jueves, 19 de diciembre de 2013

Capitulo 48

Doy la vuelta y entro en la mía. Cuando me meto en la cama, como que me quedo allí, mirando al techo. Me voy a dormir luchando contra el impulso de ir donde Peter.

Capitulo 48

La siguiente semana de escuela es genial. Almuerzo con Pablo y sus amigos todos los días. Peter finalmente me enseña a estacionar en paralelo. Incluso sacamos el auto de Candela, por lo que puedo aprender a conducir un automático. Es un poco raro, cuando sólo he conducido un manual.
 
Llega el sábado por la mañana y entro al cuarto de baño. Bostezando, enciendo la luz. De repente, chillo. Peter viene corriendo. — ¿¡Qué está mal!?
 
—Mis moretones, ¡se han ido! —grito.
 
Peter pone una mano sobre su pecho
 
—Mariana, querido Señor, vas a matarme.
 
—Se han ido, se han ido, se han ido —vitoreo de alegría, saltando de arriba a abajo.
 
—Es bueno, bebé. ¿Eso quiere decir que podemos ir a celebrarlo esta noche? —me pregunta, con una sonrisa maliciosa.
 
Estrechando los ojos, digo—: ¿Qué tienes en mente?
 
—Ir al club… tu…. yo, la pista de baile —Peter murmura presionándose contra mí.
 
—Tú y un montón de chicas en minifalda —replico—. No voy a ser, incluso, un punto en el radar.
 
Envuelve sus brazos a mí alrededor. —Siempre serás más que un punto.
 
—¿Es noche de MENORES8, como ustedes la llaman?
 
—Lo es —Peter responde alegremente—. ¡Y nosotros iremos!
 
Con una carcajada, digo—: Me parece bien.
 
Pasamos el día siendo perezosos, pero alrededor de las cinco, Candela me llama.
 
—¿Qué pasa? —pregunto.
 
—Entonces, ¿vamos al club esta noche? —me interroga rápidamente.
 
—Sí —contesto, con la misma alegría—. ¿Qué me pongo?

Suelta risitas. —Dile a Peter que te traiga a mi casa. Pon las botas y ese pequeño vestido negro en una bolsa, pero no lo dejes ver.
 
—No —siseo en voz baja.
 
—SSSIIII —suelta—. O se lo dices o lo voy a llamar.
 
Suspiro y miro a Peter. —Candela quiere que me lleves a su casa.
 
—¿Por qué? —replica.
 
—No sé, para arreglarnos, supongo.
 
Peter gime. —Muy bien, vamos.
 
—Llegaré dentro de un momento —exclamo, probablemente demasiado entusiasmada.
 
—¡GENIAL! —responde Candela—. Trae el vestido.
 
Rodando los ojos, le digo—: Bien, como sea, nos vemos pronto.
 
Cuando me levanto para ir a mi cuarto, Peter me pregunta—: ¿Qué estás haciendo?
 
—Recogiendo mis cosas —le respondo—. Tengo que llevar algo esta noche, no puede ir desnuda.
 
—¡Oh, yo voto por desnuda!
 
Eso me hace reír. —Lo harías. —Voy a mi habitación y cojo mi bolsa de lona. Coloco con cuidado el vestido en el interior con las botas. Nunca las he usado, por lo que nada se va a ensuciar.
 
Unos veinte minutos más tarde, llegamos a donde Candela. Mientras abro la puerta para salir del auto, digo—: Te veo en un rato.
 
—No sé... ustedes dos juntas pueden significar problemas —dice Peter.
 
—Sí, lo seremos, nos vemos más tarde —enfatizo.
 
Peter se inclina sobre el asiento. —Dime que me aaaamaaaaassssssssssss.
 
Echándome hacia atrás, le respondo—: NNNOOOOO. —Y cierro la puerta. Él pone una mirada horrorizada y me doy la vuelta alejándome. Cuando llamo a la puerta de Candela, abre casi de inmediato.
 
—¡Esto va a ser EPICO! —grita.
 
Me río. —¿Por qué?
 
—Vamos a hacer a los muchachos babear, excesivamente — responde Candela, tirando de mí hacia su apartamento.
 
—¿Dónde está Vico? —pregunto.

Ella cierra la puerta y dice—: Vendrá después. Vico va a hablar con Peter y se pondrán de acuerdo acerca de si alguien va a conducir o no. Eso no es ni aquí ni ahora, tenemos que prepararte. ¿Trajiste el vestido?
 
Levantando la bolsa, articulo—: Está justo aquí. No me siento cómoda llevándolo.
 
—Confía en mí, te verás fenomenal cuando termine contigo. — Subimos las escaleras y me lleva a su dormitorio. Nunca he estado aquí, así que solo la sigo.
 
Cuando entramos, exclamo—: ¡Oh! Un tocador, es tan genial. Siempre he querido uno de esos.
 
—Pídeselo a Peter, lo conseguirá para ti, porque él siempre consigue lo que quieres —Candela se burla juguetonamente—. Ahora, saca el vestido.
 
Pongo la bolsa en su cama y la abro. —No puedo creer que voy a hacer esto.
 
—Quítate la ropa y deslízate en ese cachorro —dice Candela—. Entonces voy arreglarte el cabello y maquillarte.
 
—No lo sé —le susurro.
 
Candela se acerca a mí. —Vas a estar impresionante. Ahora póntelo. —Suspirando, empiezo a quitarme la ropa
 
—. ¿Estás segura de que no necesito un sujetador? —murmuro.
 
—Sí —responde Candela—. Vas a estar bien.
 
Me deslizo en el vestido, tirando de él. —Vaya —finalmente jadeo—. Está cosa esta muy pegada a mi cuerpo.
 
—Ese es el punto —afirma Candela—. Ahora, ven aquí. —Agarra mi mano y me sienta—. Voy a recogerte el cabello.
 
—Voy a sobresalir como un pulgar hinchado —murmuro—. Con el vestido o no, parezco de doce.
 
Candela ríe. —No cuando haya terminado contigo. Ahora, date la vuelta, quiero que sea una sorpresa.
 
Poco a poco, me doy la vuelta en el taburete. —No me hagas ver estúpida —gruño.
 
Candela sonríe y alcanza el tocador. Alisa mi cabello para rizarlo, lo que no entiendo, pero ella dice que va a darle un rizado diferente.
 
Cuando termina, inclina su cabeza. —Perfecto. Ahora, el maquillaje.
 
Llega detrás de mí y agarra la sombra de ojos que no es más que carbón y negro. —¡Whoa! —exclamo—. ¿Qué estás haciendo?

—Hacerte parecer una zorra —responde— Ahora cierra los ojos. — Estrecho mis ojos hacia ella, y simplemente me mira. Suspiro y los cierro. Siento como me pone cuidadosamente la sombra y el delineador de ojos. Me hace ver hacia el techo mientras me pone la máscara de pestañas. Por último, Candela saca un lápiz labial.
 
Lo miro y mis ojos se ensanchan. —Eso es rojo, como ¡ROJO, ROJO!
 
—Shhh —responde Candela—. Abre la boca un poco. —Lo hago y me aplica suavemente el lápiz labial. Tirando el envase, dice—: Sin duda puedes pasar como una de veintiuno. Ven aquí, ponte las botas y luego mírate en el espejo de cuerpo entero.
 
Levantándome, hago lo que ella dice. Cuando camino hacia el espejo, mi corazón salta. Soy algo que nunca pensé que sería, sexy. Mi cabello está asegurado en la parte superior en una espiral de rizos. Mis ojos son oscuros y mis labios de un brillante rojo sangre. Girándome, veo mis piernas parecer más largas con las botas. —Oh, Dios mío —Es todo lo que puedo susurrar.
 
—Te ves hermosa —dice Candela, sonriéndome—. Ahora es mi turno para prepararme. ¿Qué ropa uso, que ropa uso?
 
Mientras comienza a sacar ropa de su armario, me quedo allí mirándome. Me siento tan... hermosa, sexy. Esta es la primera vez en mi vida que siento que debo ser deseada. Ni siquiera sé qué decir.
 
—¿Qué piensas de esto? —pregunta Candela.
 
Me vuelvo para verla sosteniendo una falda de cuero negro y una camisa de seda de un hombro. —Creo que eso se vería lindo.
 
Comienza a vestirse. —No puedo esperar a que los chicos nos vean esta noche. Van a perder la cabeza, y no me refiero a nuestros muchachos. Pobre Peter va a tener un ataque al corazón, con toda la atención que vas a conseguir.
 
—Oh, para —dije tímidamente.
 
—Lo digo en serio —declara Candela—. Espera y veras. —A diferencia de mí, no le toma mucho tiempo prepararse. Ella, obviamente, tiene una gran cantidad de práctica peinándose y maquillándose. Finalmente, se desliza sobre sus tacones. —También, he terminado. Los chicos llegaran en cualquier momento. —De repente, ella chasquea los dedos—. Necesitas algo más.
 
Confundida, pregunto—: ¿Qué es?
 
—Esto —responde y va a su vestidor. Observo mientras saca una gargantilla negra de su joyero—. Esto va a completar el atuendo. —Abro la boca para decir algo, pero no puedo. Candela se acerca y la coloca en mí. —Ahora estamos bien.

El timbre de la puerta suena de repente. —Espera aquí —dice riendo—. ¡Quiero que sea una sorpresa!
 
—Ummm, bien —contesto suavemente.
 
Con un casi salto en su paso, Candela baja. Me doy una mirada más en el espejo y niego con la cabeza. No puedo creer que sea yo.
 
Oigo murmullos abajo, y luego Candela grita—: Está bien, puedes venir Mariana. —Nerviosa, camino a la cima de las escaleras. Agita su mano para que vaya hacia ella. Tomando una respiración profunda, doy el primer paso—. Y me gustaría presentarles, a la muy adulta, Srta. Mariana.
 
Cuando llego a la parte inferior de las escaleras, apenas puedo mirar hacia arriba, pero cuando no hay nada más que silencio, tengo que levantar los ojos. Nico, Vico y Peter están allí simplemente mirándome. Mis mejillas se ruborizan como si estuvieran en llamas. Finalmente, Peter es el primero en hablar. —Tú no vas a usar eso.
 
Con el corazón roto, miro hacia abajo. —¿Me veo tan mal?
 
—¡NO! —grita Nico—. Estas caliente como el infierno. Oh, Dios mío, si Peter tiene un problema, yo te llevaré.
 
Mis ojos se dirigen hacia Peter, la mirada de sus ojos es feroz. —Lo elegiste para mí —finalmente murmuro.
 
—¡Olvídalo! —dice Nico. Él se acerca y envuelve sus brazos alrededor de mí—. Tú eres mía esta noche.
 
Eso me hace reír.
 
—No, no lo es —Peter dice con dureza, casi perdiendo su voz —. ¡Quítale las manos de encima Nico!
 
Él mueve sus cejas. —¿La escoltas, porque si no es así, lo hare yo?
 
Peter lo mira y entrecierra los ojos. —Por supuesto, yo la he invitado a salir esta noche. Yo solo... quiero decir... voy a tener que PELEAR con los chicos para alejarlos. ¡No quiero que la miren de esa manera!
 
Cruzo los brazos. —¿Por qué no? ¡En realidad me siento sexy por primera vez en mi vida! Me niego a dejar que lo eches a perder.
 
—Malditamente claro —interviene Candela—. Vamos. —Ella camina pasando a Peter—. ¿La llevas o vas a tener un infarto?
 
—No —contesta, sacudiendo la cabeza—. Te seguiremos.
 
Nico suspira sarcásticamente—: Está bien.
 
Me quedo parada allí mientras todo el mundo camina hacia la puerta. Peter se acerca y desliza su mano en la mía. Entrelazo los dedos con los suyos, a pesar de que sé que no debería. Con eso, caminamos fuera. Por alguna razón extraña, está muy cálido y no necesitamos chaquetas. Hablan acerca de un verano indio, o... el calentamiento global.
 
Nos abrimos paso lentamente hacia el auto. Peter abre la puerta para mí. Justo antes de sentarme, me giro hacia él. —Prométeme que no me veo mal. No quiero salir y estar... ridícula.
 
Inmediatamente los ojos de Peter se suavizan. —No, Mariana, no es eso. Estas magnifica, yo solo... no quiero compartirte esta noche.
 
—Entonces no lo hagas —le susurro, mirándolo. Estamos allí mirándonos el uno al otro durante unos segundos.
 
Finalmente, escuchamos a Nico gritar—: ¡ENTREN AL AUTO! ¡Vamos!
 
Al subirme, trato de tirar de mi vestido hacia abajo un poco. No, eso no va a suceder. Me siento un poco incómoda, pero también un poco... atrevida. Peter entra y enciende el auto. Sus ojos bajan hacia mis piernas. Me hace sonrojar. Lo veo tomar una respiración profunda, mientras da marcha atrás.
 
El paseo hacia el club es tranquilo, pero el aire está lleno de una tensión inexplicable. Es extraño, ya que no es una mala tensión. Solo que no puedo describirla. Aparcamos en los únicos lugares del estacionamiento. El letrero dice VIP. Bueno, ¿no somos especiales? Peter me toma de la mano y me lleva a la entrada. Hay una enorme fila, pero Nico camina directo hacia el frente. Haciendo un golpe de puño con el portero, Nico dice—: Hola Jimmy. Somos cinco esta noche.
 
Jimmy me mira y levanta las cejas. —¿Quién es la chica nueva?
 
—Mariana —responde Nico—. Pero mantén las manos fuera, ella es de Peter.
 
—Qué suerte —le dice Jimmy a Peter.
 
Peter sólo pone su brazo alrededor de mí y me jala apretándome contra él. Jimmy se ríe y tira de la cuerda hacia atrás. Entramos en el lugar y es ensordecedor. Nunca he estado en un club antes, pero esto es algo sacado de una película. Las luces son una locura y hay gente por todas partes. Cuando entras, hay tres escalones. Conducen a la planta baja. Veo que está lleno de adolescentes. Después de caminar por delante de ellos y pasar la pista de baile, se llega a las escaleras que conducen al segundo piso. Ahí es donde vamos.
 
Un hombre en el fondo se limita a asentir con la cabeza hacia nosotros, lo que me hace suspirar de alivio. No pienso beber, pero si quiero estar en el segundo piso. Subimos las escaleras, y soy cuidadosa debido a los tacones de mis botas. Además de eso, soy un poco tímida, porque Peter está justo detrás de mí, y el final de mi vestido no baja mucho.

Cuando llegamos a la segunda planta, veo que es aún más genial. El DJ en realidad, está aquí. El bar está a la derecha, la segunda pista a la izquierda y las mesas en el medio. Nico empieza a empujar a través de la multitud y lo seguimos. Es entonces cuando me doy cuenta de que hay otro nivel a unos pocos metros. Cerrada con barricadas de cuerdas. Sólo hay unas pocas personas al lado de una mesa. Nico se acerca a esta pequeña área y se dirige a una de las mesas del bar. —Así que, ¿qué van a beber? —refunfuñó.
 
—Cerveza —dicen Peter y Vico al mismo tiempo.
 
—Ron con cola para mí —responde Candela.
 
Nico me mira. Ruedo los ojos. —Voy a beber agua.
 
Él tose y dice a la vez—: Menor de edad.
 
—Cállate —me río.
 
Nico sólo sonríe en respuesta. —Voy a ir a buscar la primera ronda. —Él se aleja y yo sólo miro alrededor a todas las personas. Es un poco abrumador.
 
De repente, Peter se presiona contra mi espalda y lleva sus manos a cada lado de mí en la mesa. —Así que —en voz baja susurra en mi oído—, ¿qué piensas?
 
Su aliento caliente en mi piel me hace estremecer. —Está bien.
 
—¿Vas a bailar conmigo? —me pregunta.
 
Me doy la vuelta y lo miro. Estamos muy cerca, cara a cara. —Nunca he bailado en público.
 
—Hay un montón de gente allí —responde Peter—. Yo diría que nadie se daría cuenta, pero estás muy atractiva esta noche. Tengo la sensación de que muchos ojos estarán puestos en ti.
 
—Entonces no voy a bailar —afirmo. Peter pone una mirada malvada en su rostro y me agarra. Llevándome por las escaleras y hacia la pista de baile. Riendo, chasqueo—: ¡Peter, no voy a bailar!
 
Me agarra por la cintura y me jala hacia la multitud moviéndose. Se presiona contra mí y dice—: Sólo sígueme. —Al principio me siento incómoda, pero luego el ritmo de la música toma el control. Bailamos alrededor el uno del otro. En realidad, es muy divertido. Un poco más tarde, unas manos me agarran. Me giro para encontrar a Candela y a Nico.
 
—¿Dónde está Vico? —le grito.
 
Candela niega con la cabeza. —Él no baila, Nico satisface esa necesidad, así Vico no tiene que golpear a otro hombre.

Eso hace que me eché a reír. Por lo tanto, todos bailamos. Nunca supe lo liberador que se siente. El ambiente es contagioso. Peter me sigue presionando contra él, y lo dejo, pero me río al mismo tiempo. En un baile tienes que bajar hasta el suelo, y lo hacemos. Es genial.

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