domingo, 15 de diciembre de 2013

Capitulo 38

—Nunca lo haría. Mariana, oh Dios mío, ¿por quién me tomas?

—Por un hombre —respondo, tratando de no sonreír—. Vamos a irnos antes de que lleguemos tarde.


Capitulo 38

Nos dirigimos al restaurante sólo riendo. Peter hace su esfuerzo más duro para avergonzarme. Solo me decido a ignorarlo. Eso lo hace tratar aún más. Cuando llegamos al restaurante, hay un servicio de valet real. Eso me pone nerviosa. Un chico, no mucho mayor que yo, viene y me abre la puerta. Torpemente salgo.
 
Volviéndome, me quedo parada ahí esperando por Peter.
 
Una ráfaga de viento pasa y me hace temblar. Jalo mi abrigo más apretado a mí alrededor. Peter se acerca.
 
—¿Tienes frío cariño?
 
—Sí, esta no es la mejor chaqueta de invierno —respondo. Una mujer nos pasa en un chaquetón de lana—. Ahora, esa es una linda chaqueta para tenerla. Lástima que son muy caras.
 
—Lista para una gran noche —dice Peter, abriendo la puerta para mí.
 
Sonrío mientras camino por delante de él.
 
—Sí.
 
Toma mi mano y caminamos hasta el puesto de la anfitriona. Puedes decir que hay un aire de sofisticación aquí. La anfitriona nos mira y pregunta:
 
—Su nombre por favor.
 
—Lanzani —responde Peter—. Reserva para dos.
 
Ella asiente y dice:
 
—Por aquí.
 
Cuando llegamos a la mesa, Peter saca la silla para mí.
 
—Gracias —susurro—. Siempre tan caballeroso.
 
—Me enseñaron modales estrictos. Abres una puerta para una dama. Sacas su silla. La tratas con respeto. Hay muchas más cosas que me enseñaron. Los modales en la mesa eran una cosa importante.
 
—Bueno, a mí nunca me enseñaron esos, así que lo siento si te avergüenzo. Sólo patéame por debajo la mesa cuando haga algo estúpido.
 
Inclinándose sobre mi hombro, Peter dice:
 
—Quiero que te relajes y disfrutes. Estamos aquí para pasar un buen rato.
 
—Eso no me pone menos nerviosa —susurro en respuesta.

Peter saca su silla y se sienta. Un camarero vestido con un esmoquin llega.
 
—Buenas noches —dice—. ¿Puedo conseguirles algo para beber para empezar su comida? —Peter asiente hacia mí.
 
—Oh, voy a tomar cualquier soda blanca que tenga —respondo.
 
—¿Y para usted, señor? —pregunta el camarero.
 
Cogiendo un pequeño menú, Peter responde:
 
—Voy a tomar una copa de Riesling por favor.
 
—Muy bien, estaré de vuelta enseguida.
 
Recojo el muy elegante y pesado menú. Al abrirlo, mis ojos viajan a las opciones. No las registra de inmediato y luego jadeo. Inclinándome hacia él, siseo:
 
—¡Peter! ¡Podrías alimentar a un niño muerto de hambre durante un mes con una sola comida!
 
Él se ríe.
 
—¿Quieres relajarte? Quiero que disfrutes esto.
 
—Pediré una ensalada —afirmo, mirándolo con incredulidad.
 
Peter baja su menú.
 
—Voy a pedirte algo si haces eso, y no hago ninguna promesa de lo que será.
 
—Bien —murmuro, levantando mi menú—. La mayoría de estas cosas ni siquiera las he probado antes. Quiero decir, en verdad, ni siquiera he probado un bistec. Entonces, ¿qué elijo?
 
—Bueno, para no asustarte por completo, te sugiero empezar con un bistec, o podrías probar con escargot. —Señala Peter.
 
Frunciendo el ceño, pregunto:
 
—¿Qué es escargot?
 
—Caracoles —responde Peter, sin siquiera mirarme. Mi mandíbula cae y tengo una mirada horrorizada en mi cara. Me mira con el rabillo del ojo, y sonríe—. Yo me iría con la carne, o podrías pedir la langosta.
 
—Nunca he comido mariscos. No estoy segura de sí me gustarían, y no quiero pedir algo que no voy a comer.
 
Con un asentimiento, Peter dice:
 
—Bueno, voy a pedir carne y langosta, así que insistiré en que lo pruebes.

—Está bien. —Suspiro—. ¿Qué tal si pides mi comida por mí? Confío en ti.
 
Una sonrisa diabólica pasa por su cara.
 
—¿Está segura de eso?
 
—Sí —afirmo.
 
De repente, siento una mano sobre mi rodilla. Lo miro y estiro la mano por debajo de la mesa. Aprieto su mano lo más fuerte posible. Eso parece solo hacerlo reír.
 
—Oh, eres tan divertida. —Se ríe. Sus dedos hacen cosquillas en mi rodilla y luego retira su mano.
 
—¿No puedes portarte bien? —pregunto, tratando de no sonreír.
 
—Nunca —responde Peter.
 
El camarero aparece junto a nosotros, y comienza a servir nuestras bebidas. Cuando ha terminado, nos mira.
 
—¿Han decidido sus platos de esta noche?
 
—Sí —responde Peter—. Ella va a pedir el filet mignon, casi cocido, por favor.
 
Mirándome, el camarero pregunta:
 
—¿Sopa o ensalada?
 
—Ensalada —respondo—. Con aderezo italiano, por favor.
 
Él asiente y mira a Peter.
 
—¿Y para usted, señor?
 
—Voy a pedir el bistec y la langosta, por favor. Me gustaría que mi carne sea término medio, por favor y aderezo ranchero para mí—responde Peter.
 
—Muy bien —dice el camarero, tomando nuestros menús—. Voy a pedir su orden de inmediato.
 
—Gracias —replica Peter.
 
Cuando el camarero se aleja, digo:
 
—Gracias por haber ordenado por mí.
 
—No hay problema. Vas a disfrutar de esto, lo sé —afirma Peter.
 
Nos sonreímos el uno al otro y luego no quedamos callados. Mis ojos viajan a través del restaurante.
 
—Ni siquiera sabía que todavía habían restaurantes donde la gente bailaba.
 
—¿Te gustaría bailar? —pregunta Peter.

Mis ojos casi se salen de las órbitas en mi cabeza.
 
—¡No! —Jadeo—. Nunca he bailado con un hombre en toda mi vida. ¡Lo último que voy a hacer es bailar frente a gente!
 
—Oh, vamos, no voy a bailar el vals contigo, solo es un baile simple.
 
Niego con la cabeza enérgicamente.
 
—No, estaría demasiado avergonzada.
 
—Muy bien. —Peter ríe suavemente.
 
—¿Sabes bailar el vals? —pregunto.
 
Él sonríe y asiente.
 
—Sí, lo sé.
 
—Eso sería divertido de aprender —digo—. Probablemente tropezaría con mis propios pies.
 
—Creo que podría hacerlo bien. ¿Alguna vez has bailado algo?
 
Tratando de no reír, respondo:
 
—Solo en mi cuarto, conmigo misma.
 
—Bueno, entonces tendré que llevarte a bailar —señala Peter.
 
Pongo la servilleta en mi regazo.
 
—Vico dijo que quiere llevarme al club.
 
—Sí, habíamos hablado de eso. Una vez que estés cómoda con las salidas, vamos a hacer eso.
 
Jugando con la bufanda en mi cuello, le digo:
 
—Cuando esto se cure. Creo que va a ser divertido.
 
—Lo será —afirma Peter. Estira su mano a través de la mesa y toma mi mano—. Me comprometo a mostrarte tantas cosas como pueda. Necesitas que se te muestren las cosas que te has perdido.
 
—¿Es por eso que estamos aquí? —pregunto.
 
Él asiente y luego sonríe.
 
—Sí y no. Sí, quería que experimentaras esto y no, realmente quería bistec y langosta, pero de cualquier manera, eres a la única que quería traer.
 
—Eso es dulce —murmuro, mirando hacia la mesa. Él simplemente frota su pulgar en mi mano. Después de eso, nos limitamos a hablar de cosas normales. Le digo que pienso que acabo de abrir la caja de Pandora con Paula, pero él dice lo orgulloso que está de que estoy empezando a hacerle frente.

La cena es muy tan impresionante. Nunca he tenido comida así de buena antes. Peter me hace probar su langosta.
 
—Oh, Dios mío. —Gimo—. Eso es realmente bueno.
 
—Aquí —responde—. Toma un poco. —Me corta una parte y la coloca en mi plato.
 
—Gracias —susurro. Es tan bueno conmigo. Todavía no entiendo por qué.
 
Terminamos la cena y el camarero trae la cuenta. Peter pone su tarjeta de crédito en la carpeta. El camarero vuelve y se la lleva.
 
—¿Lo disfrutaste? —pregunta Peter.
 
—Oh, sí, muchas gracias. ¿Me atrevo a preguntar por cuánto era la factura?
 
Sacudiendo la cabeza, Peter responde:
 
—Eso no es algo de lo que tienes que preocuparte. Estoy feliz de que hayas tenido un buen momento. Tenemos que llegar a casa, sin embargo. No quiero que estés demasiado cansada para la escuela en la mañana.
 
—Sí, eso es probablemente una buena idea —respondo.
 
Poco después de eso nos vamos. El regreso a casa es tranquilo, pero agradable. Cuando salimos del auto, está aún más frío que cuando nos fuimos. Rápidamente me dirijo a los escalones del apartamento. Odio tener frío. Peter viene paseando detrás de mí.
 
—¿Helada?
 
—Sólo un poco —tartamudeo.
 
—Entonces vamos a llevarte dentro. —Abre la puerta y entramos. Es agradable y cálido. Suspiro feliz.
 
Quitándome la chaqueta, digo:
 
—Voy a ir a alistarme para dormir.
 
—Suena bien —responde Peter.
 
Me dirijo a mi habitación. Quiero desesperadamente ponerme un tibio pijama. Rápidamente lo hago y suspiro.
 
—Mucho mejor. —Un poco más tarde, camino de regreso hacia el pasillo, escucho música, música clásica, para ser exactos. Entro en la sala de estar, para encontrar a Peter parado allí—. ¿Qué estás haciendo? — pregunto.
 
—Tenemos un poco de tiempo antes de que tengas que ir a dormir, así que voy a darte una experiencia.
 
—Umm, está bien —respondo—. ¿Qué es?

Extiende su mano y dice:
 
—Ven aquí. —Con cautela, me acerco a él. Peter me agarra y me tira contra él—. Vas a bailar.
 
—¿En mi pijama? —Me río.
 
—Sí, estás muy atractiva en tu pijama de franela. —Se burla Peter. No puedo dejar de sonrojarme. Realmente tengo que aprender a dejar de hacer eso—. Vamos a mantenerlo sencillo. Sólo tienes que seguirme.
 
Levanto la vista hacia él.
 
—No el vals, ¿verdad?
 
—No, no esta noche. Vamos a mantener la sencillez. —Peter comienza a moverse y voy con él. Tímidamente, aparto la vista. Estamos el uno contra el otro, y a pesar de que estamos tocándonos uno al otro todo el tiempo, por alguna razón esto se siente diferente.
 
Bailamos alrededor durante bastante tiempo. Peter me toca muy suavemente.
 
Vamos a la deriva aún más cerca el uno al otro. No lo hago a propósito, pero muy pronto, estamos pegados. Peter toma mis brazos y los pone alrededor de su cuello.
 
Esto se siente mucho más íntimo de lo que pensaba que iba a ser. Presiona su cara en mi pelo y me besa suavemente.
 
Mi corazón está latiendo fuerte y rápido. Cierro los ojos y pongo mi cara contra él. Aspiro su olor. Esto envía escalofríos por mi espina dorsal. De repente, es un poco abrumador. Me aparto de él.
 
—¿Qué pasa? —susurra.
 
—Nada —murmuro—. Probablemente debería ir a la cama.
 
Peter se detiene y me mira.
 
—Mmm, ¿estás bien?
 
—Sí —respondo, alejándome completamente de él—. Es sólo que no quiero estar cansada por la mañana.
 
Sus ojos me miran tiernamente. Poniendo su mano en el lado de mi cara, Peter se inclina y me besa suavemente.
 
—Gracias por ser una gran cita esta noche.
 
Con mi aliento atrapado en mi garganta, digo en voz baja.
 
—Gracias por todo.
 
—Dulces sueños Mariana —responde Peter, quitando su mano.
 
—Buenas noches —respondo. Girando camino de vuelta a mi habitación. Cuando cierro la puerta, inclino mi espalda contra esta.

Extrañamente, me siento un poco diferente. Hago una pausa y simplemente miro por delante de mí. Este sentimiento en mi pecho, no sé lo que es. Finalmente, sacudo la cabeza y voy a la cama.

MARATON
+10

21 comentarios :

  1. +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

    ResponderEliminar
  2. se enamoroooooooooooooooooooooo

    ResponderEliminar
  3. Me encanta ya quiero que llegue el momento de que estén juntos totalmente enamorados
    Subí más noveee me encanta

    ATTE: Valeria : )

    ResponderEliminar
  4. mas porfa ........... q ya se de cuenta de lo q siente por peter y hay q decirlo peter es hermoso

    ResponderEliminar