miércoles, 4 de diciembre de 2013

Capitulo 20

Yo le escribo: Buenas noches, semental.
 
Mi té se ha enfriado y sólo bebo el resto. Apagando mi luz, me voy a dormir. Por supuesto, me quedo dormida con una sonrisa en mi cara.

Capitulo 20

Me preparo para la escuela a la mañana siguiente. Me pongo unos pantalones vaqueros que en realidad me quedan bien y una camiseta de moda. Mi mamá está en la cocina cuando bajo a desayunar. Ella me mira y dice:
 
—Lindo atuendo.
 
—Gracias —respondo alegremente. No mucho me podría abatir en estos momentos—. ¿Cómo estuvo tu fin de semana mamá?
 
—Estuvo bien —murmura mi mamá. Evidentemente todavía estaba sintiendo los efectos del fin de semana.
 
Agarrando una manzana, digo:
 
—Bueno, voy retrasada para la escuela. Nos vemos más tarde.
 
Mi mamá sólo agita su mano. Poniendo los ojos en blanco, agarro mi mochila y me voy. Conecto mis auriculares en mi teléfono para escuchar música. El clima es agradable, pero sé que va a empezar a enfriarse pronto. Lo bueno es que escogí un poco de ropa de otoño. Tendré que lidiar con el invierno cuando llegue. Probablemente también tendré que conseguir una nueva chaqueta de invierno. La mía todavía está en buena condición, salvo que no es muy atractiva, pero voy a donarla a la unidad de abrigo en noviembre. Sé que eso me hace parecer un poco superficial. No me gusta mi chaqueta, así que voy a dársela a otra persona, pero alguien más la apreciará más que yo. Ojalá pudiera comprar un montón de chaquetas y donarlas. Eso estaría bien.
 
Los pasillos no son tan ruidosos los lunes como lo son los demás días. Nadie quiere estar aquí después del fin de semana. Por primera vez, soy una de esas personas. Agarro mi libro de sociología y cierro la puerta de mi casillero. Girando me encuentro con Pablo.
 
—Oh, hola —exclamo en voz baja.
 
—¿Tuviste un buen fin de semana? —pregunta.
 
—Sí —respondo—. Lamento no haber podido llamarte. Aunque sí pude conseguir un teléfono celular y estás en él.
 
Pablo sonríe.
 
—Eso es bueno.
 
De repente, siento un brazo pasar alrededor de mis hombros. Echo un vistazo para ver a Agus parado allí.

—Amigo, su chico Peter tiene un GTO de 1967. ¡Esa cosa es increíble! La Srta. Mariana aquí me va a recoger para ir a la escuela si él la deja usarlo.
 
—Eso es genial —dice Pablo.
 
Miro a Agus.
 
—Creo que probablemente él debería reemplazar sus neumáticos después de la acrobacia del sábado.
 
—¡Esa fue la salida chirriando llantas más épica de todos los tiempos!—grita Agus—. Pablo, deberías haberlo visto. ¡Fue increíble! 
 
Otro chico viene caminando. Su nombre es Rick, creo. Recuerdo haberlo visto en la cafetería.
 
—¿Están hablando de ese gran auto?
 
Agus dice:
 
—Sí. Dile a Pablo lo ridículamente genial que fue.
 
—Fue hermoso, eso de seguro —responde Rick.
 
—Estoy un poco celoso de que no llegué a verlo —dice Pablo con un poco de aprensión.
 
Encogiéndome de hombros, digo:
 
—Oh, él andará por ahí. Lo verás.
 
—Entonces, ¿me puedes dar tu número? —pregunta Pablo, sacando su teléfono.
 
—Claro —respondo, totalmente nerviosa.
 
Agus saca su teléfono.
 
—Yo también lo voy a poner en mi teléfono.
 
—Eh bien —susurro en estado de shock—. ¿Por qué?
 
Pone una sonrisa torcida:
 
—Así cuando me llames para recogerme para la escuela, sabré quién llama. Además, la próxima vez que tengamos una fiesta, puedo invitarte a venir. ¿Te divertiste en la fiesta a la que fuiste?
 
Atónita, digo:
 
—¿Eh? —Entonces recuerdo a Peter diciendo eso—. Oh, sí, un montón, me sentí un poco fuera de lugar siendo la más joven allí, pero ellos fueron geniales. El domingo fuimos todos a dar un paseo, fue agradable. Aunque me monté en el “cohete entre las piernas” de Nico, y esas cosas no son tan cómodas como crees que serían.
 
—¿Nico? ¿Es uno de los amigos de Peter? —pregunta Pablo.
 
—Sí —respondo—. Sin embargo hace trampa en los videojuegos. No me daría una ventaja.
 
Rick resopla.
 
—No hay ventajas en los videojuegos.
 
—Eso me dijeron. —Me río—. Sin embargo debería haberlas.
 
Pablo nos interrumpe.
 
—Entonces, ¿cuál es tu número, antes de que suene la campana?
 
—Oh, 5559921 —respondo.
 
—Deberías poner mi número en tu teléfono —dice Agus.
 
Saco mi teléfono y se lo doy.
 
—Puedes ponerlo ahí. No tengo ni idea de cómo hacerlo.
 
—Aquí —dice Rick, tomándolo—. Mi amigo tiene este teléfono. Bueno, vas a tus contactos aquí. Luego pulsas este símbolo, ¿ves la cruz? — Asiento. Él continúa—. Después escribes el nombre y el número aquí. Luego pulsas “Guardar”. Si quieres que tenga un tono de llamada especial, entonces te desplazas hasta aquí. ¿Entiendes?
 
—Sí —respondo—. Gracias. —De repente, suena el timbre—. Oh, tengo que llegar a sociología.
 
—Caminaré contigo hasta allá —dice Agus—. Yo voy a física.
 
Eso me hace sonreír.
 
—Está bien. —Nunca antes he tenido alguien acompañándome a clase. Volteo hacia Pablo—. Nos vemos luego ¿de acuerdo?
 
—Definitivamente —responde con una sonrisa. Creo que mi corazón realmente se me puede salir del pecho. Esto es irreal. Temo que voy a despertar y darme cuenta de que he estado en coma todo este tiempo, y esto es sólo un sueño.
 
Agus y yo caminamos a clase. Me habla de la fiesta y quien estaba allí. Conozco a algunas de las personas, pero las demás personas, no tengo ni idea. Al llegar a mi clase, me volteo y digo:
 
—Gracias por acompañarme a la clase.

—Sí, no hay problema —responde Agus—. Hasta luego.
 
Me despido y entro a clase. Durante el resto de mis clases de la mañana, no puedo prestar atención. Mi mente está en todas partes y en todo lo que ha sucedido este fin de semana.
 
Al mediodía, agarro mi almuerzo y camino al exterior. Todavía es bastante agradable sentarse aquí afuera. En realidad no entro a la cafetería. Paula usualmente hace mi vida un infierno. Me siento bajo un árbol y empiezo a separar mi almuerzo.
 
—¿Por qué estás aquí sola? —Miro hacia arriba para ver a Pablo.
 
—Comiendo. ¿Qué estás haciendo afuera? —contestó—. Siempre comes en la cafetería.
 
—Tenía que ir a mi auto a conseguir algo. Sabes que puedes venir a comer con nosotros, si quieres.
 
Mi boca se abre y luego se cierra. Entonces tartamudeo:
 
—Oh, no quiero imponerme. Realmente no paso el rato con tu grupo.
 
—En serio tienes que dejar de ser tan tímida —dice Pablo, con una sonrisa—. Sólo ven a comer con nosotros.
 
No me toma mucho tiempo decir:
 
—Está bien. —Echo todas mis cosas en mi bolsa. Pablo me tiende la mano y se la tomo.
 
Él me hala hacia arriba y sonríe.
 
—Sabes, me gusta tu atuendo.
 
—Oh, sí, fui de compras este fin de semana —contesto, mirando hacia abajo.
 
—Bueno, es lindo, buena elección.
 
Tímidamente, susurro:
 
—Gracias.
 
Entramos en la escuela y mi estómago hace volteretas. Estoy extremadamente nerviosa por esto. Pablo abre la puerta de la cafetería. Entro y me siento aliviada de que nadie deja lo que está haciendo para mirarme. Pablo hace señas hacia una de las mesas centrales. Lo miro con ojos apagados. Él se ríe y pone su mano en mi espalda. Cuidadosamente me empuja, dirigiéndonos la mesa.
 
—Hola chicos —dice—, Mariana va a comer con nosotros.
 
Las otras seis personas en la mesa me dan miradas medio extrañas. Me giro para salir disparada como una flecha, porque esta es mi peornpesadilla. Pablo me agarra antes de que pueda llegar a alguna parte. De pronto, Agus llega caminando.
 
—Hola Mariana, ¿vas a comer con nosotros?
 
—Sí, lo hará —dice Pablo. Saca una silla y me mira.
 
Me siento en ella. Agus toma asiento a mi lado y Pablo a mi otro lado. Bueno, eso me hace sentir un poco mejor. Nerviosa, separo mi almuerzo.
 
—Así que, ¿tú eres Mariana? —pregunta una de las chicas.
 
—Sí, lo siento si estoy molestando.
 
La chica se ríe.
 
—Molestando, ¿por qué estarías molestando? No mordemos. Bueno, tal vez los chicos lo hacen, pero nosotras las chicas nos comportamos. Soy Euge. Ellas son Rose y Ashley. Estos tres zopencos son Leo, Jeff y Walt. Creo que tengo una clase contigo. ¿Física Avanzada?
 
—Oh, sí, creo que tienes razón —respondo—. Yo como que me distraigo en esa clase.
 
—Sí, también se me hace difícil prestar atención en esa clase. Algo sobre ella es muy increíblemente aburrido —contesta ella.
 
Leo resopla.
 
—Tú no puedes prestar atención en ninguna clase.
 
—Oye —dice Euge bruscamente—. Tengo mejores calificaciones que tú, ¡así que yo mantendría la boca cerrada! —Le saca la lengua a él.
 
—Ellos son realmente maduros —susurra Pablo. Eso me hace reír.
 
El resto del almuerzo es bastante agradable. Me sorprende lo mucho que me involucran en las conversaciones. De repente, oigo mi teléfono sonar. Rápidamente lo saco de mi bolsillo. Es un texto de Peter: ¿Cómo te va cariño?
 
No puedo evitar sonreír. Pablo me mira:
 
—¿Peter?
 
Asintiendo, digo:
 
—Sí, él también debe estar en la hora del almuerzo.
 
—Ese tipo es tan condenadamente genial —dice Agus, con una sonrisa—. Quiero ser su mejor amigo.
 
—Sólo te gusta su auto —replico.
 
Chasqueando los dedos, Rose dice:
 
—¡Tú eres la chica!
 
Sacudo la cabeza con desconcierto.

—¿Soy la chica?
 
—Sí, tu novio es PRECIOSO.
 
—¿Peter? ¿Lo conoces? —pregunto, confundida.
 
Ella saca su teléfono.
 
—No, pero tengo una foto. —Rose lo tiende por encima de la mesa. Tomo el teléfono y miro la foto. Mi mandíbula cae—. Ese es tu novio, ¿no? ¿Eras la chica de la cafetería?
 
—¿Alguien tomó una foto de Peter? —jadeo.
 
—Sí, míralo. Alguien tiene que presumirlo —Rose suelta una risita.
 
Mi mano sube para taparme la boca.
 
—Oh, Dios mío. Él va a enloquecer.
 
—¿Se va a enojar? —pregunta Pablo, sonando preocupado.
 
Eso me hace reír.
 
—No, esto bombeará su ego hasta el próximo año. Peter sabe muy bien lo apuesto que es.
 
—Bueno, es verdad —suspira Rose.
 
—Hazme un favor —le digo a ella—, reenvíamela. Quiero enviársela.
 
—Bueno, ¿cuál es tu número? —pregunta ella.
 
Me inclino hacia delante:
 
—5559921.
 
Unos segundos más tarde, ella exclama:
 
—¡Enviada!
 
Recogiendo mi teléfono, espero que llegue. Cuando la tengo me inclino hacia Agus.
 
—Está bien, muéstrame cómo reenviarle esto a Peter.
 
—Eso es fácil —dice riendo—. Sólo tienes que ir a aquí y pulsar “reenviar”. Luego buscar el nombre de Peter. Puedes poner un comentario con ella.
 
—Dile que es el nuevo fondo de pantalla de la escuela.
 
Ashley interviene:
 
—Él puede ser mi fondo de pantalla.
 
—Él es bonito, lo sé, pero también es un gran sujeto —digo—. ¿Se envió?
 
Agus asiente con la cabeza.
 
—Sí, él debería recibirla en un momento.

Recostándome, me termino de comer mi almuerzo. De repente, suena mi teléfono. Lo recojo y contesto:
 
—Sííí.
 
—¿De dónde rayos salió esa imagen? —Peter se ríe histéricamente.
 
—Alguien la tomó en la cafetería. Ellas piensan que eres sexy. Tan sexy, que necesitaban tomarte una foto. No entiendo la fascinación.
 
Hay un grito de “¡Oye!” en el otro extremo. Eso me hace soltar una risita.
 
—Soy muy guapo —alardea Peter.
 
—Sí, sí, sí, ¿no lo sabemos todos?
 
—Ves, SÍ me encuentras atractivo. Eso es bueno, yo también te encuentro bonita. Así que estamos a mano —responde. Mi corazón cae un poco y realmente me quedo sentada allí en silencio por un segundo. ¿Él me encuentra bonita?
 
Un poco sorprendida, sólo digo:
 
—Gracias.
 
—Oh, oh, oh, ¡tengo una gran idea! Espera. Voy a colgar el teléfono y te enviaré una foto, pero tienes que prometer ponerla como tu fondo de pantalla.
 
Encogiéndome de hombros, digo vacilante:
 
—Está bien. Sin embargo no sé si confío en ti.
 
—Sólo confía en mí, ¡esto va a ser genial! —exclama—. ¡Adiós cariño! —Con eso, cuelga el teléfono.
 
Niego con la cabeza.
 
—¿Qué dijo? —pregunta Rose.
 
—Me va a enviar una foto que prometí poner como fondo de pantalla. Espero que no sea nada tonto. Él me haría eso, y pensaría que es divertido —suspiro. Todo el mundo medio se sienta aquí, esperando. De repente, suena mi teléfono y abro el mensaje, y luego chillo.
 
Agus se inclina.
 
—¿Qué es? ¡Santa vaca! Peter está bien definido.
 
—¡Yo quiero ver! —chilla Rose con entusiasmo.
 
Arrebatándome el teléfono, Agus lo tiende sobre la mesa. Yo sólo me quedo allí, con la imagen todavía grabada en mi cerebro. Ese es Peter, sin camisa, en sus pantalones de trabajo apoyado en su motocicleta. Es una de esas fotografías de chico malo y pervertido. Es sexy, quiero decir, tan sexy que me hace babear. No debería estar teniendo estos sentimientos o pensamientos, pero ¡cómo se supone que no los tenga después de esa foto!
 
Rose jadea:
 
—¡Mariana! ¡Quiero esta foto!
 
Mi boca se abre, se cierra y luego tartamudeo:
 
—Yo... yo no sé si él quiere que alguien la tenga.
 
—No me importa —murmura Rose mientras tontea con mi teléfono—.Bien, enviada.
 
—¡Envíamela a mí también! —grita Ashley.
 
Mi mente todavía no está procesando bien. Veo cuando el teléfono pasa a Pablo. Él lo mira y sus ojos se ensanchan.
 
—Creo que él avergüenza a la mayoría de los chicos. Me siento como si tuviera que ir al gimnasio. Eso no es definido, eso es cincelado. —Pablo me mira—. ¿Qué hace? ¿Se ejercita mientras duerme?
 
Niego con la cabeza.
 
—No, él corre, eso lo sé bien. También practica artes marciales. Aparte de eso, personalmente no lo he visto ejercitarse, pero no estamos juntos todo el día, todos los días. Así que, quién sabe lo que hace cuando estamos separados.
 
—¿No tienes miedo de que una chica mayor te lo quite? —pregunta Euge.
 
—Oh —digo rápidamente—. No es así. —¿Qué digo?—. Somos realmente cercanos. Si quisiera salir con alguien más, él simplemente me lo diría. Estamos en una situación extraña.
 
Pablo deja su refresco en la mesa.
 
—Deberías tener cuidado de que él no... se aproveche de ti.
 
Resoplo y me rio al mismo tiempo.
 
—¿Peter? Él nunca se aprovecharía de mí. En realidad, él quiere que yo me aproveche de él. Mejor aún, creo que quiere que todas las chicas se aprovechen de él.
 
—Entonces, tú y él no... —sonsaca Euge.
 
—Querido Señor, ten piedad, ¡NO! —digo bruscamente, sonrojándome con fuerza.
 
Ella agita sus manos.
 
—No, sólo tenía curiosidad porque, bueno, él es mayor y todo.
 
—Peter y yo nos besamos, eso es todo —declaro con calma.

Con un suspiro, Ashley pregunta:
 
—¿Es bueno besando?
 
Tratando muy duro de no sonreír, respondo:
 
—Sí, puedo decir que lo es. —Mis ojos vagan de ella a Pablo. Lo sorprendo mirándome, y él rápidamente aparta la mirada—. De todos modos —comienzo—, él es engreído. Me encanta eso de él, porque lo hace con humor. Nunca podría verlo realmente creerse mejor que alguien más. En realidad tiene un lado muy dulce. Negaré haber dicho eso de él, también.
 
—¿Estamos hablando de tu Peter? —escucho detrás de mí. Dejo colgar mi cabeza con derrota. Ella ha vuelto—. Escuché hablar de él y del auto.

12 comentarios :

  1. ayyyy que mal que vuelva paula pero ahora ellas tienen que defenderla y para mi peter tambien piensa de esa forma de el babearse como ella con los pensamientos de ahora y tendrían que experimentar un poco mas massssssssssssssssssssssssssssssssssss

    ResponderEliminar
  2. Me encantaaa la novee! !! Otro caap!

    ResponderEliminar
  3. maaaaaas !!!! me encanta :)

    ResponderEliminar
  4. Volvió la perra! me encanta más!

    ResponderEliminar
  5. Lei la sinopsis y despues ya no lei más, así que este es el primer capitulo que leo despues de la sinopsis y LO AME!! YA MISMO ME LEO TODA LA NOVELA....De seguro la voy a amar tanto como todas las que subes :)

    ResponderEliminar
  6. Ay Paula otra vez lo bueno es que a lali ya le hablan muchos ya no esta soló
    Subí más noveeee porfa me encanta quiero laliter : D

    ATTE: Valeria : )

    ResponderEliminar