?
 
—Porque —Peter responde—: Las atornillas para juntarlas. —Toma las dos piezas fuera y hace precisamente eso—. Aquí, sujeta esto—. Lo tomo de él. Peter mira a Agus y Pablo—, ustedes dos deben elegir tacos. Están en esa pared.
 
Frunciendo el ceño, le pregunto—: ¿Qué hay de mí?
 
—Levanta mi palo —indica Peter.
 
—Eso sonó sucio —me río.
 
Ahora, la mirada de asombro pasa por la cara de Peter. —MARIANA, tienes una mente pícara, ¡muchacha traviesa! —Le doy una enorme sonrisa. Sacudiendo la cabeza, Peter se ríe—, mi taco, recoge eso. ¿Es pesado?
 
Lo levanto en el aire y respondo—: No, ¿por qué?
 
—Entonces, usarás mi palo —Peter declara guiñándome un ojo al mismo tiempo.
 
Eso hace que me ruborice y miro al suelo. Cuando miro hacia arriba, Pablo está mirándome, así que me sonrojo aún más. Él y Agus caminan a recoger sus tacos. Yo veo como Peter acomoda las bolas. Él se está inclinando delante de mí y no puedo dejar de comprobarlo. Entonces aprieto los ojos cerrándolos. ¡Tengo que dejar de hacer eso! Él es simplemente muy... caliente. No, no, no, no puedo pensar de esa manera. ¡Basta!
 
—¿Qué demonios estás pensando ? —De repente oigo.

Si quieres que te avise cuando suba nuevo capitulo dejame tu Twitter.

27 comentarios :

  1. mas noveeeeeeee x favor!!!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Mas por fa quiero más laliter
    Subí más noveeee me encanta

    ATTE: Valeria : )

    ResponderEliminar
  3. No se xk diablos salen con Pablo y Agus ,jajajaja,si la cosa va entre ellos dos .

    ResponderEliminar