jueves, 5 de diciembre de 2013

Capitulo 24

De repente, siento que levanta mi cabeza. Abro los ojos, justo a tiempo para verlo venir hacia adelante. Peter suavemente me besa en los labios. Es breve, pero me hace sentir mucho mejor.

—Sí —susurro finalmente.

—Entonces, vamos a casa.

Capitulo 24

El viaje de regreso al apartamento de Peter, bueno supongo que nuestro apartamento, es tranquilo. Tomé el asiento de atrás porque tengo mucho que pensar. Me quedo mirando por la ventana hacia el mundo que pasa. ¿Realmente estoy haciendo esto? ¿Puedo vivir con él? Volteando veo a Peter. Se está frotando la sien. ¿No se hartará de mí? ¿Qué haré si de repente ya no me quiere más ahí?
 
Peter me mira por el espejo retrovisor. Rápidamente aparto la mirada. Estoy muy asustada. Tengo miedo de ver a mi mamá. Tengo miedo de volver a la escuela. Tengo miedo del mundo. Lo único que me hace sentir segura es Peter. ¿Eso es saludable? ¿Estoy demasiado apegada a él? ¿Qué haré cuando él consiga una novia? Ya no lo tendré alrededor y estaré sola de nuevo. Una lágrima cae por mi rostro y rápidamente la enjuago. Este vacío en mi pecho es abrumador. Sólo quiero desaparecer de este mundo.
 
—Lali, voy a llamar a Nico —dice Peter desde el asiento delantero.
 
Me incorporo al instante.
 
—¡No le puedes decir! ¡No, por favor! ¡No quiero que nadie lo sepa!
 
—No voy a decirle cariño. Tenemos que sacar tus cosas de la casa de tu mamá tan pronto como sea posible. Su hermano tiene una camioneta. También puede conseguir cajas del trabajo —explica Peter suavemente.
 
—No sé lo que mi mamá me dejará llevarme. Puede enojarse demasiado —susurro, volviendo a mirar por la ventana.
 
Candela se voltea.
 
—¿Cuándo trabaja normalmente?
 
—De 9 a 4 —respondo.
 
Sacando su teléfono celular, Peter dice.
 
—Entonces lo haremos a las once. Eso nos dará tiempo suficiente, y ella puede besar mi… trasero. Te llevarás lo que quieras. ¿Qué va a hacer ella, llamar a la policía? Son tus cosas.
 
—Probablemente lo hará —refunfuño—. Sólo quiero mi arte, ropa, reproductor de mp3 y zapatos. Puede quedarse con la computadora y todo. ¿Tengo que llevarme los muebles?
 
—No —contesta Peter—. Te conseguiremos lo que necesites Hay un armario en el dormitorio.
 
Más de él comprándome cosas, ¿cuánto tiempo durará?

—Peter —suspiro—. No tienes que hacer esto. Tarde o temprano te vas a hartar de mí. Entonces, tendré que regresar.
 
Puesto que estamos en un semáforo, Peter se da la vuelta y me mira.
 
—¡¿Podrías parar por favor?! No voy a echarte un día. Si te pones fastidiosa me limitaré a encerrarte en tu habitación.
 
Eso me hace sonreír con suficiencia.
 
—Gracias.
 
—No hay problema —replica—. Ahora, voy a llamar a Nico. —Se desplaza por su lista y luego presiona lo que tiene que ser el nombre de Nico. Hay silencio durante unos segundos—. Oye, soy yo. Necesito tu ayuda, pero no puedes hacer preguntas. —Hay una pausa y luego Peter dice con severidad—. Nico, estoy hablando muy en serio. Esto no es una broma. Necesito que mañana consigas la camioneta de tu hermano y algunas cajas del trabajo. Tenemos que sacar a Mariana de su casa lo antes posible. Voy a tener a Candela pidiéndole ayuda a Vico, también.
 
—Le mandaré un mensaje de texto en este momento —susurra Candela.
 
Peter asiente.
 
—¿Qué? Bueno, está viva, pero eso es todo lo que necesitas saber. Por favor, no hagas ninguna pregunta. Sólo tenemos que llevar sus cosas a mi apartamento, y cuando la veas, simplemente déjala ser, ¿está bien? — Hay silencio mientras Nico habla—. Está bien, encuéntranos en su casa a las once. ¿Recuerdas dónde es? Bien. Nos vemos luego, adiós.
 
El vidrio está frío cuando pongo mi cabeza en la ventana. Estoy tan cansada, tan absolutamente exhausta. Siento lágrimas corriendo por mi rostro, y ni siquiera me di cuenta de que estaba llorando. ¿Las lágrimas alguna vez se detendrán? ¿El dolor alguna vez cesará? Mi mente empieza a quedarse en blanco, mientras el vacío se hace cargo.
 
Un poco más tarde, siento brazos envolverse a mi alrededor y levantarme. Mis ojos revolotean al abrirse y veo a Peter. Me está cargando fuera del auto.
 
—¿Me quedé dormida otra vez? Ya no tengo permitido sentarme en tu asiento trasero.
 
—Mariana, simplemente descansa. Has pasado por mucho. Sólo cierra los ojos y duerme. Te tengo —susurra suavemente Peter. Simplemente asiento y vuelvo a dormirme. En realidad lo siento acostándome en su cama. ¿Por qué estoy tan cansada? Ni siquiera puedo abrir los ojos. Peter cuidadosamente me quita los zapatos y desliza mis piernas debajo de la manta. No pasa mucho tiempo antes de que esté, de nuevo, profundamente dormida.
 
Cuando por fin me despierto, veo que el sol casi se ha puesto. Salgo de la cama y me estremezco. Hace frío. Agarro la manta tirada en la silla y la envuelvo alrededor de mí. Al salir al pasillo, veo que la única luz encendida es la que está sobre la mesa. Peter está sentado ahí con una cerveza, dándole vueltas.
 
—Oye —digo con cautela.
 
Se voltea y me mira.
 
—¿Cómo te sientes?
 
—Un poco mejor ahora que descansé —respondo. Arrastrando parte de la manta detrás de mí, me acerco a la mesa. Peter se levanta y saca una silla para mí—. Qué caballeroso.
 
—Oye, tengo excelentes modales —murmura en voz baja.
 
Me siento y acerco más la manta a mí alrededor.
 
—Veo que estás bebiendo.
 
—¿Quieres una? —pregunta Peter.
 
Dándole una mirada, digo bruscamente.
 
—¿En serio? Uno, soy menor de edad. Dos, ¿por qué iba yo a querer beber?
 
—Buen punto —murmura, volviendo a sentarse. Mira fijamente a la mesa y empieza a toquetear un punto.
 
—¿Qué pasa? —susurro.
 
Los ojos de Peter me miran y tienen mucha tristeza.
 
—Me siento muy culpable.
 
—¿Por qué? —pregunto.
 
—Eso —comienza. Respirando profundamente, Peter susurra—. Debería haber estado allí para protegerte.
 
Un resoplido sale de mí.
 
—¿Se suponía que tenías que estar en mi habitación en ese punto exacto en el tiempo?
 
—No, sabía que encontrabas a ese sujeto repugnante. Si me hubiera asegurado de que estabas bien y me hubieras dicho que él estaba allí, habría hecho algo. No me gustó desde la primera noche que estuvo ahí.
 
—Peter. —Me acerco y tomo su mano—. No puedes protegerme de todo. No soy tu responsabilidad.

Me mira pensativo.
 
—Pero siento como si lo fueras. Tengo esta necesidad de protegerte del mundo. La he sentido desde la primera vez que nos conocimos.
 
—El mejor momento de mi vida hasta ahora —suelto una risita—. Eso fue épico. La expresión en el rostro de Paula no tenía precio. Me salvaste aquel día, y muchos días desde entonces, pero no puedes protegerme del mundo Peter, por mucho que quieras hacerlo.
 
Peter deja caer la cabeza.
 
—Esto no debería haber pasado. Podría haber hecho algo. Debería haberte sacado antes de ahí. Lo pensé, pero no parecía pertinente en ese momento.
 
Con las cejas levantadas, pregunto.
 
—¿Pensaste en sacarme de mi casa antes?
 
—Sí —responde—. No eras feliz y tu mamá no era un muy buen modelo a seguir. Sólo sentía como que necesitabas que te dieran más en la vida.
 
Eso me silencia rápidamente. ¿¡Estaba pensando qué!? ¿Quién es él? ¿Por qué iba a querer hacer eso por mí? No puedo hacer otra cosa que sentarme ahí y mirarlo fijamente. Su cabello ha crecido un poco y está
cayéndole en los ojos. Por alguna razón, todo lo que puedo pensar es en lo bien que se ve en estos momentos. Sus ojos verdes esmeralda levantan la mirada hacia mí, a través de sus perfectas pestañas. Mi pecho se aprieta un poco y es como si el mundo se ralentizara. Es como que sólo nos miramos el uno al otro durante un tiempo. Ninguno de los dos se mueve, o dice algo.
 
Finalmente, soy la que mira hacia otro lado. Peter suspira y pregunta.
 
—¿Tienes hambre?
 
—No —digo—. La verdad es que tengo frío.
 
—Encenderé la calefacción —responde Peter, poniéndose de pie.
 
Lo sigo.
 
—En realidad, ¿puedo tomar un baño? Por lo general eso ayuda cuando tengo frío. Además, será bueno tener un momento para mí.
 
—Definitivamente, haré LO QUE SEA que quieras. Si necesitas CUALQUIER COSA, sólo dime, ¿de acuerdo?
 
Asintiendo, murmuro.
 
—Sí.

—Candela trajo algunas cosas más para ti. Están en la bolsa por allá. Hay unos verdaderos pijamas. Y algo de ropa para mañana.
 
Mi pecho se aprieta y una lágrima corre por mi mejilla.
 
—Ustedes son demasiado buenos conmigo. No he hecho nada para merecerlo.
 
—Mariana —dice Peter, agarrándome por los brazos—. Eres nuestra amiga. Eso es lo que hacen los amigos. Relájate y permítenos ayudarte.
 
Nerviosamente, asiento y susurro.
 
—Está bien.
 
—Ven, vamos a preparar tu baño. —Agarra mi mano y me hala por el pasillo. Cuando entramos en el baño, Peter sonríe—. Limpié el baño mientras dormías. Así que, tienes una bañera limpia.
 
—Aww, eso es tan dulce —digo.
 
Se inclina y pone el tapón.
 
—¿Qué tan caliente te gusta?
 
—Casi hirviendo —respondo.
 
—Bien, puedo hacer eso —Peter se echa a reír. Abre el agua y luego se pone de pie—. ¡Oh! —exclama—. ¡Tengo una idea! —Lo observo salir a toda velocidad del baño. Espero con las cejas levantadas. Peter regresa llevando dos velas—. Éstas son para cuando se va la luz.
 
Riéndome disimuladamente, digo.
 
—O para cuando invitas a una chica para una cena romántica.
 
—Lo romántico no es lo mío —replica Peter.
 
—Sí, claro —me río—. Veo lo amable que eres. Eres tan bueno conmigo y haces tantas cosas dulces. No puedes convencerme de que no eres un hombre romántico.
 
Peter enciende un fósforo y lo lleva hasta una de las mechas.
 
—Lo… romántico… no… es… lo… mío —articula.
 
—Bueno, serías bueno en eso —suspiro—. Sólo espera. Va a llegar una chica, que te convierta en un montón de sentimentalismo romántico.
 
—Me gustaría ver a esa chica —resopla Peter.
 
Agarro su mano.
 
—¿Por qué eres tan cerrado cuando se trata de chicas?
 
Hay un silencio de muerte, mientras Peter se queda mirando mi mano.

—Mariana, hay algunas cosas de las que simplemente no hablo. Me preocupo por ti y siento que puedo confiar en ti, pero hay algunas cosas que no creo que pueda compartir contigo.
 
Retirando mi mano rápidamente, murmuro.
 
—Lo siento.
 
—No lo sientas —se queja—. Uf, me frustro de mí mismo a veces. — Peter voltea y pone la mano en mi rostro—. Confío en ti Mariana, probablemente más que en cualquier otra persona, pero soy una persona muy, muy reservada. Tengo algunas cosas… que simplemente… duelen. Algunas cosas que nunca he compartido con nadie, y que puede que nunca comparta con nadie.
 
Poniendo mi mano sobre la suya, susurro.
 
—Lo harás Peter. Un día conocerás a la persona que te dará paz interior. Serás capaz de compartir esa parte de ti mismo con ella. Te lo prometo.
 
Da un paso hacia adelante y coloca su frente en la mía.
 
—Eres una persona increíble. Estoy agradecido de que estés en mi vida.
 
Cada centímetro de mí quiere besarlo. Esa súbita comprensión me hace saltar hacia atrás.
 
—Oh Dios mío.
 
—¿¡Qué!? —exclama Peter.
 
—Nada —digo, agitando la mano—. Nada. Un pensamiento al azar me hizo saltar.
 
Con una sonrisa maliciosa, Peter pregunta.
 
—¿Cuál era el pensamiento al azar?
 
—No tengo que contártelo todo —espeto juguetonamente. Comienzo a empujarlo hacia la puerta.
 
Peter se apoya en el marco de la puerta.
 
—Quiero saber cuál era el pensamiento.
 
—¡No! —digo, empujándolo tan fuerte como puedo. Por supuesto, no se mueve—. Tengo que conseguir más fuerza —finalmente jadeo, dándome por vencida.
 
Se da la vuelta y dice.
 
—Dime cuál era el pensamiento y saldré del cuarto.
 
Rápidamente lo empujo y se tambalea hacia atrás.

—¡Ja! —exclamo y cierro la puerta de golpe. Por primera vez desde que sucedió todo, me río. Cuando la bañera finalmente está llena, cierro el agua. Me quito la ropa y me miro en el espejo. Haciendo una mueca, veo que el moretón en el cuello ha empeorado. Lo toco y mi cuerpo se estremece.
 
Sacudiendo la cabeza, me meto en la bañera. Se siente bien. Me agacho, de modo que mi cabeza apenas está por encima del agua. Respirando profundamente trato de relajarme, pero no parece funcionar. Todo es simplemente demasiado. ¡Estoy tan cansada de llorar! ¿Es que nunca se detendrá? Ugh, me enjuago las lágrimas.
 
Entonces, por ninguna razón, o por demasiadas razones, empiezo a sollozar. Me incorporo y entierro el rostro entre las manos. Todo viene de golpe. El miedo, el dolor, la tristeza, todo es demasiado abrumador. Sólo lloro y lloro y lloro.
 
Hay un golpe en la puerta.
 
—Mariana, nena, ¿estás bien?
 
—No —gimo—. Lo lamento.
 
—¿Qué es lo que lamentas?
 
Me encojo de hombros incluso aunque no puede verme.
 
—No lo sé. Sólo soy un desastre caliente. No puedo dejar de llorar.
 
—Cierra la cortina —dice Peter—. Vuelvo enseguida.
 
Mirando con furia hacia la puerta, grito.
 
—¡No te atrevas a entrar aquí!
 
Unos segundos más tarde, escucho.
 
—O cierras la cortina o lidias conmigo viéndote desnuda.
 
Con un chasquido, cierro la cortina.
 
—Siento que estoy en una tumba ahora —digo.
 
—Sólo espera —dice Peter. Lo oigo cerrar la puerta y una vez más la única luz es la de las velas—. Está bien, respira hondo y cierra los ojos.
 
—¿Qué vas a hacer? —digo bruscamente—. ¡No te atrevas a abrir esta cortina!
 
Lo escucho sentarse en el suelo junto a la bañera.
 
—Sólo cierra los ojos y confía en mí.
 
—Está bien —susurro recelosamente. Echándome hacia atrás, cierro los ojos y espero. Mi boca se retuerce en una sonrisa cuando lo oigo empezar a tocar. Esta canción es muy sosegada y serena. Es muy hermosa, y no pasa mucho tiempo para que mi mente sea consumida por la música.

Cuando la canción termina, sonrío. Abro la cortina, lo suficiente para sacar la cabeza—. Eso fue hermoso.
 
—Pensé que te gustaría —responde Peter con una sonrisa suave. Está sentado contra la pared frente a la bañera—. No es por ser groseramente inadecuado, pero te ves linda. Tu cabello está todo rizado y húmedo.
 
Riendo, digo.
 
—Bueno, tu divina apariencia está sentada en un halo de luz de las velas. Es como la vaporosa portada de una novela romántica.
 
Eso hace que Peter estalle en una risa histérica.
 
—Cariño, mi vida ahora está completa.
 
—Gracias por tocar para mí. Me encanta escuchar tu música. Es tranquila y hermosa —digo, mientras descanso mi barbilla en la bañera—. Algún día harás feliz a alguna chica, porque si haces estas cosas por mí, harás cosas increíbles por una mujer que ames. Dices que lo romántico no es lo tuyo, pero eres bueno en eso.
 
Hay un pequeño parpadeo en los ojos de Peter. Me mira pensativo.
 
—Sólo hay una persona con la que he sido así antes.
 
—Aww, ¿era dulce?
 
Peter sólo se queda mirándome. Puedo ver a través de sus ojos que está luchando contra algo en su cabeza.
 
—Sí, era muy dulce.
 
—¿Cuál era su nombre? —pregunto.
 
Respirando profundamente, Peter dice.
 
—No iré más lejos en esa conversación.
 
—Oh, lo siento —murmuro—. No pretendo entrometerme.
 
—Mariana, nena, deja de decir que lo sientes por todo. Está bien que hagas preguntas. Eso no me molesta.
 
Incorporándome un poco más, digo.
 
—Pero te molestaba cuando Debbie hacía preguntas.
 
—Soy más cercano a ti de lo que era con Debbie. Tú eres… bueno… mi mejor amiga. Siento que puedo ser honesto y auténtico delante de ti, y que no me juzgarás.
 
—No —susurro—. Nunca te juzgaré. Nunca te mentiría tampoco, te prometo eso. —Levanto mis brazos y los doblo sobre la bañera, apoyando la barbilla en ellos—. Me gusta que seas mi mejor amigo. Yo… me preocupo mucho por ti.

Con una sonrisa de suficiencia, Peter responde.
 
—También me preocupo mucho por ti. Lo suficiente incluso para decirte que si subes más, vas a darme un espectáculo gratuito.
 
Rápidamente me muevo hacia abajo.
 
—¡Oh Dios mío!
 
—No vi nada. —Peter se ríe—. Aunque creo que te verías muy bien desnuda. Tengo la teoría de que tienes un cuerpo impresionante bajo toda esa ropa holgada que te pones.
 
—Bueno, ahora tengo ropa nueva. Eso ayudará a mostrar mis partes femeninas. —Mi mente se desvía de la ropa hacia las bolsas de ropa interior—. Candela me llevó a la tienda de lencería. Las bolsas estaban colocadas afuera anoche. ¿Crees que tuvo algo que ver con eso? Mi mamá dijo que lo hizo.
 
—No, ese asqueroso sabía exactamente lo que iba a hacer cuando entró en tu habitación. Eran sujetadores y ropa interior. No es como si estuvieras hablando de lencería sexy y panty medias hasta el muslo.
 
—¿Cómo sabes que no lo hice? —pregunto con una sonrisita de suficiencia.
 
—¡Bendito Dios! —exclama Peter—. Quiero que me exhibas eso. Eso puede ser tu alquiler.
 
Riendo, replico.
 
—Así que tendré que representar espectáculos pornográficos para vivir aquí.
 
—Ya quisiera. Un espectáculo pornográfico y una taza de café para comenzar el día. Eso estaría bien. Entonces, ¿estás ofreciendo eso?
 
—Nunca en tu vida —respondo. Mi mano comienza a jugar con el agua y suspiro—. Me siento desnuda.
 
Peter resopla.
 
—Estás desnuda.
 
Eso me hace reír.
 
—No quise decirlo literalmente. Quiero decir, siento como que estoy expuesta al mundo. Mi mente sigue yendo a la deriva a lo que podría haber sucedido.
 
—Yo habría ido a la cárcel por asesinato —susurra Peter—. Te lo prometo. Incluso ahora, si veo a ese hombre, su trasero es mío.
 
Niego con la cabeza.
 
—Espero nunca volverlo a ver. No sé lo que haría.

—Vamos a enseñarte a defenderte. Te daré un par de días para recuperarte, pero no te voy a tener por ahí sin protección. No podría hacer frente a esto nuevo.
 
—Lo siento, no me di cuenta de que fuera semejante carga.

25 comentarios :

  1. maaaaaaasssss !!!! me encanta :)

    ResponderEliminar
  2. maaaaaaaas !!!!! me encanta la nove:)

    ResponderEliminar
  3. mmmmaaaaaaaaaaaaaasssssssssssss!!!

    ResponderEliminar
  4. me encantaaaa !!! son unos tiernos :)

    ResponderEliminar
  5. parece que se nota un poquito lo que me encanta esta nove para dejar con este 21 comentarios :)

    ResponderEliminar
  6. me encantaaa... maaaaaass porfiii

    ResponderEliminar
  7. Estoy enamoraada de tu novela!!!!!!!!!!!! Ellos son tan tiernos juntitos, quierooo que esten juntos -.- jajajaj

    Att: andrea antequera
    @AntequeraCruz
    Laly angels

    Pd: sube mas me encanta tu novela :D

    ResponderEliminar
  8. Lali no entiende qe a peter le importa de verdad!

    Arii

    ResponderEliminar
  9. Juro que yo desde que pusiste a el hombre ese supe que intentaría violar a Lali, la diferencia es yo pensé que Peter estaría ahí para detenerlo, pero fue casi lo mismo ya que no fue violada.

    AMO LA ADAPTACIÓN, LLORO, LLORO. SUBE OTRO.

    No diré que me mataré ni que me mataré o.O es mi frase muy repetitiva necesito encontrar otra frase..

    Atte: Ludmi :)

    ResponderEliminar