lunes, 9 de diciembre de 2013

Capitulo 31

—Gracias.

—No hay problema —respondo. Peter se inclina y me besa suavemente en la frente. Cierro los ojos y disfruto del contacto.


Capitulo 31

Esa noche estoy despierta otra vez. ¿Se detendrá esto alguna vez? Ahora tengo una lucha interna ¿voy con él o me quedo aquí? Me dejo caer en la almohada y hago una mueca. Pongo el brazo sobre mis ojos y trato de volver a dormirme pero no sucede. Finalmente golpeo la cama con el puño. Lanzando la manta a un lado, me levanto.
 
Caminando por el pasillo, llego a la puerta de Peter. Está abierta y él está dormido en la cama. Me quedo parada allí por un rato, tomo una respiración profunda y entro. Preferiblemente, me gustaría no despertarlo. Levanto la manta y me meto lentamente en su cama. No se mueve. Eso es bueno. Me acuesto y vuelvo a mirarlo. Quiero reír cuando observo lo hermoso que se ve durmiendo. Se ve tan tranquilo. Sonriendo me doy la vuelta y cierro los ojos.
 
De repente el brazo de Peter me rodeó y me jala hacia él.
 
—Realmente no piensas que puedes sorprenderme ¿cierto? — murmura en mi oreja.
 
—Lo siento —susurro—. Prometo que esta será la última noche.
 
Descansa la mejilla en mi cabeza.
 
—Está bien Mariana. De hecho me gusta. Ahora duérmete, tengo trabajo en la mañana.
 
—De acuerdo. —Suspiro disfrutando de su toque. No pasa mucho antes de que Peter se duerma de nuevo y después yo lo sigo.
 
A la mañana siguiente, me despierto en un cama vacía. Entierro mi cara en la almohada porque huele a él. Está bien, soy una idiota. Suspirando me levanto de la cama. Camino por el pasillo a la sala. De repente, escucho,
 
—¡Buenos días Luz de Sol!
 
Salto como veinte centímetros en el aire y volteo hacia la cocina. Vico está parado allí sirviéndose café en una taza.
 
—¡Me asustaste! —le grito.
 
—No es mi culpa que no sientas nada. ¿Quieres café? —pregunta jovialmente.
 
—Claro. —Bostezo, caminando hacia él.
 
Vico me sirve una taza.
 
—¿Crema, azúcar?

—Crema y un poquito de azúcar —contesto—, pero nada parecido a lo que toma Peter.
 
Vico ríe.
 
—Sí, es un poco repugnante.
 
—Así que, ¿no trabajas hoy? —pregunto sentándome en la mesa.
 
—No —responde Vico—. Soy gerente de un restaurante. Los fines de semana por lo general son ocupados. Me turno con los subgerentes. Trabajo este fin de semana así que hoy estoy libre, puedo pasármelo felizmente contigo.
 
Con una inclinación de cabeza, bebo un trago de café.
 
—Peter dijo que querías enseñarme algunos movimientos de defensa personal o como se llame.
 
—Sí, algunas técnicas básicas, así tendrás la oportunidad de pelear la próxima vez. Es fácil para un hombre dominar a una chica, pero algunos movimientos pueden detenerlo.
 
—Como darle una patada en las bolas —contesto.
 
Vico se ríe.
 
—Sí, eso definitivamente duele.
 
—Debí haberlo hecho —digo suspirando—. Es que pasó tan rápido. No tuve tiempo para pensar y ya me estaba asfixiando. Y no tenía ni idea de qué hacer.
 
—Sacarle los ojos también funciona —contesta Vico—. Cegarlo te dará una salida.
 
—En serio Vico, eso es asqueroso —jadeo—. Ugh.
 
—Sí —se ríe—, por eso te lo digo, podrá darte asco pero funciona.
 
—Creo que ya no tengo hambre —me quejo.
 
—Consigue un estómago más fuerte —dice bufando—. Eres tan nenita. Candela es igual.
 
—¡Somos chicas! —exclamo riendo.
 
—Sí, sí, sí, lo sé —replica rodando sus ojos—. Voy hacerte el desayuno y luego vamos a empezar.
 
Vico me hace panqueques. ¡Los mejores que he probado!
 
—¡Son impresionantes! —gimo entre bocado y bocado—. ¡Oh, Dios mío!
 
—Trabajo en un restaurante —contesta—. En realidad uno bueno, así que aprendes una o dos cosas.

—Necesito vivir contigo. Peter no sabe cocinar.
 
Eso hace reír a Vico.
 
—No, no sabe. Pero puede aprender. De lo contrario, van a tener una relación conflictiva.
 
—Voy a enseñarle a hacer cosas simples —replico—. Bueno, terminé. Voy a lavar los platos.
 
—Suena bien —dice Vico—, yo cocino pero odio lavar los platos.
 
Me rio con él y me levanto a limpiar. Hablamos y nos llegamos a conocer un poco mejor. Es muy chistoso.
 
—Ustedes chicos me hacen reír. —Rio suavemente.
 
—Tienes que salir con nosotros cuando estemos todos juntos. Somos muy ¡DIVERTIDOS! Candela solo se queja un montón. Ella en realidad está esperando con ansías que vengas con nosotros. Queremos ir a Luke’s en algún momento pronto.
 
—¿¡El Club Nocturno!? —jadeo.
 
—Sssíííí —dice Vico con una mirada tonta—, vamos allí regularmente.
 
—¡No tengo 21! ¡Tengo 18! ¡Nunca he ido a un club nocturno!
 
—Sí, pero todos los sábados tienen algo que llamamos, noche para menores. La planta baja es para personas menores de 21 y la galería superior, donde está la barra, es para adultos.
 
Abro la boca y le doy un golpe en el brazo.
 
—Soy un adulto.
 
—Uh huh —dice Vico resoplando—. Cuando te gradúes te consideraré un adulto. De todos modos, el hermano mayor de Nico es el Luke del club nocturno Luke’s, así que podemos colarte a la parte de arriba.
 
—No voy a dejar que lo multen por algo tan estúpido —digo bruscamente.
 
—No vamos a dejarte beber. Solo diremos que estabas ahí paseando. Estará bien. Hay maneras de sacarte. O ¿prefieres estar en la planta baja con gente de tu edad?
 
—No, eso probablemente también es estúpido —digo sacudiendo la cabeza—. Está bien. Iré.
 
—¡Genial! —exclama alegremente Vico—. Candela estará súper emocionada. De hecho le voy a mandar un mensaje de texto ahora.
 
Levantando mi mano para detenerlo, digo—: ¡No hasta que mi garganta se cure!

—Por supuesto —se queja Vico—. Nunca te haría eso.
 
—Está bien —suspiro agradecida—. Por lo pronto ¿vamos a empezar a golpea algunos traseros?
 
Una repentina sonrisa malvada se extiende por el rostro de Vico.
 
—Ah, definitivamente. Vamos, levántate.
 
Lo sigo. Mueve la mesa de café, así tenemos un área abierta.
 
—Ahora te voy a enseñar a romper brazos y dar patadas en la cara.
 
—¿¡Qué!? ¿Por qué? ¡No hay nada divertido en eso!
 
—Mariana ¿Lo dudarías si fueras atacada de nuevo? ¿Recuerda lo asustada que estabas? Fuiste presionada a huir o responder peleando. Incluso los chicos grandes tienen la misma reacción. Necesitamos que aprendas cómo ganar la pelea. Eso no significa necesariamente que decapites a tu oponente.
 
—Sí —contesto levantando una ceja—. Eso hubiera sido genial esta vez.
 
—Genial pero desastroso. —Rió Vico—. Vamos a comenzar. Te explicaré las cosas primero. En una pelea, aún mano a mano, ganar terreno y obligar a retroceder al oponente lo es todo. La persona que avanza es la que gana la pelea. Las mujeres que enfrentan a un hombre casi siempre están en desventaja con respecto al peso y la altura. El centro del pecho de un hombre es demasiado duro para empujarlo o golpearlo ahí, así que lo ideal son las zonas por debajo del ombligo o por encima de la clavícula. ¿Me sigues?
 
—Sí. —Asiento.
 
—Bien. Cuando el hombre se mueve para atacar, sin importar el motivo o la técnica, su meta es avanzar para tener el control. El primer paso es nunca atacar solo por atacar.
 
—¿Que quieres decir con eso? —pregunto desconcertada.
 
—No quieres atacarlo cuando esté avanzando hacia ti —me contesta—. Quieres hacerlo detenerse y luego atacar.
 
—Ah, está bien.
 
Él continúa. —El primer movimiento debe ser para detener el avance del atacante. La forma más sencilla es hacer un movimiento muy simple y muy natural que no requiere ni pensar ni técnica. En pocas palabras, solo necesitas levantar el brazo con los dedos extendidos y ponerlos en la cara del hombre. Este movimiento lo tienes que hacer a una distancia cercana del atacante y no necesitas fuerza para hacerlo.

Poner la mano en el rostro del tipo mientras avanza básicamente lo hace caminar directo a tus dedos lo que entonces resulta en que golpeas todas las partes blandas del rostro, ya sean los ojos o la nariz. Esto detiene su avance porque es inesperado y necesita una parte de su cerebro para procesar lo que acaba de pasar. Este movimiento algunas veces es llamado dedos de dardo o golpe de dedos, a pesar de que no ejerces ningún tipo de fuerza o técnica. Es solo poner la mano en la cara de una persona.
 
Así que, ahora vas a tratar de hacerlo. Obviamente no me voy a abalanzar sobre ti pero voy acercarme y entonces tú haces lo que te dije. —¿Correcto?
 
Asiento. Vico comienza a caminar hacia mí y pongo la mano sobre su rostro. Aterriza exactamente como dijo que pasaría.
 
—¡Lo hice! —exclamo.
 
—Sí, lo hiciste. Vamos a continuar practicando todo esto porque quiero que se convierta en tu primer movimiento instintivo. Quiero que venga a ti sin pensar. Por lo tanto vamos a hacerlo de nuevo.
 
Lo hacemos.
 
Finalmente, dice—: Bien, el segundo paso es la patada de empeine. Esto se hace después de que detuviste el avance de tu oponente. Este es otro movimiento simple, básico y natural que no implica ni tiempo ni pensar ni técnica. Solo tienes que levantar la pierna y dirigirla hacia la espinilla de tu oponente mientras te mueves hacia él y arrastras el empeine de tu zapato hacia abajo de su espinilla, en el mismo movimiento.
 
—Ouch —digo.
 
—Sí —responde Vico—, vamos a tratar con ese ahora. Pones la planta del pie hacia arriba y golpeas mi espinilla. No estás usando zapatos así que está bien.
 
Camino hacia adelante y llevo mi pie hacia arriba y luego lo bajo.
 
—¿Así?
 
—Sí, muy bien. Trata de nuevo. —Lo hago y me sonríe.
 
—Ahora, el tercer movimiento se llama garra de tigre o palma de tigre. Después de golpear al oponente con la patada de empeine usas el propio impulso para volver a poner la mano en el rostro del atacante y empujar su cabeza hasta atrás, más allá de sus talones. Esto hace que retroceda porque le es imposible continuar cuando su cuerpo está luchando por recuperar el equilibrio. Este movimiento se realiza sin ninguna técnica, pensamiento o planificación. Es solo empujar la mano abierta en el rostro del atacante para hacerlo perder el equilibrio.

—Déjame adivinar —Me río—, voy a intentar ese también.
 
Vico mueve sus cejas.
 
—Síp. Ahora los tres juntos. —Viene hacia mí y pongo la mano en su cara, golpeo su espinilla y le empujo el rostro hacia atrás. Vico se tambale  un poco, pero se mantiene firme—. Si hubieras usado toda tu fuerza me habrías hecho perder el equilibrio.
 
—¡Grandioso! —grito.
 
—El cuarto movimiento es el filo de la mano o el golpe de cuchillo. Se trata solamente de impulsar el brazo y golpear cualquier lugar de la persona del cuello para arriba. No necesita ser un movimiento de mano sólido y tieso como lo ves en las películas y ni siquiera tiene que ser la mano la que golpea al oponente. Puede ser cualquier parte del brazo desde el dedo meñique hasta el codo. Tampoco importa dónde porque siempre golpeas algún lugar que le causa dolor al oponente. Es como un corte de karate, pero sin la compleja técnica. Es impulsar tu brazo contra su rostro, cuello, oreja o lo que sea. Puede ser hecho desde cualquier posición y no necesitas verdadera fuerza para hacerlo, ya que el oponente se está haciendo para atrás en el momento en que des en el blanco. Así que ¿adivina qué? —bromea. Yo ruedo los ojos—. Correcto. Pruébalo en mí, ahora. —Balanceo el brazo y le golpeo un lado del rostro. Vico se agarra la cabeza.
 
—¡Mariana! No dije que con toda tu fuerza.
 
—Uups, lo lamento —me disculpo a pesar de que estoy sonriendo.
 
Me mira y se ríe.
 
—Si fueras Nico o Peter, te derribaría en un santiamén.
 
—¡Ni lo intentes! —resoplo todavía sonriendo.
 
—Nunca lo haría —dice rodando los ojos—. Está bien, el último y quinto movimiento y el que usualmente es fatal es el golpe en la barbilla. En realidad fue prohibido por la policía de Shangai en la segunda guerra mundial. Básicamente es un golpe con la mano abierta bajo la mandíbula del oponente mientras los dedos se hunden y empujan la cabeza hacia arriba y hacia atrás hasta el suelo. Es como el golpe de la palma de la mano, pero con la mano relajada y los dedos abiertos golpeas bajo la barbilla empujando la cabeza hacia atrás y al piso. No hagas esto a menos que sea absolutamente necesario. No lo intentes en las personas para ver si funciona. Te patearé el trasero si lo haces, si no estás en la cárcel por haber herido a alguien seriamente. Solo quiero que lo sepas en caso de que peligre tu vida de nuevo. Nunca quiero escuchar que alguien casi te ahorca hasta matarte.
 
—Yo tampoco quiero que pase otra vez —dije sofocada.

—Bueno, sí, eso es probablemente cierto. Ahora, dame tu mano para poder mostrarte. Obviamente no voy hacer que lo intentes. No quiero maltratar el piso con mi cabeza. —Vico lleva mi mano hacia arriba y la coloca bajo su barbilla—. ¿Lo captas?
 
Asintiendo con la cabeza, respondo—: Sí.
 
—Está bien. Cualquiera de los movimientos que mencioné puedes hacerlos al inicio para detener el avance del atacante y pueden ser ejecutados en cualquier orden o combinación, excepto el golpe en la
barbilla, porque ese, cuando lo aplicas, es el final de la pelea. Estas técnicas son de las que no requieren complejos movimientos motores o el uso de grandes músculos. También son movimientos que pueden ser hechos de forma automática durante una pelea o mientras huyes. Así que, ¿cuánto de esto tengo que repasar otra vez? 
 
Pongo las manos en mis caderas. —Creo que entiendo lo suficiente. Vamos a practicar.
 
—Adelante hermana —Vico me reta con una sonrisa.
 
Practicamos una hora. Me ataca de diferentes maneras para que me acostumbre a los movimientos. Finalmente nos detenemos y pregunto—: ¿Qué hago si alguien está encima de mí otra vez?
 
—Acuéstate y te lo mostraré —ordena Vico.
 
Mi pecho se aprieta y me quedo mirándolo.
 
—No estoy segura…
 
—No voy a herirte Mariana —suspira—, pero si quieres esperar a que llegue Peter, podemos hacerlo. No me importa quedarme.
 
—Es solo que… aún puedo sentirlo encima de mí y no quiero sentir ese miedo otra vez.
 
—Entiendo. Quiero enseñarte a no tener ese temor todo el tiempo. No deberías sentirte asustada de tener a alguien encima de ti, eso hará que evites ser cariñosa con alguien. No queremos eso. Digo, Peter le va a disparar a cualquier tipo que este desnudo encima de ti, pero no deberías sentirte así de asustada. Así que, podemos esperar a Peter si quieres.
 
—No. —Respiro profundo—. No, vamos hacerlo.
 
Me acuesto en el piso.
 
—¿Y ahora qué?
 
Vico se baja al piso y se sienta a horcajadas sobre mí.
 
—De acuerdo. Se aplican las mismas reglas. Quieres empujar al atacante lejos de ti. Golpéalo en el rostro o en la barbilla con la mano abierta y los dedos relajados. Después gira las caderas, con suerte hará que se caiga tu atacante. Entonces, ¿quieres intentarlo?
 
—¿Vas a ponerme las manos encima? —pregunto.
 
—Eso sería lo ideal —me dice con una mirada gentil—, pero entiendo si es demasiado pronto... como dije, podemos esperar a Peter si quieres.
 
Niego con un suspiro,
 
—No, tenemos que hacer esto.
 
—Bien —susurra. Se inclina y pone las manos en mi garganta—. Ahora inténtalo.
 
Rápidamente subo la mano y la meto bajo su barbilla empujándole la cabeza hacia atrás y giro las caderas. Vico se tambalea y después rueda completamente. Eso me hace soltar un grito.
 
—¡Lo hice!
 
—Síp, ahora quiero que lo intentes con toda tu fuerza.
 
Lo miro impactada.
 
—¡No puedo hacer eso!
 
—Sí, puedes. Puedo soportarlo. Quiero que estés a salvo Mariana.
 
—De acuerdo —murmuro. Lo hacemos de nuevo. Y otra vez. Y otra vez. Cada vez me siento mejor, más controlada.
 
Cuando Peter finalmente viene a casa, estoy sentada a horcajadas sobre Vico en el suelo.

31 comentarios :

  1. Op op Sera que se molestara????????????? DEPRONTOOOO!!! O NO .. NO creoo ooo si.. Fueee re bipolar yo eh!! Jajajajaj Super elcapitulooo!!! Deja que venga ese horward Lali le va a dar una patada VOLADORAAA NINJAAA!!!!!!!!! AJAJAJA

    Subi mass!

    att: Andrea antequera
    @AntequeraCruz
    Laly angels

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  2. jsjs sabia que iba a pasar esoo!! maass-11

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  3. ooh que dira peteeerr!! maaasss

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  4. mas novee,quiero laliteerr-11

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  5. maaas mas masss.. quiero laliteer jajajajjajaa

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  6. una más y no jodemos más una más y no jodemos más!!!! Besos Naara

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  7. una más y no jodemos más una más y no jodemos más!!!

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  8. uno maas porfiis . antes de irme a dormiiiiirr daleeee :):):):))

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